Mad Cool Festival: Tormenta de rock y amor, solo amor

Autor:
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Neil Young.

 “Nos supera la belleza indescriptible de ‘Like a hurricane’ y el final apoteósico de una ‘Rockin’ in the free world’ que hace temblar la ciudad”

 

El estreno madrileño del Mad Cool Festival logró un cartel de primera fila, encabezado por veteranos como Neil Young o The Who junto a bandas como Garbage, Editors o Vetusta Morla. En los conciertos estuvo David Pérez.

 

Mad Cool Festival
Caja Mágica de Madrid
16, 17 y 18 de junio

 

Texto y fotos: DAVID PÉREZ.

 

 

 

Se trata de ilusionarse, ilusionar y sentirlo. Esos son los ingredientes más importantes para vivir o morir en el intento, “antes de hacerse viejo” (como escribió Pete Townshend, uno de los protagonistas indiscutibles de esta historia) o después, pero siempre con una sonrisa dibujada en el rostro. Esa receta es la que tiene que seguir también un buen festival. Y esa curva de felicidad, tras tres días intensos de música y mucho más, es la que aún se adivina en nuestros rostros, exhaustos pero más vivos que nunca tras haber experimentado el inicio de algo grande que debe, sí o sí, perpetuarse en el tiempo. Madrid, nostálgica mirando por el retrovisor aquellos años dorados del Festimad, se merecía ya un festival a la altura de los más punteros del panorama nacional, tipo Primavera Sound, BBK o FIB. El Mad Cool nace como esa suerte de llave que abre un verano que termina con la llegada del siguiente.

Es jueves y no tardamos en encontrar la playa prometida. Aterrizamos con Milky Chance en el escenario principal, repartiendo buenas vibraciones bajo un cielo azul y dejando atrás toda nube y primeros problemas organizativos (aparcamientos, fallo en el sistema de pago de pulseras electrónicas y cierto caos general, errores que se subsanaron al día siguiente). Tras la inyección de buen rollismo en vena de “Stolen dance” y ver en el escenario vecino el inicio apoteósico de los granadinos Lori Meyers, nos fuimos a cubierto en busca de una dosis de veneno al escenario central de la Caja Mágica. Allí nos esperaba esa extraña y magnética pareja formada por Alison Mosshart y Jamie Hince. Eso sí, antes de disfrutar de The Kills tuvimos que esperar a que saliera gente del recinto debido al “aforo limitado”, motivo por el que mucha gente se perdió más de una actuación. Alison se contonea sin parar y agita su melena al viento desde la inicial y contenida explosión de ‘No wow’, como a lo largo de todo su flamante ‘Ash & ice’, del que sonaron especialmente afiladas canciones como ‘Doing it to death’ o ‘Siberian nights’. La distorsión de la espectral guitarra de Hince, inunda de resplandeciente oscuridad un escenario por donde Alison serpentea a sus anchas, mientras su lengua de fuego recorre cada rincón.

 

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The Who.

 

The Who

Lamiéndonos las quemaduras volvemos al escenario principal, acompañados de ese cosquilleo y nerviosismo que precede a lo extraordinario. Y sin que nos dieran tiempo a prepararnos, entre fotografías y curiosidades de la banda que aparecían en las pantallas, los padrinos del movimiento mod y sus más de 50 años de historia nos llevaron por delante. Un diluvio de clásicos que oliendo a tierra mojada de Woodstock, rezumaban aquí y ahora, eterna e inexplicable juventud de dos supervivientes septuagenarios. Incluso con un sonido imperfecto pudieron la voz de Roger Daltrey y la guitarra incombustible de Pete Townshend. La tormenta de rock que nos electrificaría para siempre y que concedería más de una vida extra, comenzó con ‘I can’t explain’ y siguió sin concesiones con ‘Who are you’, ‘Substitute’, ‘The kids are alright’ y ‘My generation’. Sin aliento nosotros, Daltrey descamisado con acústica en mano o lanzando el micro por los aires a modo de látigo, y aunque a veces la voz no llegaba donde quería, Pete Townshend, Don Quijote disfrazado de escudero, lo catapultaba a la estrella que anhelara tocar. A golpe de rock británico, su genuino molinillo, riffs y punteos imposibles, nos dejó a todos con la boca abierta, mientras salían fuegos artificiales de sus seis cuerdas, nada de pirotecnia artificial utilizada por tantas otras bandas, sin trampa ni cartón, solo sudor, carisma a raudales y esa genialidad que muy pocos elegidos tienen.

