Músicos en la sombra: Juan de Dios Martín, el hombre de confianza de Xoel López y Amaral

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«La labor de producción es ponerte al servicio del que está grabando, no imponer tu criterio. La labor de un productor es orientar, canalizar lo que ellos quieren, sugerir cosas»

Arancha Moreno debuta en EFE EME con una sección semanal en la que nos acercará a esos músicos o productores que son parte esencial de las canciones y discos que escuchamos, pero que suelen estar agazapados en las sombras, detrás de la estrella. Para abrir, nadie mejor que Juan de Dios Martín, que acaba de producir el nuevo álbum de Amaral.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.
Fotos: Archivo JUAN DE DIOS MARTÍN.

 

Está detrás de muchos de los discos más esperados del año: el nuevo de Amaral, el próximo de Xoel López… y su nombre sale a relucir en gran número de entrevistas o reseñas de discos, pero Juan de Dios Martín confiesa estar más metido en el estudio que pisando la calle. Es, sin duda, uno de los productores más importantes del momento.

 

Eres uno de los nombres más mencionados en muchas entrevistas, pero no hay mucho sobre ti en la red.
No me prodigo mucho, estoy más metido en el estudio que otra cosa, soy el hombre en la sombra.

 

¿Tiene algo de ingrato, el trabajo de productor?
Es una figura necesaria pero poco reconocida. La parte de producción es creativa, tiene mucho más aliciente, es la parte más divertida.

 

De ti hablan siempre muy bien. Dicen que tocas casi cualquier instrumento.
Como estoy en el zulo, no me entero. Como enganchas un proyecto con otro, estás menos al tanto de lo que pasa fuera. Además, desde que terminamos un disco pasan tres o cuatro meses. Luego hay casos más extremos, como Marlango: como Leonor es actriz, tenía que buscar el hueco entre películas, grababa un año y el disco salía al año siguiente, porque no había manera de cuadrar cosas.

 

Tienes tu propio estudio, Casadiós, ¿sueles enlazar siempre la producción de un disco con otro?
Generalmente estoy haciendo varias cosas a la vez, voy simultaneando. A discos como el de Amaral, «Hacia lo salvaje», hay que dedicarle tiempo porque es algo grande. Es normal estar haciendo dos o tres cosas a la vez. Lo suyo sería hacer un solo disco, pero tal y como están las cosas… Además, hay muchos proyectos interesantes como para decir que no.

 

Mirando al sector de la producción, ¿cómo te afecta lo que está ocurriendo en la industria?
Por un lado cae todo, hay menos presupuesto, pero hay gente más emprendedora. Yo en realidad tengo bastante trabajo, así que está todo cubierto.

 

No parece que haya muchos productores de renombre, ¿es un sector con pocos especialistas?
Esto es una carrera de trayectoria, tenemos que hacer muchas cosas para que la gente te conozca. Hasta que no tengas un poco de repercusión, estás en la sombra.

 

¿Y cómo se marcan los límites entre el productor y el grupo que ayuda también en la producción?
Cualquier grupo es coproductor de su propio trabajo: están aportando su propio sonido, unas canciones. Labor de producción es ponerte al servicio del que está grabando, no imponer tu criterio. La labor de un productor es orientar, canalizar lo que ellos quieren, sugerir cosas. También tiene su parte psicológica, hay que hablar mucho, a veces hasta de cosas que no tienen que ver. Un productor es como un arquitecto.

 

En ese caso, ¿qué pasa cuando quieren poner la cocina en el sitio donde debería ir el baño?
En música no hay ni bien ni mal, hay cosas que sabes que funcionan y otras no. Siempre hay manera de darle vueltas, a lo mejor es replantear la idea, es una cuestión de traducción. Muchas veces la gente persigue un sonido, y lo que está persiguiendo es una sensación que provoca ese sonido, y se lo das con otra cosa. Es muy visceral, hay mucha intuición.

 

«La de Amaral ha sido una grabación importante, que puede marcar un punto de inflexión en mi carrera»

 

Tu último trabajo publicado es el nuevo disco de Amaral, «Hacia lo salvaje». ¿Cómo ha sido trabajar con Eva y Juan?
Aparte de que sea una grabación importante, que puede marcar un punto de inflexión en mi carrera, de puertas adentro ha sido una grabación natural, nos conocemos desde hace mucho tiempo, somos amigos y formamos equipo los tres para grabar todo en el estudio, llamamos a un batería y a un bajista, y lo demás lo grabamos nosotros. Hay mucho «feeling» con ellos. Como grupo qué vamos a decir… Además, las canciones eran espectaculares.

