Músicos en la sombra: César Pop, de vocación, acompañante

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«Te ves tocando la canción y 5.000 personas que la cantan y no das crédito. ‘Estrella Polar’ me la inventé en un taxi, pensé que no molaba nada y emocionó a un montón de gente»

Se le puede ver habitualmente con Pereza, ocupando la posición de teclista, pero también ha pasado por Babylon Chat o Le Punk. Y ha colaborado con Quique González y Xoel López. Estos días debuta como solista. Arancha Moreno lo entrevista.

 

Una sección de ARANCHA MORENO.

 

Es el teclista habitual de Pereza, militó en Le Punk y ahora debuta con su primer disco en solitario, «Te llames como te llames». Será la primera vez que le escuchemos cantando sus propias canciones, aunque algunas ya las conocemos en boca de Pereza, Quique González o Iván Ferreiro. Nos encontramos con él en un café madrileño a media tarde, días antes de que presente en directo su primer trabajo.

 

Estudiaste piano hasta que te cansaste. ¿Cómo fue?
Cuando era pequeño, mi abuelo se apuntó a clases particulares de acordeón y me llevaba con él. El profesor de mi abuelo tenía una sala con un montón de pianos y me dejaban allí enredando mientras tanto. A mí me gustó, el tipo debió ver que me gustaba especialmente y le propuso a mis padres que me llevaran a aprender. Estudié hasta quinto de piano en el conservatorio, hasta que me cansé del academicismo, no me gustaba la manera que tenían de enfocarlo y lo dejé.

He leído que también tocas el acordeón, ¿te enseñó tu abuelo?
No, pero aprendí con su acordeón. Él se puso a tocarlo cuando se jubiló, era un tío muy inquieto. El acordeón se quedó en casa muerto de risa, y cuando tuve edad de poder levantarlo lo pillé, cogí un libro sobre acordeón y con el tiempo aprendí a tocar un poquito. A veces lo uso, pero no soy acordeonista.

Eres asturiano, ¿empezaste a tocar con bandas allí?
Sí, soy de Navia. Empecé a tocar con grupos más mayor, cuando me fui a estudiar fuera, en el pueblo aprendí a tocar la guitarra, y hacía canciones, pero no empecé a hacer nada hasta que me fui a Oviedo a estudiar. Allí entré en contacto con más músicos, estuve en una banda que se llamaba Los Débiles, en Babylon Chat…

¿Coincidiste con Igor Paskual?
No, yo entré cuando él se fue, en la reestructuración de la banda. Yo estuve en la última etapa, en el último disco.

¿En estos grupos eras teclista o guitarrista?
Fui guitarrista en los dos, también estuve en un grupo llamado Claire Beaus y ahí me obligaron a tocar el piano. El cantante me dijo que un colega nos dejaba un piano eléctrico para la gira, que me aprendiera las canciones y lo tocara yo. Le dije que no, que yo era de clásica, pero me dijo que o tocaba eso o me piraba.

Así que fue obligado, en ese caso.
Sí, pero el piano me encanta, me gusta más que la guitarra. La guitarra es un instrumento muy práctico, te lo puedes llevar con quince años a los campamentos, con veinte a los botellones y con treinta a las casas de los colegas.

Después de todo eso, ¿vienes a Madrid?
Sí, al terminar la carrera de ingeniería informática, una carrera de tres años que hice en siete, no sabía qué hacer con mi vida, seguía con la fantasía de dedicarme a esto. Ya era amigo de Leiva, le había conocido en Oviedo en la gira del primer disco de Pereza. Él se iba de casa de sus padres a compartir piso con otro colega y me dijo que me viniese a Madrid, que era más fácil. A los dos o tres meses de llegar, Tuli [el batería de Pereza en sus comienzos], que tocaba el saxo y el clarinete en Le Punk, me dijo que estaban buscando un pianista y me llamaron para grabar una maqueta. Hubo buena onda y me tiré con ellos un par de años.

