«Las críticas de North, su debut, fueron unánimemente elogiosas»
Sorprende pensarlo, pero la historia discográfica de Morgan no llega ni al lustro. Con solo dos discos se han convertido en una de las bandas con más proyección de nuestra escena. Mientras enfilan la recta final de su última gira, Javier Escorzo reconstruye la historia de la banda madrileña.
Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.
En 2012, Carolina de Juan cantaba y hacía coros en el grupo Anaheim. Aunque ya llevaba dos años escribiendo sus propias canciones, no fue hasta entonces cuando reunió el valor suficiente para mostrárselas a Paco López, guitarrista y cantante con el que compartía banda, y a Ekain Elorza, batería y amigo de este último. Los dos quedaron inmediatamente enamorados de su voz y su manera de componer. Tan grande fue el flechazo que no pararon hasta convencerla de que tenía que grabar ese material. Para ello se embarcaron en un nuevo proyecto que bautizaron con un apodo que años atrás había tenido Nina: Morgan.
El grupo fue dando los siguientes pasos con naturalidad y rapidez. Siguieron componiendo canciones y llegaron los primeros conciertos, que se celebraban en locales de pequeño aforo, como es normal en unos debutantes. Pero, pese a su bisoñez, prácticamente desde el principio las salas se llenaban. La música de Morgan tenía algo especial, eso estaba claro, y el boca a boca fue haciendo el resto.
Su primer álbum, North, ya estaba grabado, pero decidieron publicar primero un epé para regalarlo y ver cómo reaccionaban los oyentes. En ese momento, David Schulthess y Alejandro Ovejero se unieron a la banda ocupándose de los teclados y el bajo, respectivamente. El quinteto ofreció su primera actuación en la sala Moby Dick de Madrid el 11 de septiembre de 2015. Pocos meses después, en diciembre, volvieron a tocar en la capital. En esta ocasión fue en la sala Costello y, a pesar de que era miércoles, se llenó. Ese día, el 2 de diciembre de 2015, fue importante en la vida de Morgan, porque fue cuando notaron que la cosa iba en serio: las entradas se habían agotado con una rapidez inusitada y el público ya no estaba únicamente formado por familiares y amigos. Tras ese nuevo espaldarazo, se armaron de valor, lanzaron el disco completo y lo presentaron en la sala Sol.
Cálida bienvenida a su debut
Por fin vio la luz North, y su brújula siguió apuntando hacia el éxito. Las críticas fueron unánimemente elogiosas. Las canciones tenían magia, duende, pellizco… llámenlo como quieran. Había algo hipnótico en la voz de Nina y en el sonido facturado por la banda, un compendio de rock, blues, pop, soul y gospel, entre otros estilos nobles, sabiamente producidos por José Nortes en los mandos de su estudio La Cabaña. El hecho de que doce de las trece canciones estuviesen cantadas en inglés no fue ningún impedimento para que su público siguiese creciendo. De hecho, la línea ascendente continuó con su siguiente concierto en Madrid, en el que llenaron el teatro Lara.
Uno de los muchos que cayeron rendidos ante los encantos de Morgan fue Quique González. Mientras preparaba su penúltimo disco, Me mata si me necesitas, buscaba una voz femenina para hacer un dúo, y alguien le enseñó unas canciones de Nina. La cantante, que estaba pasando unos días en Liverpool, tuvo que volver precipitadamente a Madrid para registrar unas pruebas de lo que terminaría siendo “Charo”. Quique estaba ya en Barcelona, en el estudio de Ricky Falkner grabando el disco, por lo que no pudieron conocerse en persona. Cuando le enviaron la grabación quedó tan satisfecho con el resultado que no le pidió que volviese a grabar su parte: la metieron en el disco tal y como se la habían mandado. En el estreno de su gira, Quique invitó a Nina a acompañarles cantando “Charo”, pero no tardó en proponerle que se uniera formalmente a la banda y participase en todo el show, haciendo coros y cantando otras canciones, como “De haberlo sabido”. Nina se convirtió en una más de Los Detectives, banda en la que militaba también el teclista de Morgan, David Schulthess.
«Air es un trabajo de banda, muy orgánico, en el que ahondan en las líneas ya apuntadas en su debut, alcanzando momentos de muchísima intensidad»
Misma línea, más estilos
Las colaboraciones con Quique ayudaron a que el grupo fuese haciéndose más conocido, como también contribuyeron, sin duda, las alrededor de cien actuaciones que ofrecieron para presentar el disco. Además, gracias a ellas el quinteto se fue compenetrando más. A diferencia de lo que había sucedido con su primer álbum, en el que David Schulthess y Alejandro Ovejero no habían participado en la composición, en su segundo disco ya trabajaron todos juntos, por lo que las canciones ganaron en matices. Estando de gira grabaron su segundo disco, Air, nuevamente a las órdenes de José Nortes, que consiguió capturar toda la magia y la energía que brotaba entre ellos. Un trabajo de banda, muy orgánico, en el que ahondan en las líneas ya apuntadas en su debut, alcanzando momentos de muchísima intensidad, como el desarrollo instrumental de “Planet earth” o los vientos de “Flying peacefully”, y al mismo tiempo abren más el abanico estilístico, como en el funk de “Another road (gettin” ready)”.
Con el disco en la calle, todo fueron parabienes por parte de la crítica, tanto hacia la voz de Nina como hacia el trabajo conjunto del grupo. Llegó también el reconocimiento en forma de premios; en la gala de los Premios de la Música Independiente (MIN), por ejemplo, se impusieron en cinco categorías (Mejor Álbum del Rock, Mejor Directo, Mejor Producción, Mejor Artista y Álbum del Año), un acto de justicia poética para un grupo que todo lo ha hecho por sí mismo y que, entre otras cosas, ha auto editado sus dos trabajos.
Aunque el mayor reconocimiento es el que les brinda su público, que continúa creciendo a velocidad de crucero. Cada vez tocan en salas más grandes y las siguen llenando. Estos días enfilan la recta final de su gira, que recala el sábado 14 y domingo 15 en La Riviera de Madrid.
No sabemos cuántos pequeños escalones les quedan por subir ni hasta dónde les llevará su particular escalera, pero a día de hoy, Morgan no solo es uno de los grupos más interesantes de nuestra escena; es también una anomalía maravillosa que nos recuerda que calidad y cantidad no tienen por qué estar siempre enfrentadas.