LIBROS
«Una novela amable, de fácil lectura y poco calado»
Javier Tenías
Mi viaje a la Edad Media
EDITORIAL TITANIUM, 2021
Texto: CÉSAR PRIETO.
En 1889 Mark Twain publica una novela satírica —Un yanqui en la corte del rey Arturo— en la que un norteamericano aparentemente anodino, Hank Morgan, se da un golpe en la cabeza y es transportado hasta la Bretaña del siglo VI. Su publicación se adelantó seis años a La máquina del tiempo de H.G. Wells. Esta misma idea es la que sostiene la trama del relato en que Javier Tenías hace que su protagonista, de una forma mucho más churrigueresca, enchufe coches teledirigidos a microondas y otros cachivaches y se plante, de golpe, en una aldea indeterminada, de un año indeterminado, pero con indudables visos de la Edad Media.
Esta es la idea motora para que se desarrolle una novela amable, de fácil lectura y poco calado. No hay desarrollo de los personajes, no hay un estudio sobre el hombre, sus circunstancias, sus modos de vida… No es una novela ni de tesis ni metafísica, es una novela que destaca por su bonhomía. El primer efecto de su vida en esa época para Rogelio es que, al beber agua del pozo, necesita de inmediato ir al baño. El humor y la ciencia ficción tienen buen encaje.
Vestido ya de lo que para nosotros sería de época, y saludado por los habitantes del pueblo como un viajero que viene de lejanas tierras, Rogelio decide hacerles la vida más cómoda proporcionándole inventos que son ahora comunes. El primero, el paraguas. Con hojas secas pegadas con una especie de engrudo. A la primera ventada desparece. Como segundo intento, y ayudado de un herrero y un carpintero, les proporciona la bicicleta. Sin cadena, solo para bajadas… Lo tercero que les enseña es a jugar a fútbol.
Si no hay nada de indagaciones filosóficas, tampoco lo hay de científicas. La sobrina de Rogelio, que viene a regar las plantas, vuelve a enchufar el entramado y de nuevo aparece en la actualidad. Pero Rogelio se ha enamorado en la Edad Media y ha de volver en una parte final que se acerca a la novela de aventuras, cuando quieren secuestrar a su prometida. Fácil lectura, entretenida incluso, que entre líneas sí que plantea si seríamos capaces de sobrevivir en el año 1000. Y la respuesta, estarán ustedes todos de acuerdo, es negativa.
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Anterior crítica de libros: Panza de burro, de Andrea Abreu.