“Nos han engañado: no hemos venido a escuchar canciones acústicas al calor del hogar. Hay fuego, pero va a ser eléctrico, y la única regla es disfrutar”
Los murcianos M Clan presentaron su último trabajo en el Palacio de Deportes de Madrid, sorprendiéndonos con una electricidad inesperada. A la puesta de largo de “Delta” acudió Arancha Moreno.
M Clan
Palacio de Deportes de Madrid (Wizink Center)
28 de diciembre de 2016
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: J. PEREA.
Miércoles 28 de diciembre. En un margen de seis días es la tercera noche que atravesamos las puertas del Palacio de Deportes de Madrid: después de Iván Ferreiro y Coque Malla, hoy toca ver a M Clan en el Festival Cultura Rock. Ocuparán el Ring, un espacio para albergar a unas 5.000 personas, pero en la entrada nos encontramos una sorpresa: estamos en la pista, pero la fila 11, asiento 18. Una parte nos sentaremos frente al escenario y otros lo harán en las gradas centrales. Venimos a la presentación de “Delta”, el disco más folk de M Clan, su colección de canciones más acústica, esa que recuerda a los grupos estadounidenses de los 70 y que han grabado en Nashville. El repertorio no es tan frenético como en discos anteriores, así que entendemos que ha condicionado el concierto y el formato. Bien, adelante. Veamos qué pasa.
Son más de las nueve y media y los espectadores están terminando de acomodarse en sus asientos. Sobre el escenario pende una especie de sábana en la que se proyecta un paisaje anaranjado que nos recuerda a las fotografías del disco que hemos venido a escuchar. Bajo ese techo tan particular aparecen en escena Ricardo Ruipérez (guitarra), Charlie Bautista (percusión y piano), Iván González ‘Chapo’ (bajo), Sergio Bernal (batería), Prisco (guitarra) y David Soler (pedal steel). La peculiar pantalla se llena ahora de rostros del rock de los 60 y los 70, y corriendo hacia el micrófono aparece Carlos Tarque, mientras suenan los primeros acordes de ‘Grupos americanos’. “Hello Madrid, podéis poneros en pie”, invita, rompiendo los esquemas de los presentes. En menos de un minuto la electricidad y la energía los levantan a todos. Sí, nos han engañado: no hemos venido a escuchar canciones acústicas al calor de la hoguera. Hay fuego, pero va a ser eléctrico, y la única regla es disfrutar.
“Tarque se desprende de su chaqueta gris y se desabotona con gestos bruscos la camisa negra, como quien se rasga las vestiduras para buscar libertad de movimientos”
Los siguientes acordes parecen el inicio de ‘I wanna hold your hand’, pero el aire beatle termina en cuanto Tarque le canta a los souvenirs, las estrellas y los viajes al sur, conceptos protagonistas de las próximas canciones. Aquí hay enchufes, pero sin renunciar al toque americano que aporta el pedal steel de Soler. “Gracias por perder el miércoles viendo a M Clan”, dice antes del tercer tema nuevo, ‘Caminos secundarios’, al que seguirá un clásico de sus comienzos, ‘Perdido en la ciudad’. Se desprende de su chaqueta gris y se desabotona con gestos bruscos la camisa negra, como quien se rasga las vestiduras para buscar libertad de movimientos. Desde que ha saltado al ring no se ha detenido ni un segundo. Cuando la instrumentación es la que habla, se lanza a golpear tambores, para lo que desliza el anillo de su mano izquierda en el bolsillo del pantalón. Si la estética entorpece el show, se prescinde de ella.
Al más puro estilo Simon & Garfunkel, Carlos y Ricardo cantan a dúo ‘Viaje hacia el sur’, esa oda a su pequeña California, Murcia, que termina enfrentando las guitarras de Prisco y Soler. Todo es digno de electrificarse. Qué negroides son algunos giros vocales en ‘Roto por dentro’, qué garganta más soul. Y qué Nashville se vuelve ‘Souvenir’ después de algún estribillo: las canciones antiguas también encajan con la sónica que presenta su última obra. ‘Basta de blues’ pide las manos arriba, y aquí el giro vocal es argentino: “dime que vos sentís igual”. Ruipérez sonríe constantemente, y Tarque no cesa de interactuar con el público: le dirige, le anima, le baila, le motiva, toca la tecla adecuada y ellos le siguen el juego. El capitán del equipo hace lo mismo con sus compañeros: se acerca a ellos, les abraza, les canta. Es el primero que disfruta del show, y sabe cómo sujetarlo para que no decaiga.
“Qué negroides son algunos giros vocales en ‘Roto por dentro’, qué garganta más soul. Y qué Nashville se vuelve ‘Souvenir’”
‘Dando vueltas’ con armónica y ‘Llamando a Tierra’, uno de los clásicos con los que no están reñidos, ponen un punto y seguido al directo. Regresan advirtiendo que van a tocar temas para escuchar sentados. Imágenes psicodélicas les sobrevuelan en ‘Polvo de estrellas’, acústica y eléctrica en la que cabe hasta un violín de Bautista, que no deja de cambiar de instrumentación durante toda la velada. “Hemos soñado con tocar aquí y se está cumpliendo esta noche”, admite un Tarque muy comunicativo, que habla y presenta cada canción, para la comodidad de los que tenemos que apuntar el setlist (gracias, Carlos). La siguiente es ‘California’, un tema de “mi socio, my brother”, y está “inspirado en nosotros”, un canto a los sueños de juventud y los trenes perdidos. “Es una delicia oírsela cantar a Tarque”, responde el autor antes de anunciar la ensoñadora ‘Delta’, con una bonita guitarra española. El público ha aceptado el cambio de guardia, la breve bajada de revoluciones, y los vendedores ambulantes persisten en su continuo paseo por los pasillos ofreciendo cerveza. Pero a los murcianos les va más el ‘Whisky on the rocks’, ese que les levanta de la silla y vuelve a electrificar el show mientras Charlie toca el acordeón.
