“Estuvimos moviendo la maqueta por Warner, EMI… y todas nos decían que en inglés no interesaba, que volviéramos cuando tuviéramos una canción en español”
A punto de despedir 2017, Nacho Campillo trabaja en su próximo disco firmado con su propio nombre. Carlos H. Vázquez acude a su estudio para hacer un repaso por la carrera de su exbanda, Tam Tam Go!, deteniéndose en todos los tramos del camino: los luminosos y los sombríos.
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: PATRICIA J. GARCINUÑO.
Recién llegado de una gira por México, con paradas en Puebla y Toluca, Nacho Campillo nos recibe en los estudios El Sonado de Madrid. Con él repasamos la carrera de Tam Tam Go! desde sus primeros pasos, incluida su época en Londres y lo qué sucedió (legalmente) con el laureado ‘Espaldas mojadas’.
¿Cuántos años pasaste en Londres con tu hermano Javier?
A Londres íbamos desde muy pequeñitos. Mi madre se separó de mi padre y se fue a vivir allí cuando teníamos dos años (y se casó otra vez). Yo me crié con mis abuelos, pero cuando cumplí nueve años y murió mi abuelo mi madre nos empezó a llevar con ella a Londres todos lo veranos. A vivir, exactamente, fuimos en el año 76, al acabar el COU, hasta el 80 u 81, cuando volvimos y nos quedamos en Madrid.
¿Eras el más moderno de Badajoz cuando regresaste de Londres?
(Risas) Sí. Venía con un look bastante atípico para la época: pelo largo, sombrero, pendiente de pluma, pantalón de cuero… Alguna vez me detuvieron por las pintas y pasé la noche en comisaría. Pinchaba discos en La Vía Láctea, en la calle Velarde, con Paco Clavel, Pepe Ugena… De ahí surgió el grupo RH+. Una noche, saliendo de allí, hubo alguna redada y caí, desafortunadamente. Cosas que pasaban en aquella época.
Los primeros dos discos de Tam Tam Go!, “Spanish shuffle” (Twins, 1987) y “Spanish romance” (EMI, 1989), tenían temas en inglés. En el segundo incluisteis tres temas en español (‘Balas de cristal’, ‘Recuerda’ y ‘Suicidio del arcángel niña’), pero en vuestro debut no había ningún tema en castellano salvo ‘Manuel-Raquel’, que se publicó en la segunda tirada del elepé.
Fue una casualidad de la vida. El primer disco lo teníamos íntegramente compuesto en inglés y lo grabamos con Twins, de Paco Martín. Paco nos fichó, pero mucho antes estuvimos moviendo la maqueta por compañías que no veían lo del inglés. No interesábamos, éramos diferentes. Un día, el director de cine Ricardo Franco me pasó un manuscrito que tenía con un montón de letras. Y, una noche, enredando en casa, empecé a cantar la letra de ‘Manuel-Raquel’ sobre la música de ‘Lawrence’s heart is weak’ (uno de sus temas). Entraba increíble, como si estuviera hecha a medida. Se lo propuse a Paco y decidimos meterla de cara B en el single de ‘I come for you’. Para nuestra sorpresa, muchas radios pinchaban más ‘Manuel-Raquel’ que ‘I come for you’. Fue una estrategia de marketing sin querer.
La letra, según Ricardo Franco, está basada en la historia de un travesti de la Gran Vía de Madrid al que detuvieron y molieron a palos. De todos modos, Ricardo y tú, que ya habíais trabajado juntos, os conocíais por una amiga común.
Por Maribel, su cuñada, que había protagonizado “La familia de Pascual Duarte”. En aquella época nos veíamos mucho y trabajamos en la película “Berlín Blues”, donde también conocí a Jorge [García]. Te hablo del año 84 u 85. Ricardo nos llamó porque necesitaba extras, así que hicimos de la banda del set y también me dio un papelín con unos diálogos. Creo que es la única película que he hecho en mi vida. Bueno, también hice “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, pero más como extra.
¿Paco Martín veía bien una canción en castellano dentro de un álbum en inglés?
