DISCOS
“La mayoría de las canciones son empujones hacia el éxtasis y la catarsis”
Leiva
“Monstruos”
SONY
Texto: JUANJO ORDÁS.
Al final la disolución de Pereza no fue algo tan malo. Lo dejaron en muy momento demasiado bueno –“Aviones” (2009) fue un discazo en toda regla– y ni siquiera hubo un disco en directo que recogiera lo bien que lo hacían en el escenario, pero a cambio el rock español ganó las trayectorias solistas de Rubén Pozo y Leiva, que hasta ahora han rayado a un nivel muy alto. No es poco.
Leiva empezó con “Diciembre” (2012), que pese a ser un buen trabajo, adolecía del punto mágico que siempre habían tenido los discos de Pereza y hasta de cierto sentido del humor. Todo se corrigió con “Pólvora” (2014), una obra sin mácula, llena de rock and roll con reflejos soul y pop, un disco que volvió a contar con un Leiva despierto, orientado y atento. No podía ser de otra manera: “Pólvora” gustó y le llevó a unas cimas de éxito similares a las de Pereza, con una gira que contó con paradas emocionales (teloneó a los Stones) y espectaculares (traca final en el Palacio de los Deportes de Madrid). Leiva es uno de los músicos más inteligentes de este país. Es más, es listo e inteligente, términos que muchas veces no van unidos. Consciente de que tenía entre manos un disco potente, se metió fechas a punta pala haciendo que toda España conociera el gran estado de forma en el que se encontraba, convenciendo allí donde se plantara. Sirvió un plato de lujo y se encargó de preparar banquetes de degustación. La inspiración le pilló trabajando con “Pólvora”, pero después siguió currando. No ha debido descansar demasiado: el verano pasado puso fin al tour y en febrero de este ya estaba grabando “Monstruos”, el disco que nos ocupa, por lo que la racha continúa.
En los últimos meses, el autor ha dejado que su nuevo trabajo muestre la patita poco a poco a través de la puerta entreabierta. Pero cuando pones el disco, el lobo feroz definitivamente pega una patada, la abre de par en par y se te cuela en casa. Sí, “Monstruos” es otro gran disco. Sabiamente, los adelantos se fueron seleccionando, intercalando piezas muy de álbum con otros que eran hit singles en potencia, indicando que el disco iba a tener fondo pero también burbujas. Por un lado, nos presenta a un Leiva que sigue haciendo canciones en su línea y que sigue tan centrado como en “Pólvora”, es decir, sigue creciendo, despertando chispazos de curiosidad dentro de la veta que trabaja y que le llevan a avanzar sin pausa. Pero por otro, hay cambios. “Monstruos” es su trabajo más netamente guitarrero tal vez desde “Aproximaciones” de Pereza, la producción se ha hecho más seca, más dura si se quiere, aunque siendo copiosa en detalles. Sin duda, el sonido que han conseguido entre Carlos Raya y Joe Blaney es tremendo y empuja a Leiva en una dirección, no distinta, pero sí poco previsible en muchas ocasiones, lo que se traduce en excitación.
Comienza con ‘El último incendio’, que es muy cool y rockera pero, por ejemplo, sus patrones de batería son muy poco obvios, busca la originalidad. Estamos ante un nuevo clásico del repertorio de Leiva como lo será también ‘Sincericidio’, el single de presentación del disco, un tema de rock con momentos a lo Ennio Morricone, como en ‘Dejándose caer’, cuyo estribillo se acerca al pop de masas británico. Y es que una de las palabras que mejor podría definir “Monstruos” es épico.
‘La lluvia en los zapatos’ será otro clásico de sus shows, melódica, con guitarras duras de barrio, contundente. En ese aspecto, otro de los temas secos y directos es ‘Guerra mundial’, hermosa pero muy clarita en sus intenciones y, sin duda, una de las mejores del disco. Si hay una canción que echa la vista atrás es ‘Hoy tus ojos’, con esos vientos soul que solía emplear antes y que esta vez han cedido terreno.
Hay canciones del disco en las que prevés un estribillo fantástico según se va a acercando. Hay algunas que buscan más la homogeneidad, caso de ‘Breaking bad’ y ‘San Sebastián-Madrid’, pero la mayoría son empujones hacia el éxtasis y la catarsis. Porque ese es otro punto importante: Leiva es muy directo con las letras. Habla claro. Más claro que nunca. Como en ‘Medicina’, que al comienzo recuerda a los Stones bailables para volverse un medio tiempo intenso marca de la casa, o ‘Electricidad’, un latido controlado al empezar, caballos desbocados al final. Y es que casi no hay tregua, tan sólo desaceleran ‘Monstruos’, con una hermosa toma de voz, cercana, vulnerable (“baja la guardia, que pase la tormenta”, canta), y ‘Palermo no es Hollywood’, guiño a Argentina, una balada de corte clásico, hermosa para cerrar con un piano protagonista.
–
Anterior crítica de disco: “New gold dream” (reedición), de Simple Minds.