DISCOS
“Nunca volverían a alcanzar esta síntesis tan perfecta entre la ambición experimental de su sonido y una accesibilidad antes insospechada sin perder su esencia”
Simple Minds
“New gold dream”
UNIVERSAL
Texto: XAVIER VALIÑO.
Jim Kerr siempre lo ha tenido claro: “Cada banda o artista con una historia detrás tiene un disco que es su Santo Grial. “New gold dream” es el nuestro. Fue un momento especial porque estábamos realmente empezando a llegar a más gente con ese álbum, tanto comercial como críticamente”, reconocía en un especial publicado en la revista Q en marzo de 1998 el cantante y líder de la banda Simple Minds. “A la gente que le gustó este disco conectó con él de una manera especial. Había algo muy profundo en él: creó su propia mitología. Destacó por encima de los otros. Fue nuestro trabajo más exitoso hasta la fecha y los críticos de la época siempre escribieron frases muy hermosas sobre él”.
No se equivoca Kerr. Hasta aquel momento el grupo, que se había formado en Glasgow en 1977, había encontrado cierto eco entre la crítica y un respaldo incondicional entre un grupo de seguidores no muy numeroso pero fiel. En tres años habían llegado a publicar cuatro discos influyentes en el rock del cambio de década como “Life in a day” (1979), “Real to real cacophony” (1979), “Empires and dance” (1980) y “Sons and fascination/sister feelings call” (1981). Sin ir más lejos, Manic Street Preachers siempre los han reconocido como un hito, y no se puede negar que Radiohead escucharon ‘Theme for great cities’ a la hora de componer un corte que firmaron como suyo, ‘Where I end and you begin’, aunque le debían una parte de autoría a Simple Minds.
A pesar de que su sonido era inequívocamente europeo, como el que entonces estaban haciendo bandas coetáneas como Ultravox o Roxy Music, muy lejano a las raíces blues y country del rock americano, fue en su primera visita a Australia en octubre de 1981 cuando sus canciones empezaron a mudar, probablemente bajo el influjo de los grandes espacios que acababan de descubrir por primera vez. Aunque no fue el único motivo del cambio: el productor Pete Walsh no estaba satisfecho con el baterista Mike Ogletree y llamó al músico de sesión Mel Gaynor, que acabaría pasando a formar parte del grupo aportando una rotundidad en las bases rítmicas más apta para tomar al asalto las listas de éxito.
Durante cinco meses en tres estudios y un período de preparación en The Old Mill, una granja de cerdos en Fife (Escocia), el grupo fue dando forma minuciosamente a los bocetos de lo que sería su quinto disco, el que cambiaría su historia. Publicado el 13 de septiembre de 1982, al álbum le precedió un single como ‘Promised you A miracle’ que, junto a otro de los singles, ‘Someone somewhere in summertime’, hizo posible que el grupo llegase a otro público que hasta ese momento los había ignorado.
Al tiempo que cultivaban ese sonido pop sofisticado (también presente en otro corte del disco, ‘Hunter and the hunted’), el grupo no dejaba de lado su búsqueda por la experimentación: la confluencia de los elementos antiguos en su sonido y los nuevos los llevaron a grabar un disco más cinematográfico, melódico, cálido y colorido, frente al tono más monocromático del pasado.
Al margen de los dos singles ya citados, hay en el álbum más elementos para que el disco conserve la reputación que siempre ha tenido. En especial, otro de sus singles, ‘Glittering prize’, bailable incluso, y el épico corte que le daba título, ‘New gold dream (81, 82, 83, 84)’. Mientras ‘Big sleep’ y el más sombrío ‘King is white and in the crowd’ entroncaban con el pasado de sus cuatro discos anteriores, no es difícil aventurar su futuro en ‘Colours fly and Catherine wheel’, que bien podría haber entrado en su siguiente álbum, “Sparkle in the rain”, el disco más grandilocuente que grabarían y que marcó el inicio de su fin como banda creativa adelantada a su tiempo, coincidiendo justo con la publicación de su single más exitoso, ‘Don’t you forget about me’ en febrero de 1985.
El álbum se recupera ahora en una reedición en múltiples formatos. La aquí comentada incluye un segundo disco con varias remezclas que no aportan demasiado a lo ya explicitado en el álbum, pero sí otros cortes que, aunque ya conocidos, sí completan la panorámica de lo que construyeron en aquellos meses de 1981 y 1982: el instrumental ‘Seeing out the angel’ o ‘In every heaven’, que bien podría haber sido la décima canción del disco aunque finalmente quedó fuera.
Además, se publica una edición superdeluxe con seis discos que añade versiones de los singles y caras B en su tercer disco, las sesiones inéditas de radio grabadas para la BBC en febrero y agosto de 1982 en el cuarto, mezclas alternativas y maquetas en el quinto y un DVD con una mezcla 5:1 del álbum en el sexto, así como vídeos promocionales y actuaciones en las que la banda interpreta ‘Promised you a miracle’ o ‘Glittering prize’. En todos ellos queda claro que nunca volverían a alcanzar esta síntesis tan perfecta entre la ambición experimental de su sonido y una accesibilidad antes insospechada sin perder su esencia.
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Anterior crítica de discos: “La sombra de ayer”, de Lukah Boo.