«Es la evolución de una ruptura, pero también de una manera de creer en el amor, que con la edad se va haciendo más complejo»
Tras la aventura con La Estrella de David, Maria Rodés retoma su carrera solista con Fuimos los dos. Un disco alumbrado durante la pandemia, a canción diaria, en el que por primera vez deja de esquivar un tema que no solía aparecer en sus discos a solas: el amor. Javier Escorzo habla con ella.
Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: ERIKA PRÜFERT.
Allá por el confinamiento, Maria Rodés se propuso el reto de escribir una canción al día. De esta manera, además de conseguir evadirse —al menos, mentalmente— de los rigores pandémicos, terminó escribiendo uno de los discos más personales de su carrera, Fuimos los dos (Elefant Records, 2022). El primero dedicado por entero al amor, tema central de la historia del arte que ella había eludido hasta la fecha.
Ahora la pandemia parece algo muy lejano, pero este disco nace en ese período, concretamente en pleno confinamiento.
Sí, nace de un pequeño reto que me planteé en el confinamiento, que consistía en componer una canción diaria. Bajo este propósito empecé a escribir una canción al día y a compartirla en Instagram.
Jorge Drexler, en una entrevista para Efe Eme, me dijo que se planteó escribir un disco sobre la pandemia, pero que desechó la idea porque le hubiese dado mucha pereza pasarse dos años de gira cantando canciones sobre las mascarillas, el encierro, las vacunas y demás. En tu nuevo disco, Fuimos los dos, la pandemia está presente, hay referencias que remiten a ella, pero no es el tema central, sino el escenario donde se desarrollan las historias.
Eso es, la pandemia fue el contexto en el que hice el disco y, evidentemente, es un contexto lo suficientemente extraordinario como para que se cuele en las canciones, pero de lo que hablo es de un proceso de ruptura y del desamor; a nivel más concreto, dentro de una relación, y también a nivel más global, como un recorrido desde el amor de los quince años, que es más ingenuo y más alegre, y cómo va evolucionando. Si te fijas, el disco comienza más alegre y luego se va oscureciendo. Es la evolución de una ruptura, pero también de una manera de creer en el amor, que con la edad se va haciendo más complejo.
¿Como si te fueras desencantando con esa idea del amor, que al principio era tan idílica?
Sí… Al final, en este reto de escribir una canción al día aparecieron rupturas del pasado, y esa acumulación de desengaños va generando una desconfianza, ese desencanto que tú dices, que es un poco lo que se plasma en el disco. Pero es sin querer. Muchas veces me pasa: hago discos y la lectura la hago después. Digo: «Mira, esta es la línea del disco», pero no era algo que hubiese planteando inicialmente.
Decíamos que el disco lo compusiste en 2020, pero entiendo que luego lo dejaste macerar, porque en 2021 publicaste otro álbum con La Estrella de David, Contigo (Elefant Records, 2021). ¿Seguiste trabajando las canciones, o las dejaste aparcadas y te has ceñido a lo que escribiste en su momento?
Las canciones han variado un poco, sobre todo en las letras, que he quitado cosas que eran más del confinamiento, las he cambiado. He retocado alguna cosilla, pero he intentado no hacerlo mucho, porque la gracia del disco era que las canciones fuesen tal y como nacían, sin querer hacerlas demasiado complejas. Quería respetar esa frescura de cuando escribía una canción al día. Las grabé en cuanto nos dejaron salir y movernos; yo grabo en Barcelona pero vivo en Madrid, así que en cuanto pude empezar a desplazarme lo grabamos.
Ese disco que hiciste con La Estrella de David, Contigo, no sé si puede considerarse como un precedente de este, porque era la primera vez que hablabas tan directamente del amor, concepto que ahora desarrollas plenamente.
Creo que sí fue un precedente. Más que un precedente, un «desatascador». Recuerdo que David [Rodríguez, de La Estrella de David], me decía: «Tú siempre grabas discos conceptuales que tratan de muchos temas, pero nunca hablas de amor». Él propuso que la temática de nuestro disco compartido fuese el amor, y digamos que le fui cogiendo el gustillo [risas]. Es verdad, siempre había descartado la temática del amor, quizás por parecerme demasiado obvia, no lo sé, pero por alguna razón no me apetecía hablar de eso, o lo hacía de una manera mucho más indirecta, con metáforas y demás. Y en este disco ya me he lanzado. Es un tema superimportante para todos, para mí también. Así que sí, el disco con La Estrella de David desatascó esa gran temática que necesitaba salir.
