Músicos que llevaban décadas sin pronunciarse, bandas disueltas desde hace tiempo o grupos que no lanzaban material nuevo desde hace más de un lustro. Fernando Ballesteros recopila los diez regresos musicales más jugosos de este 2017.
Selección y texto: FERNANDO BALLESTEROS.
El 2017 ha sido un año pródigo en regresos. Es posible que ocurra siempre, pero a falta de un estudio concienzudo, la realidad es que repasando la lista de lo más destacado de la temporada me topé con nuevos lanzamientos de artistas y grupos que llevaban un tiempo prolongado sin dar señales de vida. Recordemos diez discos que vieron la luz durante los últimos doce meses y por los que mereció la pena esperar.
Peter Perret: “How the west was won”
Esta es la vuelta del año. Así, con mayúsculas y gritando emocionado. La primera sorpresa fue recibir la noticia que decía que el que fuera líder de los Only Ones allá por los tiempos de la new wave, tras la explosión punk, iba a volver tras décadas de silencio. Habían sido años alejado de los focos, un mutismo roto puntualmente por alguna aparición nostálgica en las tablas. Poca cosa. Los excesos de un artista que, según su testimonio, ha pasado buena parte de este tiempo sin comunicarse con el exterior y preso de adicciones, no invitaban al optimismo. Pero se produjo el milagro y este tuvo su génesis en España.
Y es que lo bien que le trataron, lo querido que se sintió en el festival Felipop en 2014, fue el detonante que le animó a volver, a ponerse en marcha de nuevo y a hacernos recordar la magia, aquella que se plasmó en tres elepés entre el 78 y el 80, que dio lugar a un himno de esos de toda la vida como el mil veces versionado ‘Another girl, another planet’ y que muchos creían —creíamos— que ya no volvería.
Casi cuatro décadas más tarde, “How the west was won” es su debut en solitario. Un derroche de clase que sitúa al disco en lo más alto del curso. La sensibilidad pop se tiene o no se tiene, y él no la ha perdido, y las composiciones deslumbran con un poso velvetiano, una madurez bien entendida y mejor plasmada que enamoran desde la primera escucha. Magnífico y sorprendente. Rezaremos para que no se vuelva a marchar.
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The Jesus And Mary Chain: «Damage and joy»
“Damage and Joy” es uno de esos discos que dan miedo desde el mismo momento en el que ves escrita su fecha de publicación y te das cuenta de que ya no hay marcha atrás. Cuando un grupo ha significado tanto, y diecinueve años después de su testamento “Munki” decidan que van a volver, se corre el riesgo de que su regreso no sea lo que esperabas.
Llevaban diez años actuando de forma intermitente, pero no habían querido ir al estudio, quizá porque los hermanos Reid también tenían el temor de no estar a la altura de la leyenda. Tampoco es que se hayan prodigado grabando por separado, por lo que no había mucha esperanza a la que agarrarse o pruebas que calibraran su estadio de forma.
Tirando de alguna de esas canciones publicada años atrás con la camiseta de Freeheat, el propio Jim en solitario o Sister Vanilla, la hermana pequeña de los escoceses, y añadiendo a esa base un ramillete de temas competentes, tejieron “Damage and joy”, un album más que digno que nos sirvió para volver a verles en directo y revivir noches mágicas que tuvieron lugar hace un cuarto de siglo.
Todo bien. La cosa funciona entre Jim y William y ahí andan defendiendo su legado y sus nuevas canciones, girando con tanta frecuencia que el próximo año les podremos volver a ver en el madrileño festival Tomavistas. Seguro que no es la última.
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Lagartija Nick: «Crimen, sabotaje y creación»
Seis años sin elepé de Lagartija Nick son muchos y “Crimen, sabotaje y creación” ha llegado para ponerle remedio a esa ausencia. Seis años de espera que pueden ser considerados como dos décadas, si hilamos fino y consideramos, como ha hecho el grupo en sus declaraciones promocionales, que este disco es la continuación natural del mítico “Omega”. Como aquel, supone un acercamiento a las raíces, al floklore andaluz. Un viaje que en esta ocasión les lleva a facturar entre otras cosas unas “sevillanas jornaleras” y un monumento a la memoria histórica como “La leyenda de los hermanos Quero”.
Lo hacen recuperando a los protagonistas de su brillante trilogía inicial, con Antonio Arias, Eric Jiménez, Juan Codorniu y M.A.R. Pareja, y con el hermano de Antonio, Jesús Arias, periodista, músico y colaborador de la banda en varios discos, muy presente en toda la obra. Esta presencia se siente en el carácter reivindicativo del disco, en su espíritu manifestándose en sus surcos y ya en el lado más palpable en ‘Agonía, agonía’ y ‘Europa Europa’, los dos títulos que recuperan de Qüasar, su último proyecto en el mundo del rock. Un gran disco. Ni más, ni menos.
