FONDO DE CATÁLOGO
«La demostración de quiénes eran en realidad ocurre aquí, entre estos versos y estos guitarrazos aparentemente caóticos, pero con mucho trabajo y más intención detrás»
Este tercer álbum de la banda ha pasado a la historia como pieza clave del punk y de la evolución sonora del propio grupo, su camino hacia la madurez. Fue, además, el primero sin Brian James. Sobre él regresa Sara Morales esta semana.
The Damned
Machine gun etiquette
CHISWICK, 1979
Texto: SARA MORALES.
El mapa estructural de The Damned había cambiado radicalmente entre 1976 y 1977. Captain Sensible había sustituido a Brian James como guitarrista principal, al haber este abandonado la banda por las diferencias estilísticas que se avecinaban y el nuevo rumbo que iban a tomar el grupo. Los chicos que conocimos en aquel debut de 1977 llamado Damned, damned, damned estaban preparados ya para madurar, quizá no tanto sobre el escenario, cierto, pero sí en el estudio; y eso lo demostraron bien en este tercer disco, Machine gun etiquette (1979).
Con la llegada de Captain Sensible el cosmos conceptual y creativo de la banda comenzó a girar en torno a él, por lo que la eterna adolescencia que habían profesado el resto de miembros hasta el momento empezó a transformarse en sonoridades más complejas y ambiciosas, además de una evolución plausible en su rock and roll innato y visceral, que ya tenía ganas de ir adquiriendo cotas más experimentales, más arriesgadas y, por qué no, más excéntricas también.
Un puente entre dos géneros
Todavía hoy, se considera este Machine gun etiquette como un punto de encuentro clave entre el propio desarrollo del punk —por tiempo, por edad— y los coqueteos con el hardcore. Posiblemente, lo que nadie podía esperar de un grupo del género de la calle a finales de los setenta: unir velocidad con melodías y fusionar vértigo con tempos armoniosos que dieran lugar a temas sorprendentemente melancólicos como “I just can’t be happy today”.
Más allá de esta madurez en curso, demostrada en cada detalle de las once canciones que componen el repertorio, también supieron regalar una ristra de clásicos infecciosos y “conflictivos”, habituales de una banda de su naturaleza y de lo que ellos mismos habían dejado patente en las cosechas de sus trabajos anteriores. Ahí están, por ejemplo, la estruendosa “Love song”, “Melody Lee”, “Antipope” y una sugerente “Noise, noise noise” en la que el mismísimo Joe Strummer colaboró con su voz.
Gema por excelencia de este disco es, sin duda, “Smash it up”, con una inesperada introducción instrumental —algo totalmente inusual en un grupo punk— dedicada a Marc Bolan tras su trágica muerte, y que inmediatamente enlaza con estrofas cargadas de un nervio, ya sí, más propio de The Damned. La canción, que busca poner en tela de juicio a la cultura hippie por no apostar por una revolución política con todas las de la ley, fue censurada por la BBC con el argumento de que su letra era «demasiado anárquica», pero aún así ha pasado a la historia como una de las aportaciones más ineludibles del grupo.
Otra de ellas, “Plan 9 Channel 7”. Aquí la comunión de Captain Sensible, Vanian y el batería Rat Scabies consigue fraguarse de tal manera que dejan clarísimo el momento de lucidez compositiva en el que se encontraban. Inspirada y dedicada a la actriz Vampira y su papel en la película Plan 9 from outer space, de Ed Wood, no se cortan a la hora de exhibir el detallismo del que eran capaces, a pesar de haber aparentado todo lo contrario hasta la llegada de este tercer disco. La demostración de quiénes eran en realidad ocurre aquí, entre estos versos y estos guitarrazos aparentemente —solo aparentemente— caóticos, pero con mucho trabajo y más intención detrás. Algo que terminarían de bordar al año siguiente con la publicación de The black album, la prueba fehaciente de que la metamorfosis era posible y estaba ocurriendo.
–
Anterior entrega Fondo de Catálogo: A Christmas gift for you from Phil Spector, de Phil Spector.