La quinta entrega de la colección de «discos virtuales descargables», con la que EFE EME celebra su décimo aniversario, recoge una grabación en directo, de este mismo año, de uno de los nombres básicos del rock argentino, uno de sus padres: Litto Nebbia, fundador de Los Gatos en los años 60 y un creador tan prolífico como genial. Este disco, A su aire, reúne en versiones desnudas algunas de sus más grandes canciones.
Texto: JUAN PUCHADES.
Los orígenes del rock argentino son bien peculiares: se optó por no tener en cuenta a todos aquellos grupos que desde comienzos de los 60 grababan versiones de temas foráneos y comenzar a considerarlo desde que en 1966 Los Beatniks –banda liderada por Moris– graban el single que contiene «Rebelde», para poner definitivamente el reloj en marcha en junio de 1967, cuando Los Gatos registran «La balsa», la canción que acabará por ser como la piedra angular de un movimiento que, años después, conoceremos como Rock Argentino o, más tarde todavía, como Rock Nacional. Y razón no les falta, pues en aquellos años, 1966-1967, se comienza a forjar una singular escena con identidad propia, única en el mundo, urbana, bohemia y bastante hippie cuyas características principales consisten en reivindicar el castellano y explorar sus posibilidades poéticas para escribir letras que hablen del aquí y ahora de la juventud del momento. Textos que pueden ahondar en lo netamente urbano, lo filosófico o lo humanista –que serían como las tres grandes corrientes– y que consagran a Los Gatos, Moris, Tanguito, Manal, Almendra o Los Abuelos de la Nada –junto a bastantes más– como los pioneros de un movimiento que, más o menos, continúa hasta nuestros días y tiene en creadores como Andrés Calamaro o Fito Páez a sus últimos y más destacados exponentes.
En todo aquel germen inicial estuvo Litto Nebbia (1948), líder de Los Gatos y creador junto a Tanguito de «La balsa» (más que una canción, un himno), pero las raíces de Nebbia habría que buscarlas un poco más atrás, cuando siendo un adolescente se integra en los Wild Cats, un grupo de su ciudad natal, Rosario, que tras su entrada cambiará su nombre por el de Los Gatos Salvajes y, lo más importante, asume las canciones de ese jovenzuelo que no se contenta con versionear a los Beatles y los Rolling Stones, sino que firma sus propios temas de onda beat; primerizos e ingenuos, sí, pero suyos. Los mismos que nutren en 1965 el primer disco del grupo y que da lugar al primer intento por aquellas latitudes de generar un estilo musical propio. Dicho de otro modo, en ese álbum estarían los huellas de la prehistoria del rock argentino.
Deshechos Los Gatos Salvajes y de vuelta la mayor parte de sus integrantes a Rosario, Litto Nebbia y el teclista del grupo, Ciro Fogliatta, deciden seguir probando fortuna en Buenos Aires y formar una nueva banda: Los Gatos. El grupo que espolea a todo el movimiento con el enorme éxito que alcanza en 1967 «La balsa» y que evoluciona en paralelo al crecimiento personal y artístico de Nebbia, su principal compositor. Una aventura que finaliza en 1970 dejando tras de sí cinco LPs en los que desde el beat se viaja hacia la psicodelia y al encuentro del blues-rock (la incorporación del guitarrista Pappo se hizo sentir con fuerza) en un trayecto ineludible para quienes quieran saber de los orígenes del rock en nuestro idioma.
En 1969, antes de la ruptura de Los Gatos, Nebbia ya había grabado en solitario y en ello sigue tras el final del grupo. Desde ese momento, intentar trazar un recorrido coherente de su obra y trayectoria ocuparía mucho más espacio del que disponemos. Sí, porque Nebbia no sólo es un músico culto de amplia formación y de gustos diversos, sino un infatigable creador que ha superado las barreras de los géneros y acumula una amplísima discografía que supera tranquilamente el centenar de títulos. Un creador que en aquellos años decisivos tras la separación de Los Gatos decidió, conscientemente, eludir el papel que la industria musical le reservaba como figura de éxito –no sólo por el brillante pasado inmediato al frente del grupo que le dio fama, sino viendo las posibilidades que ofrecían esas canciones en las que destacaba la capacidad melódica de su autor–, y con rapidez se descolgó con obras como Huinca o Despertemos en América (ambas de 1972), en absoluto «amables», o tan claramente indigestas para los patrones comerciales al uso como Muerte en la catedral (1973). Trabajos densos, en los que lo mismo prueba aproximarse a la canción popular como se adentra en el jazz o en el rock progresivo. En Nebbia, ya se ha dicho, no hay fronteras, tan pocas que en 1974 y durante alrededor de cinco años forma un trío junto a Jorge González y Néstor Astarita que le acompaña en directo y en disco (Melopea, Fuera del cielo, Bazar de los milagros, El vendedor de promesas) y con el que intenta llevar hacia el rock –hacia su personal mundo melódico y desprejuiciado– las improvisaciones propias del jazz.
