“Trabajar con Danza Invisible es genial, son unos currantes de la música bestiales. Los tíos saben poner al público más difícil que te encuentres en pie”
En la serie «Músicos en la sombra», Arancha Moreno nos presenta a Coki Giménez, actual batería de M Clan, pero que también ha tocado con Danza Invisible, Amaral y Chambao.
Una sección de ARANCHA MORENO.
“Para no ver el final”, el último trabajo de M Clan, se ha convertido –para muchos– en el mejor disco de la banda murciana: letras impregnantes, destilaciones de buen rock, blues y soul y un sonido potente, fruto de una máquina muy bien engrasada. Nos fijamos en ese disco, y nuestra investigación nos lleva a descubrir las piezas fundamentales del mismo. Entre ellas, a su batería, Eduardo “Coki” Giménez, joven músico malagueño que ya ha grabado y girado con Danza Invisible y Chambao, y que además fue el batería de la gira “Gato negro, dragón rojo” de Amaral. Nos toca ir, virtualmente, hasta Málaga, que es donde vive Coki.
¿Tu primer recuerdo musical?
En casa con mis hermanos. Mi hermana mayor era algo así como “la jefa”. Nos ponía música de los ochenta, bailábamos y lo pasábamos muy bien.
¿Cuándo y por qué empiezas a tocar la batería?
Empecé a tocar a los 14 años. Siempre me había atraído, era algo innato, aunque es un instrumento tan divertido que a cualquier chaval de esa edad le puede llamar la atención. Mi hermano mayor tocaba la guitarra flamenca. Mi padre me fabricó un cajón como pudo, y de ahí la batería. Fue gracias a mis padres, que me regalaron mi primer set, marca “Thunder”. Sesenta mil pesetas de la época. A ellos les debo todo.
Partiste del rock para trabajar con otros estilos, dibújanos ese recorrido.
Empecé con el rock porque era la música que más me llegaba: Led Zeppelin con John Bonham, Deep Purple con Ian Paice… La figura del batería en ese contexto mola mucho, tocar rock es muy divertido para empezar. Suelen ser –dependiendo del estilo– figuras fáciles de entender, y además ¡puedes cantar al mismo tiempo! [risas]. Tras pasar un tiempo, el cuerpo me pedía algo más. Me fijé en baterías jazzeros y de fusión. Luego vino el funk, flamenco, música electrónica… Vas incorporando cosas y todo aporta. Al tener un hermano mayor que también flipa con la música las recomendaciones son continuas. Un disco que me marcó muchísimo fue “De akí a Ketama”, con el maestro Pedro Barceló a la batería. Tenía de todo: flamenco, salsa, música brasileira, funk… Me puso la cabeza en ebullición, y empecé a abrir más el coco. Y sigo a día de hoy. Non stop music.
He leído que fuiste autodidacta, pero también recibiste clases. ¿Hasta dónde puede llegar uno solo, y dónde le hace falta un profesor?
Yo creo que uno solo puede llegar donde se proponga, es una cuestión de motivación y de lo que vayas buscando. La música es un tipo de lenguaje, cuanto mayor y más variado sea tu vocabulario, mejor podrás expresar aquello que quieras decir. El profesor debe resolver tus dudas a la hora de entender ese vocabulario. El único profesor con el que he estudiado ha sido Miguel Morales, de la Escuela Groove, de Jaén. Me aportó muy buenos consejos y me motivó bastante. Hoy por hoy, con internet y la cantidad de información que hay te puedes llegar a colapsar. Un buen profesor filtrará esos elementos y los adaptará a tus necesidades, por lo menos así debería ser.
Eres bastante joven, pero ya tienes una larga trayectoria a tus espaldas. ¿Quién te contrató primero?
Mi primera gira profesional fue con Danza Invisible, aunque ya llevaba tiempo atrás tocando con todo aquel que podía. Recuerdo una orquesta de ingleses en la que hacíamos versiones de los Blues Brothers con pases interminables… Pero sí, fueron Danza Invisible los que me hicieron mi primera prueba.
Grabaste el álbum “Pura danza” de Danza Invisible (2001) y “Polo Sur” (2006) de Javier Ojeda. ¿Cómo fue trabajar con la banda, y cómo grabar con Javier en solitario?
Trabajar con ellos es genial, son unos currantes de la música bestiales. Los tíos saben poner en pie al público más difícil que te encuentres. Apostaron mucho por mí y me enseñaron un montón. Ellos mismos fueron los que quisieron e insistieron en que grabase ese disco, y eso que mi experiencia en el estudio era prácticamente nula. Son una pieza clave en mi trayectoria. Y con Javier fue igual. Creó una banda paralela, Javier Ojeda y el Tercer Mundo, hicimos una pequeña gira y posteriormente se grabó el disco. Fue algo más rápido por cuestiones de agenda, ya que por aquel entonces yo ya estaba trabajando con Chambao y fijamos unos días concretos, pero también fue como la seda. Javier tiene muy claro lo que quiere y eso es de agradecer a la hora de trabajar para un artista.
Danza Invisible, Chambao, Manzanita… Veo mucho aire sureño en tu currículo.
Bueno… Soy de Málaga. Estoy más cerquita.
«En marzo iré con M Clan a Argentina unas semanas. El nuevo disco se grabará este año, pero aún no sé cuándo»
Giraste con Amaral en “Gato negro, dragón rojo”. ¿Por qué te llamaron?
Fue una suerte tremenda. Ellos no tenían banda de directo. De hecho, creo que llevaban largo tiempo sin tocar. Una amiga común me recomendó y prepararon una quedada para juntarnos y tocar junto a un bajista, Iván Gonzalez “Chapo”, que actualmente también está en M Clan.
