“Buddy Miles lloraba en directo, se le caían las lágrimas mientras tocaba, era como tocar flamenco o tango”
Luca Frasca anda dando forma a proyectos personales, con disco solista en el horizonte, pero si llega a esta sección es por su labor como teclista de gente tan variada como Coque Malla, Ariel Rot, Mastretta o los mismísimos Buddy Miles y kick Taylor.
Una sección de ARANCHA MORENO.
A Luca no le gustan las etiquetas, quizá porque ha pasado por decenas de proyectos y al final ha apostado por los propios. Bonaerense afincado en España, giró en sus primeros años con músicos como Nacha Guevara y Pappo’s Blues, y con él teloneó cinco noches a los Rolling Stones, a Jerry Lee Lewis, Chuck Berry… Cuando Luca Frasca llegó a España ya llevaba unos cuantos años de rock argentino en sus venas, y aquí le esperaban muchas cosas: tocar con Quique González en su primer disco, acompañar a Ariel Rot durante seis años, girar con Josele Santiago… Se especializó en Hammond, y además acompañó durante varias giras a Buddy Miles y Mick Taylor, pero dejó de tocar con otros artistas para defender sus propios proyectos, como Blue Perro y El Show de Dodó. Además es, desde hace ocho años, el pianista de Mastretta. Nos lo cuenta todo en una cafetería de Lavapiés, donde nos dejan entrar con su perra, protagonista de algún que otro “coro” en discos de Coque Malla, entre otras anécdotas.
¿Cómo empezaste en la música?
Mi padre era pianista, cuando conoció a mi madre tocaba en orquestas de tango, después se hizo empresario pero siempre siguió tocando el piano. Me inscribieron a piano, a todos mis hermanos nos apuntaban a algún instrumento. Terminé la carrera a los dieciséis o por ahí. Durante todos esos años teníamos conciertos, tenías contacto con el escenario desde pequeño y le perdías el miedo. Empecé tocando la batería a los doce o trece, tenía una banda de rock. Me encantaba el clásico, pero el rock siempre estuvo ahí.
¿Y cuándo empezaste profesionalmente?
A los diecisiete grabé mi primer disco, pero como pianista, acompañando a Nacha Guevara en una cosa que hizo, “Heavy tango”, horrible. Empecé a tocar con Pappo’s blues, un tipo superfamoso en Argentina, estuve siete años con él y con él acompañamos a B.B. King veinte teloneros, a Jerry Lee Lewis, Chuck Berry… Fuimos teloneros de los Stones cinco estadios, de Guns N’ Roses. Con él conocí todos los grandes escenarios: estadios de fútbol, girar, ir a México… Yo no había terminado casi secundaria.
Dejaste Buenos Aires para instalarte en Madrid, ¿por qué ese cambio?
A los veinticuatro me vine a España. Venía para dos meses y me quedé seis, empecé a empatizar y a tocar con gente de aquí. Pero mi proyecto era Inglaterra, estuve un año allí y venía aquí a hacer giras con Julieta Venegas, con Ariel Rot… En ese momento aquí había mogollón de bolos, estaba genial, todavía se podía disfrutar. Cuando vine, aluciné, tocaba en directo y el público me armaba los porros y me los pasaba, en esa época en Argentina te llevaban preso por eso. Me quedé aquí.
Te críaste en el rock argentino, ¿qué contrastes te encontraste aquí?
Vi que aquí no había tanto rock. Allí se llama especialista a gente que controla un determinado lenguaje, como a Bob Dylan. Y aquí la cosa era como más de cantautores. Allí los Stones llenan cinco estadios, y aquí hay mucha gente que le gusta, pero nunca hubo esa cultura tan intensa. Para nosotros el rock era un idealismo, llevabas esa forma de vida y llevabas ese personaje hasta cuando salías a la calle y te ponías un sombrero. Descubrí que no era un género, sino una actitud, la energía de subir con eso y darlo todo, que se te hinche la vena cuando toques. Subir al escenario no es cualquier cosa, tienes una responsabilidad muy grande cuando quieres traducir todo eso que te pasa, como un escritor. No es solo dar la nota apropiada. Cuando los Stones tienen un fallo, hay tanta energía que la equivocación pasa a ser parte de la música. Cuando transmites mucha energía, fallas y no pasa nada. Hay gente que sabe equivocarse y gente que no. Yo me especializo en fallos.
Pero abriste las puertas al margen del rock.
Sí, conocí a Nacho Mastretta, y empecé a tocar con él otro tipo de música. También conocí a Marina Sorín [la chelista de Mastretta] y empezamos a tocar música contemporánea, a interesarnos por otras cosas.
También has estado tocando muchos años con Ariel Rot y Josele Santiago.
