“Los conciertos de Mamá me dejan exhausto. Recuerda a esa rabia de la adolescencia, que puedo tenerla también ahora mismo, porque las personas no cambiamos tanto”.
Mamá, historia del pop español y grupo de cabecera esencial para Efe Eme, están de vuelta con «Sin crédito», un álbum inmediato que mira a la calle y que recoge sus mejores esencias. Arancha Moreno entrevista a José María Granados y Carlos Rodríguez.
Texto: ARANCHA MORENO.
Su fulgurante carrera a primerísimos de los ochenta terminó antes de tiempo, y desde entonces volvieron a juntarse puntualmente, para un disco en directo y algunos conciertos más. Tras perder a uno de sus dos cantantes, Manolo Mené, el compositor, guitarrista y vocalista José María Granados se puso al frente de la banda, que regresó más de veinte años para retomar el proyecto donde lo dejaron. Acaban de publicar el disco «Sin crédito», motivo por el que nos reunimos con ellos en la mítica Glorieta de Bilbao a la que cantaban en el tema ‘Ya no volverás’. Delante de una taza de café están José María Granados y Carlos Rodríguez.
Mamá os habéis separado y reunido varias veces. ¿Qué interrumpió vuestra carrera, y que empujó vuestra vuelta?
José María Granados: Realmente solo hemos vuelto ahora, la interrupción del concierto en directo, cuando estaba Manolo, fue una cosa muy puntual. Me llamó Paco Martín para participar como Mamá en el disco de homenaje a Antonio Vega, «Ese chico triste y solitario». Lo hicimos, pero no teníamos ninguna idea de juntarnos. A raíz de esa canción nos llamó Manuel Notario para juntarnos para hacer un concierto en la sala Vaivén. Tocamos, la sala estuvo muy petada, y nos ofreció grabar un disco en directo en la Sala Sol. Pero nosotros no íbamos a seguir.
Así que aquel disco en directo fue una reunión muy puntual.
J.M.: Muy puntual, porque nosotros no íbamos a seguir después. Dimos algún concierto después del directo, cuatro o cinco. No es que nos volviéramos a separar, es que no nos habíamos juntado. En 2009, hablé con Carlos porque tenía algunas canciones que me sonaban más a Mamá que en solitario y pensamos en maquetarlas. Como habíamos hecho muy pocos discos en su momento y las producciones eran muy extrañas para la época, solo nosotros sabíamos cuál era el sonido de Mamá, y era un poco tentador grabarlo. Decían que teníamos canciones pero que tuvimos malas producciones, así que para nosotros era un reto.
Carlos: Tampoco estaba con nosotros Manolo [Mené], y era un poco complicado, así que nos metimos casi jugando para ver cómo sonaba, nos gustó y seguimos adelante.
Llevábais más de dos décadas sin funcionar como grupo, entonces.
J.M.: Sí, cuando hicimos aquel concierto con Manolo tampoco era Mamá, él estaba muy pegado a Dover, al «Devil came to me».
C.: Yo tenía un grupo que se llamaba Lola y estábamos preparando un disco. Cada uno experimentaba por su lado, sin ninguna unidad.
J.M.: El disco en directo de El Sol no era propiamente Mamá, hacíamos versiones que no tenían nada que ver con nuestro sonido, lo que pasa es que los temas eran los mismos. Pero hasta ahora no nos hemos dado cuenta de cómo funcionaba el grupo. Cuando tocas con determinada gente, ves una serie de energías y sinergias que se crean que tú ignorabas que existían, de eso se trata. Cuando estoy en el escenario con Carlos y con Guti hay algo que no tenemos en solitario. Eso se une a que el grupo tuvo muy poca vida, que no se quemó mucho en lo personal. Esas sinergias, si estás veinte años desaparecen porque te hartas.
C.: A mí también me pasa, son sensaciones que no he tenido con otros grupos. La química es diferente.
¿Cuál es la esencia del grupo?
J.M.: Yo siento muchísima energía, los conciertos de Mamá me dejan exhausto. No es que sea un pop adolescente, pero sí recuerda a esa rabia de la adolescencia, que puedo tenerla también ahora mismo, porque las personas no cambiamos tanto. Es la energía de un pop fuerte, prácticamente punk, como surgían los grupos en los ochenta, con un poco de rabia. Eso unido a que salimos en el 79, cuando los tiempos eran un poco oscuros, y teniendo en cuenta lo oscuros que están los tiempos ahora, ¡tampoco nos van muy mal estos tiempos! Nosotros siempre vivimos en tiempos no demasiado brillantes, no sé por qué. Es lo que yo siento.
