«Escribí el disco en un momento difícil, un periodo de derrumbe personal. Solo me levantaba de la cama para salir a conseguir drogas y ponerme hasta arriba. Era la única meta»
El asturiano Nacho García lleva dos décadas en la música, sin lograr el reconocimiento que sin duda merece por constancia y canciones, especialmente las de su segundo álbum en solitario, «El
poder fáctico», publicado hace unos meses, con influencias de Dylan, Lloyd Cole, Petty, Elliott
Murphy, Cohen, Loquillo, Urrutia, Calamaro…
Texto: XAVIER VALIÑO.
Nacho García empezó en Avilés un poco por casualidad, a inicios de los años noventa. Curiosamente, aunque era el que más inquietudes tenía al respecto, fue un compañero de clase el que montó su primer grupo, con referencias del rock en castellano de la época, rock de los ochenta, principalmente. Grabó algunas cosas en solitario y empezó con las giras en 1996 mirando hacia otro tipo de grupos como The Smiths, Surfin’ Bichos, Dinosaur Jr., siempre en castellano, tras descubrir a los primeros grupos independientes de los noventa en España.
Después estuvo en varios grupos más entre 1997 y 2005, solo de nuevo, y finalmente empezó a madurar la idea de una carrera seria en solitario sobre 2007. Hubo una primera maqueta/master, A»cústicas/Eléctricas» en 2008. El primer disco salió en 2009 («Aviadores», Tribeca Studio Recordings, 2009), al que dio continuidad con «El poder fáctico» (Tribeca Studio Recordings, 2012). Ya tiene en marcha su tercer álbum.
¿Qué aprendiste de todas tus experiencias anteriores? ¿Es mejor lanzarse en solitario?
Supongo que todo confluye en un saber estar en un escenario, cantar mejor, tocar mejor, componer mejor… En definitiva, a completarte como artista, coger ciertas tablas, adaptar lo que quieres decir a un lenguaje. Pensar en qué decir y, sobre todo, de qué forma decirlo. Lo mejor de tocar en solitario es el hecho de no depender de nadie porque cada vez que uno depende de alguien está un poco vendido, aunque suene mal decirlo. Un día me cansé de estarlo y, con las facilidades actuales para grabar en casa, me tiré un poco a la piscina. Ahora solo dependo de mí y cuando necesito una banda la monto, sin que esto afecte al desarrollo de mi carrera. Si alguien no está contento, se va, pero el disco sigue con vida y la trayectoria no se resiente. Estaba un poco cansado de montar grupos que duraban dos años, por eso empecé a grabar solo.
Parece que vas puliendo tu estilo, llegando cada vez más a la esencia de las canciones, a lo mínimamente necesario. ¿Tú lo ves así?
Una de las premisas en este disco fue grabarlo en primeras tomas, dos como mucho. Si algo quedaba mal, así se quedaba. Puse por delante el calor y la magia de la primera toma, no le di importancia a la perfección técnica o la ejecución perfecta de los instrumentos. Creo que fue un acierto porque eso en los discos se nota. Lo importante es la canción, no la producción. Puedes grabar una canción horrible con los mejores medios y seguirá siendo horrible. En cambio una buena canción lo será siempre, sin importar su sonido. Instrumentalmente, el disco tiene batería, bajo, guitarras eléctricas, guitarras acústicas y un Hammond. Puede aparecer puntualmente un piano o algún sampler, pero básicamente ese es el esqueleto del disco. No quería nada más. No hacía falta en realidad.
Repartiría la temática de las letras entre tres temas: política, sustancias químicas y relaciones sentimentales. Parece todo muy autobiográfico. ¿Eres capaz de escribir de algo que no te toque de cerca?
Me resulta muy complicado. Y me preocupa quedarme sin cosas que contar, porque en ese momento tendría que pasar a la tercera persona inventándome una historia, y no sé cómo me desenvolvería ahí. Por suerte, creo que me he mojado en la vida y, aun saliendo malparado en muchas ocasiones, tengo material suficiente para escribir. Al menos por ahora.
Tienes un pasado con las drogas, no lo ocultas, ya que esa temática se puede ver en varias canciones, como en el single ‘La adicción’ (aunque también se puede interpretar de otras formas), ‘Varsovia’… Sin embargo, lo que se desprende de tu segundo disco son unas enormes ganas de vivir, ¿no?
