Love song, de Carlos Zanón

Autor:

LIBROS

«Una novela de carretera, que comienza en el norte, después de hacer un pacto: solo pueden tocar canciones editadas en 1985»

 

Carlos Zanón
Love song
SALAMANDRA, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La nueva novela de Carlos Zanón abandona los escenarios que pisan siempre sus historias, aunque no del todo. Los tres músicos que se embarcan en una Volkswagen California para acudir a un festival en Tarifa, donde actúan sus amigos Egon Soda o sus admirados The Waterboys, son barceloneses. Pero, por el camino, piensan ir parando en escenarios poco habituales para conciertos de rock correoso o íntimo, campings para turistas o pubs de pueblo. Serán sus últimos conciertos, su última gira. Y una celebración de la amistad.

El inventario consta de Eileen, guitarra rítmica, cuya enfermedad le hace perder sensibilidad en los dedos; su marido Jim, que tuvo un éxito descomunal algún tiempo atrás; y Cowboy, que tiene una conexión especial con Eileen y que ha dejado su impronta en discos de Veneno o Mambo Jambo. Como road manager, un viejo conocido, Sandino, el protagonista de Taxi, que aquí bautizan como Polidori. Su agencia de contratación se ha encargado de todo.

Así que es una novela de carretera, que comienza en el norte, en L’Escala, después de hacer un pacto: solo pueden tocar canciones editadas en 1985. No canciones posteriores, ni anteriores. A poder ser, sin éxitos; así que el público no les hace mucho caso hasta que llega “The whole of the moon”. El trazado es hacia el sur, así que paran en Platjad’Aro; y la siguiente estación es Sitges, en “Señor Pollo”, donde los hacen vestirse de granjeros, pero sin que nadie les indique que el peto con minifalda no es para los chicos. Empieza una de las trazas del libro: el absurdo. Celebración de los veinte años que ya no tienen.

Las siguientes paradas son un camping nudista en l’Hospitalet de l’infant, un local donde se hacen jam sessions en un pequeño pueblo y una casa okupa en Vinaroz. Entre medias, aparecen dos nuevos personajes, que son los que van a proyectar y acoger las situaciones dramáticas: Carla y alguien que recuerda mucho a la antigua novia de Cowboy, Andrea. Será Andrea II, recién separada, que los invita a pasar unos días en su chalet de Segur. Cowboy ya lo ha utilizado la primera noche.

Son días de tormenta y días en los que los sentimientos salen fuera de la piel, poco a poco van calando y ya ni gotean; la relación entre los tres músicos y las mujeres que les ofrecen la casa se va estragando a partir de los problemas que arrastraba Cowboy, que los van persiguiendo y que acaban salpicando a todos. Son los episodios mejor trabados de la novela, junto a otro que deriva del género quinqui.

Los músicos buscan su juventud. En los campings poco pueden encontrar, así que deciden ir a una discoteca poligonera, y ahí sí la encuentran: dos chicas que reconocen a Jim y deciden jugar con él y con unas rayas blancas en el lavabo. El problema es que el novio de una de ellas viene en pandilla y Jim, en una noche de tormenta, no las tiene todas consigo en la pelea. La persecución de los coches entre el barro, la oscuridad y los bosques resulta más que emocionante, cinematográfica, llena de luces, de sombras y de angustia.

Las circunstancias hacen que la policía persiga a Cowboy y que el grupo quede sajado ya en Tarifa. Jim consigue la gloria, antiguo conocido de The Waterboys, lo invitan a subir al escenario con ellos. Cowboy y Eileen, por su parte y a su manera, también la consiguen, aunque sea la gloria de un cielo menor y personal.

Anterior crítica de libros: Clandestino. En busca de Manu Chao, de Peter Culshaw.

 

Artículos relacionados