C: Y sale bastante fácil. Él hace las canciones, nos sale y nos gusta, no hay que dar muchas vueltas, es muy inmediato.
¿Tan inmediato como la escucha?
J.M.: Sí, igual de inmediato que se escucha.
A veces conseguir esa inmediatez cuesta mucho trabajo.
J.M.: Cuando llamé a Carlos para decirle las canciones, la canción ‘Lo intentaré otra vez’ ya me sonaba como Mamá, la energía ya era esa. Siempre me ha gustado trabajar con grupos, pero con Mamá no había trabajado mucho. Es curioso que te pidan durante toda la carrera temas como ‘Nada más’ o ‘Ya no volverás’ y que tú no hayas tenido realmente ocasión de tocarlos, que la gente te recuerde por algo en un libro, porque no es verdad. Ahora en directo nos parecemos mucho a lo que éramos al principio, somos igual de desastres.
Así que estáis ajusticiando la leyenda.
J.M.: Bueno, es que la leyenda… Es una cosa de pasártelo bien, ahora y siempre. Nos lo pasamos bien. Casi me lo paso mejor ensayando que tocando.
¿Disfrutas más en los ensayos?
J.M.: Sí, pero es que en nuestros ensayos tocamos el doble de temas que en un concierto, ¡entonces me lo paso mejor!
C: Y preparando los temas, para mí es muy sugerente.
J.M.: Claro, trabajando los temas, como hemos trabajado las entregas ahora.
Hablabais antes de los tiempos “oscuros” que corrían en vuestros inicios. ¿Nunca habéis vivido esos maravillosos años de los que hablan?
J.M.: ¿En el negocio musical? Nunca, siempre hemos ido a contracorriente, creo que eso nos une bastante.
C: Nunca lo han sido. Lo que pasa es que en aquellos tiempos había la euforia de que los tiempos iban a cambiar. Creíamos que la calle era nuestra, salíamos y ya no nos pedían la documentación, y creíamos que las cosas iban a seguir así. Pero la vida nos ha demostrado que no. Estamos en la misma época ahora.
Solo que quizá ahora no existe esa ilusión.
J.M.: Bueno, supongo que la gente más joven tiene esa ilusión, mi hija la tiene. Esa ilusión no voy a tenerla yo, es lo que te da la edad, como ya tienes perspectiva, el discurso que oyes ahora ya lo has oído hace treinta y cinco años, y te conoces más… Pero los tiempos son buenos siempre. La gente que está ahora tiene unas posibilidades increíbles de hacer cosas.
Son tiempos “buenos” pero «Sin crédito», como dice vuestro últimos disco.
J.M.: Sin crédito, claro. Otra cosa es que hagamos referencia desde nuestro punto de vista, que ya somos señores de una cierta edad, pero nada establecidos, ¡ninguno estamos muy establecidos en ningún lado! Estamos muy en el aire. Pero dentro de lo que era la manera de componer de Mamá, yo hablo de una relación de amor, en una casa de alquiler que no puedes pagar, y si estás muy preocupado por llegar a fin de mes la cosa romántica se desvanece un poco. Maneras de contar el tiempo que se vive, me parece bonito, para mí ha sido bonito hacerlo, y necesario.
No sé si la crisis se ha vuelto la musa de muchos artistas en sus últimos discos…
J.M.: No lo sé, no sé si es la musa, no todos los textos son así, pero te sale por todos los lados. Cada uno lo cuenta como sea. Si eres un grupo pop, lo cuentas dentro de una historia, con una cierta sutileza.
C: Es la realidad que vives.
«Chicas de colegio’ era absolutamente cítrica, de manera que todavía la podemos tocar, aunque nos pueden acusar de viejos verdes y llevarnos a la cárcel»
En vuestras letras siempre habéis hablado de forma muy coloquial, pero utilizando también la ironía, con una cierta punzada. Es uno de vuestros sellos de identidad musical, que se plasma también en este disco.
