“Por primera tengo la sensación de pertenecer a algo, es una experiencia vital muy potente, el principio de algo que todavía no soy capaz de ver completamente”
Once años después de su debut discográfico, Maika Makovski publica su sexto disco de estudio, “Chinook wind”, un trabajo muy ligado a su Macedonia natal, marcado por la itinerancia por Canadá, Bristol o Barcelona. Óscar García Blesa habló con ella sobre sus nuevas canciones.
Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.
Los vientos Chinook son cálidos y secos y, durante algunas horas, ayudan a calentar un poco la temperatura del crudo invierno en Canadá. En ese contraste de clima y sensaciones aparecen deslumbrantes las nuevas canciones de Maika Makovski. “Chinook wind” es su nuevo álbum después de cuatro años desde su último trabajo con material inédito.
Tras un debut de esencia rock, como fue “Kradiaw” en 2005, con el que giró con Howe Gelb, The Dubliners o The Jayhawks, entre otros, y después de su asociación con John Parish (PJ Harvey, Eels) para la producción de su tercer disco homónimo en 2010, en 2016 llega “Chinook wind”, una celebración de arte y sensibilidad en una asombrosa colección de canciones.
Maika Makovski es un artista imposible de encasillar. “Chinook wind” es un disco de viaje, un latido en constante movimiento. Cada canción respira y tiene su propio espacio, donde Maika Makovski plasma en canciones su propio periplo vital, un peregrinaje que la ha llevado a descubrir el mismo germen de sus raíces en Macedonia: “Fui en verano a descubrir mis orígenes. Este disco nace en Macedonia, todo lo bueno que hay dentro de él, lo más fascinante nace allí”. El álbum recorre también Canadá, la ciudad de Barcelona y Bristol.
Durante el proceso de creación de este trabajo, Maika siente por primera vez la necesidad de descubrir quién es, una atracción magnética hasta el mismo centro de su raíz: “Por primera tengo la sensación de pertenecer a algo, es una experiencia vital muy potente, el principio de algo que todavía no soy capaz de ver completamente”. Hay mucha verdad en todas y cada una de las canciones de su nuevo disco, no hay trucos en su música, es pura sensibilidad y aquí todo transmite honestidad.
Un disco “refugio”
Durante la grabación de “Chinook wind” sobrevolaba la idea de un disco refugio, un trabajo acogedor como estar en casa, la transición en convivencia del invierno y la primavera. Si se trata de colores, es un disco de azules, fríos y helados. Una buena muestra de ello es el primer sencillo, ‘Not in love’, un viaje desnudo y etéreo que el realizador David Trueba propala en el videoclip del disco.
El silencio entre álbumes ha sido determinante a la hora de afrontar las canciones del nuevo disco. Las canciones de los dos trabajos anteriores compartían un mismo espacio temporal, pero en las nuevas composiciones afrontaba el reto de abordar historias vívidas durante un periodo mucho más largo, como confirma ella misma: “Describen un espacio temporal de cuatro años, quería ser capaz de hacerlas respirar el mismo aroma”.
“El talento de John ha sido determinante para visualizar cada cosa y ponerla en el sitio adecuado”, aclara la artista sobre el trabajo de John Parish, que produjo también su tercer álbum. “Aquel fue un disco difícil, tardé mucho tiempo en componerlo. Necesitaba, como ahora, alguien con criterio y con olfato fino”. El músico y productor inglés, distinguido por su asociación con PJ Harvey o Eels, entendió de inmediato las nuevas canciones de Makovski: “Es un hombre muy ético con la música. No busca el efectismo, huye de la superficialidad, es un productor de increíble talento”.
Para la música se necesita estabilidad, y la presencia de Parish en el estudio aportó ese punto de seguridad necesario a la a veces dubitativa Makovski. Aterrizó sola en Bristol para enfrentarse a un arsenal de canciones (“más de cuarenta, aunque tenía muchas más”) y fue duro. Terminar el disco exactamente como ella lo había imaginado la empujó a investigar más que nunca, a descubrir nuevos horizontes, a tocar más lejos. Fruto de esa permanente búsqueda, Maika inicia con “Chinook wind” una inédita asociación. Su banda de toda la vida descansa en este proyecto y junto al cuarteto clásico –“pero de espíritu punk”– Brossa Quartet afrontará sus presentaciones en directo, en un formato hermoso, espectacular y valiente a partes iguales.