En esa época trabajabas también en el Toni 2, un piano-bar muy particular de la noche madrileña. ¿Cómo lo compaginabas?
Ese sitio tiene mucha tela. Empecé a tocar ahí en 2004, cuando yo empecé a tocar no había casi gente joven, era gente de 45 para arriba, era una clientela que iba muy centrada a escuchar. A veces llegaba de un bolo y a la una de la mañana tocaba boleros en el Toni.

Aparte de la etapa adolescente, ¿cuándo empiezas a componer tus propias canciones?
Había abandonado lo de componer a los 20, me encontré con gente que hacía canciones increíblemente buenas y lo dejé. Con Le Punk participé en algunas de las canciones. En el 2004 o 2005, cuando estaba en el Toni, me dio por hacer canciones poco a poco y de repente hice ‘Estrella polar’.

¿Y cómo se pasa de casi no escribir a hacer ‘Estrella polar’, uno de los grandes éxitos de Pereza?
No sé, la hice volviendo de ensayar, iba a tocar de invitado con Pereza y se me ocurrió la melodía. Me pareció que no molaba nada, que era un poco tonta, como de juguete, la tenía como un descarte. Un día, cantándole canciones mías a Leiva, se la enseñé, y me dijo “¡Pero cómo que no mola mucho, si es la que más mola de todas!”. Y la terminamos juntos.

Así que ‘Estrella polar’ nació de un descarte. ¿Cómo reaccionaste cuando viste el éxito que tuvo?
Flipaba, era muy fuerte. Te ves tocando la canción y 5.000 personas que la cantan y no das crédito. ‘Estrella Polar’ me la inventé en un taxi, pensé que no molaba nada y emocionó a un montón de gente.

¿Fue el comienzo de tu inclusión en Pereza?
Sí, fue en la misma época. Leiva me propuso que empezase a tocar con ellos cuando estaban preparando “Aproximaciones” y Pereza cambió de formación. Llevo con ellos desde «Aproximaciones», y ahora lo que venga…

También escribiste la música de una canción de Quique González, ‘Riesgo y altura’, de su último disco.
Esta música sí me gustaba, la había hecho para un corto de una amiga que era actriz, hicieron un corto fin de Master y me encargaron la música para uno de los personajes del corto.

(En mitad de la narración, desde los altavoces nos interrumpe ‘Estrella polar’. Casualidad y risas.)

¿Y contaba la historia de un personaje en particular?
Esto creo que no lo he contado nunca, la melodía principal era un corto en el que aparecía un vecino mirón, así que querían una música un poco inquietante para cada vez que apareciera él. Al final me puse a arreglarla y añadirle acordes y quedó una música que no era exactamente inquietante, pero les gustó un montón y quisieron que fuera la música para cerrar el corto. La tenía hecha y meses después, en casa de Quique, a las mil de la mañana, después de haber tocado todas las canciones del mundo y habernos hecho todas las confesiones posibles, les toqué ese tema. Nos íbamos a dormir, pero Quique se encendió y dijo que había que hacerle una letra ya. Me pidió que la tocara otra vez y a la segunda vez que la toqué ya había escrito los dos primeros versos: “Si vuelves a pensar en mí, ya no estaré cubriendo aquella ruta”, lo hizo en un momento. Esto empezó a las 7, y nos acabamos acostando a las 12 de la mañana.

¿Te funciona pensar en una imagen para empezar a escribir?
Puedo empezar con una frase, con una melodía, o un ritmo que me apetece. Pero tener un personaje es un buen punto de partida, porque intentas escribir desde el estado de ánimo de otro. Mi material de trabajo es lo que tengo yo por dentro, mis experiencias y mis emociones.

