LIBROS
«Uno de los hombres que mejor lo conoció y que intenta —y consigue— ver a Lou de la forma en que este se veía a sí mismo»
Lou Reed
Una vida
LIBROS CÚPULA, 2019
Texto: CÉSAR PRIETO.
Es conocida la animadversión de Lou Reed por los periodistas. ¿Por todos? No, siempre solventaba la pregunta sobre esta cuestión con un «me llevo más que bien con Anthony DeCurtis». Y precisamente es este periodista de Rolling Stone y profesor de Escritura Creativa —Reed sentía una callada devoción por la Universidad— quien ha preparado su biografía definitiva. No había nadie más indicado: fue amigo personal del músico de Brooklyn y lo entrevistó largamente en varias ocasiones. Además de ello, ha recabado —o tirando de hemeroteca o en conversaciones privadas— con un sinfín de personas que acompañaron sus experiencias musicales, antes de la Velvet Undreground incluso. No solamente aparecen John Cale, David Bowie o Laurie Anderson, sino también sus músicos, sus novias y esposas, sus colaboradores… Todos amalgamados para ofrecer el juego poliédrico de cincuenta años de carrera.
Aparece su obra en primer lugar, desde luego. Sus primeras guitarras, cómo y dónde va conociendo a Sterling Morrison, John Cale y Mauren Tucker y cómo, contratados en un pequeño bar de Greenwich Village, un día fue a verlos allí Andy Warhol. Continúa con Transformer y Berlin, la patada en el culo a su discográfica que fue Metal Machine Music y todo lo que vino después y es bien sabido por el aficionado. Hasta el momento de los homenajes tras su muerte, van apareciendo comentarios de las canciones, reseñas en prensa de los discos y los conciertos, las reacciones de Lou ante ello… Formalmente, es una indagación precisa y continuada en su obra.
Pero después está la faceta personal, aquella que no quería nunca tratar en las entrevistas y que aquí viene detallada hasta el límite de su complejo carácter. Lo realmente morboso para el lector; toda su zona oscura, que también se describe al detalle. Desde una infancia con padres emigrantes de Polonia y Rusia hasta anécdotas de su trasplante de hígado, que revelan un Lou Reed cruel. La relación con sus padres fue siempre tensa, ajada; el hecho de que su personalidad, especial desde adolescente, les llevase a la solución fácil de aplicarle tratamientos de electroshock, lo hirió para siempre y se apunta que marcó ese carácter. Excepto con Laurie Anderson, trasladó sus conflictos a todos sus matrimonios. La escena de su primera mujer yendo a consolarse con su tío parapléjico es demoledora.
Con sus compañías de discos la relación tampoco resultaba muy fluida. Con todas ellas se volvía incómodo. Llama constantemente —incluso en domingo a sus ejecutivos— para exigir más promoción, cuando él no accede a ir a ninguna radio. La experiencia con Rob Bowman, el profesor de Musicología que cuidó de la caja con su antología, nos revela a un Lou Reed con actitudes odiosas, que es capaz de exigir al director de una sucursal bancaria donde va a retirar dinero que eche a un mendigo que se refugiaba allí. Él, el gran cantor del lado oscuro de la ciudad.
Sin embargo, también es capaz de enternecerse y echarse a llorar ante los problemas personales que le plantean los lectores que acuden a la firma de uno de sus libros. En el fondo todo se explica por ese increíble temor a la soledad, que su biógrafo descubre que lo atenaza. Un temor que revela uno de los hombres que mejor lo conoció y que intenta —y consigue— ver a Lou de la forma en que este se veía a sí mismo.
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Anterior crítica de libros: Veinte corazones, ganadores de Efthimis Filippou.