“Cuando las canciones de Cecilia empezaron a sonar entendimos que el repertorio era absolutamente atemporal, universal e imbatible”
Treinta artistas de cuatro generaciones distintas se reunieron en Madrid para celebrar el repertorio de Cecilia y recaudar fondos para el autismo. Entre ellos, Miguel Ríos, Coque Malla, Mikel Erentxun, Amaral, Christina Rosenvinge, Víctor Manuel y Ana Belén. Allí estuvo Arancha Moreno.
«Mi querida Cecilia»
Palacio Municipal de Congresos de Madrid
9 de noviembre de 2017
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: J. PEREA.
Cecilia se estrelló con el coche en el que viajaba una noche de agosto de 1976, mientras viajaba de Vigo a Madrid para hacer unas grabaciones. Tenía 27 años y solo había publicado tres discos, pero ya era una de las autoras más firmes del panorama español. Algunos de los que pisaron el escenario del Palacio Municipal de Congresos de Madrid ni siquiera habían nacido entonces, y otros eran prácticamente compañeros de generación. No importaba, porque cuando las canciones de Cecilia empezaron a sonar entendimos que el repertorio era absolutamente atemporal, universal e imbatible, y así lo defendieron las voces de todos los allí reunidos.
La idea partió de la familia de Eva Sobredo (su verdadero nombre), que contactó con el periodista Santi Alcanda para proponerle organizar un homenaje por los cuarenta años de su muerte. Santi aceptó la idea de montar un concierto en torno a su figura, con una sola condición: que lo recaudado fuese a parar a las personas con autismo. Consiguió el “sí” y durante más de un año ha estado trabajando en «Mi querida Cecilia», en el que más de treinta artistas de cuatro generaciones distintas se han juntado para recordar “a la mejor cantante y compositora de todos los tiempos”, como la presentó Alcanda. Por el escenario desfilaron desde Miguel Ríos a El Consorcio, pasando por Coque Malla, Mikel Erentxun, Amaral, Víctor Manuel, Ana Belén, Christina Rosenvinge, Zenet, Pasión Vega o María Rodes. A través de sus interpretaciones, y de las propias pantallas donde se emitieron breves actuaciones de Cecilia en los 70, la homenajeada fue la verdadera protagonista de la noche.
Del hilo conductor se encargó “Mi querida banda”, la formación capitaneada por Basilio Martí (pianos y dirección) y completada por Osvi Grecco (guitarras), Quique Fuentes (guitarras y coros), Marcelo Fuentes (bajo), Mayte Pizarro (coros), Giovanni Tradardi (teclados) y Carlos Gamón (batería). Fue la banda base de parte de los directos de la noche, a excepción de temas más acústicos o grupos íntegros que colaboraron en el homenaje. Entre ellos, Track Dogs, que interpretaron el ‘Cecilia’ de Simon & Garfunkel, un guiño al nombre artístico de la protagonista defendido a cuatro voces con guitarra, ukelele, tambor y trompeta, todos compartiendo micrófono y destilando calidez. Otra excepción la protagonizó Morgan, que salieron a escena junto a la gran voz veterana del rock, Miguel Ríos, y el guitarrista José Nortes para interpretar el tema ‘Andar’. “Si la vida es absurda, más absurda es la muerte, y con veintisiete años es un insulto”, lamentó Ríos, que se marchó lanzando un “¡bienvenidos!” a la audiencia.
La segunda y última nota en inglés la pusieron Coque Malla y Alondra Bentley, que ya habían protagonizado algún dúo en el pasado (en el tema ‘She understands’, de Malla) y que resultaron una buena combinación acompañada por una noria musical con aires irlandeses. La interpretación de ‘Si no fuera porque’ de María Rodés sobrecogió a guitarra y voz, aún más por lo acongojante de sus versos: “Si no fuera porque me tienen que enterrar / y que dos cipreses negros se comerán mis sueños. / Si no fuera porque mi padre siempre llora en los entierros, / me mataría mañana sin pensar en ello”. De ‘Nada de nada’ se encargaron Amaral, que con la guitarra de Aguirre y la rebosante voz de Eva conquistaron las tablas y a todo el auditorio.
La mayoría de los artistas aparecieron formando dúos, como Mäbu y Jorge Marazu, acompañados por Toni Brunet al piano, con las cálidas voces de María y Jorge aupando la brillantez de los versos de ‘Tú y yo’. María disfrutó de la actuación y de dar paso después “a su familia”: así apareció El Consorcio en escena, llevándose una ovación antes y después de deleitar al público con sus armónicas voces en ‘Desde que tú te has ido’. La actuación de Christina Rosenvinge y Vega trajo al escenario esos dejes medio italianos y medio afrancesados que ambas llevan en la mochila, un interesante contraste de voces que acabó con un breve y divertido paso de baile antiguo. De ‘Dama dama’ se encargaron Ana Belén y Víctor Manuel, mostrándonos hasta qué punto era suya la canción, además de ser de todos. Joaquín Sabina andaba al otro lado del charco, pero mandó un cariñoso saludo a través de las pantallas, lamentando no haber podido formar parte de la velada.
La otra guinda rockera del homenaje la pusieron Mikel Erentxun y Marilia, apropiándose de ‘Canción de amor’ en una versión tan fresca y actual como si la hubiesen escrito hace un par de noches. Javier Álvarez fue el único que salió completamente solo a escena, y defendió con su guitarra ‘Fui’: “¿Qué soy yo?/ Soy igual que las demás / una palabra, una noche fingida/ y una despedida”, el tema que abrió el debut homónimo de Cecilia en 1972. Una aventura de una noche que constata la madurez letrística de una compositora que, en cada texto que escuchamos sobre el escenario, sorprendió por la intensidad, la claridad y la calidad de su jovencísima escritura. Zenet se llevó ‘Nuestro cuarto’ a su particular rincón, medio copla medio blues, acompañado por su guitarrista, su trompetista y la voz de Virginia Maestro. Entre las últimas actuaciones destacó el vis a vis de ‘Esta tierra’ protagonizado por Pasión Vega y Jorge Marazu, que ya han trabajado juntos en el último disco de ella, y Diana Navarro, que centró las miradas y los oídos con su versión de ‘Mi querida España’, introducida por un sutil quejío entre árabe y flamenco. Alcanda salió a agradecerle el reto de preparar tamaña versión en un corto espacio de tiempo, y ella aprovechó para agradecerle a él todo lo que hace por la música.
El colofón final lo puso un trío de damas formado por Sole Giménez, India Martínez y Pasión Vega, a las que se unió en el último tramo y por sorpresa José Mercé en ‘Un ramito de violetas’, demostrando una vez más hasta dónde se pueden conducir las buenas canciones. Pero el verdadero cierre lo puso la voz de Cecilia desde la pantalla, contando que a pesar de que no es lo que hubieran deseado sus padres, había optado por ser “equilibrista”. Desde el escenario, absolutamente abarrotado por todos los que habían ido desfilando, decenas de artistas contemplaron esa última actuación en vídeo. Desde las butacas, la observaron más de mil ochocientas personas distintas, recordando otro tiempo y otro lugar, pero disfrutando de un repertorio tan vivo que no murió en aquel trágico accidente de coche, ni lo matará el paso del tiempo.
Repertorio de «Mi querida Cecilia»: