“A Antonio Vega le grabé un DVD de un concierto que hizo en Guadalajara, un proyecto que él llamó “Aurora”, pero desgraciadamente no tuvo un buen día. Llegó al concierto mal y no tuvo su día. Es un material que está ahí, audio y vídeo, y que no sé si algún día saldrá”
En esta ocasión, el músico en la sombra invitado por Arancha Moreno no está tan en la sombra pues, desde hace años, es el batería habitual de Los Secretos. Además, también produce y graba desde su propio estudio.
Una sección de ARANCHA MORENO.
Fotos: MARTA PICH.
Forma parte de la familia musical de Los Secretos desde hace catorce años, y ha crecido detrás de la batería. Santi Fernández es discreto, amable y cercano, y se siente muy afortunado por vivir de la música: además de ser músico, tiene su propio estudio, Santa Rosa Surround. Allí ha grabado a Jose María Granados, Antonio Vega, La Guardia o Miguel Costas. Nos recibe en el estudio, donde acaba de terminar un día de grabación con Jean Louis Barragán (guitarrista de La Guardia), con el que trabaja en
un nuevo proyecto. Tras la entrevista, nos hace un regalo: escuchamos un par de canciones de un concierto inédito que le grabó a Antonio Vega en 2005, y un par de piezas del último trabajo del músico Chema Vargas, aún sin publicar.
¿Cuándo empezó a gustarte la música?
Desde que tengo uso de razón. Tuve la suerte de no tener las dudas de que iba a ser mayor, no lo he vivido. Desde muy pequeño tenía muy claro que quería ser músico. Fue muy vocacional, como debe ser con los curas, pero con la batería.
¿Por qué la batería?
Lo tenía muy claro. Entonces estaba pegando Police, y el batería es estupendo, ha influenciado a muchos baterías. Bastante culpa tiene Stewart Copeland de que me dedique a esto, aunque con el tiempo no ha sido mi batería favorito. Mi hermano era muy melómano, tenía mucha música buenísima: clásica, rock sinfónico… Con once años me compré mis primeras baquetas, y me hacía baterías con tambores de Colón, banquetas… Me ponía discos y tocaba encima.
¿Hasta que convenciste a tus padres para que te comprasen la batería?
Sí, les prometí que si me compraban la batería aprobaría todo, y cateé. Con trece o catorce años empecé a hacer grupos, a meternos en locales de ensayo. No teníamos ni idea de tocar. Empecé a dar clases de batería y de solfeo, y a tomármelo más en serio. Estuve yendo a la escuela de Pepe Sánchez, un batería que ha tocado con Julio Iglesias, Donna Summer… Es una institución. Como vio que empezaba a ser buen alumno, me consiguió mi primer trabajo profesional: fui batería de Mari Trini. Hasta entonces había tocado con orquestas pequeñas, esa fue la primera gira, fue mi salto a la música profesional.
¿Qué pasó después?
Yo empecé con la ilusión de hacer mi propia música, pero por esos avatares de la vida me vi de músico profesional a sueldo. Por un lado está muy bien, porque ganas dinero, pero no era lo que esperaba. Mi ilusión no era ser un músico contratado, pero lo estuve durante muchos años. Estuve con Pablo Abraira, con Massiel… Del 93 al 96 estuve con Sergio Dalma, a nivel profesional estuvo muy bien, pero musicalmente no era lo que más me gustaba. Picoteé mucho, toqué con Alberto Comesaña y estuve con David Summers en Estados Unidos y Sudamérica. En el 98, Enrique Urquijo estaba con Los Problemas, y Álvaro (Urquijo) había sacado también disco en solitario, él buscaba batería y Luismi Baladrón le habló de mí. Fui a hacer una prueba y le gustó. Me hizo mucha ilusión. En aquella época había pocas cosas que me gustaban de la música española, y Los Secretos era una de ellas. Fue como volver al principio: yo quería vivir de la música en un grupo. Un grupo no es acompañar a un artista, es ir con amigos, mucho más colaborativo, formas parte en la música… Y su música me gustaba muchísimo. Ahí me he quedado, estoy donde quería estar.
Así que en realidad comenzaste formando parte de la banda de Álvaro Urquijo.
Sí, le gustó mucho mi prueba y empecé con él. Hicimos una gira tranquila, de salas, con Luismi Baladrón, Ricardo Marín… Pero la ilusión de Álvaro era retomar Los Secretos. Un día me llamó para decirme que lo habían retomado y que contaban conmigo, y ese día fue el de la fiesta, porque mi mejor amigo es muy fan de Los Secretos. Desgraciadamente, al poco tiempo murió Enrique.