Paco siempre estaba muy abierto. Vio claro lo del tema en inglés porque siempre apostaba por cosas diferentes e incluso difíciles o arriesgadas. Todo lo que la industria desechaba él lo cogía. Cuando le propuse esta canción en castellano, dijo: “¿Por qué no?”.
Entiendo que Tam Tam Go! fueron lo que son por los impulsos de Paco Martín.
Ciertamente sí. Se lo debemos todo a él. El primer impulso de Tam Tam Go! fue gracias a Paco y a una manager que teníamos, Isabel Casado, de la agencia Talent. Ella era muy tauro y muy testaruda. Fue la que convenció a Paco y le vendió bien la cosa, aunque se pelearon veinte mil veces. Nadie apostaba por nosotros. Un año antes de todo aquello, teníamos una maqueta con dos temas (‘I come for you’ y ‘Lawrence’s heart is weak’) que grabamos con el productor inglés John Knox, nuestro batería al principio. Después, Knox se fue a Londres, pero volvió y lo tuvimos en “Spanish romance”. Estuvimos moviendo esa maqueta por Warner, EMI… y todas nos decían que en inglés no interesaba y que volviéramos cuando tuviéramos una canción en español. Paradójicamente, con el segundo disco, EMI llamó a nuestras puertas.
“Todos los artistas estábamos mal asesorados y los mánagers decían: ‘Fírmalo, tío’”.
Que EMI se interesara por vosotros, ¿hizo que vuestra relación con Paco Martín se rompiera? Tengo entendido que, cuando EMI se interesó por Tam Tam Go!, Paco no quiso igualar la oferta que os ofrecían.
Exacto. Paco se puso muy pesado y llegó a llamarnos desagradecidos. Teníamos un contrato de un disco con una prórroga, pero cuando nos llamó EMI y nos ofreció un contrato en mejores condiciones, dijo que no, que teníamos que respetar el suyo. Pero era muy malo; el presupuesto de grabación del primer disco era de 300.000 pesetas, que se quedaba en nada comparado con los tres o cuatro millones de la época de EMI. Además, nos ofrecían un contrato de tres años, adelanto editorial… Paco decía que no, que teníamos que estar con él y hacer otro disco. Nos demandó, fuimos a juicio, y lo ganamos. Él se lo tomó muy mal, claro. Al final, al cabo de unos años, hicimos las paces. Él admitió sus errores y nosotros reconocimos nuestro error, pero tenía que ver nuestra postura de chavales que empezaban y les ofrecían un contrato mejor.
Y se publicó “Spanish romance”. ¿Qué esperanzas teníais puestas en EMI? Me pregunto si teníais las mismas que la multinacional en vosotros, a nivel promocional.
La verdad es que EMI tenía puestas todas las expectativas en nosotros. Quizá metimos la pata, porque lo habíamos empezado a componer antes y era (mayoritariamente) en inglés. Es un disco que Paco hubiera trabajado mejor que EMI. De hecho, se ha quedado como el disco maldito de Tam Tam Go!; no tuvo mucha repercusión pese a que lo vendieron como un disco muy comercial.
Pero el tercero, “Espaldas mojadas” (EMI, 1990), sí lo fue.
Lo supieron trabajar. Era en castellano y con la banda más consolidada y con más experiencia y directos. Teníamos más madurez para todo.
Aunque dejasteis de ser un cuarteto para pasar a ser un trío. Menos es más.
Javier Ortiz, el batería original, tuvo un problema de espalda y dejó el grupo. Luego entró John Knox, que venía de gira como un miembro más de la banda, pero contratado. Para “Espaldas mojadas” contratamos a un batería y a un teclista que también hacía percusiones. Yo seguía tocando el bajo, pero realmente éramos tres: Rafa Callejo, mi hermano y yo.
¿Qué importancia tuvo en el grupo el tema ‘Espaldas mojadas’?
‘Manuel-Raquel’ nos dio a conocer a un público muy amplio, aunque igual éramos más independientes. Pero ‘Espaldas mojadas’ nos abrió las puertas de un público más masivo y heterogéneo. Ya llenábamos sitios más grandes y éramos número uno en las emisoras comerciales. Cuando se la pusimos a la compañía, dijeron que era una buena canción pero no sabían si por lo delicado de la letra iba a llegar al público. En España, entonces, había muy poca inmigración.
