Tras 15 años de trayectoria, de ir y venir buscando su propia identidad, de crecer como músicos y compositores, M Clan ha firmado el mejor trabajo de su carrera (y, seguro, uno de los imprescindibles álbumes del año del rock español), Memorias de un espantapájaros (se pone a la venta el 26 de febrero), producido por Carlos Raya, hasta ahora guitarrista de la banda. Para hablar del nuevo disco y del actual estado de M Clan, aquí está el vocalista y compositor del grupo, Carlos Tarque.
Texto: JUAN PUCHADES.
¿Planeando este disco, teníais algún modelo en la cabeza, aquello de decir, queremos tirar por este camino?
No, por primera vez, siempre hay referencias de sonido, eso está claro. Pero no hay un patrón como antaño, que había referencias clarísimas. Este disco es el más libre de composición que hemos hecho. Es el más original, en el que menos hemos pensado en sonar a tal. No sé si se nota, me suena a un disco muy español, creo que es rock español cien por cien, la gente se puede identificar con algo de aquí. No es un grupo queriendo parecer los Black Crowes, o lo que sea.
¿Ha ejercido Carlos Raya de jefe en el estudio?
Sí, hombre, ¡Raya es la hostia! Él va de que no, pero está capacitado para ir de productor, de jefe y de tomar decisiones, que de eso se trata. Claro, tampoco se trata de ser Phil Spector y sacar una pistola, pero hay que tomar decisiones y es un trabajo duro.
¿El trabajo previo de maquetas también lo habías trabajado con él?
Sí, ha estado en todo el proceso, incluyendo la composición. Raya es tan parte de este disco como yo. Él no va a tocar en directo este año porque tiene otros compromisos y tenemos un guitarrista de puta madre, Prisco.
¿Entra el famoso Prisco, que firma canciones con M Clan desde hace un tiempo?
Así es, el famoso “Prisco in the shadow”. Además la nueva fórmula de que Raya no esté en el grupo todo el rato resulta fresca porque para componer hace que tenga un poquito de más perspectiva.
¿Raya pasa a ser un M Clan en excedencia?
Sí, en el disco tiene un peso brutal, incluso como compositor, porque es un gran compositor, y lo va a seguir siendo. Nosotros queremos seguir trabajando con él y así lo hemos acordado.
Casi todas las músicas son de Ricardo y tuyas, en algunas está Raya, ¿pero cómo habéis escrito estas canciones?
Nosotros componemos de una manera muy clásica, somos amigos del garaje. Yo me pongo a la batería, Raya al bajo y Ricardo a la guitarra, aunque ellos se van turnando porque yo no toco ni guitarra ni bajo, toco muy mal. Y vamos tocando y probando ideas en el local, con el micro conectado, muy a la antigua usanza. Todo lo que va saliendo lo vamos grabando y luego, a los textos que tenía, les buscamos qué músicas les iban. Es la primera vez que componemos partiendo primero de las letras, eran textos que yo había ido escribiendo en los últimos tiempos, sin la idea de que fueran, necesariamente, canciones.
¿Resulta más gratificante componer de este modo, primero las letras y luego musicarlas?
No sé, pero en nuestro caso tiene más calidad. Porque cuando tú escribes un texto o un poema lo escribes porque te sale, no lo escribes para que sea la letra de una canción. Es como más verdadero, pienso. Para mí ha sido nuevo y ha sido cojonudo. También nos hemos quitado prejuicios con las letras, porque siempre hemos creído que las letras debían tener como sentido del humor, o poca trascendencia, no sé si aquí la tienen más, pero sí que nos apetecía hacer algo más serio.
Son letras con mucho peso, una de las mejores es “Inmigrante”, que me parece que es para vosotros el buque insignia del nuevo disco.
