Niños Mutantes: El mejor regalo por sus 20 años

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“Falsearte a ti mismo nunca funciona, tienes que serte fiel, creer en lo que estás haciendo, en tu mensaje, en tu forma de entender y de hacer música. Si hemos conseguido lo que tenemos ha sido por cómo hemos ido convenciendo con nuestra actitud y nuestros contenidos a un público cada vez más amplio”

 

Los granadinos Niños Mutantes acaban de recibir un premio inesperado: un disco tributo (y en secreto) de sus compañeros de profesión, desde Fernando Alfaro hasta Zahara pasando por Dorian, Lori Meyers o La Habitación Roja. Sobre ello charlaron con Sara Morales.

 

 

Texto y fotos: SARA MORALES.

 

 

Los Niños Mutantes continúan en shock. El pasado jueves 28 aterrizaban en Madrid para presentar uno de los discos más especiales de su carrera que, curiosamente y aun plagado de sus himnos más inmortales, no ha nacido de ellos, pero les pertenece más que nunca. Todavía se emocionan al enumerar la cantidad de compañeros de profesión que han dedicado su tiempo a versionar buena parte de las canciones del repertorio mutante, en silencio, en secreto y a sus espaldas. Fernando Alfaro, Zahara, Carlos Sadness, Dorian, Lori Meyers, Ricardo Vicente, La Habitación Roja, Julio de la Rosa, Russian Red… y así hasta más de veinte grupos y músicos del palmarés nacional que se han reunido en torno a este álbum recopilatorio, bautizado con el nombre de «Mutanciones» (Ernie Records), para homenajear por sorpresa a la banda granadina con motivo de su veinte aniversario. Porque hace ya dos décadas que Juan Alberto (voz), Nani Castañeda (batería) y Miguel Haro (bajista) –a los que algo más tarde se uniría Andrés (guitarra)– que moldean con sus canciones los cimientos del pop independiente patrio, convirtiéndose en padres y referentes de una escena que hoy los reconoce como tal.

Antes de dar a conocer el tracklist del disco, que saldrá a la venta en formato digital en marzo, y de anunciar el concierto del 16 de abril en La Riviera (donde lo venderán físicamente), nos sentamos con los cuatro mutantes a repasar su ya sobrada mayoría de edad. Una charla en la que agotaron las palabras de agradecimiento hacia todos sus compañeros por este inesperado regalo y hacia el público por el suyo: su compañía y su fidelidad a lo largo de todos estos años.

 

Dos décadas ya de Niños Mutantes, el tiempo pasa rápido. ¿Cómo llegáis a la veintena?
Ojalá llegásemos ahora a la veintena, pero de verdad… (risas). Muy contentos, llegar a los veinte años y que te hagan un regalo como este es increíble. Han pasado muy rápido, la verdad; y echando la vista atrás da un poco de vértigo, pero está compensado con este homenaje que nos han hecho los compañeros. Ya nos sentíamos muy afortunados de poder dedicarnos a lo que más nos gusta y haber podido superar la barrera del tiempo, pero ahora nos sentimos más afortunados todavía. La sensación que tenemos es de haber ido siempre creciendo en todo poco a poco, artísticamente, en público, como personas…

 

Ser homenajeado por los compañeros de profesión debe ser especialmente gratificante y digno de orgullo.
Una banda siempre tiene tres termómetros funcionando. Uno es el del público, cuya acogida es fácil de comprobar cuando ves las salas llenas o no, cuando se compran tus discos o no… El segundo son los medios, que también es sencillo de constatar por la presencia en ellos y cómo hablan de ti y tus trabajos. Y el tercero son los compañeros, las otras bandas y músicos, que es muy importante, porque saben lo que cuesta este mundo y siempre gusta que cuando tú admiras a alguien sea recíproco. Pero este baremo no es tan fácil de ver, porque aparentemente todos nos llevamos bien, coincidimos en muchos sitios, nos damos abrazos, nos tomamos copas… pero siempre puede haber una cara B, igual que en todos los gremios, ya sabes: la rivalidad, la competitividad… Esta ha sido una forma muy especial de saber que hay quienes nos quieren, nos respetan y nos valoran de verdad. Estamos muy contentos y lo agradecemos muchísimo.

