«Falso aroma a homenaje que por suerte no tardó mucho en desvanecerse en una noche que fue, ante todo, una celebración»
Bajo el lema Ánimo, animal, varias generaciones musicales defendieron el repertorio de Luis Eduardo Aute en el Palacio de Deportes de Madrid. Un brindis al que no faltaron Sabina, Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Rozalén, Luis Pastor, Andrés Suárez, Dani Martín y sus viejos compañeros de Suburbano. Allí estuvo Marta Sanz.
Ánimo, animal (Homenaje a Luis Eduardo Aute)
Wizink Center (Palacio de Deportes de Madrid), Madrid
10 de diciembre de 2018
Texto y fotos: Marta Sanz.
La primera voz que se escuchó, como no podía ser de otra manera, fue la de Luis Eduardo Aute. La inmensa lámina firmada por el autor que brillaba sobre el escenario dejó paso a un vídeo con sus dibujos, que consiguió que callara el mundo, y los versos de “Invisible”, sin serlo, sonaron algo tristes. El aplauso que siguió fue enorme, por la cantidad de manos que lo auparon, pero algo solemne. Falso aroma a homenaje que por suerte no tardó mucho en desvanecerse en una noche que fue, ante todo, una celebración, y un abrazo inmenso al músico invisible, más presente que nunca.
«Una radiante Ana Belén tiende su mano al admirar el palacio repleto, y preguntarse “Será que le queremos, ¿no?”»
Cuando Suburbano, la banda que tantas veces le ha acompañado, cantó a tientas “Ánimo animal”, empezó a asomarse algo de nostalgia, pero salió de escena al subir al escenario el primer invitado de la noche, Dani Martín. Con su sencilla y conmovedora versión de “Las cuatro y diez” consigue lo que nos devuelve, por fin, a Aute: cantarle, a viva voz y en amplia compañía. Las canciones serán, de aquí en adelante, compartidas por cada alma que habita el Wizink.
Ya pasea el maestro, sin hacerlo, entre las tablas, cuando Pedro Guerra entona “Pasaba por aquí”, y Víctor Manuel desgarra “Sin tu latido”. El siguiente paso es en el tiempo, y de la mano de Rosa León, que nos regala el primer “Al alba” de la noche. El segundo vendrá de la mano de José Mercé, que sin ser sonará diferente, y emocionará en cada verso. Y es que a la verdad de Aute le sienta bien cualquier palo, y por eso eriza pieles el extraordinario “Prefiero amar” de Miguel Poveda.
«Andrés Suárez dice que es un honor estar en el escenario, cuando él debería estar en primera fila viendo el concierto»
Como dice Cristina Narea antes del “Acaso”, se trata de darle la mano a través de sus canciones, llenas de distintos colores, y una radiante Ana Belén tiende la suya al admirar el palacio repleto, y preguntarse “Será que le queremos, ¿no?”. Con inmensa elegancia canta el grito necesario de “De paso”, y al fondo entre bambalinas, una silueta intranquila corea versos alternos y se agita con un nerviosismo que parece menguar cuando se anuncia que es el siguiente de la lista. Marwan, acompañado del talento increíble de Alejandro Martínez al piano, asume “el marrón” de relevar a Ana Belén, pero dibujan con infinita ternura “Siento que te estoy perdiendo”, que pone al público en pie. Casi con idéntica emoción, se dan un inmenso abrazo antes de abandonar el escenario.
Ellos, como muchos de los presentes, pertenecen a esa generación que en un contexto menos convulso, con el riesgo de cerrar los ojos al acomodo modesto, despertaron gracias a la voz de Luis Eduardo Aute. En cada una de sus interpretaciones, artistas como Ismael Serrano o Jorge Drexler no pueden disimular su admiración, hecha palabra cuando Andrés Suárez dice que es un honor estar en el escenario, cuando él debería estar en primera fila viendo el concierto, o en el llanto que asoma en —redundemos cuando es merecido— la bellísima versión de “La belleza” de Rozalén.
«El llanto asoma en —redundemos cuando es merecido— la bellísima versión de “La belleza” de Rozalén»
Los “autianos del planeta Aute” acudimos a los acordes de Luis Pastor, que traza en acústico “Dos o tres segundos de ternura”, antes de invitar a la banda a llenar cada rincón de los versos necesarios de tenue melodía. También tiene la velada hueco para reencuentros, de la oportunidad de ver brillar a Massiel, o de arrullarse de nuevo en la voz de Vicente Feliu.
Enfila esta noche de luna mínima el final, cuando Joaquín Sabina, sin bombín ni escudo, aparece cambiado el guion, se dirige a su compadre y nos creemos que sin él, no pasaría por ahí, ese escenario herida abierta para el ubetense, que quizá con el bálsamo de Aute haya comenzado a sanar. Le sigue Serrat, “De alguna manera”, y cierra la noche uno de los principales responsables de esta reunión de autianos, Silvio Rodríguez. Llegado este momento, ya no hay rincón del palacio que no habite Luis Eduardo.
«Sabina se dirige a su compadre y nos creemos que sin él, no pasaría por ese escenario, herida abierta que quizá con el bálsamo de Aute haya comenzado a sanar»
Los ecos de su guitarra dejan caer la despedida, sin alardes ni palabras. Ya se han dicho, o se han cantado, todas las que eran necesarias. El abrazo se cierra, vuela ya hacia el mismo Aute, y todos salimos despacio, y un poco más aliviados del dolor de echarle de menos.
SET LIST
1. Invisible (Luis Eduardo Aute)
2. Ánimo, animal (Suburbano)
3. Las cuatro y diez (Dani Martín)
4. Pasaba por aquí (Pedro Guerra)
5. Sin tu latido (Víctor Manuel)
6. Al Alba (Rosa León)
7. Acaso (Christina Narea)
8. Mira que eres canalla (Ismael Serrano)
9. De paso (Ana Belén)
10. Siento que te estoy perdiendo (Marwan)
11. Volver a verte (Andrés Suárez)
12. Slowly (Jorge Drexler)
13. Rosas en el mar (Massiel)
14. Prefiero amar (Miguel Poveda)
15. Anda (Vicente Feliu)
16. Dos o tres segundos de ternura (Luis Pastor)
17. La Belleza (Rozalén)
18. Al Alba (José Mercé)
19. ¿Quién es Abel, quién es Caín? (Joaquín Sabina)
20. De alguna manera (Joan Manuel Serrat)
21. Dentro (Silvio Rodríguez)