Siguió la traca con simulacro de explosión final en ‘Love, reign o’er me’, con un Daltrey a tumba abierta que voló más alto que nunca, la celebrada ‘Pinball wizard’ y una resplandeciente ‘See me, feel me’ en la que se pudo respirar el espíritu de los años sesenta como posiblemente jamás se vuelva a respirar.

Daltrey y Townshend bautizaron y conquistaron el Mad Cool al mismo tiempo, y si había alguna duda, dos disparos inolvidables a quemarropa para terminar, ‘Baba O’Riley’ y ‘Won’t get fooled again’. Leyendas fueron y serán hasta que quieran dejar de serlo, y ni así, el que nace en el Olimpo solo puede aparentar mortalidad. Se despiden y se van. Cogemos aire y flotando vamos en busca de no sabemos muy bien qué… Que siga la música.

 

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Editors.

 

Garbage, Editors, L.A.

Volvemos a tocar el suelo y pasamos por el escenario de MondoSonoro, donde Los Nastys estaban poniendo a prueba los cimientos de la Caja Mágica. Bailamos unos temas con los británicos Django Django, que visitaban por primera vez Madrid, para poco después salir en busca de una sexy Shirley Manson y sus Garbage, que presentaban el flojo ‘Strange little birds’. Viaje a los años noventa con hits como ‘I think I’m paranoid’, Why do you love me’ o ‘Push it’, y vuelta al presente tras un concierto bastante plano en líneas generales.

El nivel lo volvieron a subir Editors, firmando otro de los mejores conciertos de la jornada, sin lugar a duda el más elegante e intenso. No faltaron clásicos como ‘Munich’, ‘Papillon’ o cortes nuevos que ya son hits instantáneos como ‘Ocean of night’.

El fin de velada estuvo a cargo de Pucho y compañía, que demostraron una vez más que tras la gira interminable de “La deriva”, Vetusta Morla tienen uno de los mejores directos de la escena indie actual. Han roto su propio techo y pocas bandas nacionales o internacionales de su generación pueden aguantarles el ritmo. Y aunque sobrepasaban las dos de la madrugada cuando pisaron las tablas y el cansancio acumulado era palpable, les esperaban miles de seguidores con energías renovadas en cada canción. ‘Maldita dulzura’, ‘Cuarteles de invierno’, ‘Valiente’ o ‘La cuadratura del círculo’ resucitaron hasta al más acabado de los asistentes. ‘Los días raros’ y retirada, hay que descansar unas horas, esto no ha hecho más que empezar y nosotros no bebemos del Santo Grial de Daltrey y Townshend.

El viernes pintaba a fiestón electrónico con demasiados solapamientos, que quizás se aligerarían en futuras ediciones adelantando los conciertos de los escenarios interiores… Comenzamos la tarde con los siempre solventes L.A., otra de las bandas patrias en mejor forma del panorama actual, y seguimos con unos edulcorados Stereophonics y un buen puñado de singles atemporales, como ‘Dakota’ o ‘Have a nice day’.

 

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Prodigy.

 

Jane’s Adiction, Band of Horses

Temple tocaron en el escenario vecino y demostraron empaque difundiendo la psicodelia de su envolvente ‘Sun structures’. Y tras el espectáculo sorpresa de La fura dels Baus (un muñeco gigante luminoso articulado por una gran grúa que se abría paso entre el público al son de ‘Kannibalen’ de Apashe), llegó la hora de otro de los conciertos más esperados del festival, Jane’s Addiction interpretando de cabo a rabo ‘Ritual de lo habitual’. No defraudaron, Perry Farrell, mezcla de Jocker Tim Burtiano y Jim Carrey enmascarado, botella de vino en mano, salió a escena algo frío y a contracorriente, ya que tuvo que luchar con unos fallos de sonido preocupantes e inaceptables. Los primeros acordes de ‘Stop’ casi ni se escucharon a causa de una guitarras bajísimas, y Farell sudó lo suyo pidiendo una y otra vez que le subieran el micro. En ‘No one leaving’ el bajo de Chris Chaney sí sonó como una locomotora perfectamente engrasada, y en ‘Ain’t no right’, tercer tema, por fin pudimos disfrutar de un Dave Navarro pletórico, regalándonos riffs afilados y solos marca de la casa durante todo el show. ‘Been caught steeling’ y ‘Three days’ terminaron de incendiar la noche con la ayuda añadida de chicas voluptuosas ligeritas de ropa, bailando alrededor o colgadas por los aires. Flotamos en ‘Jane says’ y nos emocionamos con el ‘Rebel, rebel’ del siempre presente Bowie.

