Músicos con miedo

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Como cualquier ser humano, pero más expuestos que la media, los músicos atesoran fobias y miedos que a veces paralizan o condicionan sus carreras artísticas. Fernando Ballesteros recoge algunos casos.

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Las fobias y temores excesivos afectan a un importante porcentaje de la población. No me meteré en terrenos científicos, porque no es el momento de ahondar en lecturas sociológicas, pero se habla de un seis por ciento. Hoy no vamos a hablar de toda la sociedad. Lo vamos a hacer de músicos, un gremio en el que nada hace pensar que la cosa sea muy diferente al resto. Son personas con sus rarezas, sus problemas y, como pueden imaginar, son múltiples los casos de estrellas del rock que han confesado sus fobias.

Adele tiene ornitofobia (miedo a los pájaros), Kanye West aracnofobia y Puff Daddy es incapaz de ver a los payasos, pero eso no ha afectado mucho a sus trayectorias. Aquí recogemos aquellas que sí han condicionado de alguna forma sus carreras artísticas. Tanto, como para sentir que estaban en peligro.

 

Roger McGuinn: Miedo a ser asesinado en escena

En 1975, Bob Dylan se embarcó en su Rolling Thunder Revue. Aquel espectáculo total era algo así como un circo ambulante en el que el maestro contó con el respaldo de una banda de campanillas de la que formaban parte, entre otros, Joni Mitchell, Mark Ronson, Joan Baez o Roger McGuinn. También había escritores como Allen Ginsberg, todo un precursor de la contracultura, o el polifacético Sam Shepard.

Fue este último, precisamente, el que se encargó de documentar aquella experiencia en el libro “Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera” publicado dos años después. Una obra imprescindible en la que, entre otras interioridades de la vida de tantas estrellas, nos enteramos del miedo que martirizó durante una etapa de su vida al miembro de los Byrds Roger McGuinn.

Shepard le retrata como un personaje peculiar en el día a día y capaz de subir la temperatura al límite con sus interpretaciones en directo. Hasta ahí todo bien. Lo que pocos sabían era que había vivido buena parte de esas actuaciones con un profundo temor, un miedo terrible a ser asesinado en el escenario. Estaba convencido de que el peligro acechaba desde la cabina de luces. Imaginaba, mientras cantaba una canción con los Byrds, que un pistolero invisible se estaba preparando de forma meticulosa para llevar a cabo su acción criminal. Todo terminaba con un disparo y distinta suerte para nuestro protagonista. Unas veces, el proyectil hacía blanco y Roger caía al suelo abatido mientras el público, que no había escuchado el disparo, pensaba que se trataba de un desmayo. En otras ocasiones, la bala rebotaba en la guitarra y terminaba alcanzando a otro miembro del grupo. En el mejor de los casos, el asesino fantasma fallaba el tiro.

La realidad es que pudo vencer ese miedo y aún hoy, el viejo Roger sigue pisando los escenarios. Con maestría, pero mucho más tranquilo.

 

Bill Wyman y Robert Smith: Aerofobia

Uno de los miedos más frecuentes es el que provoca subirse a un avión. Todos conocemos a alguien que lo sufre. Quizá son ustedes mismos los que, en el mejor de los supuestos, acaban contracturados después de un vuelo. Agotados de haber estado en tensión durante tanto tiempo. Es una faena importante que te ocurra esto cuando tu profesión demanda volar con asiduidad. El primer caso que se me viene a la cabeza es el del ex bajista de los Rolling Stones Bill Wyman, que dejó la banda en 1993 tras más de tres décadas. Entre sus motivos, tenía uno de peso: calculadora en mano, había llegado a la conclusión de que con la gran cantidad de vuelos que tenía a sus espaldas, las probabilidades de sufrir un accidente aéreo estaban aumentando peligrosamente. Y es que, a veces, también intentamos racionalizar los miedos.

El líder de The Cure, Robert Smith, ha llegado a cruzar el Atlántico antes que sus compañeros, que se incorporaban vía aérea a la expedición, una vez que su jefe había completado la pesada travesía. Sonado es también el caso de la recientemente fallecida Aretha Franklin. La gran diva del soul recorrió enormes cantidades de kilómetros sobre ruedas para evitar subirse a un avión. De hecho, su miedo fue un factor que condicionó su carrera y que impidió que su voz brillara en muchos más escenarios del mundo. Decidió pagar ese precio. Siempre le dio miedo volar y lo superaba a duras penas cuando no le quedaba más remedio, pero un turbulento viaje en 1983 fue el detonante de una decisión definitiva. Nunca más se volvería a subir en uno de esos aparatos.