Convendría recordar que el título de la canción venía por el nombre que le ponían a los inmigrantes mexicanos que cruzaban la frontera entre México y Estados Unidos.
Esa canción la escribí unos años antes de empezar Tam Tam Go!, en un viaje que hice a Los Ángeles con la actriz Patricia Adriani, a quien conocí por su marido, Juan Miñón. Ella hizo “Dedicatoria” (Jaime Chávarri), “Las bicicletas son para el verano” (también dirigida por Chávarri), “El nido” (Jaime de Armiñán)… Le salió una película en Los Ángeles y, como no sabía inglés, me pidió que la acompañara. Me llamó y me dijo: “Tengo un mensaje en el contestador, es de la productora Tristar Pictures y no lo entiendo muy bien”. Era la directora de casting, que le ofrecía una prueba para una película con Jeff Bridges. Habían visto a Patricia en el Festival de Santa Bárbara por “Las bicicletas son para el verano” y daba el perfil de la típica actriz latina con proyección en América, como ahora Salma Hayek o Penélope Cruz. Al final la película no salió, pero nos quedamos en un hotel de Beverly Hills, donde hicimos amistad con muchos mexicanos que nos habían contado que pasaron como ilegales. Aparte, como extremeño, siempre he tenido esa cosa de la frontera -con Portugal- y los ríos. Cuando vivía en casa de mis abuelos tenía a cien metros el Rivilla (afluente del Guadiana) y veía desde la ventana a los contrabandistas de café que cruzaban el río por la noche. Cuando volvía de Los Ángeles se me ocurrió la idea de hacer ‘Espaldas mojadas’, y escribí un bocetillo: “He dejado mi casa, me persiguen y no sé qué me pasa… Voy cruzando el río…”. Terminé de escribirla cuando montamos la banda, en el 87 u 88, aunque se publicó en el 91. La música y la estructura la terminé en el 89 o en el 90, pero la idea la tenía de mucho antes.
¿Cómo está la situación de los derechos de esta canción ahora mismo? Si mal no recuerdo, para ser número uno en radios como 40 Principales había que pagar un veinte por ciento de los derechos a la editorial Nova.
En aquella época era una especie de mordida que te exigían las propias compañías. Con EMI, el contrato llevaba implícito firmar los temas del disco con su propia editorial (EMI Music Publishing) al cincuenta por ciento. De ese porcentaje, la editorial daba el diez por ciento y el autor daba el otro diez. O sea, que el veinte por ciento se lo tenías que dar a Nova, que era la editorial de Prisa Radio (en la actualidad, propiedad de BMG). A veces lo cogían todo de la parte editorial, pero otras exigían al autor dar parte de su porcentaje autoral. Era de por vida. Y si no lo hacías, no sonabas en la radio. Un impuesto revolucionario. Aparte estaba el dinero que invertía la compañía. Era una cosa que ellos tenían establecido así. Todos los artistas estábamos mal asesorados y los mánagers decían: “Fírmalo, tío”. Creo que parte del pastel de Héroes del Silencio (por ejemplo), el nuestro y el de todos los grupos de la época los tenía Prisa Radio (y ahora BMG).
¿Intentaste recuperar tu parte?
Sí. Hace unos años tuve unas negociaciones y conseguí recuperar parte de los derechos que me había cogido EMI Music Publishing. Pero los de Nova eran muy difíciles de conseguir: es otro grupo, tienes que pleitear con Prisa… Y meterte en pleitos con un monstruo tan grande como Prisa… No sé, todo se puede ganar, pero es una tarea ardua, laboriosa y larga. Tienes que tener muy buenos abogados, dinero y tiempo. Yo creo que ningún artista ha recuperado sus derechos.
¿Cuándo apareció la “ley del cincuenta por ciento”?