 

Es una de esas lecciones bonitas que a veces te dan las personas y la vida. ¿Qué otras conclusiones habéis sacado de estos años de oficio que pueda servir incluso como consejo?
Que la música primero te tiene que satisfacer a ti mismo, si no disfrutas no merece la pena, esa es la prioridad. Si nosotros no hubiéramos disfrutado con nuestros discos y todo lo que hemos hecho no estaríamos aquí. Falsearte a ti mismo nunca funciona, tienes que serte fiel, creer en lo que estás haciendo, en tu mensaje, en tu forma de entender y de hacer música. Si hemos conseguido lo que tenemos ha sido por cómo hemos ido convenciendo con nuestra actitud y nuestros contenidos a un público cada vez más amplio. Y un aspecto también muy importante en nuestro caso ha sido esa lección de proselitistas mutantes que han ido hablando de nosotros con cada vez más amigos, más colegas, más compañeros, más novias, y que durante todo este tiempo han sido en buena parte los responsables de que hoy estemos aquí.

 

¿Os imaginabais llegar hasta aquí aquel 1998 cuando lanzabais vuestro debut «Mano, parque, paseo»?
Siempre que pensamos en esto recordamos una anécdota con respecto a este disco. Fue el primero, y por historias con la discográfica, tuvimos que invertir cada uno de nosotros una cantidad de dinero para que fuera posible. Teníamos veinte años y todavía recordamos aquella conversación entre los tres (Andrés todavía no estaba) en la que decíamos: «¡Venga, coño, vamos a poner ese dinero, habrá que dejar un disco para nuestros nietos, aunque solo sea por lo que hemos ensayado». Nuestro objetivo realmente acababa ahí, íbamos a hacer un disco y punto. Pensábamos que no iba a pasar nada más, que sencillamente saldría ese disco como un bonito recuerdo para nosotros, y ya nos dedicaríamos a nuestras carreras, nuestros trabajos y listo. Fíjate si nos imaginábamos o no llegar hasta aquí.

En este balance temporal, ¿sabríais decir cuál ha sido el día más feliz de Niños Mutantes?
El cierre de «Naúfragos» con aquel sold out en la Joy Eslava. Aquel concierto fue increíble y emocionante. La sala entera se cantaba todas las canciones, tuvimos varios invitados de lujo… fue una noche en la que todos disfrutamos muchísimo. También aquella noche en la sala Galileo Galilei, en la presentación de «Las noches de insomnio» en 2010. El disco llevaba tres semanas en la calle y entendíamos, como nos había pasado siempre, que en esos primeros conciertos con el nuevo álbum nadie se supiera las canciones. Pero al segundo tema el público nos callaba a nosotros, ¡todo el mundo se las sabía ya! Fue impresionante, de repente nos encontramos con algo que no nos había ocurrido jamás, creo que fue la primera vez que nos dimos cuenta de lo que era el reconocimiento y el éxito. Aquel día cambió algo. Hay miles de momentos mágicos en la furgoneta muertos de la risa por cualquier gilipollez, o en borracheras y marchas míticas, instantes en el estudio…

 

¿Y el peor momento?
Hubo un momento difícil y traumático, en el año 2004 o 2005, con el disco «El sol de invierno». Aquella gira acabamos muy exhaustos, las relaciones humanas dentro del grupo no eran las mejores, salió gente de la banda, nos quedamos solo tres, nos tuvimos que replantear la vida, la música… De todo aquello salieron una serie de epés muy raros y oscuros pero muy curiosos, hay mucha gente muy fan de aquella etapa mutante y en este homenaje hay varios grupos que han elegido canciones de aquel momento. Fue un tiempo en el que también se deterioró la relación con nuestra discográfica de toda la vida. Era como la travesía del desierto, pero de ahí salimos revitalizados, con fuerza renovada; y algo clave para coger el impulso que necesitábamos de nuevo fue la llegada de Andrés al grupo. También empezamos a trabajar con Josiño, nuestro manager… y así, poco a poco pasamos de ser tres a la gran familia que somos ahora, desde hace diez años.