“Inmigrante” no refleja lo obvio, que sería hablar de la inmigración, sino de la soledad de uno mismo con tu propia vida y con tus propios lugares. Con tu ciudad. Yo nací en Santiago de Chile, soy hijo de gallegos y toda mi vida he estado cambiando de ciudad y siempre me he sentido así, de ningún sitio, aunque suene un poco tópico. He vivido muchos años en Murcia y ahora cuando voy allí no la reconozco, es como que no sé por qué estuve allí. Tengo esa sensación de desarraigo que es lo que refleja “Inmigrante”. La soledad del que es inmigrante en su propio sito, que todos podemos serlo. Todos nos hemos sentido así alguna vez, sobre todo en este país, en el que todo está cambiando tanto, que de repente llegas a un sitio donde vivías y todo está construido y todo es diferente y no lo reconoces. Vivo en Denia, y me entristece. Todo lo que es Las Marinas… hace 8 o 9 años que fui a vivir allí y ahora todo es urbanización. Es que es otra cosa, otro lugar.
¿Tiene algún significado el título, Memorias de un espantapájaros, con esa portada tan triste?
Melancólica. Estamos por primera vez todos muy contentos porque a todos nos encanta la portada. El título peca, a lo mejor, de excesivamente literario, no es el típico nombre de un disco de rock, pero sí que tiene significado, el espantapájaros es un personaje poético totalmente misterioso, solitario, que refleja lo que hay dentro.
Sí, y la portada, gráficamente también ayuda a ese reflejo del contenido.
Estoy muy contento, es una obra de arte, no sé si buena o mala, pero expresa un montón de cosas.
No sé si buscabais hacer vuestro mejor disco, un disco adulto de unos M Clan que han pegado un salto tremendo.
Es el hecho de quitarte el fantasma de sonar en emisoras, porque eso siempre está. Aquí hemos hecho lo que nos ha salido. Hay soledad y hay cosas que se tienen que reflejar. El arte es una vía de escape y tiene que servir para eso.
¿Tus compañeros tienen esta sensación de que estáis ante un trabajo muy serio?
No sé si serio, porque queremos quitarle hierro, pero estamos todos encantados, con una credibilidad que desde el primer disco de M Clan no la sentía, todos lo defendemos a muerte. No hay fisuras. Y es alucinante porque nos da mucha fuerza. Se refleja hasta en las fotos de promoción.
Antes hablábamos de las ventas. ¿Esa preocupación que habéis podido tener por las ventas se produce por tratar de mantener la máquina en marcha, y entrar en las radiofórmulas, ésa es la presión que uno siente?
Es la presión que uno siente y que le inculcan desde las compañías, aunque tampoco hemos tenido nunca una presión muy grande ni hemos sido supervendedores, pero sí que te das cuenta que se puede sobrevivir sin vender muchos discos, pero perfectamente. Es más, creo que se vive mejor sin estar en el ojo del huracán en cuanto ventas, porque te dejan hacer un poco más lo que quieres. Este disco quizás no lo podríamos haber hecho hace tres discos porque nos habrían dicho que no hay singles. Las cosas tienen que suceder, si el disco vende venderá porque es auténtico y porque gusta, pero eso de dos más dos son cuatro con nosotros no funciona.
También sois un grupo que se sustenta muchísimo en directo, sois currantes del directo.
Currantes, ahí es donde estamos. Para eso existe M Clan.
Lleváis 15 años de trayectoria, ¿hay M Clan para rato?
Yo creo que sí, porque estamos cómodos. Yo no tengo el ego tan grande que necesite estar solo para que se me reconozca o el otro que diga tal… Por ahí ya hemos pasado.
Hay un hecho indudable, tú eres la imagen del grupo. Aunque sólo sea porque al señor que canta, el foco le ilumina.
Sí, el que canta y el que compone las letras. En realidad, sinceramente, el peso artístico del grupo lo llevamos Ricardo y yo, y Raya en este caso. Me refiero a nivel de conceptos, de ideas y de composición, porque luego para tocar y para todo la banda es una máquina que sin alguna de las piezas no funciona. Voy a ver grupos y me convenzo de lo bien que suena mi banda.