 

¿Cuándo te llegó el material?
Empezamos a escuchar canciones en octubre del año pasado, aún estaban en proceso de composición, y yo quedaba con ellos cada cierto tiempo para ver por dónde iban, sugería cambios para que las canciones funcionaran bien a guitarra y voz. A partir de abril, cuando volví de Argentina de trabajar con Xoel [López], nos pusimos a grabar el disco. Poder hacer canciones que no tienen fisuras es un gustazo. Tu trabajo puede ser mejor cuanto mejores sean las canciones que te traen. Si tú produces a un grupo con malas canciones, tú vas a sonar como suene el grupo.

 

¿Te refieres a eso que dice Loquillo de que el nivel de un grupo lo marca el peor?
Más que ser peor, yo me fijo en las características de cada uno. A lo mejor alguien no es muy técnico pero tiene mucho rollo tocando. No puedes entrar con una connotación negativa, alguien viene a grabar contigo y tú tienes que dar lo mejor de ti, que ellos estén contentos y tú también.

 

Decías antes que este disco puede marcar un punto de inflexión en tu carrera. ¿Crees que es el disco más importante que has grabado?
No lo sé, tienes que estar orgulloso de todos los discos que haces, es como una criatura tuya. Este disco va a llegar a muchísima más gente, Amaral es un fenómeno, la gente te mira más con lupa, por eso el punto de inflexión. Lo hemos grabado en Nueva York, no hemos tenido ningún tipo de limitación técnica. Es un disco que te pone en el mapa. Como ellos han querido salirse de donde estaban y han querido marcar una diferencia, también para ellos es un punto de inflexión.

 

Posiblemente sea su disco más libre, ¿no?
Siempre han sido ellos, pero la gente evoluciona y cambia, musicalmente también. Nunca han dejado que la gente les diga lo que tienen que hacer, a cuadrado que a la gente le han gustado las canciones. El disco anterior ya marcaba un cierto giro, pero en realidad es la misma evolución que iban teniendo.

 

La siguiente piedra en un camino que ya iban recorriendo…
Cuando U2 sacó «Achtung baby», la gente se les echó encima, no lo entendió. Veinte años más tarde te das cuenta de que es un disco pivotal en la carrera de U2. La perspectiva del tiempo te da la clave.

 

Volviendo a Amaral, al margen de vuestra amistad, ¿por qué habéis trabajado tan bien como trío?
Ellos funcionan muy bien como equipo, se van buscando la vida a base de ir probando cosas. Yo entro ahí escuchando y sugiriendo, tomando atajos, pero en realidad es todo muy espontáneo. Hay cosas que son como accidentes y de repente funcionan. En la producción trabajas con cosas muy delicadas, con lo que ha escrito alguien. Confíar en que no voy a destrozar tus canciones y no voy a hacer nada que tú no quieras es mucho terreno ganado.

 

Parece que es fácil trabajar contigo, ¿qué te dicen los músicos?
Algunos vienen con experiencias previas de otras grabaciones como un tedio, con una mala sensación, o agridulce, y hay que trabajar sobre eso. Hay gente que me dice que es el primer disco de los que han hecho que pueden escuchar. Después de trabajar tres o cuatro meses en un disco, a veces acaba metido en un cajón. Soy especialista en devolver la esperanza.

 

El otro día Xoel contaba en EFE EME que, trabajando en el nuevo disco, a veces os miráis y os preguntáis qué es lo que estáis haciendo.
Nos conocemos desde hace tanto tiempo y hemos tenido tantas batallas que no hace falta decir nada, trabajamos muy bien juntos porque sabemos lo que quiere cada uno y vamos en la misma dirección, apretar la tuerca para ir a un sitio donde no haya nadie. Lo que estamos grabando ahora es una evolución de Xoel, pero teniendo en cuenta lo que ha vivido tiene bastante sentido. Llevamos cocinando el disco un par de años o tres, he escuchado las ideas primigenias de las canciones y he visto cómo crecían. Se trata un poco de crear, no de hacerlo como siempre.

