Miguel Ríos, que acudió a la reciente asamblea de la SGAE en la que se eligió la comisión que preparará las elecciones de enero, hace la crónica de lo allí ocurrido, en “El País”, y da algunos de los porqués que han llevado a esta situación. En un clima de “circo romano que pedía convertirse en leones para arrancarles la cabeza” a los miembros de la junta gestora, se desarrolló la asamblea.
“Antes de comenzar la reunión todos alabamos la oportunidad que se nos presentaba para refundar una sociedad que se había equivocado demasiado, que había vivido en una insoportable arrogancia, bajo la égida de un tipo que empezó muy bien y terminó detentando un poder tan omnímodo que, cuando lo conminaron a que dejara el puesto de Presidente del Consejo de Dirección después de haber sido encartado por un juez por no sé cuántos presuntos casos ilegales, les dijo, a lo Flaubert, la SGAE soy yo”, dice Miguel Ríos. “Nos merecíamos lo que nos había pasado por dejadez”.
Tras un incidente con uno de los socios asistentes a la asamblea, Ríos se marchó a casa “jodido”, porque “mi episodio refleja más la crispación ambiental de este país que la de un puñado de gente que lucha por el poder de la SGAE. Un país donde ejercer la libertad de voto puede llevarte al veto. Un país donde la ideología es un arma arrojadiza. Donde no importa que tu vida sea un ejemplo de convivencia hecha canción. ”
Desde aquí puedes acceder al artículo de Miguel ríos “Crónica de una bronca anunciada”.
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