«Siempre había descartado la temática del amor, por alguna razón no me apetecía hablar de eso, o lo hacía de una manera mucho más indirecta»
Me llama la atención que hasta estos dos últimos discos hubieses eludido el tema del amor. Diría que es el más recurrente, no ya solo en la historia de la música, sino del arte en general. ¿Lo hacías conscientemente o te salía así sin darte cuenta?
En el primer disco que grabé, Una forma de hablar (BCore, 2010), sí que tocaba el amor. Y luego, en todos los discos siempre ha habido alguna canción que de alguna manera hablaba de amor, pero quizás de una forma más indirecta. Es como si no quisiera que fuese el tema central, supongo que por evitar el cliché o porque no me parecía interesante. No sé analizar la razón, quizás haya algún motivo psicológico detrás, pero rehuía ese tema.
Has coproducido el álbum con Joel Condal, con quien ya habías trabajado en tu disco solista anterior, Lilith (Satélite K, 2020).
Yo hice mis demos durante el confinamiento, son las que fui colgando en las redes; casi siempre guitarra, voz y algún elemento más: algún sinte, algunos coros… Lo que hace Joel como productor es coger las canciones y darle variedad, que no sea un disco exclusivamente de guitarra y voz. Intentamos sacar las canciones del lugar en el que estaban en la maqueta. A veces tomaba él más la iniciativa y a veces la tomaba yo. “Prefiero no decir nada”, por ejemplo, era mucho más triste musicalmente hablando, pero él le dio una vuelta, metió un ritmo brasileño y ahora tiene un contraste muy bonito entre una música más bien alegre y una letra bastante derrotista. Esa fue una idea suya que me pareció muy acertada. En cada canción íbamos viendo qué podíamos cambiar respecto a las maquetas. Algunas han cambiado mucho, y ahí él tiene mucha importancia, porque es el que aporta esa visión más de disco, y más limpia, tiene esa objetividad necesaria para ver por dónde tirar. Creo que hacemos un gran equipo.
Se ve muy bien esa mezcla de la que hablas. Está claro que es un disco muy de guitarra y voz, pero también hay otras cosas: hay detalles, instrumentación, arreglos, cuerdas, coros, folclore sudamericano… Pero la raíz acústica de tu guitarra y tu voz está siempre visible, es como el esqueleto del disco.
Sí, esa era la idea. Es un disco muy íntimo, seguramente de los más íntimos que he grabado, y me parecía importante que estuviera presente esa idea de que se me notase a mí con la guitarra y cantando las canciones, pero también queríamos dar giros para divertirnos y para que cada canción tuviera su propia atmósfera y su propio mundo.
El disco comienza con “Recordarte”, una canción inspirada en unas cartas que escribiste hace bastantes años, cuando eras adolescente. De hecho, la has subido a Instagram. ¿Es realmente la carta que escribiste en aquella época o una recreación?
Bueno, hay una doble recreación. Es cierto que la canción nace inspirada en unas cartas que escribí cuando tenía quince años, que las conservo. Durante el confinamiento las leí y me sorprendió ver cómo escribía entonces, esas declaraciones de amor. Yo le estaba escribiendo a mi primer novio, que también tenía quince, y hay frases en plan «te quiero, eres lo mejor que me ha pasado, si algún día me muero esto ya ha merecido la pena…» [risas]. Me sorprendió mucho ver a esa adolescente creyendo tanto en el amor y atreviéndose a decir esas cosas. Esta canción era como invocar a esa María adolescente, atreverme a decir «te quiero» por primera vez en una canción. La letra parece un poco una carta, la página de un diario. Lo que he subido a Instagram es una recreación, la carta no era exactamente la que sale en la foto. He convertido la letra en carta, pero sí que hay frases que he tomado de la carta que escribí entonces.
Dices que en las letras abordas también el tema de las rupturas. Las he analizado y hay muchas frases como «prefiero no hacer nada» (“Prefiero no decir nada”), «es mejor no hacer nada» (“Algo nos puede pasar”), «no hay nada que hacer» (“Soltar las armas”), «hace tiempo que no hacemos nada» (“Hoy no tengo fuerzas”), todo el texto de “Siempre es domingo”… No sé si esto es fruto del confinamiento, que fue el momento en el que escribiste las canciones y realmente había poca cosa que hacer, o si es que asocias la idea del final del amor a cierta desgana, cierta desidia o cierto hastío.
No he hecho ese análisis todavía, te has adelantado a mí en ese sentido, pero sí, puede ser que esa imagen esté. La pareja que se va terminando por dejadez, de alguna forma. Y supongo que el confinamiento también tuvo que ver, porque aquella urgencia por hacer canciones era realmente por hacer algo. El confinamiento se me hizo difícil, la sensación de tener ese tiempo que nunca tenemos me removió bastante; entonces, la cosa de no hacer nada, evidentemente, está muy presente, el disco está impregnado de esa situación. Pero también tiene que ver con lo que dices, esa forma de terminar el amor. No lo había visto, pero me parece una buena reflexión.