Todo esto de los derechos cambió, creo, en el año 93 o 94, cuando me monté mi propia editorial. A partir de ese año ya era ilegal cobrar más del cincuenta por ciento al autor. O sea, una editorial tenía que cobrar menos de la mitad: un sesenta por ciento o setenta por ciento era para el autor y el resto para la editorial. Incluso diría que ya es ilegal firmar contratos de copyright de por vida. Se empezaron a ganar sentencias y a recuperar catálogos, por eso ahora los autores son más conscientes de esto.
“Tuvimos muchos detractores que decían que nos habíamos vendido, porque antes tocábamos temas sociales y ahora cantábamos una canción sobre Internet”
De una canción como ‘Espaldas mojadas’, el cincuenta poar ciento se lo repartían EMI (el treinta) y Nova (el veinte). Después, con el cincuenta por ciento que le correspondía a Tam Tam Go!, tú percibías un veinticinco, tu hermano Javier un doce y medio y Rafa Callejo el otro doce y medio. ¿Es correcto?
Sí.
Después de todo, ¿ha compensado darle a las editoriales de EMI y Nova esa parte del éxito de ‘Espaldas mojadas’?
Buena pregunta. Hombre, si lo contemplas a nivel económico, desde luego se han llevado mucho dinero. De hecho, se lo siguen llevando, porque cada vez que suena en las radios la editorial se sigue quedando un porcentaje. En aquel momento sí nos compensó, porque eran lentejas: o lo tomas o lo dejas, y nosotros teníamos la premisa de querer salir adelante. Y si lo miras desde el punto de vista de la carrera del grupo, diría que sí ha compensado. Pero, ya te digo, a nivel económico perdimos mucho dinero. La industria siempre ha estado llena de este tipo de cosas en todos los países, también en Estados Unidos o México.
Sobre “Vida y color” (EMI, 1992), el siguiente elepé de Tam Tam Go!, hay quien dice que es vuestra obra cumbre. No obstante, ¿la grabación y promoción posterior estuvo condicionada por el éxito de “Espaldas mojadas”?
Yo creo que no. Fuera de las influencias de las compañías, me he sentido bastante libre. “Vida y color” fue un disco muy diferente a “Espaldas mojadas”, además. De hecho, la compañía estaba sugiriéndonos que hiciéramos otro “Espaldas mojadas” o algo muy parecido, pero nos salimos totalmente del tiesto e hicimos “Vida y color”, con ‘Piel sobre piel’ como single. Tenía un sonido más británico.
¿Y menos comercial?
Menos comercial. Funcionó menos, pero es uno de los discos, como dices, que los muy fans de la banda siempre han considero como la obra cumbre y uno de los discos más completos en cuanto a canciones y producción. Ahí nos ayudó mucho Michael Howlett (productor). Hasta entonces no habíamos utilizado la tecnología en el estudio y este hombre la introdujo. Recuerdo que ensayábamos en La Nave y él se trajo sus máquinas, samplers (AKAI S1000), el Atari… Llevaba sus disquetes con sus loops, buscábamos un tempo, y tocábamos encima. Hicimos una combinación de sonidos con loops, baterías… El resultado sonaba diferente, un poco más sincopado y más funky en algunos temas. Yo trabajé mucho los bajos con Howlett porque antes era muy lineal, muy pop, estándar, y él me inculcó una manera de tocar el bajo más sincopada, como más dance. En ese disco se nota que todos los temas tienen un ritmo muy diferente a lo que hacíamos. Y eso fue gracias a él.
Siete años después llega “Nubes y claros” (Virgin, 1999). ¿Crees que el tema ‘Atrapados en la red’ se entendió de otra manera?
La verdad es que el resto del disco no tiene que ver con esa canción. La canción fue un poco “incomprendida” porque vendió muchísimo: casi medio millón de copias, el disco que más ha vendido de Tam Tam Go! (gracias a la canción). Pero también tuvimos muchos detractores que decían que nos habíamos vendido, porque antes tocábamos temas sociales y ahora cantábamos una canción sobre Internet. Cuando sacamos la canción en el año 99, cerca del 2000, Internet era cosa de muy pocos. En realidad, la letrista es Ada Viola (Naomí Ruiz de la Prada). Le dije que quería hacer una canción un poco cibernética que hablara del futuro y las comunicaciones. Entonces escribió una parte de la letra y yo otra. Me pareció muy interesante porque, dentro de la canción, había una crítica hacia lo estándar, la belleza física y a que la gente siempre se enamora de la imagen. Me gustaba la idea de una persona enamorándose del alma de alguien a través de un chat de Internet. No era fácil, pero con el tiempo se ha entendido la ironía de esta canción.