Así que coincidiste poco con Enrique Urquijo.
Sí, llegamos a hacer unos pocos conciertos, fueron mágicos, los recuerdo con mucho cariño. Compartíamos escenario la banda de Enrique y Los Problemas, la banda de Álvaro y Los Secretos. Eran tres conciertos, muy chulo. Al poco tiempo pasó lo que pasó, Enrique murió. Hay gente que no sabe que Enrique en esa época estaba fenomenal, fue un palo. Y el resto ya te lo sabes: Álvaro no veía claro seguir con Los Secretos. A María, la hija de Enrique, le habían quedado cosas pendientes económicamente, y decidieron hacer el disco “A tu lado” para ella. Todo lo que se ganó era para arreglarle sus cosas. Luego le convencieron para hacer la gira, y al final fue la gente la que le convenció de que había seguir.
¿Cuál era la formación entonces?
La de ahora, porque yo entré en el 98 y ya me quedé, y el penúltimo en llegar fue Juanjo y llegó en el 92 o así, y Jesús (Redondo) y Ramón (Arroyo) estaban casi desde el principio. Llevamos muchos años, ya somos una familia. La música tiene un componente muy importante emocional, hay épocas del año que estoy más tiempo con ellos que con mi familia. Si no son tus amigos, es complicado. Aparte de que haya buenos músicos, es muy importante que haya entendimiento, química. Somos amigos, nos conocemos muy bien.
¿Cómo funcionáis a la hora de trabajar: trabajáis por separado, lleváis las ideas al local…?
En todos los discos solemos hacer las canciones solos en casa: armas una melodía, de forma muy básica, prácticamente una canción para tocar a guitarra y voz, y luego te juntas con todo el grupo y todo el mundo aporta su parte. Eso es lo bonito del grupo, algo que no tienen otros proyectos más de laboratorio. Trabajamos muy en equipo, y las mejores ideas se van quedando.
En el último disco, “En este mundo raro”, hay una canción tuya titulada ‘Sin aire’. ¿Es la primera que incluyes en Los Secretos?
En el repertorio de Los Secretos, sí. Es muy sorprendente para bien cuando te arrancan una canción que has hecho tú: deja de ser tuya y es del grupo, ya no controlas lo que pasa en la canción, cada uno pone su granito. Es un proceso muy bonito.
He leído que, debido a la lesión de Álvaro en la mano, los demás habíais trabajado más en la composición. De hecho, llevabais cinco años sin sacar disco con canciones nuevas.
Bueno, coincidieron muchas cosas. En 2008 hicimos Las Ventas, era un reto llenarlo, y fue un éxito, y después seguimos haciendo conciertos. Luego vino el accidente de Álvaro, se cayó tontamente en el hielo, se rompió el brazo, y lo demás fue un despropósito: fue a una clínica, se lo pusieron mal, tuvo que volver, le quedó peor… Al cabo de año y pico se operó y al final se lo han dejado fenomenal, pero ha sido una aventura. Y con la mano fastidiada no podía componer, ni tenía la cabeza para componer. El repertorio de Los Secretos se nutre mucho de las canciones de Jesús, y siempre hay alguna canción de José María Granados también…
Y para este disco, también habéis incluido varias letras de Chema Vargas.
La historia de Chema es muy curiosa. Canciones preciosas, como ‘Cambio de planes’ o ‘Colgado’, son de Jesús Redondo y Enrique. Jesús no hacía letras, así que hacían equipo, trabajaban juntos. Y al faltar Enrique, le faltaba alguien con quien hacer equipo. Él hace músicas muy bonitas, pero le faltaba alguien que hiciera las letras. Y Chema Vargas está está haciendo de Enrique. Está ocupando ese lugar, por eso en este disco hay tantas letras suyas, porque es el colaborador de Jesús. Además, tiene un talento alucinante, las letras son muy buenas.
Y él además tenía vínculo anterior contigo, le grabaste el primer disco, “Mundo en espiral”, y formaste parte de su banda.
Sí, ellos lo conocieron por mí, Chema tiene tres discos, el último está en el cajón todavía, es una joya que no sé cuándo saldrá ni cómo, pero se ha hecho con mucho cariño. A mí me gusta mucho el sonido surround 5.1, y está mezclado así ese disco, es una maravilla, es muy chulo de oír.
“Ramón Arroyo es puro rock and roll, parece muy serio y es el más rockero, el que más aguanta por la noche, el más canalla”
Parece que gente como José María Granados y Chema Vargas se han convertido en piezas importantes en la historia de Los Secretos, aunque estén en segundo plano.
