«Tras su larga travesía por un más o menos anodino desierto musical, Diamond parece definitivamente recuperado para la causa, capaz no sólo de componer de nuevo grandes canciones sino de versionar a otros sin ceder un ápice a criterios de comercialidad, pues el disco es de todo menos una fuente de singles radiofónicos»
En “Dreams”, su nuevo disco, el primero que produce en solitario tras la asociación con Rick Rubin, Neil Diamond echa mano de las lecciones aprendidas junto al productor lumbreras para seguir por el buen camino. Javier Márquez nos cuenta de esta obra en la que Diamond se recrea en las versiones.
Texto: JAVIER MÁRQUEZ SÁNCHEZ.
Pocas veces tiene justificación un álbum de versiones. En la mayor parte de las ocasiones, poco se aporta a esas canciones más allá de engordar el ego del intérprete de turno. En el caso del nuevo disco de Neil Diamond se podría pasar un poco la mano, no sólo por su excelente factura, sino también porque, más que buscar dar nueva vida a esos temas –que se hace–, este casi septuagenario ha empleado ese material para poner a prueba su nuevo y efectivo cambio de estilo.
Tras dos discos con Rick Rubin que, junto a un directo, han supuesto la resurrección artística de Neil Diamond, el cantante y compositor ha afrontado en solitario la producción de este álbum siguiendo la senda marcada por el orondo barbudo. Y seguro que si Rubin escuchó el trabajo realizado –quizás mientras producía lo último de Linkin Park–, cabeceó convencido y le dio a Neil un notable alto.
No le debió dar más por no haberse lanzado con canciones propias, y eso que al parecer tiene material compuesto. Sin embargo, atendiendo a la carrera anterior de Neil Diamond, un disco de versiones puede entenderse como la asignatura que tenía pendiente en esta nueva etapa. Con su nuevo estilo, marcado por la sobriedad y la austeridad, con protagonismo absoluto de las guitarras y potenciando la riqueza de su voz, Diamond se había reinventado como compositor, como intérprete, incluso como artista en directo, pero no había probado suerte aún con un campo en el que se había movido con cierta soltura en el pasado, el de las versiones.
Con menos interés que sus dos trabajos anteriores, «Dreams» no puede sin embargo ser tratado con menosprecio y ser catalogado como un disco para salir del paso, o como una mera maniobra comercial, porque hace gala de una calidad y un atractivo evidentes que lo colocan muy por encima de la media habitual de este tipo de grabaciones.
El ‘Let it be me’ de los Everly Brothers suena aquí junto a ‘Blackbird’ y ‘Yesterday’ de los Beatles, a ‘Feels like home’ y ‘Losing you’, de Randy Newman, al ‘Desperado’ de los Eagles, el ‘A song for you’ de Leon Russell o el ‘Hallelujah’ de Leonard Cohen. Lo más sorprendente es que si uno no tuviese conciencia de esos temas, podrían pasar perfectamente por un ramillete de nuevas composiciones creadas y arregladas del tirón para este álbum. Los nuevos arreglos funcionan a la perfección para llevar cada tema al terreno de Diamond, creando un sonido y un estilo sorprendentemente homogéneo dado el variado pelaje de la selección. Destacan los dos primeros tercios del álbum, centrados en las guitarras. A partir del décimo corte irrumpe con fuerza el piano, convirtiéndose en protagonista principal en varios cortes, y el resultado no convence del mismo modo.
No falta una versión propia, la del tema ‘I’m a believer’, que fue el gran éxito de los Monkees en 1966, y que aquí se convierte en el reverso tenebroso de la alegre tonada pop que millones de niños corearan al ver la primera entrega de la película «Shrek». Por cierto, que la prensa española se ha cansado de repetir una y otra vez, siguiendo la nota enviada por Sony, que Diamond graba en el disco esta pieza por primera vez, y curiosamente es una de las pocas canciones que el estadounidense llegó a incluir en dos trabajos distintos: en su segundo LP, «Just for you», de 1967 (con dos mezclas diferentes, una para el mercado americano y otra con arreglos de cuerda para el mercado europeo), y doce años después en «September Morn», uno de los discos con los que Diamond se precipitaba sin remedio hacia terrenos entre melódicos y pastelosos.
Han pasado treinta y nueve años desde aquel magistral «Stones», en el que Diamond combinaba piezas propias como ‘I am… I said’, ‘Crunchy granola suite’ o ‘Stones’ con versiones notables de éxitos del momento como ‘Chelsea morning’ de Joni Mitchell, ‘I think it’s going to rain today’, de Randy Newman, ‘Suzanne’, de Leonard Cohen y sobre todo el ‘If you go away’ (‘Ne me quitte pas’) de Jacques Brel, americanizada por Rod McKuen. Tras su larga travesía por un más o menos anodino desierto musical, Diamond parece definitivamente recuperado para la causa, capaz no sólo de componer de nuevo grandes canciones sino de versionar a otros sin ceder un ápice a criterios de comercialidad, pues el disco es de todo menos una fuente de singles radiofónicos. Una lástima, por cierto, que no hubieran aprovechado para incluir la versión de ‘The Boxer’, de Paul Simon, que aparecía como extra en el DVD que acompañaba a la edición especial de su anterior disco, «Home before dark».
La luz del ocaso vuelve a bañar el sonido de «Dreams», y aunque hay más instrumentación de la permitida habitualmente por Rubin, es evidente que Diamond ha aprendido la lección. Su voz es demasiado impresionante como andar tamizándola con violines y demás monsergas. En lugar de los músicos habituales de Rubin, el cantante se ha arropado con sus ya históricos compañeros de carretera (además de estrellas invitadas como el Eagle Timothy Schmit para las armonías de ‘Feels like home’, el pianista Benmont Tench en ‘Yesterday’, el fiddle de Gabriel Witcher en ‘Blackbird’ o Tommy Morgan y su harmónica en ‘Midnight train to Georgeia’). El resultado, como apuntamos, es un disco que, sin ser excepcional, destaca entre este tipo de producciones que, ya lo sabemos, siempre suponen un paso atrás, o cuanto menos a un lado, en la carrera de cualquier artista. Esperemos que éste sea tan sólo un capricho pasajero y Diamond vuelva con más composiciones brillantes en su próximo trabajo.