LIBROS
“¿Réplicas ingeniosas, personajes extravagantes, escenas de sublime alegría? Pues ahí está ‘Másters del multiverso’”
Sergi Escolano
“Másters del multiverso”
PEZ DE PLATA
Texto: CÉSAR PRIETO.
¿Quieren un libro divertido de verdad? ¿Uno de esos en que te invade la carcajada encadenada e inevitable? ¿Réplicas ingeniosas, personajes extravagantes, escenas de sublime alegría? Pues ahí está “Másters del multiverso”, en el que Sergi Escolano continúa el tono que le dio a su anterior “Con pecado concebido”, donde la llegada de un nuevo mesías desencadenaba una esperpéntica lucha. En esta juega al multiverso. Seguramente conocerán ustedes esa teoría cuántica según la cual el número de universos es ilimitado, y en algunos se establecen solo pequeñas diferencias respecto al que conocemos. Pues bien, nuestro héroe –un pagafantas, enamorado de la amiga que lo usa de confidente– ha de trasladarse a cinco de ellos para recuperar unos códigos que conseguirán salvar a la humanidad.
Multiversos a cuál más hilarante. En uno, los programas del corazón han logrado el poder político y sus participantes se reparten presidencias y ministerios –Belén Esteban máxima dignataria, por supuesto–; en otro, el tarot y los videntes han sustituido a la ciencia y hasta los partidos de liga se deciden tirando las cartas ante las cámaras. Hay otro en que las modas y modales del siglo XIX aún no se han superado y está aquel en que los alemanes han ganado la II Guerra Mundial debido a que científicos valencianos lograron la bomba atómica a partir de chufas fermentadas. Tan terrible como aquel en que la inquisición retransmite torturas en directo.
Muy jardielesco todo. Como el autor madrileño, que hace parodia de un género como la novela sentimental, Escolano toma la plantilla de otro género popular como es la ciencia-ficción, sector ucronía. En ambos autores el narrador se desdobla, sale de plano mientras sigue la acción y la comenta en off. Las dinámicas narrativas de los dos escritores necesitan utilizar del cameo y la intertextualidad constantemente para sus efectos jocosos.
La pequeña tacha que tiene el libro es que, al ser Escolano un escritor no estrictamente profesional –a pesar de que ha escrito en “El Jueves” o guiones para televisión–, a veces necesita de un poco más de oficio, puesto que el mundo que nos presenta es tan acelerado, que malacostumbra al lector y cualquier situación más costumbrista o enrevesada supone una bajada del ritmo. A su favor, esta falta de pretensiones, el escribir como un diletante, supone que aún no ha perdido esa frescura por la que tantos autores de oficio suspiran.
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Anterior crítica de libros: “Songbook 2”, de Joaquín Ladrón.