ACÚSTICOS
“Su voz alberga una plétora de colores y matices, es capaz de estremecer con su vigor y de embelesar con su tersura”
Javier De Diego Romero recupera el disco desenchufado que grabó George Michael en 1996, y que no vio la luz oficialmente hasta el año pasado. Un directo con el que trató de afianzarse como compositor e intérprete de prestigio.
George Michael
“MTV Unplugged”
SONY, 1996
Texto: JAVIER DE DIEGO ROMERO.
El de George Michael es, con certeza, el unplugged del que más se ha hablado en fechas recientes. Y es que, más de veinte años después de su emisión en MTV, por fin ha sido publicado oficialmente, como parte de la reedición deluxe de “Listen without prejudice vol. 1” (1990). Hasta ahora, únicamente habían visto la luz cortes sueltos, como caras B de los sencillos ‘You have been loved’ y ‘Star people ‘97’. Emparejar el “Unplugged” con este álbum es, por un lado, bastante incongruente: entre uno y otro transcurrieron nada menos que seis años y, en realidad, la actuación para la MTV formó parte de la campaña promocional de su siguiente largo, “Older” (1996). Pero, por otro lado, no es un tándem tan contra natura: a los ojos de Michael, grabar un “desenchufado” contribuiría a afianzarle como compositor e intérprete de prestigio, le ayudaría a poner tierra de por medio con el ídolo de fans que fue en los ochenta, algo que perseguía, precisamente, desde “Listen without prejudice”.
“Sufrí un temor constante; o bien tenía miedo a la muerte o bien tenía miedo al siguiente luto. Me lo tomé muy, muy, muy mal, fatal. Sentía que había perdido una parte enorme de mi vida por ese tipo de luto”. Los noventa fueron, en efecto, años malhadados para George Michael. No solo por el litigio que le enfrentó a Sony, saldado a favor de la discográfica en 1994, sino también, y sobre todo, por las dos terribles pérdidas que sufrió. Su pareja, el brasileño Anselmo Feleppa, falleció de una hemorragia cerebral vinculada al sida en 1993; a él está dedicada la canción estrella de “Older”, la bellísima ‘Jesus to a child’, así como ‘You have been loved’, uno de los temas escogidos para el álbum que hoy nos ocupa. Poco después de registrar su concierto acústico, la desdicha le abatiría de nuevo: su madre, a la que se sentía particularmente unido, moriría de cáncer a principios de 1997. Este disco en directo fue, de hecho, la última actuación de su hijo que presenció, por lo que siempre ocuparía un lugar precioso en el corazón de Michael.
Impecablemente ataviado de negro y sentado en un taburete incluso en las canciones más veloces, el cantante británico interpretó el 11 de octubre de 1996 en los estudios Three Mills Island —al este de Londres— una muestra representativa de su catálogo en solitario hasta la fecha, haciendo especial hincapié en “Older”. En concreto, cinco temas pertenecen a su trabajo más reciente, dos a “Listen without prejudice” y uno a “Faith” (1987). Michael recuperó además el clásico de Wham! ‘Everything she wants’ y versionó ‘I can’t make you love me’, de Bonnie Raitt. Le escoltó un nutrido séquito instrumental: pianos, guitarras, bajo, batería, percusión, sección de viento y un octeto de cuerda. Auténtico devoto de la música negra —sus versiones de Stevie Wonder y sus dúos con Aretha Franklin o Smokey Robinson son imprescindibles—, Michael reclutó igualmente un coro góspel y lo erigió en puntal del concierto.
Pero, por encima de todo, al escuchar este acústico disfrutamos de uno de los vocalistas más brillantes de la música popular de nuestro tiempo. George Michael conjuga perfección técnica y expresividad emocional como, de entre sus coetáneos británicos, solo el maravilloso David McAlmont puede hacerlo. Su voz alberga una plétora de colores y matices, es capaz de estremecer con su vigor y de embelesar con su tersura. Su dicción es hermosa y modula las palabras para ensanchar su significado a la manera de los cantantes de lied o de los grandes del soul. Mientras que en las grabaciones de estudio gustaba de acicalar su voz con eco, reverberación, overdubs y otros efectos, en las actuaciones en directo, y esta es buena prueba de ello, aparece desnuda y cala incluso más hondo.
Inevitablemente, los temas de textura más sintética son los sometidos a una cirugía estética más notable. La guitarra rítmica aporta sutileza y equilibrio a las relecturas acústicas de canciones como ‘Fastlove’, ‘Star people’ y ‘Everything she wants’ y, en último término, uno no echa en falta los trazados electrónicos de las versiones originales. Los coros frondosos y turgentes —que, no obstante, nunca llegan a empequeñecer a Michael— las imbuyen, por otro lado, de una exquisita cualidad góspel. Cotejen, por ejemplo, el ‘Everything she wants’ de Wham! con esta versión en vivo: de la pista de baile al altar de iglesia.
El disco acústico de George Michael está secuenciado con tino, los números más rítmicos se alternan oportunamente con las baladas. Entre estas, el hit de “Faith” ‘Father figure’, ornado aquí con un efectivo arreglo de cuerda que desarrolla el motivo melódico de sabor oriental del original. Grave, umbría y tierna, ‘You have been loved’ encoge el corazón, más aún conociendo el trasfondo de la relación malograda de Michael con Anselmo Feleppa (no era el caso de la mayor parte de la audiencia del concierto en 1996: la homosexualidad del cantante solo se haría pública dos años después). La desoladora ‘I can´t make you love me’ destaca especialmente. Incluida en el elepé de Bonnie Raitt “Luck of the draw” (1991), es un verdadero estándar; ha sido versionada por, entre otros, Nancy Wilson, Kenny Rogers, Prince, Adele o Bon Iver. El arreglo instrumental de la versión que hace George Michael es similar al de Raitt, salvo por las sobrias y decorosas cuerdas, en tanto que su interpretación vocal dota al tema de un barniz soul y —si cabe— de mayor profundidad emocional.
El álbum finaliza con ‘Praying for time’, la que fuera tarjeta de presentación de “Listen without prejudice”. En el estudio es un medio tiempo reminiscente del Lennon de la época de la Plastic Ono Band, en el que el cantante, encaramado a un muro de sonido spectoriano, denuncia lo que ve a su alrededor: pobreza y desigualdad, egoísmo e hipocresía. En el “MTV Unplugged” la airada urgencia del original muda en quieta desesperanza, y la voz de Michael, despojada de eco, destila una vulnerabilidad conmovedora. Es una interpretación magnífica, de una delicadeza excelsa. Recuérdenle así.
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Anterior entrega de “Acústicos”: “MTV Unplugged” (2015), de Placebo.