«Prácticamente todo el que pasaba por Zaragoza, para actuar o de promoción, era cazado por Uribe para situarlo delante de su grabadora»
El periodista Matías Uribe ha agrupado en un libro un buen número de entrevistas que realizó en los años ochenta con los principales protagonistas de La Movida. Una obra de enorme valor documental.
Texto: Juan Puchades.
En la primavera de 1980 llegó a los quioscos una publicación quincenal de formato tabloide que, bajo el nombre de Disco Actualidad, quería, con una visión bastante abierta, tomarle el pulso al pop y el rock del momento. Podríamos decir que arribó en el momento oportuno en lo que a la escena local se refiere, pues aquel fue el año en el que la primera marejada de la Nueva Ola accedía a las grabaciones. Ya saben: iniciales lanzamientos de Radio Futura, Aviador Dro, Zombies, Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop, Mamá, Los Secretos, Mario Tenia y los Solitarios, Las Chinas, Los Cardiacos, Los Elegantes… Y ahí estuvo Disco Actualidad para cubrir lo que sucedía, con una excelente nómina de colaboradores, algunos de renombre y otros forjados en el siempre fértil vivero aragonés. Porque, contra todo pronóstico, el periódico musical veía la luz desde Zaragoza, lejos del eje discográfico Madrid-Barcelona y, por supuesto, del editorial, asentado principalmente en la Ciudad Condal.
Detrás de tan valerosa (y probablemente suicida) iniciativa estaba Matías Uribe, joven periodista zaragozano al que los lectores de fuera de Aragón descubrimos y disfrutamos en esos 22 estupendos números (abandonando, transcurridos los meses, la periodicidad quincenal para pasar a mensual y reduciendo, afortunadamente, el formato) que, en su faceta de intrépido editor y director, logró que vieran la luz hasta que en 1982 Disco Actualidad desapareció de los quioscos. Como resultado de ello, y en tiempos no digitales, le perdimos la pista a Uribe, aunque su nombre permaneció imborrable en nuestra memoria como uno de los grandes, de aquellos que, sin pretenderlo, nos ayudaron a ser lo que somos (¡pero no le culpen por ello!).
Años más tarde supimos que nunca había abandonado el periodismo musical, que siempre siguió deshilando la actualidad con ahínco desde las páginas del Heraldo de Aragón y en la radio asociada al diario centenario. Su nombre, cada tanto, aparecía vinculado al de sus vecinos Héroes del Silencio, a los que, incluso, dedicó algún libro. Uribe ahí sigue, con la libertad que le da el blog “La voz de su amo”, que mantiene, cómo no, en el Heraldo. En los últimos años, además, se ha autoeditado algunos libros aprovechando la plataforma que permite Amazon: un par de volúmenes sobre Brigitte Bardot (Brigitte Bardot: España, cine, discos y vida y Brigitte Bardot: El mito femenino en España), la historia novelada de los Rocking Boys (Furia bajo la roca) y otro sobre el nacimiento del rock en su localidad (Zaragoza. La ciudad pionera del rock español). A ellos se une ahora La voz impresa de La Movida, que es el que nos trae hasta aquí.
Es probable que Matías Uribe no sea muy consciente de ello, pero La voz impresa de La Movida, aunque solo cuesta 16,90 euros, tiene un valor incalculable. Es así porque si hasta ahora el grueso bibliográfico sobre La Movida ha tenido un marcado carácter histórico, analizando o referenciando aquellos años desde la distancia retrospectiva, el suyo está escrito en tiempo real, mientras los hechos sucedían. Y es que, con brillantez, ha decidido reunir 75 entrevistas de las que publicó en el Heraldo en un marco temporal que va, a modo prácticamente de prólogo, de 1979 (con Tequila, como precursores de lo que vendría) a, ejerciendo de epílogo, 1990 (con Radio Futura en su última gira). Es decir, cubre toda la década de los ochenta: de los primeros grupos de lo que por entonces llamábamos Nueva Ola a su transformación en Movida y, finalmente, la normalización de un exitoso nuevo pop y rock español con decenas de ramificaciones y cientos de formaciones.