Escribí el disco en un momento difícil, un periodo de derrumbe personal. Solo me levantaba de la cama para salir a conseguir drogas y ponerme hasta arriba. Era la única meta. Llega un momento en el que te das cuenta de que esa huida es hacia ninguna parte, de que te quedas solo y además te destrozas física y mentalmente. De eso habla el disco en líneas generales. Y eso no son ganas de vivir, sino, de algún modo, de quitarte de en medio. Te aseguro que pasarte el día en la cama tiritando entre sudores ni son ganas de vivir ni tiene ningún tipo de romanticismo… Tuve la suerte de tocar fondo y poder levantarme de la cama para grabar el disco y hacer unos cuantos bolos en verano. Cuando estaba a punto de sacarlo me fui a Madrid para preparar las presentaciones en directo, lo cual ayudó porque allí no tengo las amistades que tengo en Asturias. Eso me apartó un poco de ese momento tan tóxico. Actualmente, aunque estoy en Asturias, se podría decir que me lo tomo con más calma. Por eso, ese positivismo del que hablas… Quizás en ‘Diamantes’ o en ‘El camino’ se pueda desprender ese positivismo, pero creo que el resto del disco es bastante doloroso y trágico. De todas formas, también te diría que para grabar un disco como «El poder fáctico» hay que pasar por esa situación. Pienso incluso que tal vez en algún momento llegué a poner el arte por delante de la vida, aunque obviamente mi percepción vital estaba muy alterada.
‘Cáncer’ habla claramente del estado de la sociedad actual. ¿Cuál crees que debe ser el papel del músico ante esta realidad?
El músico actual debería mojarse el culo y hablar con claridad. Cuando digo músico, digo también cualquier tipo de artista con cierta repercusión mediática. Me joden mucho todos estos artistas consagrados que no dicen una palabra respecto a lo que está pasando por miedo a que los veten en determinados canales o medios. No son artistas válidos. Hay mucho cobarde vendiéndonos la izquierda desde lo alto de las listas mientras seguramente juega al golf en el Club de Campo de Madrid.
«El poder fáctico», se llama tu segundo disco (y lleva una cita de Marx). Yo lo entiendo como aquel que se ejerce desde la sombra por grandes empresas, grupos de poder, oligarquías, los mercados… ¿Estás señalándolos desde el título como los responsables de lo que nos ha traído hasta aquí o estoy viendo más allá de tu intención?
No, no hay segundas intenciones. El título define perfectamente esta horrible situación que nos han calzado por las buenas y que arrastraremos seguramente durante décadas. Se ve claramente que el poder político no tiene ningún tipo de valor, y que en realidad los hilos los manejan otros. Han condenado a una generación entera a la pobreza, no solo física, sino de espíritu, lo cual es probablemente peor. Me resulta difícil decir esto, pero puedo llegar a entender que un tipo se levante de su cama por la mañana y se tire por la ventana, hay situaciones tan dramáticas… Un montón de gente debería estar en la cárcel pero eso no está pasando. No sé cuándo explotará el sistema, pero finalmente lo hará y no será de forma pacífica. Creo que estamos condenados a un futuro muy difícil en Europa.
Haces versiones de Bob Dylan en directo (‘El camino’ parece además un homenaje a él) y de Lloyd Cole. ¿Alguna otra? ¿Serían estos nombres los referentes más claros en tus canciones?
Hacer una versión de Bob Dylan no deja de ser una forma de agradecimiento. El disco ha mamado mucho de Dylan (‘El camino’ es un guiño muy evidente), y me parece correcto hacer alguna versión, a modo de homenaje. Si la banda está animada, podemos hacer ‘Like a rolling stone’ para cerrar, ‘Subterranean homesick blues’… cosas de este tipo. Lloyd Cole fue un referente para mí al inicio. En 2007 no escuchaba otra cosa. Es uno de los mejores cantantes del mundo. Me parece dificilísimo cantar con esa gravedad y es, además, un estupendo compositor. Me he distanciado un poco de su obra porque me he puesto a escuchar a músicos americanos con cierta carga política, como Woody Guthrie o los folkies contemporáneos de Dylan, pero «Music in a foreign language» me parece un disco perfecto, la obra maestra de Lloyd Cole. Lo pongo muy a menudo. Además, solo hago un par de versiones en directo, las dos en castellano y de grupos asturianos. Tocamos ‘Chica del club de golf’, de Ilegales, una obra maestra, una canción perfecta. Jorge Ilegal es un compositor tremendo y, pese a quien pese, un vocalista excepcional. Por otro lado hago ‘Miel en la nevera’, una joya muy poco conocida de Tino Casal, con un texto que te pone los pelos de punta. De esta he grabado incluso una versión en estudio. Adoro a Casal, el eterno genio irreconocido. Un renacentista de Tudela Veguín, tremendo.
