DISCOS
«Es como si escucharas el álbum tal y como se debió producir en su día»
Freddie Mercury
Never boring
MERCURY RECORDS, 2019
Texto: IGNACIO REYO.
Es complejo describir un recopilatorio como este, sobre todo teniendo en cuenta que Freddie Mercury sacó en vida solo dos discos aparte de Queen: su álbum en solitario y Barcelona con Montserrat Caballé, además de algunos singles independientes. Es el cuarto grandes éxitos que editan de la pantera de Zanzíbar. Y obviamente Queen Productions aprovechan que Freddie vuelve a reinar en el mundo entero gracias a la película Bohemian Rhapsody aún más que cuando rompieron fronteras con el disco The game, siendo la banda más grande del globo terráqueo. Hablamos de hace treinta y nueve años.
Fueron número uno en Estados Unidos e Inglaterra, introdujeron su música en la comunidad afroamericana gracias al single “Another one bites the dust” con su totémico ritmo de bajo, y realizaron la primera gira de estadios de un grupo de rock por toda Latinoamérica. Recientemente salió una recreación del Live Aid en The Simpsons, y Queen y Adam Lambert encabezaron un festival en Hyde Park para sesenta mil personas. Se hace extraño pensar que con Freddie Mercury y John Deacon nunca juntaron tanta gente en una noche en Estados Unidos. Aunque hay que matizar un detalle sobre sus actuaciones en la Gran Manzana: en la gira del disco The Game, con el que rompieron su anatema de no usar sintetizadores, que contiene piezas como “Crazy little thing called love”, “Another one bites the dust” o “Dragon attack”, llenaron el Madison Square Garden cuatro noches seguidas. En una de ellas con un espectador de lujo: Bob Marley meses antes de fallecer.
La cuestión es que, aprovechando este recopilatorio, se han decidido a hacer cirugía con el debut de Mercury, como ya antes hicieron con la obra maestra del británico y Caballé. Sí, es cierto que la producción original es terriblemente de los ochenta y ha envejecido muy mal. Es lo que el artista quiso sacar en su día. Ahora han realizado unas nuevas mezclas que mejoran bastante el sonido, subiendo instrumentos o cambiándolos de lugar en canciones, e incluso permitiéndose reemplazar seis bajos tocados por el ingeniero del coproductor de Mr. Bad Guy, productor de prácticamente todos los vinilos de Queen en los ochenta: el infravalorado Reinhold Mack. Porque sí, este lifting le ha sentado muy bien, pero es como coger un dibujo de Picasso sin colores y colorearlo. Por muchísimo que quede mejor con el color, estás traicionando el legado de una persona fallecida que, obviamente, no puede decidir lo que hacen con su patrimonio.
Mejor centrémonos en sacar «el lado bueno de las cosas», como se titulaba un gran film relativamente reciente. Sigue siendo subyugante, increíble poder escuchar la voz del extinto cantante, esta vez con un nivel de potencia muchísimo mejor que en los álbumes pretéritos. Lo mejor es precisamente eso: destacar una voz única en la historia de la música pop y rock. Aparte incluyen la canción inédita que editaron y trabajaron este año Dave Clarke y Mike Moran, “Times no wait for no one”. En realidad lo que ha hecho el dúo es recoger una toma vocal nunca usada de Freddie, despojarle de toda la producción del single “Time” y dejar solo como acompañamiento un piano nuevo grabado por Moran. Es una pieza bellísima a la par que escalofriante, si tenemos en cuenta que está cantando sobre lo efímero de la existencia un año antes de que diera positivo en el test del VIH.
Las tres canciones de Mr. Bad Guy, a pesar de lo comentado, suenan fantásticas y es como si escucharas el álbum tal como se debió producir en su día, si exceptuamos el detalle del bajo. No se puede decir lo mismo de los temas de Barcelona. Es curioso que hayan sacado una cara B que Brian May tocó en su momento de Mercury, nada inédito. Por fin y gracias a los créditos se ha confirmado el secreto a voces: “Love kills”, primer single de Freddie en solitario, una auténtica obra de orfebrería tecnopop, era en realidad una canción en la que tocaron todos los miembros de Queen. “In my defense” aparece con la mezcla nueva (esta sin alterar nada, simplemente mejorando el sonido) e incluyen la siempre revitalizante remezcla de “Living on my own”, el único número uno de Mercury a nivel póstumo.
Así que, a pesar de todo, el título — aunque oportunista— hace justicia a Freddie. Nunca va a parecer alguien aburrido, siempre será recordado por su excelsa creatividad. Los que coincidimos algunos años de vida con él deberíamos ser conscientes de que fuimos coetáneos de un genio como muy pocos se han dado desde que Elvis Presley, Ike Turner o Little Richard sacudieran Estados Unidos en los cincuenta con un nuevo sonido llamado rock and roll, y la mejor banda de la historia, The Beatles, hicieran lo mismo en los sesenta haciendo que el término pop se convirtiera en sinónimo de arte.
–
Anterior crítica de discos: Experimentación y ensayo, de Algunos Hombres.