“Veo una línea muy clara entre estas canciones y las anteriores, pero como he leído críticas que dicen que hay una ruptura, a lo mejor soy yo el que está equivocado. Las críticas negativas también me hacen replantearme las cosas. Eso está bien”
Con «Resituación», su nuevo disco, aparece el Nacho Vegas más social y combativo, también el más reflexivo. De él habla con Arancha Morena en esta entrevista.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.
Acostumbra a tener un tono personal muy identificable, pero esta vez Nacho Vegas ha decidido distanciarse de su propia voz, y regalársela a otros personajes. Así ha confeccionado «Resituación», su último trabajo, quizá el más político, o el más social, pero no el único en el que se nutre de estampas de la calle. En medio de una maraña promocional, Nacho aterriza en la capital un día de mucho calor, y nos atiende cerca de su oficina, en una calle trasera a la Gran Vía. Se le nota recién llegado, porque aún porta una chaqueta que esa mañana le libró del frío en Barcelona, y que ahora le sobra en Madrid. No es de un lado ni del otro: en cuanto media palabra, se le escapa el acento de Gijón, los verbos en pasado simple, el lenguaje acelerado. Pero su pulso rápido también se toma sus pausas cuando las necesita.
En este disco lanzas mensajes como «Nos quieren en soledad, nos tendrán en común», en la canción ‘Runrún’. ¿Esa es la “resituación” a la que te refieres en el título?
Sí, puede aludir un poco a eso, a desplazar un poco el foco y a resituarte, dejar de mirarnos al ombligo y mirar a los que nos rodean y hacer las cosas en común. Es una frase robada al Patio Maravillas. En septiembre pasado hubo una redada policial en Madrid, en la que identificaron a un chico africano que salía de allí, la policía le detuvo y salieron dos compañeras del Patio a interesarse, a la policía le pareció mal y acabaron las dos detenidas. En el comunicado que hablaban de ello acababan con esa frase. De ahí nace la canción.
¿Y cuándo dices que «El miedo está cambiando de bando»?
No sé de donde habrá salido esa frase, pero es un poco peligrosa, puede ser un tópico pero sí tengo la sensación de que está ocurriendo. No sé si llegará a ocurrir del todo, pero con el intento de criminalización de cualquier tipo de movimiento social a las agresiones que estamos viviendo, eso no puede querer decir otra cosa que ellos también tienen miedo.
En el álbum hay una crítica social muy potente, pero con ritmos muy suaves detrás. No has tenido que enfurecer la música para endurecer el mensaje.
Sí, no sé por qué, no me salía hacer música demasiado furiosa. Es un poco la fragilidad, que también es de lo que habla el disco, de la vulnerabilidad que es inherente a cualquiera de nosotros. Por eso ‘Runrún’ es una especie de canción de cuna, y otras pueden tener un aire de protesta o denuncia, pero también de celebración de la vida, y apelan a la parte emocional en un sentido más luminoso. Y ese contraste me gusta.
Ese contraste también podría ser fruto de un narrador distante, de una mente más fría a la hora de contar las cosas.
Más que más frío… Sí, puede ser, un poco más distanciado. Como es un disco de personajes, para hablar y ponerles voz tienes que distanciarte un poco, y de esa manera puedes conseguir diferentes perspectivas. En algunas canciones puede parecer que el narrador está un poco alejado. No quería transmitir frialdad, pero sí cierto distanciamiento, supongo.
Es un disco de personajes, ¿son todos reales o inventados?
Hay de todo, porque todos están basados en hechos reales, básicamente.
¿Y por qué te apetecía tanto cantar a los personajes?
Supongo que sentí la necesidad de desplazar las canciones del yo al nosotros. El anterior álbum tenía un tono más confesional. Ya lo había hecho en otros discos, cuando me di cuenta de que para contar historias no hay que hacerlo desde la primera persona, eso limita bastante. Hay que ponerse en la piel de otros, porque hacer canciones es básicamente un acto de empatía, tienes que darle voz a otros, aunque esa voz que le des será también la tuya y estarás hablando de tu vida, en relación al mundo en el que vivimos y a la gente que nos rodea, que nos quiere y que nos hace daño.
El planteamiento del disco parece más un retrato social del momento que una fotografía de su autor. Diría que muestra más el momento que vivimos que el que estás atravesando tú como creador.
