Marea: veinticinco años navegando contra la corriente

Autor:

«Es cierto que a los chavales de hoy no les interesa el rock, como a mí no me interesaba la copla que tanto le gustaba a mi madre»

 

Celebrando el veinticinco aniversario de su debut, Marea reeditan el disco La patera. Buen momento para regresar al punto donde empezó todo y reconstruir su historia, como hace aquí Javier Escorzo.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: FERNANDO LEZAUN (ACTUALES) / ARCHIVO MAREA (ANTIGUAS).

 

La historia del nacimiento de Marea es de sobra conocida. A finales de los noventa, Kutxi Romero empezó a barruntar la formación de una nueva banda con la que dar salida a sus inquietudes musicales. Para ello, fue tirando de amigos y reclutó a David Díaz «Kolibrí», César Ramallo, Alen Ayerdi y Eduardo Beaumont «Piñas». A este último, compañero suyo de la obra, tuvo que regalarle un bajo, ya que jamás había tocado ningún instrumento. El 24 de diciembre de 1997, antes de irse cada uno a su casa para disfrutar de la cena de Nochebuena, quedaron para su primer ensayo y salieron del local con una canción terminada. «Yo tenía una estrofa y, en ese mismo ensayo, Kolibrí hizo la música de un estribillo. Recuerdo que salíamos por la puerta y El Piñas flipaba: “¿Hemos hecho una canción?”. Era “Trasegando”, que la seguimos tocando en los conciertos», recuerda Kutxi.

Desde aquel primer ensayo, los acontecimientos se desarrollaron con suma rapidez para el quinteto. Las canciones brotaban sin parar mientras ellos se afanaban en ir puliendo su sonido. No tardaron en conseguir el repertorio necesario para entrar a grabar, pero había un obstáculo en el camino: no tenían el dinero suficiente para costear el estudio. Como por ensalmo, la solución se les apareció en forma de concurso de cantautores organizado por el Gobierno de Navarra. El premio eran 250.000 pesetas de la época (1.500 euros), y Kutxi decidió presentarse para conseguir el botín. Dicho y hecho.

 

«Si no estás, las canciones se van con Roberto Iniesta o con Fito, y ya la has jodido»

 

Con las canciones preparadas y los bolsillos llenos, el grupo se dirigió a los estudios Sonido XXI, situados en la localidad navarra de Esparza de Galar. Por delante tenían cinco días para grabar y mezclar lo que sería su primer álbum. Juanan y Javi San Martín, dueños del estudio y, a la sazón, productores de esta primera referencia de la banda de Berriozar, les decían que aquello no era un disco, sino una maqueta. Ellos, sin embargo, tenían muy claro que estaban dando forma a su primer trabajo oficial, y se reafirmaron en su idea cuando escucharon el resultado final, como sigue pensando Alen: «Cuando hicimos el disco pensé que era la bomba. Igual es por inconsciencia o por instinto, pero creo que salió algo muy chulo. No nos hemos planteado, como han hecho otras bandas, regrabar este primer disco. Puede tener las imperfecciones y las limitaciones que teníamos entonces, pero hay magia».

 

Auge y caída del rock and roll

Era su primera referencia, pero en ella se pueden encontrar las señas de identidad que han convertido a Marea en leyenda del rock nacional: el rock aguerrido, la poesía sucia de las letras, ciertos dejes flamencos… Por aquellos años, llamaba la atención que un grupo nuevo apostase por el rock urbano y no por el metal, que era lo que estaba más en boga: «A mediados de los noventa le rock urbano y el llamado rock radical vasco ya estaban de capa caída. Somos los últimos de ese saco en el que están Leño, Rosendo, Barricada, Extremoduro, Platero y Tú, Los Suaves… Ahora ya no dicen que somos los nuevos, sino los últimos. Es cierto que a los chavales de hoy no les interesa el rock, como a mí no me interesaba la copla que tanto le gustaba a mi madre», razona Kutxi.