Hay muchos más ejemplos: Johnny Cash, Michael Jackson o Freddie Mercury, entre otros, no eran muy amigos de viajar por los aires. Y luego está el caso de Tom Petty. Muchos creímos que su ausencia de los escenarios europeos tenía que ver con su fobia a los vuelos. En realidad, su gran éxito en Estados Unidos y su menor repercusión en nuestro continente motivó que se prodigara tan poco por aquí y que muchos nos quedáramos con las ganas de disfrutar de su magia en directo.

Bowie también era reticente a volar desde que un rayo impactó en el avión en el que volaba en 1971, y Phil Spector, amigo de los numeritos, montó algún lío antes de embarcar en más de una ocasión. Al parecer se ponía nervioso.

 

Joaquín Sabina y Scott Walker: Maldito pánico escénico

Casi todos, en mayor o menor medida, experimentamos cierto temor a hablar ante un público numeroso. Es inevitable, se acaba venciendo, pero ese gusanillo está ahí. Pensemos en esas personas, por muy estrellas que sean, que se tienen que subir a un escenario para cantar, moverse, bailar, actuar, en definitiva, ante cientos o miles de personas. El pánico paralizante que bloquea y hace huir de las tablas ha afectado a muchísimos artistas.

En 2014, Joaquín Sabina volvía a Madrid tras un lustro de ausencia en la plaza. Aquella noche terminó antes de tiempo por un inoportuno ataque de miedo escénico. Un “Pastora Soler”, dijo el de Úbeda, en referencia a otra artista que había vivido episodios semejantes y echando mano de su conocido sentido del humor. ¿Miedo después de tantos años y con un público más que entregado? Sí. Por muchas décadas de experiencia que se tengan, cuando el corazón se acelera, aparecen los sudores fríos y la cabeza te pone sobre aviso de lo grave que sería decepcionar, es muy probable que el ataque sea un hecho y que esa noche, al menos, vaya a ganar el miedo.

La historia, de hecho, nos ha dejado ejemplos muy llamativos: Adele tuvo que ser tratada por estos problemas en pleno despegue de su exitosa carrera y Barbra Streisand se tiró desde 1967 y hasta 1994 sin subirse a un escenario.

En otras ocasiones se trata de vencer la timidez. Belle and Sebastian jamás pensaron que actuarían ante audiencias multitudinarias y tuvieron que acostumbrarse de forma gradual a su nuevo status y sus correspondientes peajes. El suyo no era un caso clínico, pero les costaba dar el salto. En el caso de los grupos de la escena shoegaze, que sacaban todo el ruido posible de sus guitarras mirando al suelo, parecían al borde de un ataque de pánico, pero lo suyo era más una pose. Como la de May tocando de espaldas al público en los primeros tiempos de Los Planetas.

Terminamos el apartado con un caso llamativo: el de Scott Walker. El que fuera ídolo adolescente con los Walker Brothers se fue alejando del mundo que le había lanzado a la fama hasta convertirse en lo que es hoy: un veterano artista de vanguardia. Por el camino cambiaron muchas cosas, y apareció un miedo escénico que nunca ha vencido. Cuentan que, en cierta ocasión, llegó a estrellar su coche para librarse de una actuación.

Walker, genial, inaccesible, hermético, ha pasado décadas grabando discos con largos silencios entre lanzamiento y lanzamiento, sin dejarse ver y alimentando una leyenda que, poco a poco y tras la publicación del documental “30 century man”, ha ido reduciéndose. Se diría incluso que en los últimos años hemos visto a un Scott casi comunicativo más allá de su música. Lo que no ha cambiado es su firma determinación de no volver a aparecer en escena. Nunca le volveremos a ver en directo.

 

Brian Wilson y Axl Rose: Coleccionistas de problemas y fobias

Otro que dejó de actuar en directo durante muchos años fue Brian Wilson, vocalista y alma mater de los Beach Boys. Su rivalidad con los Beatles le llevó a dar lo mejor de sí mismo en “Pet sounds”, una obra maestra incontestable, pero su búsqueda de la perfección terminó jugándole una mala pasada.

Metido de lleno en el proyecto “Smile”, al que dedicó horas y horas de trabajo, su cabeza se fue deteriorando. Nada le convencía: decenas de tomas, sesiones interminables, LSD, mucha cocaína. Aquello no iba a terminar bien. Ahí comenzaron sus problemas mentales. Sus manías, sus paranoias, sus miedos. Un Wilson que tocaba el piano sobre un cajón de arena porque creía que eso le hacía sentir el mar a sus pies, obligó a los músicos de la suite de orquesta de cámara a ponerse cascos de bomberos mientras tocaban. Llegó a provocar un fuego controlado en el estudio para grabar ‘Mrs. O’Leary’s cow (fire)’ y más tarde echó para atrás el tema porque pensó que había sido la causa de varios incendios en California. Poco a poco, sus trastornos iban a más. Hasta creía que Phil Spector le estaba espiando y le mandaba mensajes subliminales. Lo que le faltaba.