Sí, en realidad mis circunstancias personales no son nada interesantes, pueden serlo para un amigo al que le cuente las cosas. Incluso cuando hablé de cosas muy íntimas en otras canciones, siempre traté de que se transcendiera el relato puramente autobiográfico. Al final estás hablando de cosas que pueden sucederle a cualquiera, lo que pasa es que en este caso, al desplazar un poco la mirada, la dimensión social cobra un poco más de relevancia, pero no dejan de ser canciones emocionales al fin.
¿Quiénes son los «Actores poco memorables»: gente corriente o perdedores?
Es que por desgracia la gente corriente suelen ser los perdedores. Los de abajo, que somos la mayoría, somos los que vamos perdiendo. Es lo que hay que intentar cambiar, pero de momento van ganando ellos.
¿A los ganadores también les haces canciones?
No, no son canciones de admiración, por lo menos. No intento juzgar a los personajes que salen en el disco, intento que la mirada sea un poco compasiva, incluso aunque sean el enemigo.
En el disco hay varias imágenes de Gijón. Cuéntanos, hasta donde puedas, en qué contexto diste forma a este trabajo: qué escuchabas entonces, qué hacías, qué leías durante ese tiempo.
En estos últimos dos años escribí las canciones, algunas venían de más atrás, pero posteriores a los otros discos. En los anteriores aparece menos Gijón y más Madrid, porque pasaba más tiempo aquí. Después de la gira de «La zona sucia» y «Cómo hacer crack», fueron dos años en los que tocamos mucho para lo que suelo tocar yo, me sentía un poquitín cansado y pasé mucho tiempo en Gijón. Me tomé un año intentando estar tranquilo para escribir canciones. Lo que hacía era observar un poco lo que tienes alrededor, estar un poco con la gente. Al final lo de hacer música y estar mucho tiempo viajando hace que pierdas una relación fluida con ciertas personas. Una de las cosas más guays de hacer música es conocer a mucha gente, pero al final estableces menos relaciones sólidas de las que te gustaría. Tengo un trabajo en el que me podía permitir un poco ponerme mis horarios, hablar con más gente, ver lo que estaba pasando fuera, escuchar música… Escuché bastante música tradicional, y de lo que leí no hay nada que marcase el disco. Leí bastante ensayo.
Bueno, ese género sí puede haber marcado el carácter y las formas del disco.
Supongo que sí. En este disco, algunas críticas negativas me acusan de perder capacidad lírica con las letras, y en realidad sí me apetecía desnudarlas un poco. Cuando quieres contar ciertas cosas tienes que huir de algunos artificios en los que puedes caer. A veces la literatura puede ser un poco tramposa. La buena literatura es muy verdadera, pero hacer literatura puede ser una manera de esconder las cosas. Me dediqué mucho a pulir las canciones, a corregir mucho y a dejarlas en esencia. No quería hacer canciones crípticas ni abusar mucho de las metáforas. Tampoco estoy haciendo canciones como si escribiese un relato periodístico, pero hay algo que hace que las canciones sean bastante esenciales en su contenido.
¿Tú sientes que has perdido esa capacidad lírica que dicen?
No, creo que la estoy utilizando de otra manera. Pero no lo sé, tengo que verlo con un poco de perspectiva. Cuando acabe la ronda de promoción me dedicaré a escuchar mis discos para decidir qué repertorio incluyo en la gira. Antes de venir aquí lo hice un poco y… no sé, quiero verlo con perspectiva para ver qué hay diferente entre unas canciones y otras. Yo no creo que sea tanto, veo una línea muy clara entre estas y las anteriores pero como he leído críticas que dicen que hay una ruptura, a lo mejor soy yo el que está equivocado. Las críticas negativas también me hacen replantearme las cosas. Eso está bien.
Haces autoanálisis, entonces.
Sí, claro. En el fondo, llamar al disco «Resituación» también habla un poco de eso. Para hacer canciones tienes que estar en constante movimiento, y mirar las cosas de diferente manera cada vez, y reaprender a ver las cosas. Las canciones son miradas y tienen que ser siempre miradas diferentes. Si te acomodas en una manera de escribir acabarás haciendo cosas muy poco interesantes, al final.
«Yo tardo mucho en dar por terminada una canción, corrijo mucho, no hago canciones en media hora. Las dejo descansar y las retomo más adelante»
¿Y qué cancionero popular estuviste escuchando cuando preparabas el disco?
