Mardom, de Mardom

Autor:

DISCOS

«Se ha empapado de la historia sonora para reinventarla en este presente y, mirando para atrás, ha sabido releerlo todo de un modo apasionante y emocional»

 

Mardom
Mardom

ENTREBOTONES, 2024

 

Texto: SARA MORALES.

 

La nostalgia, fruto del paso del tiempo, de ese salto de la adolescencia a la juventud y de ese cobrar consciencia del mundo de ahí fuera, se ha convertido en la gran protagonista del álbum de debut y homónimo de Mardom, el proyecto personal del músico Nacho García. Un disco que llega tras conocer algunos singles de adelanto este tiempo atrás, pero que ahora, presentado en sociedad al completo, con la totalidad de su repertorio de ocho canciones, luce coherente y honesto, como intuíamos.

Revestido de reminiscencias de la música negra, el soul, el jazz y el funk, Mardom ha sabido personalizar todos estos géneros y hacerlos suyos, a través de una fórmula asentada en el indie pop rock nacional, pero con sabores añejos y pretéritos que encandilan y transportan a otros tiempos y a otros espacios. De ahí, esa manera tan étnica, tribal y pegadiza con la que arranca a sonar el disco, “Ayaiyayé”; una canción que en palabras del propio Mardom: «es una declaración de intenciones. Una manera de mirarse al espejo y decidir dejar todo lo que llevas dentro. De pelear, recibir mil “noes” y seguir empujando. Es una manera terapéutica de quererse a uno mismo y de confiar en el proceso». Una canción que, como un guante, representa en sonido lo que la portada en imagen, diseñada, por cierto, por Ramón Díaz. Porque esa nostalgia, ese mirar hacia atrás, lo mismo se remonta en manos de Mardom a tiempos de los esclavos del algodón en el siglo XIX, como a su propia historia y la de su familia cuando regresa mentalmente a su niñez. Eso lo hace en “Hoy toca celebrar”, en colaboración vocal con Alba Barcía (corista habitual de sus directos), y cuyo videoclip, obra también de Moncho (Ramón Díaz), rememora esa añoranza de tiempos pasados pero en clave optimista, con resultados y sensaciones felices, alegres, porque el crecimiento —pese a los momentos difíciles, que siempre los hay— han ido por buen camino. Echar la vista atrás es bueno a veces y de las piedras en el trayecto se aprende, como demuestra en “Enero” con la crudeza que marca la distancia y la sensación de echar de menos.

Producido por el propio Mardom, en compañía de Alejandro Castro Andrés, Diego Ena y Ali Nasir, relata el músico con esta colección de canciones su propia evolución vital, su camino existencial, lo que significa dejar la inocencia atrás y tomar las riendas de su vida independiente. «Ahora que no es hoy, mis noches son más largas», canta en “Mis noches”; un tema con efectos retrofuturistas y base de pop melancólico que se arranca por momentos con la fuerza y la nitidez de su voz. El gusto del músico por la obra de Kali Uchis, Jacob Banks o Bill Withers está presente, pero acertar en fusionarlo con retazos vanguardistas no es sencillo, y Mardom lo consigue. Además, su espíritu de trovador modernista, de cantautor de la calle y de la vida, hace que sus letras y su narrativa se levanten como alegatos individuales pero también colectivos. Habla de él y de todos en sus canciones.

“Sabes bien dónde estoy” es dinámica y vitalista en fondo y forma. Una composición que incita a la pista de baile, entre tempos y sabores funky, y unos coros que la elevan a una luminosidad que, en directo, promete ser el alma de la fiesta. Como “Soul happy”, solo que esta de un modo más pausado, más sentido y anclada en un soul jazzero que contagia a través de las trompetas y trombones.
Cuenta Mardom que este álbum es el resultado de varios años de trabajo y aprendizaje, un viaje que redondea de un modo emotivo a medio tempo en “Torre de Babel”, con sentencias que calan hondo como «no eres quien crees ser en realidad», y que brilla especialmente en “El camino”, el último corte del disco, tan sensual como emocional.

En definitiva, un debut a la altura de un músico que se ha empapado de la historia sonora para reinventarla en este presente y que, mirando para atrás, ha sabido releerlo todo de un modo apasionante y actual.

Anterior crítica de discos: Live from the Pyramid Stage, Glastonbury Festival, June 25, 1999, de R.E.M.

 

Artículos relacionados