Es un círculo “cerrado”, no porque estemos cerrados a gente nueva, pero llamas a la gente con la que estás cómodo, tiras de esto. Llamas a quien puedes confiar. Se crean círculos, y cuando yo necesito echar mano de un músico, llamo a buenos amigos que son buenos músicos. Al final parece una medio mafia, pero no lo es, es mucho más natural. De vez en cuando se abre el círculo y entra alguien. Quique González también estuvo en ese círculo, él trabajó una época con Jesús, y parecía que iba a ser así, pero no lo fue, él tenía su historia y su camino muy claro, y se salió de forma natural también. Hay una canción estupenda suya, ‘Discos de antes’, en el disco “Gracias por escucharme”. Hay gente, como Antonio Vega, con la que te entiendes porque estás en el mismo universo, pretendes hacer un tipo de canción determinada, no te vale cualquier cosa.
¿Qué compartiste con Antonio Vega?
El día que le conocí fue mágico. Vino a grabar aquí con Chema, en el primer disco…
¿‘Escrito sobre el viento’?
Sí, ¡eres una enciclopedia musical! [risas] Nunca había coincidido con Antonio, solo en camerinos, pero nunca habíamos hablado. Llegó aquí a las diez y pico de la noche, como era él: con una bolsa de palomitas, unas Fantas… Yo tenía puesto un DVD de los Eagles que sonaba de cine y el tío flipó, empezamos con muy buen pie. Luego empezó a grabar ‘Escrito sobre el viento’ y fue una pasada, Chema y yo no nos lo podíamos creer. Estuvimos toda la noche sentados en el suelo con la guitarra, él nos tocaba sus canciones, una cosa super especial. De ese día salió un proyecto que desgraciadamente no pudo llegar a buen puerto. Yo le grabé un DVD a él, un concierto que hizo en Guadalajara, un proyecto que él llamó “Aurora”. Desde ese día empecé a tener más contacto con él, hicimos toda la preproducción con él, pero desgraciadamente no tuvo un buen día, llegó al concierto mal y no tuvo su día. Es un material que está ahí, audio y vídeo, y que no sé si algún día saldrá.
¿Y con José María Granados?
También toqué un tiempo con él, lo pasamos muy bien. Aquí hemos hecho dos discos suyos, “Ciencia Ficción” y “En Madrid”. Compaginaba Los Secretos con él, también…
¿Y aquel dúo que formaste, 30 grados?
Sí, yo aparte de tocar la batería tocaba piano, guitarra… Y hacía canciones. Me grababa mis canciones, pero odiaba mi voz. Conocí a una chica, me encantó su voz y le propuse hacer ese proyecto. Fue una autoproducción, tenía mitad canciones mías y otra mitad de canciones que me gustaban mucho y no eran muy conocidas: ‘Promesas’, una canción del disco de Álvaro en solitario; dos canciones de Granados, ‘Eses’ y ‘Duermevela’… También quería hacer una versión de ‘39 grados’, de Quique González, y él me ofreció hacer ‘De haberlo sabido’, porque lo había escrito para una chica. Y al final le dije que iba a hacer las dos.
¿Y el proyecto desapareció?
Laura era mi pareja, cuando se acabó la pareja se acabó el grupo, pero fue un proyecto muy bonito.
Desde entonces no has vuelto a hacer ningún otro proyecto tuyo, ¿no?
Últimamente estoy en otro punto, no estoy componiendo tanto, estoy más en la producción. Me gusta mucho aportar cosas a canciones de otros, y ese punto lo tengo un poco olvidado. La canción que hay en nuestro último disco era una canción que tenía para 39 Grados, para un posible segundo disco, y ha sido un regalo. Pero para componer hace falta tiempo, y últimamente, por suerte, no tengo mucho tiempo, estoy todo el día en el estudio. Escribir letras es lo más canalla, cuando una letra es de verdad se nota, es muy complicado hacer una buena letra. Yo no soy prolífico, he hecho algunas cosas buenas, pero no muchas. A Quique González le dije un día: «¡Qué bien escribes, qué talento tienes!”, y me dijo: “No, no es solo talento, hay muchas horas de trabajo, y muchos papeles tirados a la basura”.
¿Cuándo nace la idea del Estudio Santa Rosa?
Empecé en casa, grabando, y como se me daba bien, mis amigos querían que les grabase maquetas. Cada día iba comprando más cosas, acabé teniendo un estudio en el sótano y empecé a grabar discos, hasta que en 2003 me planteé montar este estudio, y lo hice. El nombre es una mezcla entre un homenaje a mi madre, que se llamaba Rosa, y ‘Santa Rosa’, una canción de Gino Vannelli, un cantante de jazz rock que me gustaba mucho. Además, es un pueblo bonito de California, de esos pueblos fronterizos.