Con Ariel toqué seis años, empecé presentando en directo “En vivo mucho mejor”. Pero al margen siempre compuse canciones, fui más compositor que músico. Me especialicé en el Hammond, necesitaban un organista y me llamaban. Una cosa muy importante fue conocer a Buddy Miles, batería de Jimi Hendrix, Santana, Bob Dylan, Bowie… Grabé dos discos y tres giras con él. Necesitaba una banda en España, se la montaron aquí y fue mi ángel de la guarda, entendí un montón de cosas de la música y aprendí a restarle importancia y a vivirlo, que era lo que hacía él. Él lloraba en directo, se le caían las lágrimas mientras tocaba, era como tocar flamenco o tango. Ahí entendí que no podía acompañar más artistas porque necesitaba hacer lo mío, se me había ido mucho tiempo de mi vida acompañando a artistas y abandonando cientos de canciones en casa. Siempre me involucré con la música de otros, no podía sentir de otra manera, por eso cuando no me gustaba la música me iba, no me importaba lo que me pagasen, si me aburría o no tenía feeling con el artista lo dejaba.
Dentro de tus proyectos propios está El Show de Dodó, música instrumental con aires de cabaret.
Sí, empecé a hacer El Show de Dodó con Marina Sorín, la chelista de Mastretta. Al principio era más música contemporánea, no tenía letra ni voz y queríamos que le llegara a la gente, y surgió lo de entretener al público con un poco de clown, hacer personajes, montar una puesta en escena bonita, música hecha con un violín trompeta, cuerda, minipiano, o tocando con naranjas el piano… La gente se acerca más por eso que por la música en sí, que es lo que queremos mostrar. Y también, cuando se fue Buddy Miles, el batería y el bajista me propusieron montar algo y formamos Blue Perro. Hicimos nuestro primer disco con ese nombre. Antes era instrumental, hacíamos coros, y ahora tenemos un cantante, Pipo Rodríguez.
«Voy a empezar un disco en solitario. Siempre hago todo con un montón de gente, pero le voy a poner mi nombre»
¿Es ese el grupo con el que sigues sacando el rock?
Es un poco soul y música negra, pero nos volvemos locos tocando, yo me tiro encima del teclado, tiramos la batería como los Who… El Hammond es el ingrediente fundamental. Ahora estoy con esos dos proyectos, y voy a empezar un disco en solitario. Siempre hago todo con un montón de gente, pero le voy a poner mi nombre. Tira más a canciones, siempre me gustó hacer canciones, aunque no estén cantadas. Es un disco que está en proceso, no tengo una definición muy clara.
Las canciones con letra, ¿las cantarás tú?
En algunas me voy a atrever, y en otras voy a contar con Alana, la cantante de Cosmosoul. En Blue Perro la mayoría de las composiciones son mías, y en Dodó las comparto con Marina, por eso no me considero músico instrumentista, que se satisface con un solo.
Hablando de nuevo de instrumentos, también tocas el acordeón.
Empecé a tocar el acordeón por Ariel. Él quería hacer algunos temas con el acordeón, tenía uno y me lo dejó para que fuera practicando. Si hace falta lo toco algunas veces, con Mastretta, Coque Malla, Josele… Hago mi trabajo discreto, no soy solista. Mi instrumento siempre fue el Hammond. Como yo toco el acordeón, hay muchos que tocan el Hammond, pero hay pocos que sepan que saben lo que están haciendo, la mayoría lo tocan como un piano, y es otro mundo.
¿El Hammond es el instrumento con el que estás más cómodo?
Creo que es con lo que están más cómodos los demás. Hace años me venía a ver Julián Maeso, venía a verme porque no encontraba organistas, y ahora él lo toca muy bien. El piano también me encanta. A veces intento componer sin instrumento, hacer la melodía y que la armonía y el ritmo varíen, así tengo un rango más grande de posibilidades, no lo cierro al empezar. El piano es fundamental para todo los demás: arreglos, armonía, línea de bajo… Y coros, ya que no canto muy bien. Aunque tengo un disco cantado, que grabé en Argentina, nunca lo edité. Me vine con ese disco para presentarlo en España, pero entonces le echaba mucho morro. Con los años te da más vergüenza. No canto muy bien pero en este disco me voy a lanzar.
Así que tu cuenta pendiente con tu carrera en solitario es antigua.
Sí, pero ahora estoy grabando canciones nuevas, no uso la música para buscar algún tipo de éxito, siempre viví el éxito de todos y nunca me llamó la atención, al contrario, me parecía agobiante. Por eso cuando conocí a Nacho Mastretta le admiré mucho. Un artista de verdad. Le conocí porque tocaba con él con Julieta Venegas, cuando Mastretta era un cuarteto, y a raíz de ahí se fue ampliando la banda. Trabajamos mucho juntos. Es un artista de verdad, real. Me cansé de subirme a furgonetas con famosos.
¿Por eso no sueles girar con otra gente?
