FONDO DE CATÁLOGO
«Con Mescalero, ZZ Top recuperan el punch»
Eduardo Izquierdo nos lleva a 2003 para recuperar Mescalero, disco con el que los tejanos ZZ Top recuperaron la mejor versión de sí mismos desde los ya lejanos años setenta.
ZZ Top
Mescalero
RCA, 2003
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
El pasado 28 de julio recibíamos la triste noticia de que Dusty Hill, el eterno bajista de ZZ Top, había fallecido mientras dormía en su propio domicilio, en Houston. Algo que debería —ya veremos— significar el fin del trío tejano. Tras eso, muchos y muchas, en una operación que empieza a repetirse demasiado y que por ley de vida se está convirtiendo en el pan nuestro de cada día, corrimos a nuestras estanterías para darle un penúltimo adiós a uno de nuestros ídolos. Ese día, servidor cogió Mescalero.
Editado en 2003, Mescalero es un disco atípico en la discografía del trío barbudo por varios motivos. Para empezar, es un álbum en el que Billy Gibbons se agencia la composición casi en exclusiva, dejando a sus compañeros apenas un par de intervenciones, amén de la versión del “Tramp” del bluesman Lowell Fulson. También lo es porque la banda quiso hacer un claro homenaje, si es que no lo habían hecho ya de manera continua a lo largo de su carrera, a sus orígenes tejanos y a la música fronteriza en especial. Un tributo que abarca desde las canciones hasta el título, o la propia portada. Y finalmente, también es especial porque, en mi opinión, recupera al grupo en un buen estado de forma tras grabar un puñado de trabajos irregulares en los aproximadamente veinte años anteriores.
Con Mescalero, ZZ Top recuperan el punch. Cazan al vuelo algo del mojo de sus discos de los setenta. Quizá sin la magia de aquellos, claro está, pero dotando a su sonido de aires nuevos. Son valientes. Porque son capaces de mezclar en su habitual coctelera de boogie rock, blues, southern y hard rock, algo de aroma ranchero, con acordeones asomando en algunas canciones e incluso cantando una de ellas, “Qué lástima”, íntegramente en castellano.
En este álbum se atreven también con leves acercamientos al hip hop (algo que no es nuevo), sobre todo en algún fraseo, y hasta cierto aroma stoner, especialmente en algunas líneas de bajo del añorado Dusty. Además, las composiciones no desmerecen el conjunto sonoro. “Alley-Gator”, “Piece” o “Punk ass boyfriend” son grandes canciones, y “Dusted” un clásico que iba a pasar a formar parte, de manera fulgurante, de su repertorio en directo.
Eso sí, no esperen unanimidad. ZZ Top venían del flojeras XXX, que se llevó un buen número de probablemente merecidos varapalos. Y algunos quisieron ver en este Mescalero una simple continuación de aquel. Nada más lejos de la realidad. Este es un disco inspirado, arriesgado, actual (en su momento y ahora, ya que poco ha hecho mella en él el paso del tiempo), compacto, rotundo y, como poco, notable. El que escribe lo colocaría, sin rubor, en el top cinco de sus favoritos de la banda, quizá entrando por los pelos, pero ahí andaría.
Además, es un álbum influyente. Uno quiere ver entre sus pistas trazos del camino que luego tomarían nombres tan diversos y dispersos como Clutch, Brant Bjork, Mariachi El Bronx o Yawning Man. Aunque quizá esto ya sea producto de la sobredosis de peyote imaginaria de este viejo gruñón. En cualquier caso, un disco a reivindicar.
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