Tras el golpe de estado de marzo de 1976, y como tantos argentinos, en 1978 Litto abandonó el país y se instaló en México, donde comenzó a tocar en pequeños locales, con la compañía de su guitarra o sus teclados. Pero también graba nuevos discos, ahora, como en una revelación que marcará su futuro discográfico, desde la independencia (en esto también fue pionero).
Al regresar a Argentina en 1981, Nebbia trae canciones como «Sólo se trata de vivir», «Canción del horizonte» o «Gente que no sabe lo que quiere», con las que conecta de nuevo con grandes audiencias. Temas en los que está la esencia que define su obra: textos de hermosa poética –sencilla, efectiva, directa, con los sentimientos a flor de piel– y música de enorme riqueza melódica y armónica, marcados siempre por su versatil voz. Pero Nebbia siempre se sale por la tangente y en paralelo puede grabar un disco solo a piano o juntarse inmediatamente junto a un grupo (Los Músicos del Centro) para explorar las posibilidades del funky latino y sus afluentes –en México ya se había movido por esos territorios– o firmar la banda sonora de la película Evita (1983) o grabar con ayuda del grupo vocal Zupay o escribir canciones infantiles o unirse en dúos junto a los uruguayos Cacho Tejera (1989) y Rubén Rada (1990) u homenajear a Gardel y Lepera…
El tango… Capítulo aparte merece su aproximación al género argentino por excelencia, pues en los años 90, y desde su propio sello, Melopea, resultó fundamental para el resurgir del mismo al recuperar a Roberto «Polaco» Goyeneche o a Enrique Cadícamo, al darle la primera oportunidad a Adriana Varela… En una década, la de los 90, en la que Nebbia se multiplica: graba sus propios discos y despliega una enorme actividad como productor e impulsor de grabaciones ajenas, tangueras y de folclore argentino. Influencias que, cada vez más, salpican a su propia obra, en la que a ratos puede parecer tanto un cantor popular como un inquieto músico de vanguardia. Porque si no lo hemos dicho, digámoslo ya: la de Nebbia es música con los pies bien clavados en su tierra, fácilmente comprensible desde otras latitudes, pero de esencia y sentimiento argentino. Lo que no entra en contradicción con que sea un enamorado, desde que la descubrió en los años 60, de la música brasileña, que también ha bañado gran parte de su obra –su sentido melódico es puramente brasileño– y así, uniendo todo este bagaje, graba discos abrasileñados como Ponto de encontro (de 1993, junto a Ze Renato y Víctor Biglione), se enfrasca en obras conceptuales sobre la identidad argentina (Argentina de América, 1992) o el desastre de Malvinas (1993). O musica a García Lorca (1998), o dedica tres discos a recrear a su manera pero con respeto el cancionero de los Beatles (1999-2001), o firma bandas sonoras…
No, no hay un único Litto Nebbia, como no hubo un solo Frank Zappa. Su obra múltiple muestra a un creador que rara vez mira hacia atrás –o lo hace sólo para «poner orden», como en los cuatro volúmenes que conforman Páginas de vida (1994), o para celebrar los aniversarios de creación de sus grupos de juventud, treinta años después–, que evoluciona sin ceñirse a reglas de mercado, en completa libertad, grabando canciones o piezas instrumentales, sin importarle que durante años la crítica rock de su país le diera la espalda –durante dos décadas de ignorarle casi por completo, en los últimos tiempos su figura ha sido reivindicada de nuevo–, sin olvidar en ningún momento de dónde viene y dónde ha estado durante todo este tiempo. Porque no se dejen engañar por las apariencias, Litto Nebbia, hasta cuando se acompaña sólo por su guitarra acústica y puede aparentar ser un trovador popular, en realidad está interpretando rock, pues lo suyo es puro sentimiento rock. El mismo rock al que, sí, ha vuelto con claridad y electricidad junto a La Luz, el grupo que le acompaña en la actualidad y con el que ha registrado los portentosos Danza del corazón (2005) y los dos volúmenes titulados The blues (2007) y que también participó en El palacio de las flores, el disco de Andrés Calamaro que le produjo Nebbia.
Con un disco en cartera, grabado en parte en España junto al productor Paco Ortega y que se publicará el año próximo, en Argentina acaba de editarse Bella Madrid, un trabajo de improvisaciones a piano registrado en Madrid. Y es que la relación de Nebbia con España viene de largo: desde que en 1986 se publicará el recopilatorio Sólo se trata de vivir, para ya en los años 90 ver algunos trabajos publicados por Nuevos Medios, y en el nuevo siglo por ese mismo sello y Factoría Autor. Además, desde hace aproximadamente una década, suele visitar nuestro país prácticamente una vez al año, para ofrecer conciertos en los que acostumbra a presentarse él solo tocando guitarra y teclados.