Las giras de Eva y Juan son largas, intensas y multitudinarias. Gran desgaste, imagino…
Bueno, desgaste físico en todo caso. Pero fue una gira para recordar siempre. Tocar tantas canciones, para tanta gente, con metrónomo y en un espectáculo grande no es fácil. Tienes que cambiar muchas cosas en tu manera de enfocar el instrumento, por lo menos en mi caso.
Supongo que trabajar con grupos de larga trayectoria requieren una “puesta al día” de su discografía que exige mucho trabajo.
Bueno, exige tiempo para prepararte correctamente el repertorio y no perder luego tiempo en los ensayos. A mí me parece una parte del trabajo muy bonito e interesante, porque vas a darle un poco de ti a esas canciones.
¿Hubo muchos cambios durante la gira, o el show tenía un repertorio cerrado?
El repertorio era más o menos fijo, pero sí que se cambiaba algún que otro tema. Se prepararon temas de sobra y según el día movían uno u otro de la lista. De vez en cuando también se preparaban diferentes arreglos entre temas, lo que daba más color al set list.
Cuéntanos algún momento especial de la gira.
Inevitablemente el nacimiento de mi primera hija, Marina. Mi mujer salía de cuentas en agosto, y ese mes teníamos cerca de veinte fechas cerradas. Yo daba por hecho que no podría estar en el parto. En una tirada en la que nos íbamos diez días fuera solo teníamos un día libre… Tuve la gran suerte de que mi mujer se pusiese de parto ese día, aguantó como una jabata hasta que llegué. Bajé de Madrid, llegué al hospital, nació la niña y me volví a las siete de la mañana para tocar en Bilbao. El road manager hizo un trabajo de logística brutal… ¡Gracias Presser!
¿Eres de los que disfruta de la grabación de un disco, o lo concibes más como paso previo para el verdadero regalo del escenario?
Grabar un disco es una auténtica pasada. Es una manera de tocar que nada tiene que ver con el directo. Son otras dinámicas y, si hay tiempo y presupuesto, cosa difícil en ésta época, puedes probar infinidad de cosas. Con tiempo, paciencia e imaginación salen cosas que en directo no se consiguen. El escenario es una pasada, pero es otra sensación totalmente diferente. Para mí uno no es mejor que el otro.
Has sido el batería del, probablemente, mejor disco de M Clan, «Para no ver el final». ¿Fue tu primer contacto con el grupo?
¡Muchas gracias por lo del disco! No, mi primer contacto fue en la prueba que me hicieron antes de la gira. Paró la gira de Amaral, y el técnico de monitores de M Clan, Antonio Cassinello, me recomendó: mil gracias Antoñico. Fui al estudio de Carlos Raya y allí empezamos a tocar. Hubo una química bestial desde el minuto uno. Me llamaron tras la tocata para decirme que les gustaría que trabajásemos juntos en el disco y el directo. Un regalazo.
Tarque y Ruipérez llevan mucho tiempo juntos, y parecen complementarse muy bien. ¿Son muy claros con lo que quieren de los músicos, o dan cierta “manga ancha”?
Te dan unas directrices de lo que a ellos les gusta, pero saben sacar lo mejor de ti de una manera muy sutil. Dejan mucho espacio para que aportes todo lo que puedas. Sientes que tienes tu propio espacio, lo que te da confianza. Pienso que gracias a eso se consigue una gran comunicación tocando.
“Para no ver el final” es un trabajo oscuro en algunos momentos, y luminoso en otros. ¿Hasta qué punto es distinto el trabajo del batería, de un tema a otro?
Cada tema del disco tiene su propia personalidad. Gracias a su manera de trabajar entiendes bastante bien lo que sugieren las canciones. El trabajo del batería es como el de cualquier músico: abrir bien los oídos, escuchar e intentar decir cosas interesantes a la música. Suena muy metafísico pero yo lo siento de esa manera. Si a eso le añades poder grabar el disco en directo todos juntos, la comunicación es muy potente.
Ha sido una gira larga, de más de un año.
Increíble. Ha sido una gira espectacular. Tanto en lo musical como en lo personal.
¿Hasta qué punto se ha notado el rodaje, desde los primeros bolos hasta los últimos de diciembre?
Mientras más tocas los temas más los depuras. Toda la banda disfrutaba cada concierto como si fuese el último, por lo que el rodaje se hizo bastante rápido. En los últimos conciertos la compenetración era brutal, tanto que había rangos de dinámica que yo nunca había manejado tocando rock. Todo el mundo estaba muy atento al otro.
¿En qué otros proyectos has trabajado últimamente?
Con M Clan de gira no tengo demasiado tiempo para otras cosas. Me centro bastante en mi trío, Toonik, con el que estamos grabando el segundo disco. También he grabado el último disco de los Aslándticos, el homenaje a Manzanita “Con piel de Manzana”…
He visto algunos clinics tuyos por la red, ¿te dedicas también a dar clases?
Cuando puedo doy clases, pero no me considero para nada buen profesor. Las clases que doy son más una guía que pueda ayudar a cosas que creo son muy prácticas a la hora de tocar en directo o grabar.
¿Y dónde pones la vista este 2012?
En marzo iré con M Clan a Argentina unas semanas. El nuevo disco se grabará este año, pero aún no sé cuándo, y hasta que arranque de nuevo la gira estaré colaborando con Chambao en su nuevo trabajo.
Tres álbumes básicos de tu discografía.
«Toonik», de Toonik. El DVD «La barrera del sonido», de Amaral. «Para no ver el final», de M Clan.
Y un sueño, ¿a quién te encantaría acompañar en un escenario?
Me encantaría seguir acompañando a la buena música. Que no acabe. Me siento el tío más afortunado del mundo por poder dedicarme a esto.