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Dream Syndicate: “How did I find myself here?”
Desde 1988 no publicaban un elepé los Dream Syndicate. Aquel fue el año de “Ghost Stories”, estimable obra que fue seguida un año después por la separación de la banda. Antes, en 1982, habían puesto en la calle el inmortal “Days of wine and roses”, una maravilla a la que remite su nueva obra, con el explícito título “How did I find myself here?”.
En 2012 volvieron a compartir escenario, pero hasta ahora no se habían decidido a grabar, posiblemente porque la actividad de Steve Wynn era bastante considerable. Pero ahora, que ya es una realidad, hay que reconocer que el fruto de esta vuelta es más que satisfactorio. Se trata de un disco a la altura del mito y que muestra casi todas las señas de identidad de esta máquina de desatar tormentas eléctricas. Desde la psicodelia calmada de las iniciales ‘Filter me through you’ y ‘Glide’ y hasta el colofón de ‘Kendra’s Dream’ en la que disfrutamos de la voz de Kendra Smith, que estuvo allí desde el comienzo, todo fluye. Por el camino, chispazos eléctricos, algo de oscuridad y el tema titular, una de esas epopeyas sonoras de larga duracion, como aquellas del pasado que nos conquistaron. Seguiremos pinchando este disco y contando los días para poder verlos en la próxima edición del Azkena.
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Bash & Pop: “Anything could happen”
La última reunión de los Replacements terminó sin el elepé que algunos soñábamos, pero no tenemos muchos motivos para la queja. Aparcado el grupo madre y fuera de la banda con la que Axl Rose ha seguido paseando el nombre de Guns N’ Roses todos estos años, Tommy Stinson decidió que era el momento de mirar atrás. Ni más ni menos que a 1993.
Terminaba la primera vida de los Mats y Stinson decidió poner en marcha Bash & Pop, proyecto con el que editó el notable “Friday night is killing me”, aunque podría haber sido cualquier día de la semana, que aquellos tiempos fueron muy duros. Casi un lustro más tarde, con otra formación —solo repite él—, recupera la etiqueta y lo hace para firmar un gran trabajo.
En “Anything could happen” emergen algunos de esos cartuchos de pulso stoniano marca de la casa, acompañados de melodías pop —sección power para más señas— y excursiones a las raíces del rock americano. Al final del disco uno echa la vista atrás, recuerda el último de Westerberg con Juliana Hatfield y esos The I Don’t Cares que nos regalaron “Wild stab” en 2016 y es inevitable fantasear con lo que los Replacements nos podrían haber ofrecido. En fin, nos quedamos sin el sueño, pero a cambio tenemos dos grandes discos. Quien no se consuela…es porque no los ha escuchado.
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Slowdive: “Slowdive”
Cuando Slowdive lo dejaron tras publicar su tercer disco,“Pygmalion”, el mundo solo parecía tener oídos para los chicos del britpop. No corrían buenos tiempos para los sonidos ensoñadores y cubiertos de ruido, con melodías de esas que hay que encontrar bajo capas de guitarras. El shoegaze cotizaba a la baja. Pero han pasado veintidós años y la primera década del nuevo siglo trajo consigo una suerte de revival de aquellos grupos que no ha hecho sino consolidarse con el paso del tiempo. Slowdive, cuyos miembros han integrado proyectos más que interesantes estos años atrás —muy grandes Mojave 3— no vuelven para aprovechar la coyuntura.
Escuchando su álbum homónimo, queda muy claro que les quedaban cosas que decir. Han completado un trabajo brillante, inspirado y que, por méritos propios, se ha aupado a las posiciones altas de lo mejor del año en muchas publicaciones especializadas. No se trataba de romper con el pasado, pero tampoco de aferrarse a él para dejarse atrapar por la nostalgia, y Slowdive han sabido encontrar el punto justo en el que arrancar esta nueva etapa. Y lo mejor es que esta promete ser larga, ya que han dejado muy claro que quieren hacer más discos. Si son como éste: ¡que siga la fiesta!
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Ride: “Weather diaries”
A Ride les pasó algo parecido a lo que vivieron Slowdive, aunque su disco de despedida, aquel “Tarantula” del 96, demostró que el grupo no vivía un buen momento. Casi ni existían como tal. Las tensiones entre Mark Gardener y Andy Bell habían hecho mella y el álbum estaba compuesto casi en exclusiva por material de este último. Aunque su shoegaze siempre estuvo lejos de lo canónico, se habían alejado de forma definitiva de la etiqueta para acercarse a sonidos más clásicos y poco inspirados.
