DISCOS
“Es Costas en estado puro, con su manera de interpretar, con su lenguaje pragmático marca de la casa, filosofía de barra de bar, de borracheras low cost”
Costas
“No me cuentes tu vida”
WARNER MUSIC
Texto: RAÚL TAMARIT.
Es curioso que Miguel Costas lleve más tiempo fuera de Siniestro Total del que militó en las filas de la banda gallega y que, aun así, se le recuerde más por las hazañas perpetradas al frente de los vigueses. Hay abierto un eterno debate sobre si era mejor cantante que Julián Hernández o si estuvo más acertado en las letras. El caso es siempre recurrir a lo que fue, y no a lo que es, el momento actual, que al fin y al cabo es lo que realmente importa.
Siniestro Total emprendió su trabajo sin Costas hace ya veintidós años, con mayores o menores aciertos. No creo que sea el momento para valorarlo aquí y ahora. Pero Miguel Costas también. Primero con Los Feliz y luego con su apellido en letras grandes. Y debemos quedarnos con eso. Con una trayectoria firme, con algún altibajo, pero con determinación, haciendo lo que quería hacer, que además fueron las razones de su salida tras la grabación de “Made in Japan”. Y es que siempre lo ha tenido claro. Lo suyo es rock socarrón de guitarras crudas en primer plano, de riffs cercanos al hard-rock (‘Yo que sé’, ‘De palisandro’) y punk-rock de primera generación (‘Carne de cañón’, ‘Old, wild & free’). Y así lo ha querido hacer patente en su último trabajo. No busquen un disco sesudo de rock de vanguardia ni una tesis conceptual. Es Costas en estado puro, con su manera de interpretar, con su lenguaje pragmático marca de la casa (‘Leonor’), filosofía de barra de bar, de borracheras low cost (‘El botellón’), y rimas que solo él puede pergeñar con la cabeza bien alta y que le han valido para ser un intérprete inconfundible de los que se reconocen a la primera escucha (‘Carne de cañón’, ‘Yo que sé’). Que lo intenten otros, a ver qué pasa. Su nuevo disco entra de una forma tan directa como las canciones que un día llegaron a convertirse en himnos generacionales por su apología del desparpajo cien por cien inconfundible. Es Miguel Costas. Y a estas alturas nadie lo va a cambiar.
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Anterior crítica de discos: “El cometa Halley”, de Love of Lesbian.