“Poema y letra de canción ocupan en un mismo edificio habitaciones contiguas separadas por una puerta sin cerrojo”
Jesús María Cormán es, principalmente, pintor y poeta, pero si llega a esta sección es porque, desde hace ya veinte años, es el letrista de cabecera de Mikel Erentxun. Arancha Moreno charla con él.
Una sección de ARANCHA MORENO.
Fotos: BEATRIZ TORRES.
El oficio de letrista es uno de los más desconocidos dentro del gremio musical: gran parte del público no se fija en los títulos de crédito, especialmente en esta era digital. De ahí que queramos sumergirnos en esas sombras, y descubrir a uno de esos escritores de canciones en los que merece la pena detenerse. ‘A un minuto de ti’, ‘California’ o ‘Cartas de amor’ salieron del puño de Jesús María Cormán, artista, pintor, escritor… Y letrista de confianza de Mikel Erentxun desde hace ya dos décadas, aunque él nunca pensó que acabaría escribiendo canciones. La entrevista tiene que ser a distancia, ya que Cormán sigue viviendo en San Sebastián, pero a veces los kilómetros se vencen con cercanía y amabilidad.
Se te conoce por tu trayectoria pictórica y poética, laureada unas cuantas veces, pero además de todo esto eres el letrista de muchos de los éxitos de Mikel Erentxun. ¿Cuándo empezaste a escribir, y cuándo a firmar letras de canciones?
Es relativo. Uno comienza a escribir sin darse cuenta, es algo progresivo. Primero son ejercicios escolares y después escribes por puro placer o por necesidad. En mi caso, la literatura, como la pintura, eran vocaciones imparables. Así que, en cierto momento, ya vi que no había vuelta atrás. Las letras de canciones vinieron más tarde: de hecho, mi primera letra “oficial” fue ‘A un minuto de ti’, cuando ya tenía 26 años. Y fue sin buscarlo, de manera accidental. Nunca me había imaginado que acabaría escribiendo canciones.
Eres letrista pero no intérprete, ¿tienes formación musical?
No. Pero diré en mi defensa que soy un melómano empedernido.
¿Supone esto un impedimento a la hora de escribir canciones?
Ningún impedimento. Aparte del sentido literario que quieras adjudicar al tema, hace falta un mínimo de sentido común, para que, por ejemplo, fonéticamente sea fácil de cantar, o que cada acento vaya en su sitio. Aunque puede que sean manías personales, supongo que hay gustos para todo.
Probablemente, los letristas sois los más alejados del foco dentro del gremio musical. ¿Os sentís los grandes olvidados de la industria, o los grandes desconocidos para el público?
Uno ha de saber cuál es su rol. El autor de una letra generalmente no defiende su letra en el escenario, lo hace el intérprete. Así que lo más fácil es que el público identifique las palabras con quien las dice. Pero es algo normal. En el cine, por ejemplo, no creo que haya mucha gente pensando en el director de fotografía o en el responsable de casting, cuando ve la película; la inmensa mayoría ve a los actores interpretando. A veces es mejor pasar desapercibido que ser recordado.
Llevas 20 años escribiendo canciones con Mikel Erentxun, ¿dónde y cuándo nació este «matrimonio» musical?
Para cuando escribí mi primera letra ya había publicado mis primeros libros de relatos y otro volumen de poemas. Cuando Mikel y yo nos conocimos, en el año 91, yo le pasé estos libros, y al año siguiente, de forma inesperada, me invitó a probar en un par de canciones del que iba a ser su debut en solitario. Me advirtió que aquello era una prueba, que cabía la posibilidad de que no le gustasen. Esos dos temas eran, aún sin letra, ‘A un minuto de ti’ y ‘Uña y carne’. Las escribí sin pensar demasiado, sin plantearme nada: solo que eran dos melodías increíbles y que tenía que escribir algo que no las “molestase” demasiado. Escribí aquellos dos textos de un día para otro y llamé a Mikel para ver qué le parecían. Para mi horror me pidió que se los cantara. Le gustaron. El resto es historia.
‘A un minuto de ti’, ‘California’, ‘Grandes éxitos’, ‘Marcos y Nerea’… Son letras de Jesús María Cormán. ¿Cómo se escribe una letra con visos de ser un éxito de pop?
