“Non ho l’etá”, de Vega

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DISCOS

“Entre las maravillas de este disco hay dos cualidades relacionadas: el gusto al escoger las versiones y la inmensa y precisa interpretación”

 

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Vega
“Non ho l’età”
SUBTERFUGE/LA MADRIGUERA

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Siendo la factoría de Operación Triunfo perversa de por sí, no todos los que han salido de ella lo son; pensar lo contrario sería confundir continente con contenido. El formato puede haber sido utilizado por verdaderos artistas que sin saberlo quizás ellos tenían un talento esencial para la música, no sólo para el espectáculo que, siendo ambas respetables, son cosas distintas. En el fondo, da lo mismo emerger de las catacumbas o de los oropeles si consideramos que lo que importa de verdad son las canciones y Vega no solo las tiene, sino que tiene la maestría de llevar su carrera musical de manera impecable. Díganme si no que otro artista salido de televisión haría un dúo con Elvis Costello –estoy seguro que ni siquiera sabrían citar un disco de Elvis Costello– o se fijaría en Subterfuge –referencia de la música independiente más cruda–que en comandita con el propio sello de la cantante edita un elepé tan impecablemente delicado. Jugaré más fuerte aún: Vega puede convertirse fácilmente en una gran dama de nuestros escenarios. ¿Qué condiciones ha de tener una gran dama? Pues que a pesar de saber que está actuando su voz trasmita, traspase y emocione, y la cordobesa lo consigue con estas versiones de temas italianos, producidos por ella misma.

Versiones porque quiere hacer un homenaje a la música que escuchaban en su casa –en todas las de España– en los sesenta. A veces acierta al enfocarlas, a veces no; pero cuando lo hace, lo hace de pleno, es lo que sucede en ‘Ma che freddo fa’, donde los vientos dan un aire de frialdad y la voz, como un viento gélido, los acompaña, sabe moldearse y recorre temblores.

Alguna otra composición no se presta tanto al manejo de la cantante, es el caso de ‘Volare’, del ‘Azzurro’ –si le quitas el ritmo de tarantela le quitas todo– o ‘Centro di gravitá permanente’, demasiado mimética; pero cerrar con ese ‘Il mondo’ de golpes monótonos e instrumentación minimalista, con la garganta perfecta para calar en el corazón, no tiene precio. De la misma manera en el ‘Città vuota’ de Mina, rompe la voz un segundo para apuntalar la extrema melancolía de la melodía. Pelos de punta.

En ‘Dio come ti amo’, el dúo con Costello, le dan ambos intérpretes el punto justo a una canción que pide melodrama y de la que sacan ternura y ‘L’appuntamento’ –con su inicio a lo ‘Something Stupid’– sabe crear serenidad en la tristeza del estribillo y supera a la misma Ornella Vanoni. Arreglos, por otra parte que sostienen ‘Se bruciasse la città’, de Massimo Ranieri, con un bajo ultrapresente y unas guitarras blaxploitation. Fuera prejuicios, si los tienen, y arriba el disfrute, que entre las maravillas de este disco hay dos cualidades relacionadas: el gusto al escoger las versiones y la inmensa y precisa interpretación.

 

 

Anterior crítica de discos: “El viaje”, de Juan Perro.

 

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