El indudable acierto de presentar las entrevistas en orden cronológico (la primera, temprana, es de febrero de 1980, con Aviador Dro) nos permite apreciar, tanto en las declaraciones de los grupos como en los comentarios con los que Uribe las iba salpicando, la evolución del movimiento desde ese primer instante en el que, por efecto contagio, algunas de las grandes discográficas comenzaron a fichar grupos de la Nueva Ola (los que se movían en los locales de ensayo, pequeñas salas y actuaciones en colegios mayores desde 1978), al desengaño de un año después al ver que las ventas escaseaban —y comprobamos, repito, en tiempo real, algo que hemos apuntado en ocasiones, que algunos de esos temas que hoy son venerados, en un principio pasaron bastante desapercibidos para el gran público: “Déjame”, “Chicas de colegio”, “Chica de ayer”…—, al revulsivo que supuso desde 1982 la aparición de las discográficas independientes, con DRO a la cabeza, y la llegada de las grandes ventas apoyadas, principalmente, en lo que podríamos definir como la segunda oleada (próxima al tsunami). Todo ello en un relato coral tejido con piezas independientes, en el que muchos de los entrevistados mostraban su animadversión hacia otros compañeros sin cortarse demasiado, quizá conscientes de que hablaban para un medio de «provincias», que alguna ventaja debía tener el publicar lejos del foco madrileño.
Madrid, claro. Madrid está presente constantemente, pero Uribe, con acierto, como testigo y protagonista de lo que sucedía, reivindica otra verdad que el tiempo ha opacado: la explosión de grupos fue nacional, no solo madrileña. Del mismo modo, algunas declaraciones rompen ese lugar común de que La Movida fue un invento del PSOE: «Hasta ahora [los socialistas] no han hecho nada con respecto a la gente joven y la música […] Llevan cuatro años en los ayuntamientos y solo se han preocupado de “su” cultura… Es decir, Quilapayún, para ellos, es cultura; Parálisis Permanente, no. Yo estoy seguro de que con Fraga estaríamos mejor, al menos estaría todo como más estructurado», decía Eduardo Benavente en marzo de 1983.
Prácticamente todo el que pasaba por Zaragoza, para actuar o de promoción, era cazado por Uribe para situarlo delante de su grabadora en entrevistas en las que, una vez editadas, el periodista se mojaba, ofrecía su opinión, se entusiasmaba con unos y señalaba su distancia artística hacia otros, como solía suceder antaño en este oficio, cuando los críticos ejercían de tales. Todo ello sin grandes manías y con la mente y las orejas bien abiertas, de tal modo que por aquí desfilan, además de los mencionados, Mamá, Zombies, Mecano, Derribos Arias, Tino Casal, Rubi, Los Cardiacos, Manía, Olé-Olé, Golpes Bajos, La Mode, Pistones, La Unión (efectivamente, señor Uribe, qué gran disco aquel primero), Objetivo Birmania, Azul y Negro, La Frontera, Decibelios, Dinarama (Carlos Berlanga), Magenta, Ana Curra, Gabinete Caligari, Alaska, Siniestro Total, Ilegales, Loquillo, El Último de la Fila, Desechables, Nacha Pop, Los Secretos o Los Elegantes, entre otros. Algunos repitiendo en diversos encuentros. Todos con entradillas escritas en la actualidad que sirven tanto para aportar datos como para rememorar las situaciones en las que se realizaron las entrevistas.
El libro incorpora dos reportajes, ambos de 1983, que hay que destacar: uno, estupendo, en el que Matías Uribe, en misión exploradora, se acercó hasta Madrid para visitar la sala Rock-Ola, el otro alrededor del festival en la plaza de Toros de Zaragoza en el que debía actuar Parálisis Permanente cuando de camino el grupo sufrió el accidente de circulación en el que Eduardo Benavente perdió la vida: en él narró, desde dentro, los pormenores de aquella funesta tarde noche. También, como curiosidad, se reproduce la carta fechada en 1984 que le remitió la madre de Santiago Auserón afeándole la conducta tras criticar la actitud de su hijo durante una actuación de Radio Futura (el grupo del que más entrevistas agrupa el libro) en el estadio de La Romareda: casi cuarenta años después, resulta absolutamente entrañable.
Créanme: estamos ante uno de los mejores y más útiles volúmenes para comprender el pop rock español de los años ochenta (llamémosle Movida o lo que queramos), imprescindible para hacerse una idea cabal de los acontecimientos, intenciones, secuencia temporal y disfrutar de testimonios de primera mano mientras los hechos sucedían. Ese es su valor. Enorme y documental.
La voz impresa de La Movida puede adquirirse, en edición impresa, en Amazon.