Metallica: De dioses y monstruos

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«El grueso de sus más de dos horas de minutaje estaba dedicado a la miseria y a la recomposición, con bastante de lo primero y lo justito de lo segundo»

 

Se reedita el documental “Some kind of monster” con motivo de su décimo aniversario y recordamos quienes eran Metallica en el momento de su grabación y quienes son ahora.

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

Metallica no inventaron el documental musical con “Some kind of monster” (Universal), pero no cabe la menor duda de que lo revitalizaron. Toda la oleada de films de este tipo vivida en los últimos años proviene de aquí. Puede que a alguien le pareciera exhibicionista e innecesario, pero con este film Metallica nos mostraron sus tripas en un momento complicadísimo para ellos. Evidentemente fue una maniobra egocéntrica pero también es cierto que mostraron al público su cara más fea. Al final todo acaba bien, con cantante rehabilitado y listos para seguir comiéndose el mundo, pero el grueso de sus más de dos horas de minutaje estaba dedicado a la miseria y a la recomposición, con bastante de lo primero y lo justito de lo segundo.

“Some kind of monster” salió a toro pasado. Documentaba a una banda en crisis pero cuando se estrenó ya no había crisis –que se sepa– y sus conciertos se seguían llenando con muchísima facilidad. La prensa podía decir de ellos lo que quisiera, mantenían su estatus de leyenda, eran intocables. “Some kind of monster” se rodó en un momento delicado, con James Hetfield haciendo cara a su alcoholismo, el bajista Jason Newsted abandonando la formación y el batería Lars Ulrich y el guitarrista Kikr Hammett tratando de mantener el grupo en vertical. Pero había mucho más. Cuando en 2001 empieza la grabación del documental, Metallica tienen que dar continuidad a una trayectoria que lleva desde 1997 sin disco nuevo como tal en el mercado y el panorama del género metálico ha empezado a cambiar.

Hacía tiempo que la banda se había apartado de la agresividad del thrash metal para reorientarse hacia el rock duro o metal a secas, dejando por el camino un disco sobresaliente e incomprendido como “Load”. Era una incógnita hacia dónde se dirigirían en el siglo veintiuno aunque las canciones nuevas incluidas en el álbum sinfónico “S&M” y ‘I dissappear’, su aporte a la banda sonora de “Mission: Impossible II”, indicaban que el camino era el que llevaba tiempo siendo, rock duro. Sin embargo, ese nuevo siglo veintiuno es también el del auge absoluto de nuevas bandas que nacen del nu-metal como Linkin Park y Slipknot, que desprecian el solo de guitarra o que en el caso de los primeros, entienden tanto el metal como el grunge o el hip hop. En ese momento, parece que Metallica deseó potenciar aquella faceta suya con la que habían influido a esas nuevas generacioes, de manera que la banda sonora de las confrontaciones registradas en el documental “Some kind monster” era la de unos Metallica centrándose en la sección rítmica, en la brutalidad y olvidando lo que entonces parecían tics de viejos como los solos de guitarra. El producto final fue el disco “St. Anger”, otro que nadie pareció entender aunque hacía muchas más señales de humo para su comprensión de lo que se quiso ver. Su sonido era crudo, pero ese era también su valor, aunque lo más importante es que en “St. Anger” había canciones y eran muy buenas. Ahí estaban ‘Frantic’, ‘Invisible kid’, ‘Shoot me again’, ‘Unnamed feeling’ y el tema que le daba título para seguir dando buenas lecciones de composición, aunque nadie quisiera reconocerlo. Por otro lado, el conjunto había superado su crisis y mientras que “Some kind of monster” terminaba con los cuatro miembros volviéndose a subir al escenario, fue en mitad de su nueva gira que se estrenó, cuando todo estaba en orden. Por el camino había quedado la adicción de Hetfield, la búsqueda de nuevo bajista que finaliza con la llegada del potente Robert Trujillo, el malestar de Lars Ulrich… El futuro era suyo de nuevo si lo querían. Y lo quisieron.

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Después de la decepción que supuso “St. Anger” para quien no lo quisiera entender, Metallica decidieron que hora de volver a hacer lo que su público demandaba, es decir, thrash metal. Habría que discutir si claudicaron o si realmente les apetecía, pero en 2008 “Death magnetic” se postuló como uno de los mejores discos del año, haciendo madurar el metal como género.

Hoy “Some kind of monster” celebra su décimo aniversario y afortunadamente estos diez años han sido sinónimo de cordura. Tanto, que revisitarlo es casi como revivir una pesadilla. Lo que muestra son estrellas perdidas en su mundo, pero de la misma manera que cada uno está perdido en el suyo, al fin y al cabo. Hay escenas duras en las que se derraman lágrimas, otras de victoria, momentos muy tensos, como cuando Ulrich se encara a Hetfield literalmente, y otros muy curiosos, como las audiciones para bajista que Trujillo gana. Pero el documental también demuestra hacia donde lleva el camino de la creación, la tirantez en la fábrica del arte, la colisión entre el mundo de los mortales y el de las musas. Ahora reeditado con cuarenta escenas adicionales y entrevistas en perspectiva.

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