Luis Lapuente: El hombre que más sabe de soul

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“Casi no hay banda o artista de rock clásico (y moderno) que no tenga incunables del soul en su repertorio”

 

Luis Lapuente no es por casualidad el Doctor Soul (además es médico de verdad): nadie sabe tanto de soul como él. Lo que demuestra en el recién editado, y exitoso, “El muelle de la bahía. Una historia del soul”, editado por Efe Eme. De todo ello habla en esta entrevista.

 

 

Texto y foto: EFE EME.

 

 

¿Cómo entraste en el soul y la música negra? 

Como dice Santi Segurola en su prólogo, la patria es la infancia. Yo recuerdo mi infancia y primera adolescencia pobladas de discos de los Beatles, los Creedence, David Bowie y Jimi Hendrix, una música que nos fascinaba a mi hermano y a mí y nos hacía sentir especiales. Por las noches escuchaba la radio, a veces me dormía con el aparato encendido. Un día sonaron los Temptations y aquello me rompió los esquemas. Al poco, vi el documental del festival de Monterey en un cine de “arte y ensayo” de Madrid y me quedé fascinado por la actuación de Otis Redding. Como por ensalmo, el soul me había ganado para la causa, una adicción facilitada por las fantásticas rebajas de discos: en todos los cajones inevitablemente encontrabas joyas del soul que nadie quería, a precios de risa.

 

En ocasiones dices aquello de “El soul es una droga”, ¿qué te atrapó de esta música? 

Los cantantes y grupos de soul parecían hechos de otra pasta. No entendías sus letras pero sabías que estaban contándote la verdad. Sus baladas te derretían y sus temas bailables te atrapaban. Llegabas a casa y solo querías escuchar ese tipo de música una y otra vez. Empecé comprándome antologías, que tengo desgastadas de tanto reproducirlas (los “Hits & soul” de Atlantic, aquellos triples elepés de los Temptations, las Supremes, Smokey, etc) y enseguida pasé a los singles y los álbumes originales.

 

Hay quienes, desde el rock, sienten verdadero repelús por el soul, y de hecho en España, durante años, ambas músicas se enfrentaron. No fue tu caso: siempre has convivido con las dos. ¿Cómo convencerías a un rockero de pro de las bondades del soul?

Si le gusta el rock de verdad, ahí encontrará un filón. Casi no hay banda o artista de rock clásico (y moderno) que no tenga incunables del soul en su repertorio. Y siempre es mejor ir a los originales que conformarse con las fotocopias. Además, está el fenómeno mod, que no se entendería sin el amor por el soul de miles de artistas y aficionados del pop británico (y luego de todo el mundo).

 

¿Es “El muelle de la bahía” la gran historia del soul o solo una visión personal?

Es un libro escrito con la ambición de explicar la historia del soul de manera comprensible para quien no sepa nada de esa música, en el que he pretendido contar a grandes rasgos (en detalle habrían hecho falta más de diez volúmenes como este) los grandes hilos conductores del género, sus coordenadas estilísticas, su historia y su geografía. En ese sentido, sí quiere ser la gran historia del soul con mayúsculas. También, claro, es mi historia del soul porque inevitablemente aporta la visión subjetiva de un apasionado del género, que no puede mantenerse equidistante ante una música que te exige tanta pasión como te da.

 

¿Es un libro solo para expertos o también para quien quiera introducirse en el soul?

Para ambos. Quien no sepa nada o casi nada de soul, encontrará en el libro las claves para iniciarse y descubrirlo y quien ya sea un buen aficionado, encontrará otras visiones, otros afluentes, otros discos que le abrirán nuevos horizontes. He escrito un libro que me habría gustado a mí leer si lo hubiera escrito otro.

 

Hay varios capítulos dedicados a quienes defines como “los profetas mayores”, ¿qué criterio has seguido para incluirlos en tal denominación?

En esa categoría entran los artistas que marcaron tendencia, estilo, los que abrieron las compuertas del soul al gran público, los que lo inventaron y lo impulsaron, nombres ineludibles desde cualquier punto de vista: Sam Cooke, Ray Charles, James Brown, Curtis Mayfield, Otis Redding… Quizá habrían cabido otros (Aretha, Marvin, Stevie), que, en todo caso, están bien representados y explicados en profundidad en otros capítulos.

 

Cada capítulo lo cierras con unas discografías comentadas descomunales. ¿Cuál ha sido el criterio de selección de estos discos?

El mismo criterio que para escribir el resto del libro, tal y como explico en la introducción: ahí están las antologías que hay que tener para entender cada uno de los subgéneros o espacios que se comentan (antologías, porque el soul empezó siendo, sobre todo, un género de canciones, de singles), acompañadas de algunos discos canónicos de los distintos artistas comentados. “Algunos discos”, digo, porque siempre han quedado fuera del tintero muchos otros, que a veces he citado y otras veces no, por falta de espacio. Son más de cuatrocientos discos relacionados y comentados, cada uno con su correspondiente portada, un manjar que deja abierto un amplísimo horizonte por descubrir.

 

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“El soul nunca morirá porque es el estilo más profundo y arrebatador de cuantos han existido en la música popular”

 

Curiosidad: tu discoteca de música negra tiene que ser bastante espectacular, ¿de cuántos volúmenes hablamos?

