FONDO DE CATÁLOGO
«El caso más funesto de grupo con un mundo propio, canciones bellísimas y equilibrio perfecto entre influencias y personalidad»
Fugaces pero inolvidables, Los Modelos apenas grabaron un par de maquetas entre 1980 y 1981, y editaron un minielepé bajo el sello MR en 1983 con seis canciones. Reivindicados por derecho, ahora Snap Records edita un vinilo, imprescindible para coleccionistas, que recupera los registros originales, añade algunas grabaciones nuevas y recuerda la importancia de su legado. Ellos han traído de vuelta a la palestra sus canciones y César Prieto se encarga de recordar su talento en estas líneas.
Los Modelos
Los Modelos
Original: MR, 1983 / Actualizada con extras: SNAP RECORDS, 2022
Texto: CÉSAR PRIETO.
Hace algún tiempo que el sello madrileño Snap Records dio un golpe de timón que ahora se revela provechoso y productivo. De editar bandas de pop de guitarras, con mucha validez pero con un público muy escogido, pasó a recuperar en vinilo esas canciones de los primeros ochenta que habían quedado olvidadas, vibrantes artefactos de electricidad y pasión, de urgencia o de delicadeza, que merecen mucho más que ser una nota a pie de página.
El catálogo de Revival Series llega hasta casi las veinte referencias. Ahí están Polanski y el Ardor con la grabación buena de “Ataque preventivo de la URSS”, las maravillosas perlas nuevaoleras de la barcelonesa Flor y Nata —Brighton 64, Telegrama y Sprays—, canciones de los Flechazos que aparecían en extraños recopilatorios, otras que nunca habían aparecido oficialmente o lo habían hecho con escasa distribución —la maqueta de Tos, el germen de los Secretos— y elepés tan maravillosos como el de Paraíso —inédito— o el de Los Modelos, cuya reedición en vinilo nos invita a recuperar su interesantísimo aunque breve catálogo.
Los Modelos son el caso más funesto de grupo con un mundo propio, canciones bellísimas y equilibrio perfecto entre influencias y personalidad, que no pudo llevar adelante un mundo que se preveía merecedor de una larga carrera. No se sabe si fue estulticia del público o de la industria, pero únicamente, una vez muerto el grupo, pudo disfrutar de un elepé editado por Paco Martín con sus maquetas. Cierto es que tuvieron un pequeño hit, “Noche de lluvia en Madrid”, pero ninguna de sus otras canciones han pasado a la memoria popular que merecían. Y lo merecían porque son historias que saben atornillar en el alma la sensación de adolescencia, esa que perdemos irremediablemente y que, al perderla, nos hace fuertes, pero insensibles.
Las canciones de Los Modelos son proyecciones cinematográficas de un pasado doloroso y cercano, en el que se juega el corazón en noches que ven el amanecer tras horas de maremoto, en que el dolor se busca porque se sabe que es belleza, en que los sueños son reales y la realidad es la que se desvanece. Pero todo ello se expone sin dramatismo —es el fondo el que duele— con las palabras más sencillas posibles, las necesarias.
De la misma manera actúa la instrumentación, sencilla, que no simple, buscando la forma instrumental más directa y menos hiriente. Son parcelas de tres minutos en las que el pop brilla sin gastar energía y que se precisan en dos plantillas. Algunas de ellas beben de la tradición americana, más acústicas y calmadas, de fraseos más extensos y melódicos, más tristes en su instrumentación. Otras poseen una urgencia eléctrica cercana a la nueva ola inglesa, de estribillos certeros y cargados de densidad instrumental, similar a los que por la época intentaba otro olvidado grupo hispano, Los Pistones. No es casual que Ricardo Chirinos y Ramón Garrido, líderes de ambas formaciones, plantearan tener un grupo en común, desgraciadamente estragado.
Los ambientes, eso sí, son similares en ambas estéticas. Calles mojadas iluminadas por farolas y bares donde curar la soledad son espacios cerrados en los que todo se calla porque todo habla por dentro, sin freno. Unos ambientes que también quedan patentes en las dos canciones nuevas que se incluyen en el conjunto. No solamente aparecen los temas de las dos maquetas, sino también las inéditas de los conciertos que ya había publicado Discos de Paseo y un par de canciones, recientemente grabadas, que habían quedado compuestas y huérfanas en la época tras la separación del grupo: “Da igual” y “Sombras en la carretera”. Un milagro. Esta última, levemente melancólica, enfoca carreteras como espacios para escapar con imágenes de fugacidad. Extraño en ellos, se va haciendo cada vez más intensa. Como colofón, o guinda, aparece el single que grabaron como promoción de la sala Marquee, que les financió su segunda maqueta.
Las de Los Modelos, con la añorada Casilda Fernández a la voz, son canciones iceberg, esconden todo el peso en lo invisible y, por ello, es difícil que el público mayoritario atienda a ellas. Sin embargo, es el disco que más veces ha sido puesto a la luz por diferentes sellos y con diferente portada. Si llega a buen término una propuesta de reeditarlos con otra compañía, hasta cinco veces ha ido reviviendo. La legión minoritaria no decae nunca.
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Anterior crítica de discos: On grace & dignity, de The Golden Dregs.