La puesta al día del sonido de los de Oxford en “Weather diaries” ofrece más esperanzas de lo que puede estar por venir: pruebas palpables del buen momento de forma que las crónicas de sus directos apuntaban desde su regreso. Ride aparecen en esta lista por los pelos: ha merecido la pena esperar para escuchar los buenos momentos de ‘Charm assault’, la chispa de ‘Lateral Alice’ o la inspirada ‘Call’, pero el minutaje también adolece de la presencia de pasajes en el que cierto aire plomizo sobrevuela en el ambiente. Aún así, la balanza dicta sentencia: gana lo bueno en el disco de un grupo que comparte con Slowdive el honor de haber sido invitados al festival londinense donde The Cure celebrarán el próximo año las cuatro décadas de su single de debut.
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Broken Social Scene: “Hug of thunder”
Después de doce años de carrera, Broken Social Scene anunciaron su separación en 2011. Kevin Drew, líder y voz cantante de la superbanda, confirmó que aquella ruptura había sido cordial.
BSC siempre fueron un colectivo en el que los músicos entraban y salían, pero “Forgiveness rock record”, editado en 2010, fue el último capítulo del grupo por un tiempo indefinido. No había malos rollos entre sus miembros, pero tampoco ningún plan de retomarlo en el futuro. Pero los canadienses decidieron volver tras los ataques terroristas de París en 2015. Fue ese momento trágico, con la música en directo golpeada de forma brutal por el terrorismo, el que activó los mecanismos para que decidieran reunirse de nuevo.
Dar salida a aquel horror fue, a la postre, uno de los motivos para volver a crear y hacerlo con fuerza, con una euforia y un sonido tenso en su pop, que contrasta con la calma que presidía el material con el que se habían despedido siete años atrás. «Hug of thunder” tiene todo lo que puedes esperar de un disco de Broken Social Scene y en mucha cantidad. Está claro: todavía tienen muchas cosas que contar.
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At The Drive-In: “In·ter a·li·a”
Siempre me llamó la atención la forma en la que se fueron At the Drive-In. Le habían volado la cabeza a medio mundo, y su tercer disco, “Relationship of Command”, era una auténtica maravilla. Lo etiquetaron como post-hardcore. Una bomba, para entendernos. Una descarga de una intensidad que trasladaban al directo. Fueron el niño mimado de la crítica aquella temporada.
Pero como si aquella intensidad brutal no pudiera sostenerse en el tiempo, los de El Paso dijeron adiós al año siguiente. Los caminos se bifurcaron en dos proyectos iniciales a los que han sumado más a lo largo de estos años, aunque los Mars Volta de Omar y Cedric se han llevado la palma de la popularidad.
At the Drive-In parecían historia hasta que se anunció un regreso que generó mucho más revuelo por la posibilidad de volver a verlos en directo —algo que volverá a ocurrir en el próximo Mad Cool— que por escuchar un nuevo disco del grupo. Posiblemente porque, quien más quien menos, sabía que era imposible superar los logros plasmados en “Relationship of command”, como si cualquier otro grupo que juegue más o menos en su liga lo estuviese haciendo hoy en día.
Han pasado 17 años y los ATDI de hoy no compiten siquiera en el mismo peso que los del 2000, así que tal vez sería mejor comparar su disco de vuelta, directo y sin rodeos, once puñetazos, con contemporáneos con los que comparten categoría. Les aseguro que por ahí siguen ganando muchos combates por K.O.
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LCD Soundsystem: “American dream”
El final de LCD Soundsystem había sido tan rotundo, el cierre había quedado tan redondo, que dio cierto vértigo escuchar el anuncio de su regreso apenas cinco años después. Multitudinarios conciertos finales, un documental para dejar testimonio de un epílogo glorioso… James Murphy ya lo había dicho en más de una ocasión: tres discos y adiós. Y la trilogía con el “This is happening” final les había quedado a pedir de boca.
Aunque aquello tuviese su parte de falsa disolución, de despedida de cartón piedra —cuidado James, que empiezas así y terminas como Scorpions—, lo cierto es que su genio resuelve la complicada papeleta. Lo hace con “American dream”, un trabajo sólido, con pocas fisuras, en el que no se encuentran los singles incontestables de antaño. Tampoco parecía buscarlos.
Hace algún tiempo, James Murphy contaba en una entrevista en BBC Radio 6 que Bowie jugó un papel importante cuando las dudas le asaltaban sobre la conveniencia de este regreso. Ambos coincidieron en la grabación de “Reflektor” de Arcade Fire y en “Blackstar”, hablaron y conectaron. Cuando Murphy le contó a Bowie que estaba inquieto ante su vuelta, el maestro le tranquilizó, le dijo que así tenía que ser. El líder de LCD comprendió que al propio Duque Blanco le asaltaban las dudas ante decisiones importantes, y aquella conversación fue la espoleta definitiva que comenzó a disipar sus temores.
En el resultado, por cierto, se filtra la influencia de Bowie. Es inevitable escuchar algo de él en los pasajes más ocuros del disco. La muerte de Bowie frustró un posible trabajo conjunto, del que ya habían empezado a hablar. Se quedó en el tintero.