«Yo hacía canciones como juguetes que no iban a ningún sitio, pero con Quique González entendí que si le dabas dos vueltas a la tuerca podía llegar a un sitio mejor»

 

¿Con Quique González trabajas mucho?
Sí, lo llamo trabajar, pero como somos amigos nos vemos mucho, tocamos mucho y cuando tiene algo me llama y me canta lo que tiene, a raíz de eso acabo haciendo cosas en sus canciones o le sugiero cosas. Cuando le voy a ver es raro que no me suba a tocar un tema.

¿Qué has aprendido de él?
He aprendido muchísimo, a tomarme las canciones en serio. Quique se toma las canciones muy en serio, no se perdona nada, si algo no le convence rebusca hasta que encuentra las cosas emocionantes, nunca se relaja. Él me dio el empujón definitivo para tocar mis canciones. Cuando hicimos ‘Riesgo y altura’, estuve con él una semana, le tocaba mis canciones y me señalaba lo que creía que tenía que cambiar. Yo hacía canciones como juguetes que no iban a ningún sitio, pero con él entendí que si le dabas dos vueltas a la tuerca podía llegar a un sitio mejor.

Parece que ve un poco más lejos, no sé si como un visionario o un buen observador…
Es como si él fuese consciente de todo el trabajo y el esfuerzo que ha hecho para llegar a donde está y quisiese transmitirle a la gente la fuerza para que busquen ese sitio y recorran ese camino, que es duro. Te ve asustado en un momento y te dice que no te rindas, que pelees, que tires para adelante.

¿Y con Xoel López, qué grabaste?
Los pianos de “Fin de un viaje infinito”, en la época que yo estaba con Le Punk él estaba también en EMI y coincidíamos, y acabábamos muchas veces en el Toni. Ahí nos fuimos conociendo, me vio tocar y me llamó para hacer los pianos. Estuvimos dos meses trabajando, lo grabamos y ya no me fui de gira con él porque coincidió que fue cuando empecé con Pereza.

Sí que estiras el tiempo y compaginas colaboraciones, ¿eres de los que no les gusta decir que no a los proyectos?
Yo tengo vocación de acompañante, me gusta acompañar a la gente que me gusta, y tengo cierta afinidad para empatizar musicalmente con otra gente, me gusta mucho y me enriquece, me divierte. Todo lo que me ha salido lo he ido haciendo hilvanándolo todo bien y sin dejar a nadie colgado. He tenido suerte, dejé a Le Punk, a las pocas semanas me llamó Pereza, y entre medias me llamó Xoel, me vino todo rodado.

¿Hay alguien con el que te gustaría trabajar y aún no has podido?
Me gustaría trabajar con Iván Ferreiro, para él hice la canción ‘Magia’, se la mandé a través de Leiva, no le conocía pero al cantarla me la imaginaba en la voz de Iván. Él estaba preparando «Mentiroso mentiroso», le gustó y la incluyó. Me gustaría acompañarle en un concierto. También con Coque Malla. No quiero apuntar muy alto, no quiero decir Calamaro [risas]…

(Horas más tarde, y fuera de la entrevista, César confiesa que le encantaría trabajar con “Jorge Drexler: soy muy muy fan suyo”.)

Con estas canciones como antecedentes, es hora de enseñar las tuyas: acabas de grabar tu primer disco en solitario, «Te llames como te llames».
Sí, no sé si se va a notar mucha diferencia respecto a cosas que he hecho con otra gente o si se va a ver una relación con lo que he hecho ya. Son canciones más intimistas, a lo mejor, canciones menos de primera escucha, creo que es un disco con canciones bien hechas, que cuentan cosas de verdad, que provienen de emociones reales, y espero que cuenten emociones reales. Al principio iba a llamarse “Paredes desnudas”, pero era como más oscuro, más pesimista. Quería algo que dijera un poco lo mismo pero más luminosa.

Estás en fase expectante, entonces.
Estoy en fase acojonao. El disco lo empecé a grabar en abril y lo terminé de grabar el mes pasado con el técnico de Pereza, Carlos Hernández, que ha trabajado también con Los Planetas. Somos muy amigos y me hizo un trato muy bueno, bajo mínimos. Cuando necesitábamos grabar algo nos íbamos a un estudio, y el resto lo hacíamos en su casa.