Sobre todo a las grabaciones de Alan Lomax, el musicólogo americano que se dedicó a registrar grabaciones de campo. Primero empezó con folk americano, yo era muy fan de Harry Smith, que tiene una serie de discos que son como la Biblia del folk americano. Alan Lomax empezó en EE.UU., pero luego se fue a investigar las raíces y tiene muchos discos en Europa, de canciones tradicionales irlandesas y escocesas. Escuchándolas establecí conexiones con las canciones de Asturias, porque las canciones marineras también hacen este viaje. Hace dos años colgaron sus archivos en internet. Grabó en Asturias también, tiene unas cincuenta grabaciones de campo. Va a los pueblos, coge a una persona mayor y le pide que le cante una canción. Si no fuera por eso, probablemente ese señor moriría y esa canción moriría con él.
Y entonces, ¿cómo llega el trópico al álbum?
Bueno, tampoco está muy presente, ¿no? En ‘Libertariana song’… También escuché bastante cumbia en el último año, supongo que de ir a tocar a México e interesarme por la música latinoamericana. La cumbia tiene algo muy fascinante, es un género transversal en toda Latinoamérica, hay una cumbia en México, otra en Argentina, Colombia, Perú… y todas están un poco conectadas, nacen en el barrio y están exentas de una serie de males que aquejan a la música pop un poco moderna y al circo que se monta en torno a la música, el culto a la personalidad y todas estas cosas. Tiene algo que me recuerda al punk.
Para este trabajo cuentas que escribiste alrededor de veinte temas, y al final descartaste cinco o seis.
Sí, hay algunas que quedaron a medio hacer, que no sé si retomaré. Otras las acabé y están guardadas. Grabamos catorce canciones, hay una que saldrá en la cara B del single ‘Actores poco memorables’. Una me gustaba especialmente para el álbum pero por cuestiones de secuencia no me entraba. Siempre que saco un álbum saco un epé unos meses después. Me gusta mucho, compraba muchos epés cuando era más jovencito. Es un formato un poco maltratado, no le hacen mucho caso los medios y tampoco tiene mucha salida en las tiendas, pero siempre me gustó cuidarlo y la gente que me sigue creo que lo apreció. Para mí son discos tan importantes como los álbumes, pero como tienen menos canciones tiene otra dinámica, caminan de manera diferente. Me gusta hacer siempre un epé asociado con el álbum, pero con algo de distancia en el tiempo, con canciones que pertenecen a las sesiones del álbum. De alguna manera son discos de transición. El epé ‘Como hacer crack’ puede ser un poco la transición a este trabajo.
¿Incluso en lo que uno rompe, o no llega a grabar, puede haber algo bueno?
Yo tardo mucho en dar por terminada una canción, corrijo mucho, no hago canciones en media hora. Las dejo descansar y las retomo más adelante. Cuando sé que no funciona una canción la tiro a la papelera, pero cuando creo que hay algo la dejo un poco aparcada y la retomo al tiempo, la reescribo y se convierten en canciones importantes para mí.
Así que te funciona la estrategia de “guardar reposo”.
El tiempo te da una perspectiva crítica con lo que haces. Muchas veces estás haciendo canciones con sentimientos extremos, y tienes que tomar esa distancia. Si algo muy fuerte te está pasando y quieres hacer una canción con ello, hacerlo en caliente no funciona generalmente, acaba siendo algo muy privado. En cambio, una canción tiene que hacer ese viaje de lo particular a lo más universal, por eso me gusta dejar descansar las canciones cuando conviene.
¿Crees que las canciones están al servicio del artista?
[Piensa unos segundos en silencio] Pues… es una pregunta buena esa. Creo que sucede más al revés, el autor está al servicio de las canciones, o debería ser así. Cuando hacemos un disco es un trabajo en colaboración, estamos todos a lo mismo, intercambiando ideas, y cuando tocamos en directo la premisa es que la canción mande sobre las individualidades del escenario, que la canción un poco nos gobierne. Esa es la manera de que suceda algo con vida.
¿Es cierto que no te interesan los artistas sin compromiso social?
Si lo dije alguna vez, no me refería al político o social explícito, me refería al compromiso con el trabajo que haces. Como dijo una vez un amigo, Siro López, tan importante como lo que la música dice es lo que la música hace. Creo que cuando te dedicas a esto el compromiso tiene que ser con cómo haces tu música, cómo la vehiculas. Sacas discos y estás dentro del mercado, pero el mercado es un poco el enemigo también, tienes que tratar de hacerlo de manera muy justa y muy cuidadosa. Un artista tiene que estar comprometido al menos en ese sentido, si no corres el riesgo de convertirte en un bufón.
