DISCOS
«Un tour de force que ha estado esperando durante años, agazapado, para ahora inundarnos con toda su belleza, con su espíritu rebelde y apasionado»
Fito Páez
Novela
SONY, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
Menudo trabajo nos ha entregado Fito —Rodolfo— Páez. Veinticinco canciones deslumbrantes que conforman una ópera rock —¿Cuánto tiempo hace que nadie escribía ninguna?— al estilo de Quadrophenia, de The Who, para su vigésimo octavo álbum de estudio. Y el caso es que era una obra que, en parte, ya era conocida, porque la había comenzado a desarrollar originalmente en 1988. Ya estaban ahí la mayor parte de las canciones. Por lo menos, muchas de las demos, pero la labor se solapó con el quinto disco, que también preparaba en esos meses, Ey!, en el cual se concentró. Novela quedó pospuesto sine die.
Siempre había un álbum que comenzar, o que desarrollar, o que finalizar. Así que Novela se retrasaba año tras año. Tampoco tuvo el apoyo firme de su discográfica y se enredó intentando convertir el proyecto en una película que, a la postre, también embarrancó. Alguno de los temas, eso sí, fueron formando parte de los sucesivos elepés que desgranaba el músico argentino, con cambios de nombre y de arreglos. Y de hecho, nunca dejo la historia y con frecuencia volvía a ella.
Ahora que podemos conocer el proyecto en bloque, bien asentados en él, se nos revela como una historia de amor fantástica, la de dos adolescentes, Loca y Jimmy, que viven en un recóndito pueblo de la provincia argentina de Santa Fe, que el relato llama Villa Constitución. Loca es hija del dueño del Circo Beat, y Jimmy es guitarrista de una banda adolescente en el municipio. Las estudiantes brujitas han de propiciar su romance, un romance en el que hay aventuras mágicas, cabarés, personajes extraños, angustiados, y sobre todo la presencia del Circo Beat, que es columna de la vida cotidiana y en el que suceden constantemente hechos sobrenaturales que llevan al pueblo a enfrentarse a ellos.
Cada canción —algunas simplemente recitadas— es un capítulo. Y el primero presenta a la Universidad Prix, la meca de la brujería, con sus exámenes y sus conflictos con la rectoría, que decide imponer a dos alumnas un ejercicio cuanto menos difícil: orquestar un romance entre un chico y una chica aparentemente incompatibles. A partir de aquí desfilan personajes estrambóticos, dimensiones paralelas, burdeles y circos que llegan al pueblo con un estilo surrealista, cósmico, con el amor como único secreto que no ha sido comprendido y un colorido que bebe directamente de Tim Burton. Y a veces de registros bíblicos en “Aceptémoslo”, con un huracán que destroza el pueblo, o de Leonard Cohen en el blues que ya va cerrando todo: “El último apagón”.
Después están las canciones, claro. Disparos de glam en “Universidad Prix” y ambiente de jocosa alegría en “Cuando el circo llega al pueblo”, con mucho de The Beatles y del órgano de Dylan en “Like a rolling stone”. Hay más. “Cruces de gin en sal” recuerda el fraseo de “I am the walrus” y le añade un intimismo elegante, y “Love is falling over my heart” es una pequeña sinfonía con violines y solos reposados de guitarra.
También hay recuerdos a la formas rockeras argentinas. “Jimmy Jimmy” describe al protagonista masculino y es la más afín al estilo, con un retrato a ritmo de guitarras desbocadas, y “Superextraños” está muy cercana a Los Rodríguez. Hasta se despliega un tango deconstruido en “Julius perdiéndolo todo”, que tiene también aroma a Tom Waits. Por aludir a otros estilos, “El vuelo” tiene andadura clásica, con coros celestiales y es levemente psicodélica en su letra —la canción tiene mucho que ver con el cuadro de Goya “Vuelo de brujas”— y su dulzura orquestal, una orquesta que cierra el disco a la manera de las películas de Walt Disney en la que lo culmina, “Esperanzas y tormentas”.
Es un elepé muy colorido —solo hay que ver la portada—, muy alegre y muy ambicioso. Un tour de force que ha estado esperando durante años, agazapado, para ahora inundarnos con toda su belleza, con su espíritu rebelde y apasionado, con la fuerza del amor, el único misterio que queda por desvelar.
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Anterior crítica de discos: Divinations, de Oracle Sisters.