¿Tenías las canciones completamente terminadas cuando empezaste a grabar?
Las canciones estaban hechas, a última hora apareció una que acabó entrando y me la produjo Leiva, pero todo lo demás viene de muy atrás. Dicen que los primeros discos son los grandes éxitos de las maquetas. De cinco años haciendo canciones tendría unas treinta y elegí las diez mejores. Las tenía todas escritas cuando me puse a grabar el disco, pero no lo hice del tirón, porque al hacerlo de esta forma precaria tienes que adaptarte a los horarios y hacer encaje de bolillos con la gente que participaba, y las agendas de los estudios. Si no tienes un presupuesto grande, tienes que aprovechar los huecos, la mayoría de los discos autoproducidos son así.

¿Qué músicos tocan contigo en el disco?
Mi banda base son Txetxu Altube a la guitarra, Manolo Mejías al bajo y Tuli a la batería. De invitados, tengo a Pancho Varona, me hacía mucha ilusión tenerle en el disco, hace coros y guitarras en ‘Lo que queda’; y a Alejandro Martínez, el violinista Marino Sáiz y Mario Raya.

Has compuesto las canciones en unos cinco años, ¿eso le da amplitud al disco?
Puede ser, de repente utilizas recursos diferentes. En cuanto a estilos, hay una ranchera, cuatro canciones que son básicamente pop-rock y las otras no sé cómo definirlas, hay una con un punto medio country… No sé cómo definir mis propias canciones estilísticamente.

Tú que tienes vocación de acompañante, ¿cómo llevas lo de estar en primera fila?
Al principio muy mal, terminaba los conciertos pensando dejarlo todo, me agobiaba un montón. Luego ya un poco mejor y este último ya he empezado a tener los nervios más o menos bajo control y a disfrutar. No creo que sea realmente mi sitio, donde mejor me desenvuelvo a día de hoy. Me he puesto a cantar por amor a las canciones, porque me gusta mucho comunicarme con la gente y quería compartirlo con la gente, pero me cuesta. No estoy del todo cómodo cantando, si bien cada vez me gusta más y me lo paso mejor.

Cuestión de tiempo, quizá…
Hace un par de meses toqué con Leiva en el Búho, fuimos a hacer versiones, y ahí me siento mejor, no sé si tiene que ver con que no tengo controlado lo otro o realmente tengo vocación de acompañante. No me siento en la sombra, me siento parte de algo que me gusta.

Este jueves, 27 de octubre, presentas el disco en la sala Clamores de Madrid. ¿Cómo va a ser el concierto?
Voy a hacer un acústico semi acústico o semieléctrico: Manolo, Tuli, Txetxu, Juancho [de Sidecars] y yo, y luego vendrá algún colega a tocar, no digo nombres porque no me gusta aprovechar para atraer a los fans de otros músicos, ni me gusta que vengan a los conciertos pensando que van a ver algo que se parezca a fulano o mengano. No confundir ni poner la pegatina en el disco, creo que no debe ser así al principio.

Terminamos con un disco de referencia.
¿Sólo uno? Joder… Es dificilísimo, una vez hice una lista de diez y me costó. Estoy entre varios. Estilísticamente podría decir cualquiera de los Beatles, o el primero de Jacob Dylan, o uno de Springsteen, pero quiero decir uno en castellano. Voy a decir “Canción infantil” de Serrat, me gusta mucho las cosas que cuenta, soy muy fan de Serrat, parece el mejor compositor que hay de los últimos cien años, me encanta. No es muy conocido, aunque tiene canciones impresionantes. O «Mediterráneo», también. Voy a decir “Mediterráneo”, así no quedo de empollón.

Anterior entrega de Músicos en la sombra: Nico Nieto, la mano derecha de Coque Malla.

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