LITTO NEBBIA A SU AIRE, EL DISCO
El pasado verano, Litto Nebbia regresó una vez más a España para tocar en directo, en una gira que hizo parada en Valencia, en la sala Matisse, en un concierto que contaba con la colaboración de EFE EME. Esa noche del 19 de julio, dos días antes de celebrar su 60 cumpleaños, Nebbia ofreció un show emocionante en el que él solo, a ratos con teclados –se lo había prestado Esteban Hirschfeld– a ratos con guitarra, interpretó algunas de sus más memorables composiciones («Gente que no sabe lo que quiere», «Vamos negro fuerza negro», «Canción del horizonte», «Está en tus manos», «El otro cambio los que se fueron», «Mañana», «La balsa», «Sólo se trata de vivir»…), demostrando un dominio musical y vocal excepcionales. El resultado fue uno de esos grandes y vibrantes conciertos a los que, a veces, se tiene la suerte de asistir, esos que tienen lugar en pequeños locales en los que es posible apreciar la emoción del publico (aseguro que vi a algún espectador llorar al escucharle entonar «Sólo se trata de vivir»).
Al finalizar aquella velada, José Antonio Rivas, programador de Matisse, tuvo el detalle de entregarnos a Litto y a mí sendas copias de audio del concierto. La sorpresa, al escuchar días después aquella grabación, es que tenía una calidad enorme: la grabadora había recogido fielmente lo acontecido en escena. El comentario de Nebbia fue: «ah, pues aquí tengo un disco en directo buenísimo». Por ello, cuando le invitamos a participar en esta colección de discos virtuales por el décimo aniversario de EFE EME, no me extrañó lo más mínimo que Litto me dijera que quería publicar precisamente ese concierto, que ahora ha sido masterizado por Mario Sobrino en su propio estudio bonaerense.
Sirva esta grabación para ser disfrutada por quienes admiren la obra de Nebbia o de introducción a la misma por parte de los que se aproximen a ella de nuevas (merece la pena, en todo caso, aventurarse sin miedo en su golosa discografía: el viaje asegura experiencias únicas). Degústenla como el inmenso regalo que es. Todo un lujo que presenta en versión cruda y desnuda a uno de los más grandes creadores del rock en nuestro idioma de todos los tiempos.
Discografía esencial de Litto Nebbia:
CON LOS GATOS SALVAJES:
Los Gatos Salvajes, 1965
Reunión 2005, 2005
CON LOS GATOS:
Los Gatos (La balsa), 1967
Seremos amigos, 1968
Viento, dile a la lluvia, 1968
Beat nº1, 1969
Rock de la mujer perdida, 1970
Inédito en vivo, 1987
Reunión 2007 en vivo, 2007
EN SOLITARIO:
Litto Nebbia, 1969
Litto Nebbia Vol. 2, 1970
Nebbia’s Band, 1970
Huinca (junto al grupo Huinca),1972
Despertemos en América, 1972
Muerte en la catedral, 1973
Melopea, 1974
Fuera del cielo, 1975
Bazar de los milagros, 1976
El vendedor de promesas, 1977
Canciones para cada uno, 1977
Canciones para cada uno Vol. 2, 1977
The naked world, 1979
Toda canción será plegaria (con Mirtha Defilpo), 1979
Solopiano Vol. 1, 1980
1981, 1981
Sólo se trata de vivir, 1981
Tres noches en La Trastienda, 1981
Llegamos de los barcos (con Los Músicos del Centro), 1982
Banda Sinfónica Municipal, 1983
Para que se encuentren los hombres (con Zupay), 1983
Evita. Quien quiera oír que oiga (BSO), 1984
1992, 1984
Luna caliente (BSO), 1985
Musiqueros (con Baraj y González), 1987
Bolero afrolatino (con Cacho Tejera), 1989
Homenaje a Gardel y Lepera, 1990
Nostalgias del Harlem español, 1990
Las aventuras de Rubén Rada y Litto Nebbia (con Rubén Rada), 1990
Los Aviadores (con Bergalli, Marconi, Franov López), 1990
Esperando un milagro, 1991
Argentina de América, 1992
Ponto de encontro (con Renato y Biglione), 1993
Las boludas (BSO), 1993
Malvinas (BSO), 1993
Nueva York es una ciudad solitario (con Ingaramo), 1994
Páginas de vida Vol. 1, 1994
Páginas de vida Vol. 2, 1994
Páginas de vida Vol. 3, 1994
Páginas de vida Vol. 4, 1994
Nebbia canta Cadícamo, 1995
Pequeño manual de vos y yo (disco español), 1996
El hombre que amaba a todas la mujeres, 1997
Romacero gitano. García Lorca, 1998
Matar al abuelito (BSO), 1998
Beatles songbook 1, 1999
Beatles songbook 2, 1999
Siempre bailan dos, 2000
Beatles songbook 3, 2001
Brian Wilson tributo (con Super Ratones y Franov), 2002
La noche del colibrí (disco español), 2002
Península Valdés, 2002
Definitivamente vivo vol. 1, 2003
La melancolía vital (con Lito Vitale), 2003
Tango & nocturno (disco español), 2004
Danza del corazón (con La Luz), 2005
The blues (con La Luz), 2007
The blues parte dos (con La Luz), 2007