Mick Avory, The Kinks y Lola: El culpable siempre es el batería

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«La historia de “Lola” nunca se había abordado en la música pop, fue pionera en muchos aspectos»

 

Se cumplen cincuenta años del célebre “Lola” de los Kinks y Luis Lapuente se acerca al emblemático grupo para charlar con Mick Avory, uno de los tres miembros originales que continúan en activo. Aquí, su charla.

 

Texto: LUIS LAPUENTE.
Fotos: BARRIE WENTZELL / RAY SHADES.

 

Cuando los demás grupos británicos apostaban por el rhythm and blues a principios de los años sesenta, Ray Davies y su hermano Dave inventaron el hard rock con los guitarrazos memorables de “You really got me”. Luego, en plena fiebre psicodélica, Ray y sus muchachos se empeñaron en recrear hermosas atmósferas pastorales en álbumes como The Kinks are the Village Green Preservation Society, tan reivindicados hoy como incomprendidos en su día. Siempre a la contra, a principios de los años setenta, cuando el rock progresivo campaba por sus respetos, los Kinks apostaron por el viejo pop envuelto en colores de opereta (Arthur) o destilaron bilis contra la industria discográfica en píldoras perfectas de pop transparente, como las que se disfrutan en las canciones de Lola vs. Powerman and the moneygoround part. 1, un disco que ahora cumple cincuenta años y se reedita a lo grande.

Dispuestos a hablar de “Lola” (la canción), de Lola (el álbum) y de otras historias e historietas relacionadas con la banda en la que se mantuvo al mando de las baquetas durante dos décadas gloriosas, entre 1964 y 1984, descolgamos el teléfono una tarde soleada de otoño para charlar con el incombustible Mick Avory, uno de los tres Kinks originales aun en activo (tras la muerte de Pete Quaife, el primer bajista del cuarteto, en junio de 2010).

 

Supongo que es obligado empezar la conversación en torno a Lola
Creo que fue el primer álbum que hicimos en los Morgan Studios. Sí, de hecho grabamos allí todas las canciones del disco. Nos devolvió un aliento de vida, gracias sobre todo al gran éxito del single. Habíamos vuelto a Estados Unidos en 1969, era la primera vez que actuábamos allí después de que nos censuraran, y el año siguiente nos apuntamos aquel tanto, que nos permitió ir escalando posiciones en el escalafón de la música pop. Acabábamos de tener un pequeño éxito en las listas americanas con el álbum Arthur y con “Lola” nuestras expectativas se dispararon al nivel más alto, fuimos hacia arriba durante una larga temporada. Además, era un estilo ligeramente diferente a lo que habíamos hecho hasta el momento, un single con una letra atrevida sobre la inexperiencia sexual de un transexual y la vida de los clubs, una historia de la que nunca se había hablado en la música pop, fue pionera en muchos aspectos. Todo eso era tabú en aquella época, o se hablaba de ello y se vivía de manera encubierta. En ese sentido fuimos adelantados a nuestro tiempo, y fue genial escribir sobre algo así, hablar de gais, reinas, travestis, era difícil escribir sobre esos temas sin que te censuraran. Luego, todo lo relacionado con las drag queens y demás se normalizó, pero “Lola” fue una canción rompedora.

 

Además, fue un éxito instantáneo, tan reconocible como lo había sido “You really got me”.
Supongo que fue por la forma en la grabamos, con muy buenos arreglos, empeñados en que todo el mundo recordase el estribillo. La verdad es que “Lola” tenía todo lo necesario para convertirse en un exitazo, y así fue, tanto que todavía se escucha con frecuencia las emisoras de radio, quizá no tanto en las generalistas de pop, pero sí en otras. Aquel álbum se llamó Lola porque era el título de la canción más conocida, aunque también contenía “Apeman”, otro gran éxito.

