Después de repasar cinco de los mejores álbumes de britpop de los noventa en el Cuadernos Efe Eme número 24, Carlos Pérez de Ziriza rompe una lanza a favor de canciones de entonces que deberían haber llegado mucho más lejos.
Selección y texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
El britpop capitalizó muchos de los grandes titulares mediáticos en los años noventa, sirvió para vender ingentes cantidades de discos, encumbró a algunas bandas y también reportó visibilidad a otras que ya existían mucho antes de que inventasen la etiqueta. Generó incluso chocantes réplicas: la new wave of the new wave o los romos (un pretendido rebrote de los new romantics), inventos de la prensa británica de los que ahora casi nadie se acuerda, y con razón. Y tuvo, en el formato del single sobre todo, uno de sus vehículos expresivos esenciales. Porque incluso aquellos músicos cuya carrera discurrió lejos del éxito masivo pudieron vivir su momento de gloria gracias a sencillos de impacto. No en vano, por algo la escena recuperaba viejas señas de identidad de los sesenta, que habían ido licuándose en el tiempo.
No hace falta incidir a estas alturas en cuáles fueron los grandes himnos del britpop: poco podemos descubrir ya acerca del “Wonderwall” de Oasis, del “Common people” de Pulp, del “Girls & boys” de Blur o del “Animal nitrate” de Suede, por solo mencionar unos cuantos. Por eso nos hemos decidido, para complementar el amplio artículo de diez páginas dedicado a lo que nos dejó el britpop y su particular hoguera de las vanidades (en el que destacamos sus cinco mejores álbumes), publicado en Cuadernos Efe Eme 24, a listar catorce canciones no tan populares de aquel periodo, pero que bien podrían formar una estupenda playlist alternativa: son los otros himnos del britpop.
1. The Auteurs: “Showgirl” (New wave, 1993)
¿Somos lo que escuchamos, que dice la cuña de Radio 3? Seguramente. Y también cómo nos manejamos por la vida. Luke Haines es un compositor superdotado, y estuvo en permanente racha durante casi todos los noventa, aunque su imagen no fuera nunca de la de una estrella del pop. Su enfurruñada pose de Pepito Grillo del britpop, permanentemente enfurruñado con la cool Britannia y puede que, por extensión, con el mundo, tampoco ayudó. Pero los cuatro álbumes de The Auteurs, especialmente su magistral debut, están al alcance de muy pocos durante aquella época. Fueron los grandes tapados, y por eso eso tienen un lugar de privilegio en nuestro texto para Cuadernos Efe Eme.
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2. Boo Radleys: “Wake up Boo!” (Wake up!, 1995).
Qué lastima que no haya ningún video de la actuación de los Boo Radleys en Reading ’95 rulando por YouTube. Servidor les recuerda abordando allí esta canción, una de las más radiantes y jubilosas de la época, rodeados de globos blancos y amarillos, ante la algarabía general. Extraña escenografía para una banda que, sin ser —ni mucho menos— carne de britpop, había jugueteado maravillosamente con la psicodelia, la herencia de Love, el ruido blanco y los estertores del shoegaze en obras tan mayores como Giant steps (1993). En cualquier caso, “Wake up Boo!” debería ser recetada por prescripción médica para sonar en los móviles y despertadores de media humanidad al ponerse en pie: nos iría a todos mucho mejor.
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3. Bandit Queen: “Miss Dandys” (Hormone Hotel, 1995).
Primer tópico a cuestionar: que el britpop fue una escena machista. Solo si nos olvidamos de Echobelly, Elastica, Sleeper, Salad o Kenickie, claro. Todas comandadas por mujeres. Segundo tópico a desmontar: que cualquiera de esas bandas fuera mejor que los Bandit Queen de la gran Tracy Godding. Se les hizo muy poco caso. Sobre todo, para lo bueno que era su Hormone Hotel (1995).
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4. Gene: “Haunted by you” (Olympian, 1995)
Uno de los condimentos que no podían faltar en la salsa revivalista del britpop, aunque no fuese precisamente mayoritario – quizá faltaba aún perspectiva, tomar cierta distancia histórica – es el influjo de Morrissey. Su amaneramiento vocal y su elocuencia expresiva le iban como anillo al dedo a Martin Rossiter, quien también mostró al menos un competente nivel como compositor, y contó con un guitarrista más que eficiente a su lado, Steve Mason. “Haunted by you”, al igual que casi todo el material de sus dos primeros álbumes, cuajó en un romanticismo urbano de lo más resultón.
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5. Supergrass: “Caught by the fuzz” (I should Coco, 1995)
Nadie hubiera podido imaginar que Supergrass serían de las escasísimas bandas de esta hornada en madurar y prosperar pasado el tránsito al siglo XXI. En 1995 contaban ya con un debut que era una batería de singles en potencia. Entre aquella colección de pildorazos, “Alright” se llevó casi todos los honores, pero “Caught by the fuzz”, que sonaba como unos The Jam metidos en una centrifugadora Whirlpool, destilaba su vis más anfetamínica.