En la plataforma en la que has publicado el disco se explica que cada artista es responsable de sus propios discos. No sé si al final es más importante el artista o el producto que defiende.
Um… Lo más importante es lo que estás haciendo y cómo se integra eso en un trabajo que afecta a muchas personas. Estamos acostumbrados a una industria musical en la que está todo muy parcelado, antes el músico firmaba un contrato con una discográfica y tenía que pasar por el aro, y esos agentes depredadores decían por dónde tenía que ir la música. Ahora tampoco ha cambiado mucho, ha cambiado el modelo de industria, pero en la red sigue siendo un poco parecido. Son los mismos lobos con otra cara. Apelamos a esa responsabilidad individual para mejorar lo que tiene de colectivo dedicarte a la música.
Por curiosidad, ¿qué te ha parecido la crítica a la clase política que hace Amaral en el videoclip de ‘Ratonera’?
Pues… Guay, me parece guay. No sé, a mí me gusta que los grupos que tengan conciencia crítica apelen a la realidad con una mirada crítica también. A lo mejor no es la que yo haría. En todo esto que está pasando, a mí no me gusta poner el foco en los políticos, me parece que son solamente una especie de peones y agentes al servicio de un sistema que es el que realmente habría que combatir. Pero bueno, que alguien tome partido me parece importante y me gusta.
Hace poco salió un informe sobre el pirateo en internet, que dice que en 2013 se han realizado 1974 millones de descargas. ¿Te preocupan estas cifras?
Sí, pero es un debate complicado. Habría que definir primero quienes son los piratas, los verdaderos depredadores, a lo mejor son las teleoperadoras que tienen unos beneficios multimillonarios con esos contenidos. Desde luego, perseguir las webs de enlaces no creo que sea la solución, pero tampoco sé cuál es. Supongo que buscar mecanismos de intervención pública para proteger a los creadores y que vean su trabajo remunerado de una manera justa. Es una cosa difícil, parecía que cambiaba toda la configuración del mercado y de la industria con la red, pero al final el mercado también está en internet de una manera igual de grotesca que lo estaba fuera de él. Ese es el enemigo del que hay que cuidarse.
Tu gira llegará a Madrid el 15 de mayo, día en el que atravesarás la Puerta del Sol de camino a tocar en la Joy Eslava. ¿Qué esperas encontrarte al pasar por allí de camino al concierto?
La verdad es que no lo sé, fue un poco casualidad que fuera ese día el concierto. No sé si está preparada alguna movilización. Espero no encontrarme a un montón de mercenarios parando la plaza y dándole palos a lo primero que se mueva.
¿Sonará ‘Cómo hacer crack’?
Sí, es una canción que vengo tocando y que enlaza bien con este disco. Esa y otras canciones antiguas. Lo bueno es que vas teniendo más repertorio y tienes más donde elegir. Tengo que volver a escuchar mis discos y eso me da un poco de miedo. Pero luego es bonito, encuentras cosas que te gustan más de lo que esperabas. Hay veces que canciones muy antiguas, que escribiste en un momento muy diferente, interpretadas ahora cobran un sentido muy distinto. Eso es bonito, actualizar las canciones antiguas en los directos.
En este trabajo has pasado del tono confesional al tono social, de tu voz a la de otros. Has sabido tomar distancia, pero quizá el camino de vuelta a tu propia voz sea más difícil de realizar.
Sí, tampoco veo que haya una gran diferencia. Ahora me costaría más hacer un disco confesional, no siento la necesidad, pero no sé si ocurrirá. Uno no manda sobre las canciones que escribe, las canciones te van diciendo por qué tienes que escribirlas. Hay cosas ajenas a ti que te provocan la urgencia de escribir canciones y no sé cuáles serán dentro de un tiempo. En el fondo me enfrento a las canciones que hablan de otros y las que hablan de mí de una manera muy parecida, hablan de emociones y de gente que intenta vivir en un mundo hostil y que no hace que sea fácil mantener relaciones saludables y armoniosas, que es lo que todos buscamos. Y eso creo que está igual en canciones de este disco y en canciones más intimistas de otros.