Hace tiempo que no los cuento, pero si sumamos los discos de vinilo (elepés y singles) y los cedés (dejando fuera todos los archivos digitales, que crecen exponencialmente), tengo alrededor de cinco mil volúmenes de música negra (solo R&B y soul, dejando aparte el jazz y el blues) que quizá algún día tenga la paciencia de catalogar.

 

Te aproximas al soul sin prejuicios, y te interesan las fusiones con otros ritmos, como el boogaloo, o incluso te interesa la mucha veces denostada disco music. ¿Cómo es eso, curiosidad?

Me encantan todos los afluentes del soul y todos los estilos de la gran música negra. En sentido estricto, no habría que hablar de soul cuando te refieres a Chic, a Kool & The Gang, a muchos artistas de Fania o a la maravillosa Dr. Buzzard’s Original Savannah Band, pero en sus grabaciones está la esencia de aquella música, de la que son consecuencia directa, y ¿quién puede resistirse a tamaño despliegue de elegancia y creatividad?

 

Si hubiera que definir una edad de oro del soul, ¿en qué periodo la establecerías?

Sin duda, el período comprendido entre las primeras grabaciones pop de Sam Cooke (“You send me”, 1957) y la muerte de Otis Redding (1968), que abarca toda la explosión comercial de Motown, Atlantic, Stax, Chess y Muscle Shoals, los grandes discos de The Impressions, James Brown y Ray Charles, etc.

 

“El muelle de la bahía” cubre un arco temporal tremendo: desde la prehistoria del género en el gospel hasta la actualidad, ¿crees que el soul, como género, sigue vivo? ¿En rigor podemos seguir hablando de soul?

El soul nunca morirá porque es el estilo más profundo y arrebatador de cuantos han existido en la música popular. En sentido muy estricto, el soul dejó de existir a mediados de los años setenta, pero mientras surjan artistas como Sharon Jones, Angie Stone o Amy Winehouse el soul tendrá sentido como género musical bien delimitado. Desde luego, que nadie busque su espíritu en ese engendro comercial descafeinado que ahora llaman “aranbí”.

 

Muy buscado es tu primer libro, editado hace veinte años y hoy inencontrable, ¿no has pensado en reeditar aquella, para muchos inicíatica, “Historia-guía del soul”?

Muy buena idea. ¿Qué tal en la Editorial Efe Eme? ¿Me pongo a ello? Eso sí, tendría que retocar muchas entradas de la enciclopedia, añadir discografías, actualizar datos (han sido muchos los artistas desaparecidos en todo este tiempo), “resucitar” a algunos artistas que entonces di por fallecidos (ay, George McCrae), etc: entonces no había Internet y los datos que manejábamos quienes escribíamos sobre música estaban en las bibliotecas, en las colecciones personales de revistas y libros, en los propios discos y en el conocimiento que íbamos acumulando poco a poco.

 

Este es el tercer libro que escribes sobre soul, ¿habrá un cuarto?

En realidad, este es ya el cuarto, si contamos la colección de 66 fascículos titulada “Los grandes del soul”, que publicó Altaya en 1996 con sus correspondientes discos, seleccionados por mí (donde se encontraba, por cierto, la única edición en España del clásico de Swamp Dogg “Total destruction to your mind”). Me gustaría, sí, reeditar ampliada y corregida la “Historia-Guía del soul” y quizá escribir otro libro sobre las grandes canciones del soul, donde desmenuzara un número importante de gemas conocidas y desconocidas del género.

 

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¿Tienes debilidad especial por alguno de los artistas de los que hablas en el libro?

Por tres, sin duda, tres artistas y personalidades únicos, originales, deslumbrantes. Terry Callier, a quien traje a actuar a España por primera vez, cuando dirigía el festival Galapajazz, y con quien tuve contacto durante varios años. Era un músico conmovedor y una persona muy cercana. Solomon Burke, a quien también conocí en el Festival de Jazz de Villalba, y que me impresionó tanto en directo como en el trato personal. Y Swamp Dogg, uno de mis músicos favoritos, cuyo directo me parece también fantástico.

 

No es ningún secreto que eres médico, ¿cómo lo combinas con el ejercicio del periodismo musical? ¿Es la música tu propia terapia para escapar de la medicina?

Tengo la fortuna de dedicarme a actividades que me gustan. Me gusta mucho mi trabajo de médico, aunque “me quita” tiempo para escuchar música y hablar y escribir sobre ella, y me encanta la música, a pesar de que “me roba” tiempo para estudiar más sobre temas relacionados con la medicina. Al final, todo se complementa y se confunde, como en la vida. Me siento orgulloso de formar parte del mismo gremio que dos personajes que admiro tanto como el Dr. Oliver Sacks y el Dr. John. Por lo demás, cuando quiero escaparme de la música y la medicina, veo partidos del Atlético de Madrid, que son puro soul sureño con un toque de adrenalina cholista.

 

“El muelle de la bahía. Una historia del soul”, solo puedes adquirirlo en La Tienda de Efe Eme: los gastos de envío son gratuitos para pedidos desde la península.

 

 

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