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6. Echobelly: “Give her a gun” (Everyone’s got one, 1995)
Más segundones armados de estupendos singles: Echobelly. Además, en algunos de ellos Sonya Aurora Madan introducía interesantes reflexiones raciales (era de origen indio) y de género (mucho antes de la cuarta ola feminista). Esta pegadiza “Give her a gun”, que defendían con vehemencia en directos bastante solventes, es una buena muestra.
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7. Elastica: “Connection” (Elastica, 1995)
Sí, está claro que sin el “Three-girl rhumba” (1977) de Wire, esta “Connection” seguramente nunca hubiera existido. Y que a Justine Frischmann y los suyos se les agotó rápidamente la mecha. Pero su álbum de debut homónimo sonaba como un tiro a lo largo de sus 16 cortes.
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8. The Bluetones: “Slight return” (Expecting to fly, 1996)
Curioso: la misma tarde noche en que los Stone Roses firmaban su certificado de defunción con un decadente concierto en Benicàssim (FIB de 1996), los Bluetones reclamaban un año después (tras su cancelación del 96) su pequeño nicho en la historia. En esencia, el porte técnicamente cualificado pero flagrantemente derivativo, descaradamente mimético, de casi todo el britpop, estaba ahí, en esos tan bonitos tres minutos.
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9. Ocean Colour Scene: “The day we caught the train” (Moseley shoals, 1996)
De lo derivativo a lo regresivo: antes de ser como uña y carne para Paul Weller, los Ocean Colour Scene habían debutado guiñando el ojo al sonido Madchester (su álbum homónimo de 1992, del que abiertamente reniegan), hasta que vieron la luz en las sagradas escrituras de los Beatles, Traffic, Cream o The Who. De algún modo, añadían savia yanqui y algo de rythm and blues a un menú abrumadoramente británico, pero a veces ponían tanto énfasis en su forma de descubrir la pólvora —aquella versión del “Day tripper” que abordaban en directo, sin un miligramo de personalidad— que la etiqueta de dad rock se la ganaron a pulso. En cualquier caso, acumularon suficientes canciones bonitas como para un buen recopilatorio.
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10. Dodgy: “Staying out for the summer” (Homegrown, 1994)
Otra presencia extraña para el canon britpop fue la de Dodgy, porque se habían formado en 1990 —es decir, mucho antes del momento de máximo fulgor del fenómeno— con padrinos tan aparentes como Ian Broudie (The Lightning Seeds), y mantuvieron una carrera que aspiraba a regatear lo coyuntural. Tuvieron dos singles de éxito: “Good enough” (1996) y esta “Staying out for the summer” (1995) que tanto iluminó el verano en el que el fenómeno britpop rozaba el paroxismo.
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11. Sleeper: “Inbetweener” (Smart, 1995)
Otro grupo con mujer al frente, discografía tan breve como irregular y un pequeño manojo de sencillos resultones. Eso fueron los Sleeper de Louise Wener. “Inbetweener” fue su mejor tarjeta de presentación. Hace un año volvieron al mundo de los vivos —discográficamente— con un disco agradable, que seguramente casi nadie pedía ya.
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12. Menswear: “Daydreamer” (Stardust, 1995)
A mediados de aquellos noventa, el engranaje de la industria británica del disco estaba tan bien engrasado que hasta medianías como Menswear salían de debajo de las piedras (o del barrio de Camden) armados con buenos singles bajo el brazo. “Daydreamer” tenía su aquel. Vaya que sí.
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13. Marion: “Sleep” (This world and body, 1996)
Debió ser su procedencia de Macclesfield (Manchester), porque el dramatismo pop y la angustia existencial que transmitían Marion tenía más cosas en común con la herencia de Joy Division —o incluso sus vecinos Echo & The Bunnymen— que con el espíritu autocomplaciente y celebratorio de casi todo el britpop. También les perjudicó que fueran vistos como una copia menor de Suede. Seguramente les hubiera ido mejor en la era del manido revival post punk, a principios de los 2000. Porque su primer álbum, This world and body (1996), tenía algunos argumentos sólidos. Ni siquiera entraron en los escenarios españoles por la que hubiera sido su puerta natural de entrada, el FIB. Lo hicieron por el mucho más duro Festimad, en 1996.
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14. Thurman: “She’s a man” (Lux, 1995)
Otra banda que, con razón, no llegó prácticamente a ningún lado, pero jugaba con descaro y cierta gracia con la ambigüedad sexual del glam rock de los años setenta de una forma festiva y desenfadada. Por algo idolatraban a Bowie o T Rex. “She’s a man” aún supone una revitalizante tonada.