Morrissey ha decidido dar un paso más en su lucha –peculiar, a ratos extravagante, algo insistente– contra el consumo de carne. Si hasta ahora prohibía la presencia de productor cárnicos en sus actuaciones, el pasado viernes, en el concierto que ofreció en Middlesborough Town Hall, hizo que los miembros de seguridad registrasen las bolsas de los asistentes para confiscarles la carne.
“A medida que se entraba, éramos canalizados a través de la parte superior de unas escalones donde se estaban llevando a cabo las búsquedas”, explica al “Daily Morror” Mel Stokes, uno de los asistentes al concierto. “Un miembro del personal de seguridad cuando registró mi bolsa me dijo que comprobaba que no llevaba ningún producto cárnico en el interior”. De ser cierta la información, Morrissey comienza a perder el norte, porque una cosa es que él no coma carne y otra que obligue a sus seguidores musicales –no espirituales, que lo suyo no es una religión– a hacer lo mismo.