Después de un arranque algo saturado, el sonido del recinto parece haberse estabilizado, aunque el frontman sigue teniendo problemas con el suyo, porque no deja de reclamar la atención del ingeniero. Se olvida de ello cuando interpretan otro hit: ‘Maggie, despierta’ es la excusa perfecta y el cantante baja a la pista para caminar entre el público, subiéndose a las sillas y acariciando el pelo a alguna chica. La gente le rodea, le graba, le canta, y él reconoce estar más cómodo ahí abajo que allí arriba, pero termina volviendo a su sitio con un “te quiero igual” que recuerda a aquella canción de Andrés Calamaro.
“Tarque no cesa de interactuar con el público: le dirige, le anima, le baila, le motiva, y ellos le siguen el juego. Es el primero que disfruta del show, y sabe cómo sujetarlo para que no decaiga”
Luces rojas y peligrosas iluminan ‘El viaje’, donde las guitarras más oscuras se desbordan antes de detenerse en un paraje mucho más reflexivo, en el que caben todas esas preguntas que uno se hace en algún momento, quizá mirando al cielo, pensando qué pinta en este mundo. Un viaje eléctrico hacia la luz, un canto a la falta de certezas del ser humano y uno de los paisajes más emocionantes del show. Manteniendo la emoción y la adrenalina afrontan ‘Una calle sin luz’, con unas guitarras muy stonianas y unas panderetas que Tarque estrella contra los platos de la batería. El público le acompaña como él les pide: “¡Manos arriba, man!”. El mismo pulso lo mantiene ‘Para no ver el final’, que, por cierto, no parece estar cerca: “Esto acaba de empezar”, avisan.
Un recuerdo a Bowie “y a todos los grandes que nos han dejado este año” introduce ‘Todo lo joven muere hoy’. Esas dosis más relajantes de neón, purpurina y alcohol tranquilizan levemente al respetable, pero no a la banda. Indignado, el cantante se muestra harto de tanta mentira: “Los políticos hacen negocio con nuestras ilusiones. Cada día estoy más decepcionado, harto, indignado, hasta los cojones. Dedico esta canción a los gobernantes, a los neoliberalistas, a los que están haciendo negocio con el dinero público. No penséis que tenemos los ojos cerrados, vamos a ir a por vosotros”. De esa misma rabia nace ‘Las calles están ardiendo’, para la que pide al público que rompa las murallas invisibles de las filas de sillas y se acerque hasta el escenario. “La música es nuestra”, insiste revolucionario, y los de abajo le hacen caso. Suenan mandolinas eléctricas, Bautista también se acerca a la batería y Tarque y Chapo se suben sobre los altavoces para gritar la canción con furia. Un manifiesto intenso al que sigue ‘Pasos de equilibrista’, con el que desaparecen.
“La guinda la pone ‘Un concierto salvaje’, donde Ricardo vuelve a coger la acústica, brillan los pianos finales y descubrimos un nuevo clásico del repertorio”
Por segunda vez aprovechan su regreso para hacerlo casi a guitarra y voz con ‘Noche de desolación’, otra de las nuevas composiciones de Ruipérez, dedicada a una chica, y la siguiente va para otra: “Cecilia, you break my heart”, confiesa el vocalista, con esa mezcla de inglés y castellano tan marca de la casa. Llega la desgarrada ‘Miedo’, que miles de brazos en alto siguen de derecha a izquierda. Una inmensa balada que cerraría el directo por todo lo alto, y eso pensamos, pero no. Falta ‘Quédate a dormir’, en la que extienden la parte instrumental, añadiéndole más pasajes guitarreros y percusión. Suena a canción de despedida, pero la guinda la pone ‘Un concierto salvaje’, donde Ricardo vuelve a coger la acústica, brillan los pianos finales y descubrimos un nuevo clásico del repertorio. Chicas, rockeros de cazadora de cuero y pelo rizado, parejas, una madre con su hija, una familia con dos niños… todos la celebran cantando y bailando, como ha hecho durante prácticamente todo el show. M Clan sabe meterse a su público en el bolsillo. Y hablando de bolsillo, justo ahí Tarque vuelve a palparse el pantalón y recupera el anillo que guardó al principio del show. Se lo coloca y ya no hay duda: ahora sí que es el final.
“Somos M Clan, ha sido una noche alucinante, gracias por venir, os queremos”, dicen al dar las doce. Antes de retirarse, el de Murcia añade: “Mañana está tocando aquí nuestro primo Quique González, me gustaría que viniérais todos los que podáis. La música en directo es de las únicas cosas que todavía nos siguen dando emoción y vida. Gracias a todos por venir”. Los músicos de acompañamiento se marchan y Tarque y Ruipérez saludan un rato más, sin prisa por dejar al público que tan bien les ha seguido el juego hoy. Caminan medio abrazados al backstage, sabedores de que el “concierto folk”, efectivamente, ha sido salvaje.
Setlist:
Grupos americanos
La esperanza
Caminos secundarios
Perdido en la ciudad
Viaje hacia el sur
Roto por dentro
Souvenir
Basta de blues
Dando vueltas
Llamando a Tierra
–
Delta
Polvo de estrellas
California
Whisky on the rocks
Maggie despierta
El viaje
Una calle sin luz
Para no ver el final
Todos los jóvenes mueren hoy
Las calles están ardiendo
Pasos de equilibrista
–
Noche de desolación
Miedo
Quédate a dormir
Un concierto salvaje