DISCOS
«“Nuclear” se nutre de un conjunto de doce canciones que suenan y son de Leiva. Algunas podían encajar en sus álbumes anteriores, porque no desentonan con su pasado»
Leiva
Nuclear
SONY, 2019
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Las canciones están hechas para volar y las de Leiva se hicieron para pisar el cielo. Es recurrente, en sus letras, que haya alas, pájaros y fuego. Es su distintivo, le hace diferente y a la vez familiar.
Hay en Leiva una actitud de rock and roll entre lo soft y lo hard que ha ido creciendo desde Aviones (Sony, 2009), el último álbum de estudio de Pereza, hasta Nuclear (Sony, 2019) en la actualidad. El primer elepé en solitario, Diciembre (Sony, 2012), que continuaba la línea sonora, daba paso a Pólvora (Sony, 2014) y a Monstruos (Sony, 2016), manteniendo el pulso de la guitarra eléctrica con los vientos: saxofón, trompeta y trombón. En Nuclear (Sony, 2019), sin embargo, este tipo de instrumentación no está tan presente, aunque “Expertos”, el primer corte del repertorio, cuente con un saxo tenor y otro barítono (David Carrasco), un trombón y una trompeta (Toni Molina e Iván del Castillo).
Aparte de “Expertos”, solo hay un par de canciones que contienen saxo, trompetas y trombón: “En el espacio” (séptima) y “Godzilla” (décima), las cuales tienen un desarrollo progresivo que necesita de este apoyo instrumental para crear una atmósfera adecuada. “Godzilla”, en concreto, además de ir subiendo de tono, cuenta con las voces de Enrique Bunbury y Ximena Sariñana. Estos tres temas mencionados (“Expertos”, “En el espacio” y “Godzilla”) son, incluso, los más largos de todo el álbum. Otro de los puntos fuertes de Leiva son los coros, herencia beatle muy notable en “Maniobras suicidas” (atención al solo de guitarra en modo George Harrison), “Lobos”, “Superpoderes” o “Como si fueras a morir mañana”.
Leiva es polivalente, controla el juego en los medios tiempos; se le escucha más de cerca y se pone sincero, como en la sabinera “Costa de Oaxaca”, donde Esther, su hermana, es recordada junto a su padre (podemos encontrar una referencia similar al abrir el digipack de Pólvora). Pero Leiva es también un tipo de banda. La alineación de gala en Nuclear, la misma de Monstruos, la componen Carlos Raya (productor y guitarra), Chapo [Iván González] (bajo), José Bruno (batería) y César Pop (Hammond, piano, Mellotron). Además de los coros de Juancho (hermano de Leiva y cantante de Sidecars), Angie Sánchez y Ovidi Tormo (Los Zigarros), este último presente en todo el disco salvo en las dos últimas canciones: “A ti te ocurre algo” —con guiño al “Baba O’Riley” de The Who— y “El gigante de Big Fish”.
Cuando es solo con su garganta y la guitarra (y tal vez César Pop con el piano), Leiva gana enteros. A Nuclear le acompaña otro disco con notas de voz grabadas en el iPhone de Leiva entre 2016 y 2018, un complemento esencial para ver las canciones por dentro. Una versión actualizada de la maqueta en cinta de casete. Ya lo dice la letra de “Como si fueras a morir mañana”: «Bienvenidos a la era digital».
En algunas de estas grabaciones, la banda se reduce a un set acústico donde priman sobre todo la guitarra acústica de Leiva y el piano de César Pop, además de los coros de Juancho, Angie Sánchez —los dos repiten en la versión de estudio— y la actriz Macarena García, protagonista de La llamada, película de Javier Ambrossi y Javier Calvo a la que Leiva puso música con el tema central. Una pregunta: ¿será Macarena la protagonista de “A ti te ocurre algo”? Lean parte de la letra y saquen conclusiones: «…salías del Teatro Lara con tu cuadrilla de antes…».
Para hablar de este segundo cedé haría falta un análisis propio, pero merece la pena extenderse un poco más para comentar el blues —con voz rasgada— de Leiva en “Lobos”, cuya versión oficial se aproxima más al rock and roll sucio y acelerado (palmas incluidas). Tampoco hay que pasar por alto el bello momento de “En el espacio” y el sentido de su letra: «Tengo pedazos de un disco ya en la cabeza». Las grabaciones caseras son trabajos muy íntimos que no todo el que se dedica a hacer música está dispuesto a mostrar. En este caso, incluso hay modificaciones de letras, ritmos y tropiezos. Leiva promulga el amateurismo entre los voyeurs, lo hace como si no supiera que le están grabando. Entre otras prendas, hay que llevar sombrero para poder quitárselo cuando la ocasión lo merece.
Nuclear se nutre de un conjunto de doce canciones que suenan y son de Leiva, que podían —algunas— haber encajado en alguno de los álbumes anteriores, porque nunca desentonarían con su pasado. Le sucede a Fito Cabrales (con Carlos Raya) también. Cada single, un pase en corto con el que siempre se acierta. Con el adelanto de Nuclear, “No te preocupes por mí”, Leiva no ha fallado: canción directa donde manda el estribillo. Tampoco con “Nuclear”, tema que da título al elepé. Desde luego, el rap Eiva que los creativos publicitarios propusieron a Leiva en la miniserie de YouTube poco o nada tenía que hacer.
Este disco, Nuclear, es, como dice Leiva, «un futuro sin estar demasiado condicionado por el pasado». Parece que empieza de cero, pero tiene una cuerda alrededor de su cintura, como la madre de Carol Anne, en Poltergeist, cuando va a rescatar a su hija cruzando la puerta del más allá. Leiva se cuelga del abismo, prefiere no tirarse a él. Se juega el corazón y nadie más puede hacerle más daño que él mismo. Gracias al diseño de Boa Mistura para la portada, el corazón de Leiva se va formando a través del libreto. Una idea brillante para un concepto tan personal como Nuclear.
Las cosas hay que vivirlas, como lo hacen los que van a misa, las parejas que se conocen en un concierto o los que cantan gol con el alma en el Wanda Metropolitano. Así, una oración, un beso y un chut a puerta se convierten en un acto ajeno que acaba siendo compartido por el público, haciendo suyo ese pedazo de historia que siempre va de la mano de la música. Da igual dónde sea el partido; Leiva siempre juega en casa.
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Anterior crítica de discos: Adiós Tequila! en directo, de Tequila.