 

Aquella etapa marcó claramente un antes y un después en Niños Mutantes.
Sí, sí, totalmente. Antes de este desierto todo en nosotros era mucho más amateur, más pasional, tuvimos que ver varias veces las salas medio vacías… lo que se dice unos inicios de verdad. Hemos hecho nuestra carrera desde lo más bajo, dando pasitos, uno tras otro, hasta llegar aquí. No es fácil, pero a la vez es lo más real. Tiene que ser muy duro empezar directamente desde lo más alto, porque mantenerse ahí no tiene que ser sencillo. A lo largo de este tiempo hemos visto muchos adelantamientos por la derecha, mucha gente que parecía que venía por la izquierda y de repente se estamparon… hemos visto muchos cadáveres. Además, si has pisado el lodo, cuando las cosas empiezan a ir bien las saboreas de otra manera.

 

Imaginemos que se publica un libro o un disco del tipo «500 canciones imprescindibles en castellano» y vosotros habéis sido elegidos para estar en él. ¿Cuál de vuestros temas sería el mejor representante?
Yo creo que la gente querría ver ‘Errante’ pero creo que nosotros nos quedaríamos con ‘Todo va a cambiar’. Por el mensaje, por cómo lo han adoptado como un himno al llegar justo en plena crisis. Es impresionante ver al público cantando esta canción, cómo la sienten, cómo la viven, parece que ni siquiera sea una canción y sea algo que ellos mismos están diciendo… Impresiona, impresiona mucho. La gente ha hecho suyo este tema, nosotros al final solamente somos un vehículo, un canal, y eso es lo más grande.

 

Hablando de hacer propios vuestros temas, en este homenaje hay más de veinte bandas que han hecho justo eso. ¿Sorprendidos?
Estamos alucinando todavía, es un honor que tus compañeros te hagan un homenaje en vida, es algo muy inusual. Nosotros no sabíamos nada y llevaban montándolo prácticamente un año. Hemos ido coincidiendo con todos en verano, en conciertos, hablado con algunos por teléfono y ninguno nos dijo nada, callados todos como perros. Lo han hecho genial, ha sido una sorpresa total.

 

¿En qué momento surge esta idea, de quién nace?
De Josiño Carballo, nuestro manager, el quinto mutante. Ha sido el que ha orquestado todo esto, obligando a todo el mundo a estar en silencio… Lo ha hecho perfecto.

 

¿Y cuándo os enteráis vosotros?
Después de nuestro concierto de fin de gira de «El futuro» en Madrid, en noviembre del año pasado. Al día siguiente teníamos una reunión en el hotel con Josiño, en teoría para hablar de otros temas, y de repente nos soltó todo esto. Que era un regalo por nuestro veinte aniversario que llevaban preparando entre todos desde hacía un año. Y los cuatro nos quedamos flipando, emocionados, sin palabras… Bueno, nos pusimos a llorar (ríen).

 

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“A lo largo de este tiempo hemos visto muchos adelantamientos por la derecha, mucha gente que parecía que venía por la izquierda y de repente se estamparon… hemos visto muchos cadáveres. Si has pisado el lodo, cuando las cosas empiezan a ir bien las saboreas de otra manera”

 

Y la emoción habrá ido en aumento a medida que hayáis ido escuchando vuestras canciones en boca de otros y en manos de personalidades tan diferentes…
Es una pasada, hay unos contrastes brutales. Desde electrónica pura con Trepàt, a electrónica happy con Carlos Sadness, canciones folk y cantautor con Ricardo Vicente, rock más duro con Havalina, hard pop con Pasajero… Es increíble.