 

“Apeman” siempre fue una de mis favoritas de los Kinks. Recuerdo aquel vídeo tan divertido de la BBC con el teclista, John Gosling, tocando con una máscara de simio puesta.
Sí, creo recordar que lo tocamos para Top of the Pops. A Gosling le llamábamos «el bautista», siempre estaba bromeando, era muy gracioso, muy diferente de nosotros. A veces su humor era muy inteligente y otras veces era un poco descabellado y salvaje. Seguimos siendo muy buenos amigos, de hecho, es miembro de Kast off Kinks, el grupo que tenemos con exmiembros de The Kinks y que formamos en este momento Dave Clarke [nota: no confundir con el líder de Dave Clark Five], John Dalton, John Gosling y yo. Damos entre setenta y noventa conciertos al año para fans de la banda, reuniones conmemorativas y eventos benéficos. Llevamos veinticinco años con el proyecto, celebrando una convención cada año, salvo este, que no hemos podido celebrarlo por la COVID-19.

 

 

Creo que también formaron parte de Kast Off Kinks el bajista Jim Rodford (miembro también de The Zombies) y el teclista Ian Gibbons, que eran buenos amigos suyos.
Sí, he trabajado muchos años con Jim, que murió en enero de 2018, y con Ian Gibbons, que falleció el 1 de agosto de 2019. La mujer de Ian se encargaba de conseguir bolos y venía a todos los conciertos, se encargaba de los hoteles también, junto con el mánager, así que desde que murió Ian, no volvimos a actuar. Y luego vino el coronavirus, así que estamos parados hasta que podamos retomarlo todo con un nuevo bajista porque también John Dalton [que estaba con los Kinks ya en los tiempos de “Lola”] ha decidido dejarlo, ya no quiere tocar más. Así que estamos buscando un nuevo bajista, tenemos algunos nombres en mente, pero queremos que tenga algo que ver con los Kinks. Quizá un tío que sustituyó una vez a John Dalton, cuando le operaron… Aunque seguramente no será lo mismo, va a resultar difícil encontrar a alguien como él. Además, también tendremos que buscar sustituto para Ian Gibbons, quizá Mark Haley, que fue de gira con los Kinks en los años ochenta, después de mi marcha del grupo. Ya veremos. El año pasado que hicimos la Konvención [encuentro anual de fans de los Kinks] actuó con nosotros. Y espero que podamos retomarlo todo cuando desaparezca el coronavirus, ojalá.

 

Recuerdo un vídeo de la primera época de los Kinks, con Ray interpretando (voz y armónica) en plan muy salvaje un clásico de Slim Harpo titulado “Got live if you want it”. Prácticamente solo se os veía a Ray y a ti, ambos muy entregados.
Sí, claro que me acuerdo de ese vídeo, a veces lo reponen en programas retrospectivos sobre nosotros en las televisiones. Yo tocaba un tom tom, un ritmo antiguo, y encima del parche había un periódico o un trapo. Sí, al principio, cuando me uní a los Kinks, tocábamos mucho blues y cosas así, rhythm and blues del bueno.

 

 

Siempre me gustaron los bateristas, sois una gente especial. En algunas entrevistas hablas de tu devoción por Shelly Manne y Joe Morello, pero cuando te veo actuar no puedo evitar recordar a Gene Krupa. ¿Te acuerdas del número fantástico que se marcaba con una caja de cerillas en la película Bola de fuego, de Howard Hawks?
Oh, sí, increíble. Yo no estaba tan loco con la batería durante la época dorada de Gene Krupa y Shelly Manne, pero sí me gustaban ese tipo de cosas. Y luego llegó Buddy Rich, le vi varias veces, era asombroso, no como Gene Krupa, pero asombroso en muchos aspectos. Fue mi mayor influencia como baterista, muy técnico y un tipo impresionante también como showman con las grandes bandas.

 

¿Te consideras un muswell hillbillie boy? Al menos, todos lo fuisteis en aquel glorioso álbum de los Kinks, Muswell Hillbillies.
No vengo de la misma parte de Londres que Ray y Dave, pero otros miembros de la banda vivieron allí durante algún un tiempo. Yo me mudé al West End, no muy lejos de Muswell Hill y viví allí muchos años. Ellos [Ray y Dave] estaban en el norte y yo nací en el suroeste de la ciudad, en Kew Gardens, muy cerquita de Richmond, que es donde vivo ahora.