Sin tiempo para asimilar lo ocurrido, estábamos en el escenario Matusalem esperando que salieran a escena Band of Horses, que sí gozaron de un gran sonido, ofreciendo una de las actuaciones más emocionantes y potentes del festival. Tocaron temas de su flamante e irregular ‘Why are you OK’, pero fue con sus clásicos con los que hicieron mella y rozaron en muchos momentos la perfección. La inicial ‘Cigarettes, wedding bands’, una ‘Is there a ghost’ cantada con el corazón en la boca, ‘No one’s gonna love you’ y ‘The funeral’ nos dejaron múltiples cicatrices.

Tocaba bailar en el Apocalipsis con el mayor reclamo del día, The Prodigy. Pasaron como un rodillo sin que nadie pudiera salvarse. “Breath”, “Voodoo people”, “Firestarter”, “Snack my bitch up” y “Their law” fueron puñales en la noche. Tras la gran rave los sudafricanos Die Antwoord se llevaron el trofeo de la actuación más macarra. Y para no tener pesadillas, despedimos el viernes con Bastille y una “Pompeii” que se nos quedó pegada como salitre en la piel y tarareamos sin remedio hasta el amanecer.

 

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Neil Young.

 

Sábado: The Londos Souls, Gary Clark Jr, Neil Young

Sábado y el sol calienta más que nunca cuando The London Souls demuestran que para hacer buena música, con una batería, una guitarra y dos gargantas es más que suficiente. Sudan raíces y conquistan a todos los que aún no tenían la suerte de conocerlos. Y ya nos espera en el escenario Mad Cool Gary Clark Jr, otro al que le sobra clase y le corre el soul y el blues por las venas. Exprime su guitarra y desgrana su último discazo, “The story of Sonny boy”, erizándonos la piel con la facilidad que solo poseen los más grandes. En ‘Our love’ el césped artificial casi cobra vida tras la repentina lluvia de más de una lágrima.

Nos perdimos a Wild Beast por las dos elecciones anteriores y nuestra incompetente incapacidad de duplicación, ahora tocaba sacrificar a Woods para poder ver de cerca las mil vidas que se esconden en cada arruga de Neil Young. Y a la hora prevista, con un jefe indio de madera sobre el escenario y tras dos granjeras que esparcen semillas por las tablas y riegan macetas de margaritas, en pro de su eterna campaña ecologista, aparece el jefazo del festival y de la música popular en general. Ovación colectiva, saluda con la mano, se sienta en su piano de madera y suena ‘After the gold rush’. Tiene la voz perfecta, cuando sopla por primera vez la armónica el nudo en el estómago aprieta y se entrelaza con el de cada uno de los más de 35.000 asistentes. Nos frotamos los ojos y nos dejamos llevar. Coge su acústica y nos regala la eternidad y un día, ‘Heart of gold’ y ‘The needle and the damage done’. Señala la luna y pasa al órgano de tubos y toca ‘Mother Earth (natural anthem)’. Entonces se suma Promise of the Real, la joven banda del hijo de Willie Nelson, Lukas. Juventud y sabiduría, se adentran como una manada de bisontes en el río que desvela la esencia de las cosas, y primero con una Gretsch color crema y luego con su mítica Gibson ‘Old black’, hace que se agriete el cielo y caiga una tormenta eléctrica sobre nosotros. ‘Alabama’, ‘Winterlong’, ‘Mansion on the hill’ y una ‘Down by the river’ que sobrepasa los quince minutos, una danza chamánica en la que todos los músicos giran sobre los ojos de Neil, doble huracán incontrolable. Nos supera la belleza indescriptible de ‘Like a hurricane’ y el final apoteósico de una ‘Rockin’ in the free world’ que hace temblar la ciudad. El mejor concierto del festival y uno de los mejores de nuestra vida, que tras una ovación de órdago, hace que un Neil Young sonriente y contento vuelva a salir con su banda, y se fundan de nuevo en un ‘Love and only love’ en el que nos querríamos quedar a vivir para siempre.

Biffy Clyro se vacía y hace las delicias de la muchachada en el Stage Matusalem, Xoel López llena la Caja Mágica y paralelamente Two Door Cinema Club hace bailar en el escenario principal a miles de fans con ultra hits como ‘Undercover martyn’ o ‘What you know’. Capital Cities, entre versiones de Michael Jackson y los Bee Gees, nos conceden el último baile con ‘Safe and sound’.

La ilusión está plantada y crecerá fuerte al son del mejor abono, la música. “Amor y solo amor”. Larga vida al Mad Cool.

 

 

 

 

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