El álbum comienza con la pasión adolescente de “Recordarte” y termina con “Madame Bovary”, que es el símbolo universal de la mujer insatisfecha que no quiere ceñirse a los límites de la rutina y que siempre está buscando nuevas experiencias.
Sí, para mí “Madame Bovary” es como el epílogo del disco, la explicación. No es una autocrítica, es como decir que yo estoy siempre buscando, como Madame Bovary, y que, en esa eterna búsqueda, el amor tiene ese recorrido, que no es suficiente. El disco se titula Fuimos los dos, pero también tiene ese punto de «esta soy yo». Es como una pequeña caricatura de mí misma, tiene cierto toque de humor. La letra habla de que estoy escribiendo canciones tristes, quiero meter cierto toque de humor, es la canción más irónica del disco.
«Es un disco muy íntimo, seguramente de los más íntimos que he grabado»
Has sacado solo un adelanto, el single “Recordarte”. Es algo muy poco habitual en estos tiempos en los que, con la estrategia que imponen las plataformas digitales, la mayor parte de los artistas sacan cinco o seis adelantos antes de que el disco vea la luz. ¿Por qué lo haces así?
Lo he hecho por varias razones. El disco está compuesto desde hace bastante tiempo, es de 2020, y también por eso es un disco muy personal y no quería darle una estrategia muy comercial. Además, me parece que está bien escucharlo entero, no le veía mucho sentido a ir sacando canciones sueltas. El disco es un todo. Es cierto que voy un poco a la contra de la estrategia habitual, pero no me importa.
Dices que este disco es como un todo, y lo cierto es que durante toda tu carrera has funcionado así, con trabajos muy conceptuales. El anterior disco en solitario, Lilith, iba sobre las brujas, tienes el disco de la copla (María canta copla)… ¿Necesitas ese impulso de crear una obra conceptual para grabar un álbum? ¿Es algo inherente al concepto de disco?
Sí, creo que sí. Para mí tiene sentido que todas las canciones vayan en la misma dirección, me gusta transmitir un mensaje único. Me motiva más hacerlo así, me resulta más estimulante. No sé por qué, pero es así. En este disco el tema es el amor y el desamor, que es un tema recurrente en la música. En muchos cantautores no sería un disco conceptual porque es habitual, pero en mí sí que lo es porque es la primera vez que hablo tan abiertamente de este tema en todas las canciones.
Para ir terminando, una curiosidad. Hace unas semanas publicaste un mensaje en redes sociales diciendo que habías perdido una guitarra en el tren. ¿Apareció?
No ha aparecido, no.
O sea, que no fue una pérdida, sino un robo.
Sí. Me la dejé en el vagón y cuando volví a por ella ya no estaba. Alguien aprovechó ese descuido para llevársela. Que no es habitual, porque una vez me olvidé un portátil en el AVE y me lo guardaron, pero esta vez no ha habido suerte.
Bueno, imagino que tendrás más guitarras y que podrás salir de gira.
[Risas] Sí, sí, tengo más guitarras y gracias a Dios puedo comprarme otra guitarra [risas]. Además, esa no era la que más uso. Me gustaba mucho, pero bueno, tengo otras, así que no hay problema. La gira de este disco empezará en 2023, ahora tengo todavía algún concierto de cierre del disco con La Estrella de David, alguno del disco de Lilith… Luego quiero hacer un pequeño parón y en 2023 salir ya con este disco.
«Para mí tiene sentido que todas las canciones vayan en la misma dirección, me gusta transmitir un mensaje único»
Supongo que será gira nacional, pero no sé si también internacional, porque en junio te fuiste a tocar a Sudáfrica.
Eso fue increíble. No tiene ninguna explicación lógica, pero me contrataron para tocar en Sudáfrica. De momento será gira nacional, pero nunca se sabe [risas]. A veces la vida te da esas sorpresas. También me fui a El Salvador este año, y a Alemania. Bueno, y a Portugal, pero eso está más cerca. Ha sido un año bastante internacional.
¿Y después de la gira? Teniendo en cuenta que este disco lo tenías en la recámara desde 2020, ¿tienes ya cosas preparadas para próximos proyectos?
Bueno, yo voy grabando conforme me van saliendo cosas y las guardo. Luego, cuando me pongo a hacer un disco, revisito ese trabajo y aprovecho cosas, pero normalmente focalizo mucho. Cuando me pongo, me pongo.