En estos años, ¿qué discos se han grabado en este estudio?
Aparte de los dos de José María Granados, aquí ha grabado Modestia Aparte, les grabé “Esto debe ser amor” y “Veinte”, La Guardia, Miguel Costas, Andrés Suárez, la big band de Bob Sands, David Broza… Le hice un disco precioso a Gere, un bajista excelente, para mí el mejor. También fui a La Coruña a grabar el DVD del directo de Marta Sánchez… Y muchos grupos de aquí, de Alcalá, porque aquí soy cabeza de ratón. Estoy trabajando con gente que me gusta la música que hace, algo que para mí es muy importante, como músico y como productor y técnico de sonido. Me cuesta mucho trabajar en cosas que no me gustan. Supongo que no es casualidad, lo buscas.
Y te buscan.
La gente a la que le apetece trabajar conmigo me busca, supongo.
Volviendo a Los Secretos, ¿cómo lleváis la gira de “En este mundo raro”?
Bien, pero sobreviviendo. Yo he decidido que ya no lloro, nos estamos amoldando a lo que hay. En lo musical estamos muy contentos, pero al manager le está costando conseguir trabajo porque los ayuntamientos no tienen un duro, todo el trabajo que sale es de empresa, y se arriesgan mucho a perder dinero. De momento somos unos afortunados, la gente viene a vernos, pero la música está complicada. Ahora tengo a la vista veinte conciertos, poca gente lo puede decir. Yo todavía puedo dar de comer a mi familia, pero me da mucha pena ver a muchos amigos buenos músicos que lo están pasando mal.
¿Habéis estado alguna vez en Sudamérica?
Es algo que nadie entiende históricamente, que DRO nunca apostase por sacar discos en Sudamérica. Tenemos muchos fans allí, una vez nos contaron que pusieron el disco de Las Ventas en la plaza central de D.F. y lo estuvieron viendo como diez mil personas. Había mucho público potencial, pero nunca se apostó. Aún así yo he ido un par de veces a tocar a México, tocamos en el Lunario, la sala pequeña del Auditorio Nacional de D.F. Hace poco Joaquín Sabina nos invitó al escenario en el Auditorio Nacional. Se están haciendo cosas para abrir ese territorio, pero está complicado. Sólo desplazarnos a México cuesta una pasta que las compañías no están muy por la labor de sufragar. Hay una semillita echada, volveremos, pero ya veremos cómo y cuándo.
Antes me decías que Los Secretos sois una especie de familia musical, ¿qué papel juega cada uno en esa familia?
¡Qué bueno! Yo digo que somos como personajes de la Warner, vamos cumpliendo años y los defectos se nos acentúan. No puedo opinar de mí mismo, porque todos pensamos de nosotros mismos que somos normales. Ramón Arroyo es puro rock and roll, parece muy serio y es el más rockero, el que más aguanta por la noche, el más canalla…
No se pierde un concierto además…
Está en todas partes, toca con todo el mundo… Le hacemos muchas bromas, le decimos que la barra del Honky Tonk tiene la forma de su brazo. Jesús es superhippie, tiene un sentido del humor alucinante, muy tranquilo, como un niño travieso. A Álvaro le llamamos “alboroto”, ahora le ha dado por la física cuántica y te pega unas charlas increíbles… Juanjo Ramos es otro personaje, es un amor pero siempre quiere estar en primera línea, habla mucho, ¡lo digo con mucho cariño! Cada uno con su papel. El mío te lo tendrían que decir mis compañeros, yo disfruto de eso, intento saborear cada momento, porque soy un tío muy afortunado.
¿Qué es lo próximo que vas a grabar?
Ahora estoy con Rubén Chic, lo he conocido a través de Barra, el guitarrista de La Guardia, estoy haciendo muchas cosas con él, nos entendemos muy bien. Da gusto trabajar con gente nueva, cuando trabajan con gente más experimentada se ven en un sitio que es una pasada. Es muy bonito darle eso a alguien que empieza. Hace poco he grabado a Andrés Suárez, con el que estoy completamente alucinado. No le conocía antes de grabar, me fui a verle a Galileo y aluciné por cómo conecta con la gente. Yo quería conseguir que tuviese mucho del directo, estoy muy contento porque creo que lo hemos conseguido. Nunca me hubiera imaginado que alguien con el talento de Andrés tendría la capacidad de aflorar. Es la tercera vez que fabrica discos de su último trabajo, los ha vendido todos, y llena salas. Nos hemos hecho muy amigos, le quiero mucho. De lo que he hecho, es de los discos a los que le tengo más cariño.