Sea como fuere, con el disco ya en la mano, llegó el momento de enviárselo a las discográficas: «Lo mandamos a todas las que conocíamos. Nos costó encontrar los contactos, los buscábamos por Internet», confiesa el «Piñas». Entre todas ellas, BMG se decidió a ficharles. Se trataba de una multinacional, pero su entrada en la escudería no supuso un gran cambio en la carrera del grupo, más allá de una gira en la que acompañaron por todo el país a Reincidentes, compañeros de sello y que vivían en aquellos años su momento álgido. Sin embargo, el disco no terminó de despegar y a los pocos meses, BMG dio la carta de libertad a Marea.

 

«Seguimos teniendo el mismo medidor de canciones: si estás tocando y te pones nervioso, es que vale»

 

Lejos de desanimarse, el grupo siguió su camino sin titubeos. Fueron los siguientes discos, Revolcón y Besos de perro, los que lograron conectar con el gran público y catapultaron a Marea al lugar de privilegio en el que se instaló hace ya varios lustros. Si se les pregunta por la razón de su éxito, se encogen de hombros; es Kutxi el que responde: «Como no sabíamos que era imposible, lo hicimos. No teníamos padrinos, ni referencias, ni conocíamos nada de la industria… Nada, absolutamente nada. Teníamos la ilusión de que veíamos que podíamos hacer canciones, a pesar de nuestras limitaciones. Hasta que creas un idioma propio entre los cinco, pasa un tiempo. Luego ya va todo más fluido. Pero bueno, nos sigue costando lo mismo hacer canciones. Tienes que estar ahí, esperando. Si no estás, las canciones se van con Roberto Iniesta o con Fito. Y ya la has jodido».

 

Marea en el nuevo siglo

Es evidente que las cosas han cambiado mucho desde 1997, pero, en Marea, lo esencial permanece inmutable: el amor por la música, la amistad entre los cinco. «Seguimos teniendo el mismo medidor de canciones: si estás tocando y te pones nervioso, es que vale», sentencia Piñas. «Siempre nos ha gustado más componer temas nuevos que tocar temas viejos. Componiendo, siempre nos hemos divertido; es como la Play Station para los chavales de ahora», apostilla Kolibrí.

 

 

Un cuarto de siglo después, con la lujosa reedición entre las manos, los cinco siguen sintiéndose orgullosos de aquella primera grabación. César lo tiene claro: «No tiene tantas imperfecciones. Si no, lo hubiésemos cambiado para tocarlo en directo, pero lo tocamos igual». Kutxi está de acuerdo: «Pesan más las canciones, que están muy bien, que las imperfecciones. Cuando una canción está bien, es muy difícil joderla. El No hay tregua, de Barricada, suena mal, pero es un gran disco. Y pasa lo mismo con muchos otros».

En el rock, siempre ha sido así. No importa tanto la perfección, sino la capacidad de transmitir. El alma de las canciones. La magia. Esa es la razón por la que La patera, aquel disco que grabó un grupo imberbe a finales del siglo pasado, sigue cautivando a tanta gente hoy en día. No buscaban el dinero, ni la fama, ni el éxito comercial. Solo disfrutar de la música. En palabras de Kutxi: « En Berriozar, ¿qué futuro nos esperaba? El mismo que en cualquier lugar de extrarradio. Ahora es un barrio amable, pero hace treinta años era puro chabolismo vertical, cinco bloques de inmigrantes que hicieron el pueblo. No había mucho más: o eras buen estudiante y te ibas fuera, o te quedabas a trabajar en la Volkswagen o donde fuera. A nosotros nos dio por el rock. Tuvimos la suerte de ver a unos amigos tocando… la primera vez que ves a un grupo tocando de cerca, en el local, te parece el mejor grupo del mundo. Te marca de por vida, no se te olvida nunca». Eso es, exactamente, lo que les ha sucedido a miles de personas: que han quedado marcados de por vida por Marea y que, por mucho tiempo que pase, no olvidarán nunca lo que sintieron al oír su debut.

Artículos relacionados