Giro con Nacho y con los chicos de Mastretta que hacen su proyecto. Grabar sí grabo con otros, por ejemplo el último disco de Miguel Bosé.
Mastretta también hacéis muchas bandas sonoras…
Muchas, hemos hecho unas diez: “Días de fútbol”, “Pocholo y Borja Mari”… La única que produje yo solo fue “Un buen día lo tiene cualquiera”, la hice con Malcolm Scarpa, un músico superinteresante. Él vive en los años 20, hablas con él y tiene un aura de otro mundo, te transporta a otra época.
Vives de tus proyectos y de tu trabajo con Mastretta. ¿Se sobrevive bien de esa manera?
Yo vivo bien, no paro de tocar con mis proyectos. Ahora tocamos un poco menos con Nacho, pero los últimos cuatro años siempre viví de mi proyecto y de tocar con Mastretta. Tenemos temas en tele, cobramos autores, vamos agarrando de aquí y allí. Tengo dos proyectos, y cuando no funciona uno, va el otro. Si en realidad todo fuese bien no podría llevarlos todos, pero bueno, salen giras con Dodó, o Blue Perro, viene Mastretta, una peli… De aquí a un mes y medio o dos sacaremos disco con Blue Perro, y lo presentaremos el 20 abril en el Tempo Club, en Madrid. El disco ya está grabado, está todo, se llamará “Jazz people” y está cantado en inglés.
¿Para cuándo tu disco en solitario?
Me lo puse como si me encargaran un trabajo. No me gusta hacerlo con calma, porque lo que compongo ahora en seis meses ya no me vale. Me he puesto un plazo de tres meses, y no tengo todas las canciones. Tengo mogollón, pero quiero hacer cosas nuevas. Quiero hacer otras diez, elegir, grabarlo, hacer los arreglos… Espero tenerlo grabado por lo menos para junio. Este disco quiero hacerlo con diferentes músicos. Siempre fui de casarme con amigos y hacerlo todo con ellos, pero ahora quiero invitar a todos; ya que no tengo compromiso de la banda, estoy más libre. Lo grabaré todo con [José María] Rosillo. Quiero llamar a gente linda y talentosa que está con otras movidas, como Borja Barrueta…
Borja Barrueta, batería que acompaña a Jorge Drexler.
Sí, es un musicazo. No me gusta que gente que tiene su propio proyecto se asocie como batería de Drexler. Es un musicazo, ha tocado con mucha gente increíble, solo que uno es más conocido y lo reducen a eso. Esto funciona así, pero Borja es Borja.
Bueno, eso ayuda a ponerle en el mapa. Habrá gente que no le ubique en solitario, pero sí al decir que acompaña a Drexler.
Creo que eso es falso, la gente nunca se fija en cómo toca Borja con Drexler, la gente se fija en la letra, no en cómo toca. Si le pregunto a la gente quién es el guitarrista de los Beatles, la gente no lo sabe. Nosotros somos unos románticos, pero pregúntale a alguien que sigue a Drexler cómo se llama su batería. Quizá músicos como Pablo Novoa sí, pero está esa cosa de asociar a un artista. A mí me ponían como teclista de Ariel Rot, pero toqué y grabé dos discos con Buddy Miles, y también toqué con Mick Taylor, guitarrista de los Rolling Stones, grabé un disco e hice dos giras. Ariel es mi amigo, y he trabajado con él, pero yo no soy el teclista de Ariel Rot. Bueno, también es la edad, estoy en la crisis, es toda esta cosa de…
… La identidad.
La identidad. Prefiero que la gente diga que no me conoce a que me etiqueten, creo que me perjudica porque me encasilla en algo con lo que no tengo nada que ver. Es una colaboración, pero no tengo nada que ver. Me parece bien que cante Ariel, pero yo no avalo la música que suena. Sí la comparto, y voy a hacer lo imposible para que salga adelante encantado, pero musicalmente no quiero que me encasillen con ello, después de la trayectoria que tengo desde los seis años. Lo bueno de no acompañar artistas es que ya no te preguntan por nadie, te preguntan por tu música, para uno es más valioso eso que te pregunten por la música de otro, que simplemente ejecuta algo que ya está hecho. Bueno… Los músicos nos volvimos sindicalistas, sobre todo los emprendedores. Lo que tiene de bueno la crisis es que nos humanizamos un poco y damos tiempo a cosas que teníamos abandonadas.
Volvemos a la lista de tareas pendientes, ¿algo más que te apetezca hacer?
Estar más con mi familia. Artísticamente no me dejo nada sin hacer, me costó tiempo. Algo sin hacer… Fumar menos, beber menos. Me encantaría trabajar con niños, tener una familia, niños… Ya es la época de bajar de este rock de tantos años al momento de vida normal.
–
–
© EFEEME.COM, prohibida la reproducción total o parcial.