 

La aportación en femenino con ‘El infierno’ y ‘Daniela’ gracias a Russian Red y Zahara, respectivamente, ¿qué os ha parecido?
Estamos flipando con el cambio de dimensión en las letras al oírlas con otras voces y con lo que todos han aportado a las canciones, pero en voces femeninas el cambio es mucho mayor. Nos han contado que Russian Red enseguida escogió hacer ‘El infierno’, y escuchar una canción tan dura con su voz impacta mucho. Las dos versiones son estupendas, pero en concreto que Zahara haya escogido ‘Daniela’, que es una canción que yo le hice a mi hija, ha sido muy especial para mí (matiza Nani).

 

¿Alguna ha calado en vosotros de forma especial?
Prácticamente todas, pero quizás la de Fernando Alfaro, por ser la primera que escuchamos cuando se nos desveló esta sorpresa que todos llevaban en secreto, nos emocionó muchísimo. Es una versión maravillosa de ‘No puedo más contigo’, cuando la escuchamos nos dio un vuelco el corazón brutal. Ha sido muy significativa para nosotros, porque en el último año el disco en castellano que más hemos escuchado ha sido su «Saint Malo», horas y horas escuchándolo, analizándolo… Hemos vuelto a tener el mismo efecto fan con él que ya tuvimos en 1994, cuando fuimos a un concierto de Surfin’ Bichos en Granada. Niños Mutantes todavía ni existían pero ya íbamos juntos, Nani y Miguel estaban con la banda Mama Baker, y Juan Alberto colaboraba con ellos. Recuerdo que salimos de aquel concierto alucinados, inspirados… Que tantos años después haya sido de él de quien escuchamos la primera versión nos hizo sentir súper felices, realizados… muy grande.

 

¿Echáis de menos alguna canción o a algún compañero que os hubiera gustado que estuviera presente en «Mutanciones»?
Anoche estuvimos con Abraham Boba y Luis, de León Benavente, y nos decían que les hubiera gustado participar, pero les ha sido imposible por falta de tiempo; nos hubiera encantado porque somos muy fans de ellos también. Y como canciones, pues curiosamente ‘Todo va a cambiar’ no está, pero todavía hay bandas que no sabemos qué canciones han hecho, seguimos con la sorpresa y la ilusión… (risas).

 

¿Por quién harías esto mismo vosotros?
(Ríen) ¡Pues por todos ellos!

 

¿Cómo será la noche del 16 de abril, en que este «Mutanciones» se convertirá en realidad desde La Riviera?
Estamos organizándolo y pensándolo ahora. La idea es que sea una fiesta por estos veinte años y por este disco tan especial que nos han hecho todos los compañeros y en la que nos gustaría contar con todos. Estamos hablando ya con ellos, todos están invitados. Pero no va a ser un concierto de presentación de un disco de versiones, va a ser una celebración de Niños Mutantes y de agradecimiento al público y a la gente que ha participado en este disco.

 

Y para terminar, un repaso rápido a vuestra discografía con un auto-homenaje a cada uno de vuestros discos. Un sentimiento, un recuerdo o un valor para definirlos. Empezamos por «Mano, parque, paseo» (1998).
Energía.

«Otoño en agosto» (2000).
Distorsión.

«El sol de invierno» (2002).
Es un disco muy luminoso, con algún tinte oscuro. Crecimiento.

«Canciones para el primer día en la Tierra» (2005).
Desierto.

«Grandes éxitos de otros» (2007).
Diversión, sin prejuicios.

«Todo es el momento» (2008).
Punto de inflexión, ave fénix.

«Las noches de insmonio» (2010).
Confirmación, solidez, la explosión.

«Náufragos» (2012).
Social. Rabia. Es nuestra mejor colección de canciones.

«El futuro» (2014).
Esperanza.

 


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