«Lo que busco, mi baremo de calidad, es que me emocione lo que hago. No puedo saber si a la gente le emocionará, aunque es mi deseo, mi esperanza y mi ilusión, pero mi baremo es que a mí me emocione»
Tras ocho años de reposo discográfico, el veterano músico donostiarra, que lideró La Dama Se Esconde en la década de los ochenta, publica “Un bosque de té verde”, su segundo álbum en solitario. Eduardo Guillot conversa con él.
Texto: EDUARDO GUILLOT.
Nacho Goberna protagoniza un regreso en toda regla. “Un bosque de té verde” (Closer Popnography) cierra el paréntesis abierto tras “Transparente” (El Diablo, 2002), su primera aventura en solitario tras la disolución de La Dama Se Esconde, el dúo que compartió en los años ochenta con Ignacio Valencia y que tuvo su germen en los efímeros Agrimensor K.
El álbum no sólo rompe ocho años de silencio discográfico, sino que devuelve al donostiarra a los escenarios y aparece casi al mismo tiempo que “La Tierra de los Sueños, Nacho Goberna – Las letras (1982-2010)”, un volumen de Ediciones Oblicuas publicado en abril que contiene todas sus letras y el cuaderno de bitácora de su nuevo disco, compuesto por breves textos dispersos que nacieron al mismo tiempo que las canciones.
Han pasado ocho años desde “Transparente”. Te has tomado tu tiempo, ¿no? ¿Por qué has decidio regresar ahora?
Cuando terminé “Transparente” no me planteé en absoluto si en el futuro iba a sacar algún disco más o si sería el último. Seguí con mi vida. De repente, aunque de forma consciente, en junio del año pasado, me di cuenta de que me apetecía volver a contar cosas y tratar de jugar con mis vivencias e ideas musicales de todo este tiempo. Esa sensación no la había sentido en los ocho años anteriores, así que al día siguiente me levanté, encendí el ordenador y empecé a trabajar con lo que en aquel momento era sólo un sueño, un disco que luego ya tuvo un nombre, diez canciones, etc.
Entonces, ¿no has estado componiendo durante estos ocho años?
Desde el mismo momento en que acabé “Transparente” hasta que llegó el día en que decidí componer un nuevo disco, he estado escribiendo “Un bosque de té verde”, porque, al fin y al cabo, de lo que hablo en las canciones del disco es de lo que siento, de mis emociones, y eso se va escribiendo en el día a día, en todo lo que he vivido en este tiempo.
Da la sensación de que es un álbum muy artesanal, cocinado casi en solitario.
Sí, es así. Siempre he compuesto en solitario, y en “Transparente” ya me ocupé de la producción y hasta de la fotografía y el diseño del disco. Todo era muy mío, excepto la parte correspondiente a discográfica y distribución. Esta vez he llegado al límite de la autogestión, porque la composición es mía, la grabación también, con algunas colaboraciones, y además lo he editado con mi sello discográfico, así que también la distribución, difusión y promoción son responsabilidad mía. Siento “Un bosque de té verde” como un disco extraordinariamente mío, lo he vivido de esquina a esquina y con una intensidad que no puedo explicar, porque lo siento parte de mí.
Aunque haya pasado el tiempo, tu voz sigue siendo inconfundible. ¿Crees que es tu seña más identificativa, o el concepto se extiende a una forma concreta de hacer a la hora de enfrentarte a la música?
Creo que desde el momento en que decidí hacer mi primera canción, cuando tenía 16 años, hasta el día de hoy, de forma consciente o inconsciente, he ido definiendo mi manera de expresarme, tanto con las palabras como con la música. Cuando compuse ‘Avestruces’, una de mis primeras canciones, era muy visceral. Pero escuchando el disco ahora, percibo que había parámetros que ya estaban ahí desde el principio. En el tránsito hasta el día de hoy, he intentado acercarme más a lo que me emociona, en letras y musicalmente, con las armonías, las tensiones de las notas, las melodías de voz… Al final, lo que busco, mi baremo de calidad, es que me emocione lo que hago. No puedo saber si a la gente le emocionará, aunque es mi deseo, mi esperanza y mi ilusión, pero mi baremo es que a mí me emocione. Y en ese camino he estado y seguiré estando, cada vez acercándome más a esa forma de mover las notas, las melodías y las palabras que me hace sentir más reflejado.
¿Qué es lo último que te ha emocionado y que no sea tuyo?
Bastantes cosas, pero me viene a la cabeza, de sopetón, una obra del compositor de música clásica contemporánea Arvo Pärt, dedicada a un amigo suyo que se había ido. Si hay una palabra para definirla es precisamente esa: Emocionante.
Antes hablábamos de señas de identidad reconocibles. Una de ellas son las letras. En la de ‘Por Sentir’, por ejemplo, vuelve a aparecer un avestruz. ¿Es un animal totémico en tu carrera?
Totalmente. Así se abrió La Dama Se Esconde, con una canción del año 1984 que se llamaba ‘Un avestruz’, y luego con el álbum “Avestruces”, y ahora ha vuelto a aparecer. Un día la eché de menos. Pensé: “Qué bonita palabra y qué bonito lo que hay detrás de ella”. Llevaba mucho tiempo sin pronunciarla, y me apeteció introducir dentro del hilo argumental de la canción ese avestruz, que llevaba mucho tiempo escondido, pero que estaba conmigo desde las primeras palabras escritas.