J.M.: Sí, de una manera “cítrica”. Es verdad, me gusta que me lo cuentes porque es cierto. Nunca se entendieron muy bien nuestras canciones, ni siquiera en los primeros ochenta. “Nada más”, nuestro primer epé, tiene un aspecto cítrico. ‘Chicas de colegio’, aunque se editó de otra manera, era absolutamente cítrica, de manera que todavía la podemos tocar, aunque nos pueden acusar de viejos verdes y llevarnos a la cárcel. ‘Regresas a casa a las diez’ lo mismo, ‘Ligarse a Vicky’, ‘El número equivocado’… Casi todas. Exceptuando ‘Hora punta en el metro’, pero que está hecha aposta así, es la canción menos real de Mamá, no tiene ese aspecto, porque la escribí sobre algo que le había pasado a un amigo mío. Ahora son menos cítricas, son más cariñosas.
¿Las habéis endulzado un poco?
J.M.: Creo que sí. ‘Amantes’, del nuevo disco, no tiene nada cítrico.
Ahora que hablas de “Hora punta en el metro”, sí que es la más diferente de vuestro repertorio, pero también una de vuestras canciones bandera.
J.M.: Le gusta mucho a la gente. Es la canción “babosa” por excelencia. La letra, si puede tener alguna referencia, es cuando Enrique Urquijo iba a la calle Padilla a recoger una novia que tenía entonces. Me acuerdo de verle, porque yo vivía por Conde Peñalver, y me decía que estaba esperando a su novia porque su padre no le dejaba verle.
Las canciones siguen siendo balas rápidas.
C: Los temas tienen lo que tienen que tener. No vamos a hacer un solo de doce minutos, vamos al grano, musicalmente y con la letra.
J.M.: Mamá hace lo mismo que se estilaba en los primeros ochenta, la new wave británica o americana, con canciones de dos minutos y medio, donde la base son las canciones. Hay otra manera de hacer música, pero aquí variamos dentro del estilo, no tenemos un estilo muy definido. El estilo define que sea de dos minutos o tres, muy directo, energético, pero no un estilo musical, eso puede variar. Es otra de las razones por las cuales la gente se ha despistado más con nosotros. En «El último bar», los productores se despistaban. Los Secretos tenían un sonido muy característico, pero cada una de nuestras canciones era de su padre y de su madre.
Le habéis dado otra vez valor a las canciones individuales, publicándolas por entregas hasta presentar el disco completo.
C.: Esta última entrega era valorar las canciones, darlas poco a poco, tratadas casi como singles, más que como disco o epé.
J.M.: Hombre, la canción tiene importancia, pero la sucesión de canciones en un álbum también. Los chavales jóvenes oyen canciones y vídeos y luego se les olvida, no saben quién la ha hecho ni de dónde proceden. Teníamos la idea de que se apreciaran las cosas. Cuando le grabo cintas a mi hija pequeña, que tiene nueve años, veo quién mezcla las cosas o quién es Taylor Swift. Creo que es importante valorar a los artistas y productores que hacen eso, no solo vamos a valorar a los políticos, a los banqueros y a los futbolistas. Hemos trabajado en esa línea, que se sepa que es un disco, cuánto tiempo tarda en hacerse, cómo se van componiendo las canciones.
¿Cómo sido la recepción de esas canciones?
C.: La respuesta ha sido buena, nuestra idea era también que colaboraran. Para hacer este disco se han barajado cuarenta temas, y como se iban haciendo dos temas cada mes, era una cosa muy viva.
J.M.: Tocamos todas las canciones nuevas, y en un grupo como nosotros es muy raro tocar todas las canciones nuevas sin que te insulten [sonríe].
¿Trabajabais a la vez, o las tenías escritas?
J.M.: Algunas sí, había una base de trabajo, pero estaban con una guitarra española y una letra. Teníamos un pequeño retén para las dos primeras entregas, creo, pero íbamos un poco pillados.
A esta altura de vuestra carrera, está claro que os gusta, porque hay mucha gente que abandona.
J.M.: Es normal, también se entiende que se pueda abandonar, pero hay gente que no abandona nunca. Esto es muy extraño. Ahí fuera se valora no solo la canción, sino el artista, la trayectoria, te guste más o menos. Elvis Costello ha hecho cosas de todo tipo, pero si te gustan dos o tres discos lo sigues oyendo, o los Kinks, a los que mencionamos en este disco. Tú vas a Inglaterra y la gente les quiere. En este país tendría que pasar lo mismo con todo, con los músicos. Por ejemplo, con Nacho Sáenz de Tejada, que acaba de fallecer, a lo mejor mucha gente no sabe quién es, pero ha hecho mucho por muchas cosas, ha apoyado todos estos últimos años a Pablo Guerrero, que es otro grande, cada vez que le veo me emociono. Sería muy bonito que en este país se reivindicara, querer lo que tienes.