Creo que por el camino se ha quedado un disco perdido de canciones rock en la onda de otros grupos españoles. ¿Fue así? ¿A qué sonaban y por qué lo descartaste? ¿Colaboraba Igor Paskual?
Fue exactamente así. Tenía un disco prácticamente acabado a principios de 2012. Era un disco muy Burning, Tequila… Sucedió que en quince días escribí ‘El camino’, ‘Poco rock, poco roll’, por ahí ya estaba ‘Diamantes’… Obviamente no encajaban. Decidí seguir esa línea y descartar el resto. Burning y Tequila me gustan mucho, pero quería tratar el tema de las drogas, la noche o el rock de una forma más reflexiva, sin caer en los tópicos literarios habituales. Ahora me alegro mucho de haberlo hecho. No podría haber defendido aquel álbum con honestidad. Igor Paskual iba a participar en este disco, le pasé las primeras maquetas. Después pasó lo de siempre, que soy un desastre humano, y por fechas, prisas y mala organización al final me fui a Madrid a acabar el disco y no cuajó. De hecho ‘Poco rock, poco roll’ no tenía título hasta que leí un artículo de Igor en «El comercio» de Gijón, creo, en el que hablaba sobre la pegada que tienen los grupos actuales (rock) y la falta de melodía o sexo (roll). Cuando lo leí, pensé que era el título perfecto para la canción, le pedí permiso para utilizarlo y me lo dio. Le debo ese título.
Hay un problema en el que no tienes responsabilidad: están Nacho Vegas (con el que, además, por localización y temática guardas un parecido razonable) y Nacho García Vega, así que supongo que a un posible seguidor le costará asimilar que también existe Nacho García a menos que haga un esfuerzo.
Lo cierto es que no me preocupa mucho y, de hecho, tampoco lo consideraría un problema. Con Nacho García Vega no tengo nada que ver musicalmente hablando. Respecto a Nacho Vegas, sí es cierto que, aunque él acentúa más la canción de autor y yo probablemente mire más hacia el rock, tenemos un campo común en el folk-rock, y seguramente en Dylan, lo que se refleja en ese tipo de canción tan narrativa y sin estribillos. Luego, si sumas que somos asturianos, nos llamamos Nacho… De todas formas, no me importa la comparación. En mi opinión es el mejor escritor de canciones de la última década en España, además de un tipo estupendo, generoso y simpático. He pasado alguna noche muy divertida con él. Muy buen tipo. Otra cosa es la gente, que puede llegar a ser muy mala. Sales en prensa un par de veces, te dan cierta relevancia y te acribillan. Este año he tenido que aprender a abstraerme de todo eso y no hacer mucho caso a lo que se dice o se publica. Puede llegar a hacerte mucho daño. Trato de concentrarme en escribir, en mi nuevo disco, en publicar al fin un libro…
Estás ya grabando tu tercer disco. ¿Qué nos puedes avanzar?
Durante mi paso por Madrid a finales del año pasado cayeron en mis manos un par de libros de Albert Camus. A partir de ahí comencé a escribir nuevas canciones. Me parece increíble la naturalidad con la que trata la desesperación y el hastío humano. Parecen libros escritos para esta época que vivimos, y de ahí están bebiendo los nuevos textos para el disco. Por desgracia, me robaron el móvil en diciembre, donde tenía decenas de bocetos y textos grabados… Aun así, he reescrito lo que he podido, y en ello estoy. Será un disco conceptual, con una temática concreta. Por ahora tenemos cuatro canciones grabadas y espero tener algo bastante definitivo para finales de verano. Incluso el título está decidido, pero aún no quiero desvelar nada. Puedo decir que de momento suena más denso y eléctrico que el anterior.