FONDO DE CATÁLOGO
«Este disco nació de forma modesta y puntual, con la única intención de construir bellas canciones arropadas por los sonidos británicos y las sonoridades más clásicas»
Sergio Almendros retrocede hasta 1992 para recuperar Naufragios, el debut solista de Mikel Erentxun, un álbum con el que disparó las ventas poco después de editar Supernova con Duncan Dhu. Esta es su historia.
Mikel Erentxun
Naufragios
GASA, 1992
Texto: SERGIO ALMENDROS.
En alguna ocasión le he escuchado a Mikel Erentxun asegurar que “A un minuto de ti” es la canción más importante de toda su carrera. Tal apreciación, viniendo de alguien que en su haber cuenta con himnos del pop rock español tan incontestables como “Una calle de París”, “En algún lugar” o “Rozando la eternidad”, pone de relieve la importancia que tuvo para él Naufragios, su primer disco en solitario, pero también para el panorama musical nacional. Contextualizando este álbum en su carrera, recordemos que en 1992 Duncan Dhu se encontraban en un momento delicado ya que su última y arriesgada propuesta, Supernova, no había recibido el abrumador apoyo que hasta ahora habían tenido casi todos sus trabajos. En este contexto, y con los dos pilares de la banda más separados musicalmente que nunca, Mikel Erentxun y Diego Vasallo tomaron la sabia decisión de dejar descansar a la banda por un tiempo para dar rienda suelta a sus proyectos en solitario. Con Diego tirando por sonidos más contemporáneos con su Cabaret Pop, Mikel apostó por deshacer lo andado y retomar los estilos más reconocibles en Duncan Dhu.
Contrariamente a lo que podría pensarse y a lo que a la postre resultaría, este primer disco de Erentxun al margen de Diego Vasallo nació de forma modesta y puntual, con la única intención de construir bellas canciones arropadas en los sonidos británicos y en las sonoridades más clásicas, esas de los que siempre habían bebido pero que posiblemente ahora se mostraban más evidentes. Así, las guitarras acústicas volvían a ser las protagonistas, las encargadas de abrazar las delicadas melodías en un disco con altibajos pero que logró revitalizar su apuesta y hacer buena la jugada.
Y para reafirmar lo de los altibajos, nada mejor que recordar que Naufragios se abría con el momento más inspirado del disco, una de esas canciones que bien valen toda una carrera y que logró un éxito al alcance de muy pocos. “A un minuto de ti” comenzaba con una reconocidísima intro para, tras unos cuentos versos de gran carga literaria de Jesús María Cormán («El viento se ha calzado sus guantes de piel, se entretiene con mi pelo…») antes de llegar a un sobresaliente estribillo en juguetón falsete, haciendo alarde en todo momento de una atinada producción y del buen gusto y accesibilidad suficiente para bordar un pelotazo instantáneo.
Es posible que este altísimo nivel no volviera a recuperarse a lo largo del disco, aunque son varios más los temas dignos de rescatar de él, como “Esta luz nunca se apagará”, la popular versión del clásico de los Smiths, un clásico que, reconozcámoslo, a muchos nos llegó gracias a esta reinterpretación de Mikel Erentxun. Y cómo no destacar las emocionantísimas “Lagrimas de fuego y ceniza” y “No arranques más flores”. Algunos celebramos el retorno a los sonidos más eminentemente Duncan Dhu con “Jugando con el tiempo” o el endurecimiento de las guitarras con “Negro”, o la vena más sensible con “Lentamente” o “Caer”.
El disco superó con creces los réditos que había cosechado Supernova y se ganó el derecho a que los últimos Duncan Dhu retomaran estos sonidos en un par de álbumes más antes de su separación (Piedras y Crepúsculo), aunque ni estos ni tampoco ninguno de los posteriores trabajos de Mikel Erentxun volvieran a aproximarse al gran éxito y acierto que significó Naufragios.
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Anterior Fondo de catálogo: Despacio… (1972), de Ana María Drack.