En el disco se percibe un importante protagonismo del piano.
Deseaba investigar en el terreno de las programaciones. Aparte de bajo, guitarra y batería, sólo quería piano y arreglos orquestales. El color del piano, sus melodías y arpegios, tienen mucha importancia en el disco. Quería que se fundiera con los arreglos orquestales sin que los elementos clásicos del pop rock (batería, bajo y guitarras) perdieran importancia. Cada canción tiene un inicio, pero generalmente suelo comenzar a escribir con la guitarra o, directamente, mirando a la pantalla del ordenador, buscando diferentes combinaciones de notas y desarrollos musicales.
Los dos largos temas finales, ‘Memoria de unos ojos grises’ y ‘Mañana’, parecen suites. ¿Cómo surgieron? Los arreglos orquestales no suenan ampulosos.
Era la idea. Todo lo que signifique virtuosismo, pretensiones, complicaciones, siempre me ha repelido. No lo soporto. Las dos canciones que comentas, que son las que más preponderancia de piano y cuerdas tienen, repectivamente, están escritas y sentidas desde la más absoluta simplicidad. Están compuestas desde la sencillez, sin miedo a tensiones armónicas.
Por tanto, admites que el disco se podría calificar de intimista.
Es un disco introspectivo, con un desarrollo muy cinematográfico. No veo canciones, sino escenas de una película.
¿Cómo será su traducción al directo? ¿Has montado banda?
Seremos cinco personas en el escenario, aparte del ordenador. Estaremos Clara (guitarra), David (guitarra), César (bajo), Ángel (batería) y yo con la voz. Presentaremos “Un bosque de té verde”, sonarán también canciones de mi anterior disco en solitario y, bueno, puntos suspensivos. Dejamos en el ámbito de la incógnita el resto del contenido de los conciertos. Pero no digo que no vayamos a mirar al pasado.
Bueno, la incógnita está bastante desvelada, porque se sabe que la gira incluye temas de La Dama Se Esconde. ¿Te apetecía recuperarlos o te sentías obligado?
Buena pregunta. Mira, hay dos motivos que hacen que quiera y me sienta bien tocando en directo canciones de La Dama, que yo he compuesto. La primera, el respeto que tengo por mi labor pasada como autor. Y, en segundo lugar, pero no menos importante, el respeto a la gente, que ha vivido esas canciones intensamente, las ha hecho parte de su vida, y quiere escucharlas. ¿Por qué no? “Un bosque de té verde” existe porque antes hubo “Transparente”, y antes seis discos de La Dama Se esconde.
De Agrimensor K no tocarás nada, ¿no?
No (risas). Eso sería extremadamente peligroso.
Respecto a tocar temas de La Dama, creo que se corre un riesgo, que es caer en el «remember». Habrás notado que, de un tiempo a esta parte, existe un sector de público que se ha quedado anclado en los ochenta, en la música que escuchaba entonces. Es un público nostálgico amplio, al que no le interesa lo que se hace actualmente, excepto si lo hacen sus héroes de entonces, pero que es involucionista e inmovilista. ¿Te preocupa el hecho de caer en ese sector?
Estoy de acuerdo contigo, pero tengo un arma: Acabo de sacar un disco, que para mí es el mejor de mi carrera, con diez canciones nuevas, diciendo cosas que antes no había dicho. Voy a tocar en directo presentando “Un bosque de té verde”. Soy de los que cree que, frente a los dinosaurios, los colibrís. No creo en mirar hacia atrás, ni creo que lo mejor fue lo que pasó antes. Confñio en mi nuevo disco. Respeto y tengo cariño a las canciones de La Dama, pero creo en el presente. La gente que saca partido exclusivamente a su pasado, se está perdiendo lo mejor: El ahora.
¿Cuánto hace que no te subes a un escenario?
Pues ocho años. Desde el final de La Dama hasta “Transparente” pasaron ocho años, y cuando salió aquel disco hice sólo dos conciertos, tras los que han pasado otros ocho años. En los últimos dieciséis años he hecho sólo dos actuaciones. La matemática es bestial. Suena muy impresionante. Pero eso también hace que esta gira sea fascinante.
Para terminar, me gustaría hablar de Closer Popnography Records, tu sello discográfico, que va lento, pero seguro, y demuestra muy buen gusto al trabajar con bandas como Dei Suoni. ¿Cuál es la filosofía del proyecto?
Cuando decidí montar el sello, hace algo más de cuatro años, tenía claro que su razón de ser tenía que estar íntimamente relacionada con editar primeros discos, es decir, trabajar con grupos que no tuvieran nada en el mercado, y por otra parte, que me pareciera que aportaban cosas chulas al panorama musical español. Me los tenía que creer. Siempre he funcionado así. De ahí salieron First Aid Kit, de Barcelona, o Dei Suoni, de Alicante, que publican su segundo disco en septiembre, y otras bandas que hemos sacado. Llevamos unas quince referencias y vamos a seguir manteniendo la misma filosofía.
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