 

¿Compartes con Ray y con Dave la pasión por el fútbol y por el Arsenal?
No soy un gran fan del fútbol, aunque me gustaba jugarlo en el colegio y me metí en un equipo cuando dejé el colegio durante un año. Pero me lesioné y ya no volví a pegarle al balón, perdí el interés. Me metí en el golf, es otra historia y en eso soy muy bueno.

 

«Nunca me pareció que [el regreso de los Kinks] se enfocase de la manera adecuada»

 

Otro de tus proyectos posteriores a los Kinks fue el grupo Shut Up, Frank. ¿Sigues con ellos?
Oh, sí, qué tiempos, ya no hacemos nada juntos. Conocía a Noel Redding, que tocó con Jimi Hendrix en su Experience. A veces quedábamos a tomar algo y una vez me llevó a un concierto en un pub y allí vi por primera vez a Dave Clarke, un cantante y guitarrista que luego estuvo en Kast off Kinks. Entonces yo ya había dejado a los Kinks y buscaba montar una banda con gente en una situación parecida a la mía, que vinieran de otros grupos, así que empezamos a hablar y les gustó la idea, y al final nos juntamos. Sobre todo fue un rollo blues que nos encantaba a los tres. Antes de que Noel se uniera tuvimos otro bajista, Jim Leverton, que había estado en Humble Pie. Ya con Noel, hicimos algunos conciertos en Londres y también en Suecia. El grupo no duró mucho. Hacíamos versiones de canciones que nos gustaban, pero no era blues nuevo. Creo que ahí fue cuando empezamos lo de la Konvención de los Kinks, nos involucramos con eso y luego con Kast off Kinks, y ahí seguimos.

 

Antes de explotar la pandemia se hablaba mucho de una inminente reunión de los Kinks originales, al menos Ray, Dave y tú con algún otro músico, superadas o quizá aparcadas tus viejas rencillas con Dave o las de los propios hermanos Davies entre ellos. ¿Qué hay del asunto?
Creo que ahora ya ha pasado el momento de hacer eso. Se habló mucho, es verdad, Dave y algún otro querían hacerlo, pero nunca me pareció que se enfocase de la manera adecuada, varios de nuestros compañeros históricos habían muerto… La idea correcta habría sido, creo, pasar por todas las épocas y las canciones del grupo, pero Dave quería hacerlo de otro modo, una cosa más familiar. Y él nunca creyó que yo estuviera cualificado para estar en la banda, aunque fui uno de los Kinks durante veinte años, así que al final la idea se aparcó. Mucha gente me pregunta todavía, como tú ahora, y pienso que sería más una resurrección que una reunión, porque no sería una reunión en sentido estricto.

 

¿Cuál es tu álbum favorito de los Kinks?
Todos fueron favoritos en un momento. Quizá, Arthur. A veces lo escucho y pienso que suena mejor de lo que pensaba cuando lo grabamos, que igual entonces me sonaba mejor en directo. Pero ha pasado el tiempo y ahora conocemos mucho más de las grabaciones, trucos de estudios que no existían, y a veces todo lo anterior suena un poco plano, detalles de la producción, ya sabes. Arthur tenía canciones magníficas. Siempre hay cosas del principio de la carrera que piensas que podrías haber hecho mejor, pero esa no es la cuestión. El caso es cómo se grabó en su momento, lo que significó y cómo le llegó a la gente. Y sí, hicimos muchas canciones buenas, canciones que han aguantado muy bien el paso del tiempo, así que creo que Arthur es definitivamente uno de los mejores discos de los Kinks. Pero Lola también es un álbum extraordinario, aunque quizá un par de canciones sonaran algo apresuradas: como estuve directamente involucrado, encuentro cosas que probablemente podría haber hecho mejor. Probablemente fue por mi culpa. Culpa siempre al tipo de la batería, eso es lo que yo digo [risas].

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