Como he dicho antes, ‘A un minuto…’ la escribí ¡con absoluta irresponsabilidad! Nadie –el último yo– imaginaba en lo que iba a convertirse. Si hubiese escrito esa letra diez años después habría sido de otra manera; probablemente habría perdido frescura, cierta ingenuidad que tiene, y tendría “maneras” de canción-que-puede-ser-éxito: no sé si me explico; y obviamente, no la habría escrito en una hora. Después vinieron otras canciones, de esas que ya ves su potencial desde que están en hilvanes. Y como sabes lo que tienes entre manos, la responsabilidad es mayor. Y la responsabilidad, cuando de arte se refiere, es la peor de las alianzas. A veces, ese sobresfuerzo tiene su recompensa; otras veces, lo empeora todo.
¿Cómo trabajáis juntos? ¿Mikel te pide una letra, te manda algún boceto o idea, te enseña unos acordes…?
De todas esas formas, ¡y de más! Mikel compone de forma compulsiva, es muy intuitivo. Cada idea la graba de inmediato para que no se disipe. Así que lo normal es que, de cara a la preparación de un disco, cuente con cientos de bocetos –guitarra y voz generalmente– de los que luego sólo unos cuantos se convertirán en canciones. A veces lo más complicado es encontrar el diamante en bruto. El siguiente paso es escribir el texto; y después corregir, corregir, corregir. ¡Y nunca se corrige lo suficiente!
“La canción que más guerra dio fue ‘California’, y siempre he tenido la sensación de que esa guerra la perdí”
Un centenar de canciones da para muchas historias. Cuéntanos alguna: la de la canción que te dio más guerra, o la que te abordó en plena noche, o aquella de la que más orgulloso estás…
La canción que más guerra dio fue ‘California’, y siempre he tenido la sensación de que esa guerra la perdí. La que menos guerra dio, ‘A un minuto…’, que la escribí en una sobremesa, y aún la recuerdo entre migas de pan. Y hay un puñado de canciones de las que me siento orgulloso; por motivos estrictamente artísticos “Cartas de amor…”, porque pude ver el diamante dentro de la roca.
En este tiempo, las canciones de Mikel han evolucionado hacia otros senderos, él lo ha hecho como músico, y tú como letrista. Seguro que tienes una visión clara del camino recorrido. ¿Desde dónde partisteis, y dónde crees que estáis ahora?
Ha sido una evolución muy natural. Tan natural como el hecho de ir cumpliendo años y ver cómo tu propio panorama personal se transforma a cada día que pasa. Los primeros temas, de comienzos de los 90, tal vez tenían un contenido más simbólico que, por ejemplo, los temas de “Detalle del Miedo”, que son estampas cotidianas, a las que se intentó “limpiar” de todo artificio para presentar la historia de manera más directa. En este momento, a 2012 ya, creo que estamos en un punto cercano a “Detalle del Miedo”, pero con un plus añadido a lo que se hizo en aquel.
Hace poco estuvisteis juntos en el Festival Acróbatas, haciendo un ciclo de música y poesía que estrechó las fronteras entre los dos géneros. ¿Qué supuso este experimento?
Fue una experiencia estupenda. Era la primera vez que Mikel y yo estábamos juntos en un escenario. ¡Básicamente porque yo nunca me había subido a un escenario! Fuimos engranando poemas y música en un ejercicio casi didáctico –para el público y para nosotros mismos– en el que el contenido de los textos entraba y salía de las canciones. Así, no fue ni un recital de poesía ni un concierto propiamente dicho, pero daba la oportunidad de acercarse a lo que pudiera considerarse el paso previo a la canción antes de ser canción. Ambos nos quedamos satisfechos, y si tenemos oportunidad –y nos llaman– repetiremos encantados.
Después de tanto tiempo trabajando con Mikel, ¿cuál crees que es su mejor virtud como artista?
Primero: su facilidad para construir grandes melodías. Y segundo: su capacidad de trabajo. Esto último, el hecho de que los dos trabajamos a un ritmo parecido, aparte de otras consideraciones, es uno de los factores que ha ayudado a que llevemos tantos años juntos.
Por su mayor defecto no te voy a preguntar, pero alguna manía tendrá a la hora de trabajar, supongo…
¡Y quién no tiene manías! Por decir algo, a veces hay palabras que le parecen horribles de decir, y hasta que no desaparecen del texto no ceja. Tampoco le gusta mucho la letra “ese” a comienzo de palabra…
En el próximo disco de Mikel, «24 golpes», también hay letras tuyas. ¿Cuáles?