“Smile», obra que terminó editando en 2004, no pudo ver la luz y quedó como un proyecto fallido, inconcluso. A Brian, el fatídico segundo lustro de la década de los sesenta le dejó fuera de combate. Recluido, primero dejó de salir de gira y más tarde su abandono del negocio parecía total y definitivo. Pero en 1983 volvió a los escenarios, y en 1988 reactivó una carrera en solitario que llega hasta nuestros días. Las fobias y los miedos siguen ahí. Pero aún disfrutamos de Brian.

Y aunque no lo parezca, quien también tiene algo de miedo escénico es Axl Rose, el vocalista de Guns N’ Roses. Un factor que estaría detrás de alguna de sus espantadas y de aquellos legendarios retrasos con los que salía a actuar en los años dorados de su banda. Pero aquel, de existir, no era el mayor de sus problemas: Axl sufría de ataques de furia, cambios de humor repentinos… los que le conocen bien dan fe de ello.

Pensemos ahora en los años que siguieron al abandono de sus compañeros de grupo y el inicio de su proyecto “Chinesse democracy”, un álbum que parecía que nunca vería la luz. Aquellos tiempos fueron duros, Axl engordando, gastando dinero en alquileres de estudios para grabaciones infructuosas, reclutando músicos mercenarios de dudoso nivel y arrastrando el nombre de Guns N’ Roses. Finalmente, el disco vio la luz y la cosa no mejoró demasiado, por no decir nada, las expectativas. Pero en lo que hay que detenerse es en aquellos años es en el Axl coleccionista de fobias en su mansión, atenazado por los miedos. La estrella aislada que había perdido todo contacto, no ya con los escenarios, sino con la realidad.

Quien también tuvo una fobia realmente extraña fue Marc Bolan. Quizá fue una decisión consciente y no fue tratado por ella, pero en sus días de gloria estuvo años sin pisar la calle. Le llevaban a todas partes en coche. Hasta la puerta del local, hasta el estudio, ni un paso por la calle. Así era Marc.

 

Michael Jackson: Los problemas de los reyes del pop

A muchos se nos viene a la cabeza la imagen de Michael Jackson con la boca y parte de la cara protegida por una mascarilla. El rey del pop vivía atemorizado por las bacterias. Tal era su terror, que invertía miles de dólares para tener extremadamente limpio todo lo que le rodeaba. Además, lidiaba con muchas más fobias. Su madre reveló, un año después de su muerte, que el cantante pensaba que había mucha gente «diabólica» que no quería que estuviera vivo. Por seguir con la familia, Latoya también declaró hace unos meses que su hermano siempre tuvo miedo a que alguien pudiera matarle. La suya era una existencia atormentada.

Jackson fue el rey del pop que dominaba las listas y compartió trono con Madonna, la reina, que también tenía sus miedos. El primero de ellos, el escénico, aunque siempre lo tuvo bajo control. Tan segura como parece, Madonna ha confesado que siempre ha tenido miedo a la muerte y que se siente «vulnerable» cuando se sube a un escenario.

Todos conocemos a alguien que al escuchar el primer trueno se quiere meter debajo de la cama. Da igual que le expliques que no pasa nada, que metido en casa no hay peligro, porque es un miedo irracional. Eso le ocurre a Madonna. Le afectaba con tal fuerza que, antes de viajar para actuar en una ciudad, requería que le informasen bien de las circunstancias meteorológicas. Hoy en día ya no hace falta que le elaboren los informes: bastará un vistazo al teléfono para que se quede tranquila.

Por cierto, hay un miedo de Michael del que tenía la culpa la mismísima Madonna: ¡el que le tenía a las mujeres! En una entrevista a The Mirror, el actor británico Mark Lester contó cómo fue el momento en el que Michael Jackson dejó de interesarse por las mujeres y comenzó a sentir miedo de acercarse a ellas. Según declaró, Jackson entró en una habitación y se encontró a la intérprete de ‘Like a virgin’ completamente desnuda, metida en la cama. En ese momento, Madonna tiró las sábanas al suelo y mostró su cuerpo. Jackson la miró, se puso a chillar y escapó corriendo.

 

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