En otros países se valoran las trayectorias de los artistas, y España parece más interesada en canciones o discos.
J.M.: En Francia valoran mucho lo suyo, pero aquí no, no sé por qué, hay algo que falla. Pero bueno, es bonito defenderlo cada uno en su parcela. Lo más bonito de todo es que la gente agradece que se sigan haciendo esas canciones, porque si no las tocáramos nosotros no las tocaría nadie. Tampoco todo los fenómenos tienen que ser mediáticos y masivos, comerte el mercado y luego desaparecer. En otros sitios se vive con públicos más minoritarios.
¿Es posible vivir con un público minoritario?
J.M.: ¿Aquí? Aquí es muy complicado, tienes que pluriemplearte, pero bueno… se intenta.
¿Quién ha producido el disco?
C: Lo he hecho yo, casi todo en mi estudio, también por la manera de las entregas. Había que hacer dos temas al mes, es un disco muy artesanal y me ha permitido trabajar en mi estudio de una manera más completa. Y más largo en el tiempo, pero también me he acercado más al producto final yo solo, es una manera de aprender.
Habrá habido muchas madrugadas dando vueltas a una canción.
C.: Madrugadas, noches… de todo. Pero a mí me gusta, puedes pasarlo muy mal, pero ese sufrimiento me gusta, pero da sus frutos. Yo llevo la parte más técnica, pero los tres hemos estado muy metidos.
¿Los dos músicos que os acompañan son parte de Mamá, o son acompañantes?
C.: En este momento son acompañantes, el núcleo somos Jose María, Guti y yo.
J.M.: Es por las sinergias que explicábamos antes, los otros nos callan cuando empezamos a contar batallitas.
Acabáis de tocar en Madrid hace unos días, ¿giraréis fuera de la capital?
C.: Estamos viéndolo, no están las cosas muy boyantes.
J.M.: Las salas cobran, ese es el problema de no hacer más bolos ahí fuera. Puedes ir a las salas a taquilla o fijos, y el problema es que está la cosa muy crítica. Luego están los formatos, si nos vamos los dos con guitarras acústicas podemos hacer más conciertos, pero sería lo de siempre, me niego. Para volver a tocar cuatro canciones antiguas y otras cuatro nuevas, no. Hay gente que ahora mismo está en alza y se lo puede permitir: Iván Ferreiro, Quique González… Y con crisis. El mismo Ariel [Rot], que lo hizo hace poco. Arriesgas pero pierdes dinero. Y tienes que vivir.
¿Nadie se libra de que te cobren por tocar en la sala?
J.M.: Las salas en Madrid te cobran 500 euros por tocar, y eso lo tienes que descontar de la taquilla. Y tampoco puedes cobrar 20 euros la entrada, tal y como están las cosas ahora. Haces un concierto y a las once y media se cierra el local y viene un montón de gente a bailar, eso ha matado mucho el negocio. Eso es lo que llena las salas, gente que luego va a bailar, la música enlatada. Y los DJs. El hijo de la Pantoja creo que es ahora DJ…
¿Qué significa para vosotros la radio, a día de hoy?
J.M.: No tenemos mucho contacto con la radio, con alguna independiente, pero poco más. Radio 3 ya no hace ni acústicos ni entrevistas, exceptuando Julio Ruiz.
C.: Nosotros siempre fuimos un grupo muy de radio, sonábamos ahí, pero ya no tienes ese medio, ni revistas ni televisión.
¿Mantenéis proyectos musicales fuera de Mamá?
C.: Yo grabo guitarras en casa, pero he ido dejando cosas porque hemos estado de enero a septiembre con este disco. Ahora estoy retomando otras cosas.
J.M.: Estamos enfocados a Mamá, porque hemos hecho muchas canciones. Ahora se venden pocos discos, antes te pedían canciones, y ganaban como autores. Nadie vende, no sé como están las cifras de ventas… Te pueden pedir una canción, pero no hay una historia económica detrás.
José María, muchos te consideran uno de los mejores letristas del panorama español. ¿Para ti, quienes son los mejores?
Uy, me has pillado. Yo aprendí mucho con Antonio Vega, que era el que más me gustaba. Me parece que Iván Ferreiro escribe muy bien. Me gustaba mucho Kiko Veneno, más antes.
-Mamá estarán actuando el 14 de diciembre en la sala 33 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) junto al grupo Tótem.