Casi cinco décadas en el oficio y más de una veintena de álbumes avalan la trayectoria de Los Lobos. Eduardo Izquierdo se lanza a condensar la intensa carrera de la banda estadounidense en diez canciones clave.
Selección y texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Me gusta pensar en Los Lobos como el mejor grupo de la historia. De hecho, lo hago habitualmente. Recorrido tienen de sobra, porque dieron sus primeros pasos a principios de los setenta. Y su carrera se escribe con discos impecables, excelentes todos ellos. Una trayectoria sin mácula que tiene el mérito de haberse escrito con la misma formación, la integrada por David Hidalgo, César Rosas, Louie Pérez, Conrad Lozano y Steve Berlin. Lo han logrado insistiendo en sus raíces mexicanas, jugando con la experimentación, superando el problema que para muchos otros supone el efecto del one-hit-wonder, persistiendo en el rock and roll clásico y el blues. Pensando poco en lo que se espera de ellos y actuando, en todo momento, como músicos a tiempo completo. Excelsos. Inconmensurables. Este es un recorrido por sus canciones con diez paradas, aunque podían haber sido muchas más.
1 ‘Anselma’ (“And a time to dance”, Slash Records, 1983).
Como apuntaba, Los Lobos nunca han renegado de sus orígenes. De hecho, sus primeros trabajos están cargados de temas tradicionales. En este mini elepé, producido por un Steve Berlin que aún no forma parte de la banda, combinan el rock and roll más clásico con versión de Ritchie Valens incluida con un par de temas de marcado acento mexicano, como este ‘Anselma’, auténtico himno para sus fans.
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2. ‘How will the wolf survive’ (“How will the wolf survive?”, Slash Records, 1984).
Con Berlin ya incorporado como miembro de pleno derecho del grupo, la banda de Los Ángeles se lanza con un disco que toma como referencia a ese lobo que debe sobrevivir, en una clara alegoría de toda esa gente que cruza la frontera de México hacia Estados Unidos. Cargado de temas sublimes como ‘Evangeline’ o ‘Serenata norteña’, la canción que le da título roza la perfección, si no la alcanza.
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3. ‘La Bamba’ (“La Bamba BSO”, Slash Records, 1987).
Llega el momento de alcanzar el primer plano mediático. Cuando Luis Valdez se pone a grabar el biopic definitivo sobre la figura de Ritchie Valens, sabe que Los Lobos han de encargarse de la banda sonora. Así lo hacen y su revitalización de ‘La Bamba’ se convierte en un éxito inmediato. Primeros puestos de las listas y Los Lobos en boca de todos. Solo queda saber cómo encajarán ese éxito tan repentino.
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4. ‘One time one night’ (“By the light of the moon”, Slash Records, 1987).
El tercer elepé de Los Lobos se publica prácticamente en paralelo a la banda sonora de “La Bamba”. Aprovechan esa situación para publicar un disco más pausado pero que no deja de lado el rock and roll. Incluyen dos baladas enormes como ‘River of fools’ y ‘Tears of good’, pero también recuerdan a sus primeros trabajos y al rock más oldie con temas como ‘One time one night’.
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5. ‘La pistola y el corazón’ (“La pistola y el corazón”, Slash Records, 1988).
Justo cuando todos esperaban que el grupo siguiera la senda de ‘La Bamba’, demostrando su honestidad artística, el grupo se saca de la manga un disco acústico en el que combinan temas tradicionales como ‘Sabor a mi’ o ‘El cuchipe’ con canciones propias. Tocado íntegramente con instrumentos acústicos, corrían el riesgo de caer en el olvido de la prensa y la radio norteamericana, pero, sorprendentemente, no fue así y salieron reforzados de la aventura.
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6. ‘Kiko and the lavender moon’ (“Kiko”, Slash Records 1992).
En los noventa, y tras publicar el magnífico “The neighborhood” en 1990, Los Lobos se meten en la fase más experimental de su carrera. Ponen en marcha proyectos paralelos como The Latin Playboys o Houndog, y editan “Kiko”, que les supondrá las alabanzas de toda la crítica. Arriesgado al máximo, dejando bastante de lado el rock and roll clásico de sus inicios, juegan con nuevos sonidos y, por supuesto, lo hacen de maravilla. Nuevas texturas para su música que ni siquiera descolocan a su fan más acérrimo. Y es que está tan bien hecho…
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7. ‘Más y más’ (“Colossal head”, Warner Bros. Records, 1996).
Tras una pausa para grabar un disco infantil con Lalo Guerrero (“Papa’s dream”), siguen en su período experimental que cerrarán en 1999 con “This time”. Antes, en 1996 publican “Colossal head”, un disco más complejo si cabe que “Kiko”, que obtiene buenas críticas pero que supone su mayor fiasco en cuanto a ventas. El grupo no sufre por ello. Están seguros de la dirección de su timón y lo demuestran con conciertos magníficos.
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8. ‘The road to Gila Bend’ (“The town and the city”, Hollywood Records, 2006)
Pegamos un salto de diez años. En medio, el grupo publica su primera box-set y, sobre todo, abandonan los terrenos más experimentales con “Good morning Aztlan” (2002) y “The ride” (2004). Mientras se acostumbran a ir publicando directos, se lían la manta a la cabeza para publicar un disco conceptual, basado en la historia de un chico de Los Ángeles. Con la mayoría de letras escritas por Louie Pérez, la banda se muestra más solvente que nunca, destacando un David Hidalgo inmenso a la guitarra. Su rock clásico ha evolucionado a algo, que sin olvidar lo retro, suena mucho más contemporáneo y maduro.
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9. ‘All my bridges burning’ (“Tin can trust”, Shout! Factory, 2010).
En 2009, Los Lobos graban un disco de versiones de ¡temas de Disney! Y lo hacen de lujo, claro. Eso supone, además, el fin de su contrato con Disney Sound por lo que, ajenos de ataduras discográficas, encaran con absoluta libertad la grabación de su nuevo álbum, “Tin can trust”. El álbum viene tras superar una época de escasa actividad grupal, un bloqueo compositivo que solucionan con este disco. ‘All my bridges burning’, compuesta a medias con Robert Hunter, letrista habitual de Grateful Dead, es un buen ejemplo.
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10. ‘La tumba será el final’ (“Gates of gold”, 429 Records, 2015).
El último paso discográfico de la banda, hasta el momento, es “Gates of gold”. En él apuestan por el blues con decisión, y demuestran que son los mejores en cualquier terreno. No olvidan, eso sí, la dosis justa de tradicionalismo que nosotros representamos con esta versión de la clásica ‘La tumba será el final’.