¿Jode que después de tantos años haya gente que diga que los M Clan auténticos son aquellos de los dos primeros discos?
Eso siempre va a suceder. A mí me hace gracia, la verdad. El otro día salía de casa y un tío me dice. “Carlos, antes molas más” y le dije: “Tú antes a mí también me gustabas más”. Como decía Ramoncín: “¿No será qué tú también te gustabas más hace 15 años?” Pero cada vez hay menos, nosotros fuimos muy vapuleados, pero ya sabes cómo es esto. Cuando la gente deja de tener una exclusividad piensa que te has vendido y todo ese rollo. Y yo no niego que a mí me gusta ganar dinero y estar en las listas, y si pudiera vender un millón de discos me encantaría. Pero nosotros ya sabemos más quién somos que nadie de fuera. Nadie nos va a decir quiénes somos. Pero el mundo en general es así, ayer estaba leyendo la biografía de Paul Weller, que cuando montó Style Council lo machacaron los mods, esa gente que son superultras, imagínate. Hay que pasar. Pero yo he tenido peleas en la calle con estas historias, a mí me han llamado de todo. Hay una militancia en el rock que parece que tienes que ser el Che Guevara, y yo no soy ningún revolucionario ni voy con la bandera de la autenticidad. Yo quiero que me paguen por mi trabajo y me gusta vivir de él y no tengo que ondear banderas. Pero esto es absurdo, porque los que abanderan la autenticidad también cobran por tocar. Yo lo que sí entiendo es que el colectivo musical, bohemio y artístico tenemos la misión de intentar cambiar el mundo.
¿Lo crees sinceramente?
Hombre, yo creo que, en general, los artistas no tienen una mínima conciencia de luchar contra lo establecido o de intentar por lo menos que la gente piense y que salga del muermo de esto es así y por aquí. Pero de ahí a ser el Che Guevara hay un largo trecho y no todo el mundo estamos capacitados para ser Manu Chao, por ejemplo.
¿Tienes ganas de salir a presentar el disco en directo?
Absolutamente. Estamos como el toro antes de salir. Estamos nerviosos.
Tú, incluso tienes una banda paralela, Los Rollers. ¿La mantienes por mono de escenario?
Es mono de escenario y ganas de pasármelo muy bien. Éste es el primer año que con esta banda no he girado. Es un grupo muy divertido porque tenemos un repertorio de la hostia, superdivertido, supertalibán del rock y nos lo pasamos de la hostia porque no hay ningún ego y es una juerga itinerante. Por eso hay que parar a veces. Es una forma de visitar a amigos sin tanta historia de público como lleva M Clan. Si vamos a Barcelona tocamos en una sala de 300 personas y luego me tomo una cerveza con uno al bajar del escenario. No existe esa distancia que impone M Clan, que todo es mucho más grande.
¿Has caído en las garras del Ipod?
Sí, hace nada. Me resistí mucho tiempo, pero creo que es maravilloso. Lo pongo en aleatorio y pincha de la hostia.
¿Y el sonido, qué tal?
Yo no soy un melómano de la Royal Filarmonic, de que tenga un sonido… Evidentemente está comprimido, pero para mí es más importante la canción que el sonido y llevo 9.000 canciones en el bolsillo, qué quieres que te diga. Viajo mogollón, pongo un cable y de repente tengo todos mis CDs, mis vinilos no, en un paquete de tabaco. Es que es alucinante. Estoy encantado. No lo digamos muy alto, porque somos de la generación del vinilo. Ahora voy a empezar a volver a comprar vinilo, he estado en Inglaterra y alucinas, pero es que allí hay mucha más cultura musical que aquí, la gente compra vinilo, y eso te anima. Yo tengo unos mil vinilos, pero no me considero coleccionista. Tengo cositas, vinilos chulos. Vamos a sacar el nuestro en vinilo, para regalar a los fans. Al ver la portada dije, “¡quiero ver esta portada en vinilo!”.