En el disco propiamente dicho hay tres: ‘Ropa vacía’, ‘Cuervos blancos’ y ‘Con la vida en los talones’. También hay otras dos canciones en el disco acústico que se publica simultáneamente a “24 golpes” [«Electrica Pkwy»], los títulos son: ‘Manos frías’ y ‘Ayer es un animal herido’.
¿Has podido escuchar el trabajo completo? ¿Qué nos vamos a encontrar?
Sí, claro. Es un disco más directo de sonido y producción. Intenciones de rock años 70, que bascula entre el primer Bowie y los Beatles más visionarios. Será un trabajo que, como ocurriera con “Detalle del miedo”, gustará a unos, y a otros, posiblemente deje indiferente. Pero… ¿Qué sería de un artista si se empeñara en agradar a todo el mundo?
En este trabajo Mikel firma muchas letras, pero también están las de Rafa Berrio, José Ignacio Lapido, Diego Vasallo… ¿Cómo explicarías la diferencia que puede haber de un puño a otro?
Las letras son autorretratos; no digo autobiografías. Hablan de la forma que tenemos de “enseñarnos”. Son casi tan determinantes como el aspecto físico. Así, la elección de las palabras, la estructura, la atmósfera… todo esto nos pronuncia, nos define, nos retrata como comunicantes. Esto es más interesante que cuestiones puramente narrativas. De esta forma, cada cual es diferente, nos “enseñamos” diferente; lo mismo que también serán diferentes las percepciones que cada cual haga de un mismo autor.
‘Mapas en el hielo’ es la primera letra de Diego Vasallo que graba Mikel en mucho tiempo. ¿Por qué crees que esa colaboración llega precisamente ahora?
Por lo que sé, esta colaboración surge de forma natural. No fue nada planeado. Todo empieza en una cena en la que Diego en sobremesa toca a Mikel una canción nueva. A Mikel le gusta y plantea a Diego grabarla en su nuevo disco. Y ahí está… Es un tema denso, introspectivo, muy en las formas del último Vasallo.
Hay quien mantiene que la canción debería ser, dentro de la escritura, un género propio, como lo es la novela, o los relatos, o la poesía. ¿Estás de acuerdo?
No sé si es apropiado hablar de género. Lo que sí está claro es que tienen un funcionamiento diferente: una canción no es un poema y un poema no es una canción. Lo que sí está claro es que poema y letra de canción ocupan en un mismo edificio habitaciones contiguas separadas por una puerta sin cerrojo. Esa vecindad hace que haya vínculos muy estrechos… aunque no ocupen el mismo espacio. Hay letras que se pueden leer como poemas y letras que suenan maravillosamente bien cantadas, pero que sin embargo, es recomendable no leerlas fuera del contexto melódico de la canción.
Nadie conoce la fórmula del éxito, pero… ¿Crees qué hay algún elemento imprescindible, a la hora de crear una buena letra?
La fórmula del éxito –supongo que hablamos de éxito comercial– es más misteriosa que la fórmula de la Coca-cola. Éxito no es sinónimo de buena canción. Una letra ha de ser buena, sin más, sin otra aspiración que esta. Su objetivo prioritario es complementarse con la melodía al punto de que se conviertan en una unidad indisoluble. Eso es lo más importante de todo. El éxito comercial es otra cosa más frívola. Porque, no nos vamos a engañar: no creo que el éxito dependa del magisterio de su autor.
Hablaba antes de un matrimonio musical, pero no sé si eres bígamo, o tienes algún otro amante para el que escribas canciones…
Mi matrimonio con Mikel siempre ha sido de los de “para toda la vida”. Sobre el resto de la pregunta, sólo puedo decir que no es elegante airear los secretos de alcoba…
A tu juicio, ¿quiénes son, o han sido los grandes compositores de nuestra música?
Hay muchos buenos. Serrat, por ejemplo, siempre ha escrito de fábula.
Confiesa: ¿tienes alguna letra en el cajón, escrita para un músico que no ha llegado a leerla?
Sí. Pero el músico en cuestión sí ha llegado a leerla. No diré quién es, por superstición.
¿Cuál ha sido tu última letra?
La última de la que te he hablado.
Al margen de la música, ¿en qué andas trabajando ahora? ¿Exposiciones, poesía…?
Como pintor, estoy preparando obra para varias exposiciones que realizaré en 2012 y 2013. Como escritor, sigo escribiendo poemas sin objetivos definidos. He completado tres libros, aún inéditos, de poemas que iré publicando sin prisa.
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Anterior entrega de Músicos en la sombra: José “Niño” Bruno, el batería de Andrés Calamaro.