 

Y al vivir Xoel en Buenos Aires, ¿ha venido con músicas sudamericanas en la cabeza?
Sí, hay un componente latinoamericano, pero no es algo que no estuviera antes. Él ha crecido con música anglosajona y latina que escuchaban sus padres, con los Smiths y Héctor Lavoe. Hay un componente latino a nivel de percusiones o melodía, pero Xoel siempre ha sido de melodías, es una especie de catalización de algo que llevaba cociéndose hace tiempo. Estilísticamente puede descolocar un poco, pero al analizarlo con otros discos no hay tanta diferencia. Cambia un poco la instrumentación o el tipo de temas, pero es una evolución de donde viene y adonde va.

 

Volviendo a tu forma de trabajar, ¿eres metódico?
Soy bastante caótico. Sí hay una parte metódica, una especie de esquema, pero estoy saltando de un lado a otro.

 

«Hace poco he ido a hacer cursos con el ingeniero de Michael Jackson, con el tío que hizo el «Nevermind» de Nirvana, mezcladores míticos y productores, para ver cuál es su método de trabajo»

 

A todo esto, ¿cómo empezaste a trabajar como productor?
Yo tocaba, y me metí en cosas técnicas en mis propias canciones. Hace poco he ido a hacer cursos con el ingeniero de Michael Jackson, con el tío que hizo el «Nevermind» de Nirvana, mezcladores míticos y productores, para ver cuál es su método de trabajo a nivel técnico y personal.

 

Tenías un grupo, Cambio de Planes.
Sí, luego me quedé con ese nombre yo solo. Tenía un dinerito y me fui a masterizarlo a Abbey Road, fue el principio de lo que estoy haciendo ahora, como el disco estaba bien grabado empecé a hacer cosas de producción.

 

¿Así empezaste en la música?
En realidad empecé tocando teclados de grupo en grupo, me encantaba tocar con todo el mundo. Empecé tocando en el 91, en el 92 tuve mi primer grupo, Colorado, que hacía country rock. Luego toqué con Teté Delgado y los Supremos un año, y en el 95 entré con Los Limones hasta el 99, cuando salieron de DRO. Participé en la producción de Siete Kares, aunque no de forma oficial. Después entré en el folk, con un grupo que se llamaba Brath y era pionero en Galicia por meter una batería a la música folk. Luego toqué con Cristina Pato, y me vine a Madrid en 2003, me encontré a Xoel, sustituí al teclado que tenían y llevo ocho años tocando con él.

 

¿Cuánto tiempo llevas en tu estudio, Casadiós?
Al principio no pensaba montar un estudio, pero hace cinco o seis años me moví allí, empecé a grabar y salió la idea, y estoy encantado. El primero que grabé en Casadiós fue el primer disco de Eladio y los Seres Queridos, ahí empezó todo.

 

¿Cuál ha sido el momento más surrealista que has vivido en un estudio?
Bueno, fue en mi casa. Yo estuve tocando con Cañita Brava, tenía el mismo management que Los Limones, me apunté a su banda; en el 95, cuando lo de ‘El semáforo’. Un día subimos a casa para ensayar y puse una cinta a grabar, porque la gente no se lo iba a creer, había que enseñarlo. Eso lo tuve en mi coche un montón de tiempo, llegó un momento que los de la agencia de management me dicen que hay que grabarle algo para escuchar lo que hace, y yo les dejé la cinta para que la escucharan. A las tres semanas sacaron esa cinta a la venta, con aplausos por delante y por detrás de cada canción. Fue bastante surrealista.

 

Volviendo al presente, o al futuro, ¿en qué proyectos vas a trabajar los próximos meses?
Hay cosas que aún no están confirmadas… Estoy terminando el disco de Xoel, entro ahora a grabar con Última Experiencia, y estoy hablando con Budiño, el gaitero.

 

Veo mucho gallego en tu nómina…
La tierriña es la tierriña, he vivido en Coruña toda la vida, hasta que vine aquí. También grabé «La ciudad de las agujas», de Amaro Ferreiro, un músico peculiar en el buen sentido.

Desde aquí puedes acceder a la web de Juan de Dios Martín y de su estudio, Casadiós.

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