¿Cómo entendieron ‘El móvil de Lucifer’, con el disco “Euphoria” (DRO, 2007)?
(Risas) Eso ya es otro capítulo aparte.
Entre “Vida y color” y “Nubes y claros” pasaron siete años. Pero entre “Nubes y claros” y “Euphoria” pasaron ocho…
Entre medias de “Vida y color” y “Nubes y claros” hice un disco en solitario (“Nacho Campillo”, MCA Records, 1995). Y después de “Nubes y claros” hicimos “Miscelánea” (Virgin, 2001). Con ese disco regrabamos una serie de canciones a las que quisimos dar otra oportunidad. También cogimos los temas que no habían sido número uno y los incluimos. Nos apetecía que la gente escuchara un recopilatorio con canciones que no eran las clásicas. Hay una colaboración con José Mercé, en ‘Lucía de los cartones’, y Amaral cantó ‘I come for you’, aunque se publicó para Internet. Esto fue en 2001 y 2002 y ya no hicimos nada hasta 2007, con “Euophoria”. Entre medias, en 2005, publiqué otro disco en solitario: “Cómo pica el sol”. Si haces la media, salgo a disco cada dos o tres años. Creo que es lo justo.
“La música es eso, pura pasión y pura terapia. Seguir en el camino”
El último trabajo de Tam Tam Go! hasta la fecha es “Bolero incendiado” (Warner, 2009), un directo que se graba en el Teatro Romano de Mérida en 2008. Una bonita forma de recordar las canciones del grupo con tres temas inéditos: ‘Ojalá estuvieras aquí’, ‘Bolero incendiado’ y ‘Milonga del moro judío’.
Este concierto lo habíamos planificado antes de hacer “Euophoria”. De hecho, firmamos con Warner por dos discos y el orden era distinto: primero sacaríamos el concierto con colaboraciones y luego el disco de estudio, pero yo les convencí de hacer lo contrario, porque teníamos un disco nuevo. ¿Por qué íbamos a esperar dos o tres años si teníamos ese disco inédito ya compuesto? Era cuestión de grabarlo, cosa que nos llevó un mes, pero ellos decían que era más comercial sacar un directo con colaboraciones. Al final les convencí y sacamos “Euphoria”, pero lo trabajaron muy mal. Yo no sé si fue por falta de interés o porque las radios habían cambiado.
¿Cuánto vendió “Euphoria”?
Como nueve o diez mil copias. Sin embargo, “Bolero incendiado” vendió más (20.000 copias), llevaba deuvedé y no sonó en las radios tampoco. Era muy complicado. En esa época se nos acababa el contrato con Warner y yo decidí que podía ser una buena despedida de Tam Tam Go! terminar en Mérida, en nuestra tierra y en un sitio como el Teatro Romano, con amigos y colaboradores, como Bimba Bosé y Antonio Vega.
¿Los días de vino y rosas, para Tam Tam Go!, solo pasan una vez, como dice la letra de ‘Bolero incendiado’?
No. Yo creo que pasan más veces los días de vino y rosas. Depende de ti mismo. Si lo achacas todo a los agentes externos, solo pasan una vez; pero si lo achacas a ti mismo, no. Creo que el éxito de una persona no está fuera, está dentro. Alguien dijo una vez que el éxito de una persona era conocerse a uno mismo y tener el valor de vivir con ello. Cuando tienes tus convicciones bien arraigadas y te conoces a ti mismo, sea para bien o para mal, y tienes el valor de continuar, conseguirás el éxito en la vida. Pero si dependes del “qué dirán” y de los agentes externos, eso te hará caer dos y tres veces en la misma piedra. El éxito no está fuera, está en ti mismo, en apasionarte con las pequeñas cosas y en lo que haces día a día. En definitiva: la música es eso, pura pasión y pura terapia. Seguir en el camino.